Ron Weasley se encontraba sentado en un bar muggle.

Bebida tras bebida intentando olvidar su dolor, intentando, porque nadie podría olvidar la muerte de su hermano mayor, hace apenas unos meses.

La guerra había acabado, pero Ron no se sintió satisfecho.

Siempre pensó que cuando la guerra se acabara todo sería felicidad, pero no parecía así.

Ginny y Harry habían retomado su relación, Hermione había vuelto a Howarts, Bill y Fleur se planteaban tener un hijo...

Todos avanzaban, todos menos él y George, por supuesto.

Lo único a lo que Ron se dedicó estos meses fue a intentar levantar a su hermano de la cama.

Pero aún no lo había conseguido, y eso le hacía sentirse todavía más inútil.

Apuró otro vaso de whisky cuando escuchó una conocida voz.

-¿Weasley?

Mierda.

Blasie Zabini se sentó frente a el y le miró preocupado.

-¿Qué haces aquí?

Ron gruñó, siendo incapaz de hablar, no con él.

No le había visto desde el funeral de su hermano, pero no había hablado con él desde el día de la guerra.

Blasie se inquietó al no recibir respuesta.

-¿No vas a contestarme?

Al no recibir respuesta la desesperación y la ira se apoderaron del moreno.

Quería que el pelirrojo le hablara, necesitaba que el pelirrojo le hablara.

-¿Sigues enfadado? ¡Merlín! ¡Estábamos entrando en guerra Ronald! ¡No podía simplemente dejarlo todo por ti, ponerme en peligro!

Al escuchar las palabras del moreno, Ron se enfureció, causando que, por fin se comunicara.

-¡Yo nunca te pedí que lo dejaras todo! ¡No hubieras tenido que hacerlo, yo te hubiera cuidado, mi familia, la orden te hubiera cuidado!

El pelirrojo hizo una pausa para mirar bien a Blasie, la persona a la que, para bien o para mal aún amaba, la persona que lo había dañado tanto.

Con la mirada llena de dolor Ron clavó sus ojos en los de el otro y continuó.

-Pero preferiste dejarme, apartarme, me hiciste daño.

Una lágrima recorrió la mejilla de Blasie.

-Ron, te quiero, mucho, te lo dije en la guerra y te lo digo ahora. Fui un imbécil y un cobarde.

Ron agachó la cabeza, incapaz de mirara a los ojos al moreno.

Lágrimas salieron también de sus ojos, por todo, por Blaise, por Fred, por la vida que se suponía que debería estar teniendo.

Solo subió la mirada cuando escuchó a Blasie levantarse.

Le miró, pensando que el moreno se iría, que le abandonaría de nuevo, pero para su sorpresa Blasie le envolvió en un abrazo.

-Lo siento, lo siento.

El moreno repitió esa frase un par de veces más y le dio un beso en la mejilla.

Pero a Ron eso no le bastaba, su día había sido una mierda, necesitaba más que un abrazo y unas disculpas.

Separó a Blasie de él, sorprendiendo al moreno, y juntó bruscamente sus labios.

Ambos habían querido que esto sucediera durante mucho tiempo, por lo que aquel beso fue un alivio para ambos.

Cuando se separaron con las respiraciones agitadas Blasie soltó una pequeña risa.

-¿Eso es que me perdonas?