Capítulo uno.
Para Soyeon siempre había sido sencillo hacer amistades mujeres, en efecto nunca había entendido a aquellas chicas que preferían tener amistades con personas del género opuesto. La supuesta envidia, los celos y la constante competencia... Ella jamás había vivido tal cosa. Soyeon se sentía segura con sus amigas, respaldada y cuidada por ellas. Especialmente por su mejor amiga, Miyeon.
—Siento que vine sin avisar, me preocupó no verte en la clase hoy. —Le dijo la castaña antes de ponerse cómoda, tomando asiento en el comedor de su casa.
—No pasa nada, Miyeon unnie. —Le sonrió amigablemente mientras buscaba algo que ofrecerle, tal vez podía improvisar unos sándwiches para almorzar... La cocina era un área difícil para la más bajita. —No fui porque los parciales terminaron de exprimirme el cerebro. ¿Me perdí de algo interesante?
Miyeon observaba a su amiga husmear en la cocina como si no la conociera, como si ella fuese la invitada y no al revés. Miró a sus lados, apareciendo que estaban solas. De preguntó dónde estaría la madre de Soyeon, pero no es como si lamentara su ausencia. Ella estaba segura que aquella mujer la odiaba y que no aprobaba en absoluto la amistad que tenía con su hija, le extrañaba que no la hubiese enfrentado aún.
—No realmente. —Respondió algo distraída. —Minhyuk preguntó por ti, pero él siempre pregunta por ti.
Soyeon suspiró exasperada. ¿Cuántas veces había rechazado a aquel hombre ya? Había perdido la cuenta a este punto, pero sabía que de recibir una moneda por cada "no" que le dio, ahora podría ir a comprarse su manga de one piece sin preocuparse por lo que le quedaba de dinero.
Rindiéndose porque no parecía encontrar siquiera un poco de pan, pasó a tomar asiento al lado de su mayor. Miyeon procedió a abrir su mochila, sacando sus apuntes del día.
—Por si quieres ponerte al corriente. —Le ofreció. —La profesora Ahn quiere que hablemos de nuestro autor, de su narrativa y cómo nos inspira.
Soyeon asintió mirando las hojas que le había dejado su amiga. A veces se preguntaba por qué se había metido al taller de poesía y literatura, en sí no tenía la obligación de hacer ninguna de las actividades que les mandaban sus profesores porque ni siquiera existía una calificación cómo tal. Pero ya hacía un año que había ingresado y se sentía comprometida, después de todo se había anotado porque quería mejorar en su composición. No le importaba que su familia no la apoyara, ella realmente se veía futuro como letrista.
—Deberías ir solamente a las clases del profesor Jang. —Dijo Miyeon de repente, como si pudiera saber lo que estaba pensando. —Aunque para mí ni siquiera te hace falta, eres brillante.
Soyeon rió avergonzada a la vez que negaba con su cabeza. Ella era buena, en verdad que sí, y lo sabía. Pero también era consciente de lo inexperta que era y su baja edad. ¿Si era buena con diecinueve años, no podía ser incluso mejor en el futuro? Y ella más que nadie sabía que el futuro no se hacía solo. ¿Por qué perdería el tiempo hasta entrar en la Universidad de Música y Bellas Artes cuando ya podía empezar a nutrirse?
—Tú eres bastante buena también, unnie. No sé por qué estudias psicología.
—Me gusta escribir, pero se me da mejor el psicoanálisis.
Soyeon no estaba muy de acuerdo con eso. Ella disfrutaba del taller literario pero lo de Miyeon era otra cosa, la castaña se veía realmente comprometida y feliz en cada clase. Había leído las historias que escribió porque sus profesores les había mandado y había disfrutado de cada una de ellas. Sabía que la castaña a demás tenía la capacidad y la inteligencia para ser una buena terapeuta el día de mañana, pero no veía esa misma chispa. Era una pena que su amiga fuese tan insegura con sus propias habilidades como escritora, con lo hermoso que escribía.
Oyeron el ruido de la puerta abriéndose y luego pasos, ambas quedaron en silencio, Miyeon empezaba a sentirse algo inquieta. Sunhee no tardó en llegar a la cocina, cargando varias bolsas.
Al igual que las dos jóvenes quedó en silencio cuando las vio; no era una mujer fría, siempre solía darle saludos amorosos a su hija, pero llegar y ver a Miyeon era algo que la sacaba de su eje. La castaña le sonrió pese a su tensión e incomodidad; Sunhee la inspeccionó con la mirada, como si tratara de encontrar algo, un motivo para despreciar más a la mejor amiga de su hija. Por suerte Miyeon se había quitado su muñequera del orgullo lgbt, asegurandolo en el interior de su mochila.
—Mamá, tardaste más de la cuenta. —Soyeon se atrevió a romper el silencio a la vez que se acercaba a su madre para poder ayudarla con las bolsas. —Justo estaba por preparar algo para almorzar con Miyeon unnie, pero no había nada.
—Ah, no se preocupen por mí. —Se apresuró a interrumpir la mayor, poniéndose de pie a la vez que colgaba su mochila en sus hombros. —Solo vine a dejarle las actividades del día a Soyeon, ya me iba.
—¡Pero unnie! —Soyeon se quejó, poniendo las bolsas sobre la mesada. —No nos hemos visto hoy, quédate.
—No la agotes, Soyeon. Se ven todo el tiempo. —Sunhee interrumpió en su mejor intento de tono amable. —Deja que se vaya.
Soyeon hizo una mueca, no era ingenua ni mucho menos estúpida. Sabía que su madre rechazaba a su mejor amiga y que su mejor amiga se sentía incómoda estando allí mientras estuviera su madre presente. Pero ella realmente había echado de menos a Miyeon, quería que se quedara, al menos unos veinte minutos más para charlar sobre algo; lo que fuera.
—Esta bien. —Le respondió a su madre sin esforzarse por suavizar su expresión. —Vamos, unnie. Te acompaño a la puerta.
Miyeon no emitió una sola palabra hasta que dejaron la cocina, ya lejos de la madre de su mejor amiga donde se sintió menos tensionada. Soyeon tampoco habló hasta que ella lo hizo, bien consciente de la incomodidad de su amiga no quería forzarla a una charla innecesaria.
—¿Te veo mañana, entonces? —Le preguntó la castaña ya cuando estuvieron a unos pasos de la puerta.
—Sí, aunque no sé si haré los ejercicios de la profesora Ahn.
—Está bien, no es como si ella fuera a decirte algo.
Soyeon solo asintió en respuesta a la vez que giraba el picaporte para abrir la puerta. Se hizo a un lado, cediéndole el paso a Miyeon.
—Mandame un mensaje cuando llegues, unnie. —Se apresuró a decir cuando la mayor salía de su casa.
—Descuida, a penas llegue te escrito.
Miyeon le regaló una de sus radiantes y amigables sonrisas antes de encaminarse y desaparecer de su campo de visión.
Soyeon se quedó un momento contemplando la tranquilidad de la calle, preguntándose si era normal añorar a alguien que acaba de ver.
(...)
—Para este fin de semana quiero que salgan de su zona de confort. —Dijo Lee Siyeon, una de las profesoras del taller. —Elijan un género con el que no hayan trabajado mucho y escriban una historia para la próxima semana. Si se animan, pueden compartirla con la clase para un intercambio de críticas constructivas con sus compañeros.
Nadie se quejó, pero eran pocos los alumnos que se veían felices y entusiasmados. La mayoría parecía gritar auxilio, Soyeon era la única que hacía una mueca de disgusto.
Miyeon rió al ver su expresión.
Siyeon estaba saliendo del salón cuando todos estaban guardando sus cosas, el salón que había estado en silencio y armonía se llenó bruscamente de barullo juvenil. Nadie parecía poder esperar a salir para hablar con su compañero, y ellas no eran la excepción.
—Insisto en que no deberías venir a las clases que no te gustan. —Miyeon le aconsejó, la expresión de Soyeon se había suavizado, pero seguía viéndose algo disgustada.
—Se trata de compromiso y responsabilidad, unnie. —Le respondió con una pequeña sonrisa. —Tal como tú haces.
—Sí, pero a mi me gusta escribir. —Picó su mejilla con su dedo índice, riendo de manera risueña.
Soyeon la ignoró, terminando de guardar sus cosas. Sabía que Miyeon tenía algo de razón, que no valía la pena esforzarse y poner empeño en algo que no le interesaba, pero había algo en su educación que no le permitía dejar las cosas sin hacer. Soyeon creía en la responsabilidad más que nada, en hacerse cargo de las cosas y en no ir por el camino fácil, tal vez sí por lo práctico, pero no por lo fácil. Sus padres le habían enseñado que obtener las cosas sin esfuerzo era deshonesto, y ella no querría ser ese tipo de persona.
Se levantó de su asiento y colgó su mochila en sus hombros, no tenía pensado irse sin Miyeon, así que solo se quedó de pie esperando por la castaña.
Pero algo le llamó la atencion; alguien acababa de pegar un papel amarillo en su mesa. Lo primero que hizo Soyeon fue cuestionarse cuándo habían conseguido dejarle la nota sin que ella lo notara; no necesitó preguntarse quién había sido, porque ya lo sabía.
De mala gana tomó el papel. Distinguió un número telefónico al final de la nota.
"Soyeon noona, quería-"
Ni siquiera la terminó de leer, no era la primera vez que le llegaba una nota de aquel tipo. Era la misma persona, haciéndola la misma invitación de una cita, pese a que ella lo había rechazado cada vez.
—¿Lee Minhyuk otra vez? —Preguntó Miyeon en un tono divertido. La mayor se había levantado de su asiento también, ya estaba lista para irse.
—Vamos. —Respondió sin ganas, haciendo un pequeño bollo con la nota.
Miyeon rió en complicidad, sabía que a simple vista Soyeon estaba siendo grosera, pero en realidad era más que paciente. Había rechazado al chico al menos unas seis veces, y siempre trató de no dañar su ego. Ahora había optado por ignorarlo en vez de gritarle sus verdades para que la dejara en paz.
Observó a Soyeon alejarse, tiró el papel en el cesto que tenían en el salón y salió de allí. Miyeon no tardó en alcanzarla, y cuando lo hizo, la abrazó por los hombros sin dejar de caminar.
—¿Te irás con Somi hoy? —Miyeon le preguntó en un tono dulce y bajo, sus rostros estaban demasiado cerca, por lo que no necesitaba hablar alto.
—No, me invitó a salir con sus amigas, pero prefiero quedarme en casa. Tengo...
—¡Besála de una vez, unnie! —Gritó Kim Doyeon a unos pasos de distancia, interrumpiendo a Soyeon.
Miyeon puso los ojos en blanco; la pelinegra pasó con sus amigas riendo, como si hubiera dicho o hecho la gran cosa. No había maldad en sus palabras, era de las pocas compañeras que la molestaba amistosamente y no porque creyera que su sexualidad era un problema. Aún así, para Miyeon ya había pasado el chiste. Todos sabían que era lesbiana porque ella jamás lo ocultó, portaba felizmente su muñequera de arcoíris; o era algo que le avergonzara, no estaban en el kinder, los chistes sobre a ella gustandole alguien no le intimidaban ni le entretenían.
Y Soyeon parecía sentirse igual. Por lo general su rostro permanecía inexpresivo, no reaccionaba y solo continuaba con lo que estaban hablando o cambiaba de tema. No respondía a las provocaciones ni se mostraba afectada. Por eso cuando Miyeon la vio, mirando un punto fijo y luciendo pensativa temió que algo hubiera cambiado.
—Soyeon. —La llamó con cautela. Soyeon levantó su vista hacia ella inmediatamente. —Si te molesta, puedes decirme...
Soyeon no había entendido a que se refería, hasta que Miyeon intentó apartarse. Con una mueca de disgusto Soyeon tomó de su muñeca y tiró de ella, obligándola a estar incluso más cerca que antes.
—No le debemos explicaciones a nadie, unnie. Tú eres mi mejor amiga, podemos ser tan pegajosas como se nos de la gana.
Miyeon sonrió con alivio, aún se preguntaba qué había hecho preocupar a Soyeon, que tenía la más bajita en la cabeza que le había hecho lucir preocupada. Pero no dijo nada, Soyeon solía hablar libremente de sus sentimientos, pero cuando no lo hacía no le gustaba que le preguntaran.
Al llegar a la salida, Miyeon se despidió con un sonoro beso en la mejilla antes de apartarse.
Soyeon quedó allí, con una pequeña sonrisa, a penas notando las miradas curiosas de sus compañeros.
(...)
—¡Pero Soyeon! —Somi chilló por tercera vez en el teléfono, alarmando a su prima. —No puedo permitir que alguien con el apellido Jeon sea una nerd. ¿Cuándo fue la última vez que saliste a divertirte...?
Soyeon hizo oídos sordos, pasando por alto las palabras de su prima. No solo se trataba de sus responsabilidades y querer pasar la noche estudiando para sus próximos exámenes, en realidad no tenía ganas de salir. Había algo tedioso en los bares, tal vez eran aquellos hombres que intentaban coquetearle, ignorando su joven edad y su desinterés.
Para Soyeon no tenía ningún sentido, admiraba a Somi y como podía disfrutar de la atención masculina. Ella había llegado a despreciarlo, sobretodo cuando después de rechazarlos se ponían insistentes o criticones. Como si sus comentarios sobre su aspecto la volvieran tan insegura que llegara a necesitar su validación. Cada vez veía menos atractivos a los hombres, y mucho tenía que ver sus técnicas retorcidas de coqueteo.
—Voy a salir con Miyeon unnie, ya quedé con ella. —Mintió, tratando de callar a su prima.
Oyó a Somi reír al otro lado de la línea, era una risa risueña e inconfundible de autenticidad. No la había fingido, ni forzado.
—¿Qué? —Le preguntó sinceramente confundida.
—Nada. —Somi respondió rápidamente, Soyeon podía imaginarla sonriendo.
—Dime, Somi.
—Es que... Miyeon ya parece tu novia, Jelly. Estás dejando a tu propia prima de lado por ella.
Soyeon puso los ojos en blanco, incrédula de lo que estaba escuchando. No sabía qué era más patético, si la acusación de la falta de atención que le daba a su pariente o que ella y Miyeon pareciera más que amigas.
Aunque... Era la segunda vez en el día que alguien les hacía tal broma, y no era la primera que sucedía. Soyeon sabía que su madre no solo estaba paranoica por la sexualidad de Miyeon como tal, sino porque también temía que de alguna forma le afectara a ella. Si tan solo fuera más educada al respecto sabría que la sexualidad de las personas son individuales y que poco tienen que ver si están rodeados de personas heterosexuales u homosexuales.
Pero, ¿realmente ellas tenían un comportamiento más propio de pareja que de amigas? Y de ser así. ¿Por qué Minhyuk no sospechaba nada? Seguramente la dejaría en paz si creyera que ella ya tenía a alguien, y más si era lesbiana. Aunque no fuera verdad, tal vez así entendería que no tenía ninguna chance con ella.
—Hey, Soyeon. Sólo era una broma, siento si...
—No pasa nada, Somi. —Se apresuró a responder. ¿Cuánto se había perdido en sus pensamientos. —¿Te parece si hablamos luego? Estoy algo ocupada.
—Claro, no pasa nada.
Tan pronto como Soyeon colgó la llamada con su prima pudo ver que tenía algunos mensajes de Miyeon. Dudo un poco de lo que se había formulado en su cabeza, pero lo que tenía de responsable y disciplinada también lo tenía de terca; cuando algo se le metía, rara vez podía dejarlo atrás.
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