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Capítulo 1

Sentarse en un bar después de una discusión con sus padres, se estaba convirtiendo en una tediosa costumbre.

Pero era esto, ir de regreso a la manada donde todos comenzarían a preguntarle qué andaba mal y no se detendrían hasta conseguir una respuesta, quedarse con sus padres incluso después de discutir cosas sin sentido como cuando era un niño pequeño, o irse al bar más recóndito de la ciudad en una calle de mala muerte, donde podía desahogarse como le placía y nadie querría respuestas.

Las cervezas eran buenas, sorprendentemente, para ser artesanales. 

La comida también, grasosa, bien sazonada, muy occidental. Perfecta para distraer su mente mientras veía un partido de béisbol en la televisión plana al otro lado del cuarto.

Era un viernes por la noche, y el lugar estaba atestado. Humanos y shifters por todas partes, buscando compañía, otros en compañía, y otras almas solitarias como él, solos en sus sillas sin nada en particular en la cabeza.

A veces le habría gustado ser más como Grayson o Evan, ellos sabían divertirse y causar problemas, se reían de cualquier cosa y vivían su mejor vida con sus compañeros a sus lados sin tomarse nada demasiado en serio. Ian y Theo tenía su madura relación donde podían pasar días sin verse, pero en cuanto estaban juntos no se separaban para hacer más que un par de cosas. Michael prefería el silencio y la soledad de su habitación cuando no tenía que salir a patrullar. No era tan cercano a él como le gustaría, pero todavía era agradable salir a patrullar con él y escuchar lo que tenía en mente.

Tenía muchas cosas en la cabeza y Ji-Tae se consideraba un buen oyente.

Porque a pesar de amar la soledad, Michael no tenía problemas mezclándose con los demás, no tenía que intentar demasiado duro en encajar y no poner el ambiente incómodo.

Ji-Tae ni siquiera estaba seguro de si debía permanecer en la manada.

Se sentía más como un casual acompañante que un miembro del grupo.

Golpeó su botella en la mesa, el vidrio saltando por todas partes. Se hizo algunos cortes en los dedos, pero no lo importó demasiado mientras se levantaba e iba al cuarto de limpieza para buscar una escoba y el recogedor. La mujer de la barra le dio una mirada de reproche antes de ir a atender a los demás clientes.

Esto era terriblemente usual.

Un mal pensamiento depresivo, y su cuerpo actuaba por cuenta propia para eliminar la sensación. Viejos hábitos programados por sus padres. Si sentía el más mínimo sentimiento de negatividad tenía que hacer todo lo posible para eliminarlo.

Y eso significaba reemplazar el dolor emocional con el ardiente dolor físico.

Adorables. Sus padres era encantadores.

Se sentó luego de tirar los restos al bote de basura de atrás, y pidió otra cerveza. 

"Esta vez no la quiebres, por favor." La mujer (no sabía su nombre y nunca se molestaba en preguntar), era muy familiar para ahora. No eran amigos, pero Ji-Tae había venido lo suficiente como para que ella lo reconociera como un cliente frecuente, y claro, sus espectáculos sanguinarios de cuando en cuando. "Reutilizamos las botellas. ¿O quizás debería comenzar a anotarlas en tu cuenta también?"

"Haz lo que quieras."

"¿Esta vez quieres hablar de ello?" La mujer se inclinó sobre la barra, mirándolo con una sonrisa. "Tienes tres dedos cortados, pero ni siquiera pareces notarlo."

"Sanarán," dijo antes de tomar un largo trago de su cerveza fría. "Y, no. Gracias. Aunque me gustaría una orden del especial cinco."

Ella sacudió la cabeza, enderezándose para apuntar su orden. "Eres imposible," le regañó. "Diez onzas de carne con cebolla caramelizada, papas western a un lado. Quince minutos, amigo."

"Dame otra." Meció la botella medio vacía y se giró para ver la pantalla cuando el bar comenzó a gritar y maldecir. No eran sus equipos favoritos, pero había apostado por el de la Universidad del Norte. Los BlueSharks hicieron un grand slam. "Ahí se van veinte dólares."

La mujer regresó con su nueva cerveza. "Siempre apuesta al local. Después de mil dólares perdidos uno creería ya habrías aprendido."

Se encogió de hombros, lanzándole sus veinte dólares. "Soy más estúpido de lo que parezco."

"Un estúpido apuesto, me encantan de esos. Son los mejores." Ella sonrió, dándole una mirada coqueta antes de reírse. "Aunque me gustan los que prefieren pechos y vaginas."

Se rió. "¿Cómo sabes que soy gay?"

"Miles de mujeres han intentando coquetearte y conseguir tu número, pero las has rechazado a todas y cada una de ellas muy respetuosamente. Te doy eso."

"Tal vez solo me criaron con modales." Se encogió de hombros y miró alrededor. Mujeres hermosas por todas partes, y algunos chicos no estaban mal tampoco, pero nada era lo suficientemente llamativo para él. Además no tenía relaciones de una noche. De hecho, no tenía relaciones y ya. Aunque no lo iba a decir eso a ella. "Solo vengo por el ambiente. La cerveza es... meh, pasable, y la comida es barata, solo por eso vengo aquí."

Ella le dio un golpe en el hombro con su diminuta mano. Ji-Tae se rió detrás de su cerveza.

"Vete a la mierda, si es tan regular puedes ir a lamerte las heridas a otra parte." Tenía el rostro rojo, pero también había diversión alrededor de ella. "Veamos quién más soportará tus botellas quebradas."

Podía ser divertida cuando lo quería. "No veo mi comida todavía."

Ella se giró, pisando con fuerza. "Vete al infierno."

Se rió, mirando la barra de madera. 

Eso fue lo que me dijeron mis padres hoy.

Divertido.

La barra se llenó un momento después y él se alejó cuando su comida llegó. Se sentó pegado a la ventana en una mesa de dos y miró el televisor mientras masticaba.

Era una simple noche. Tranquila y lo que necesitaba luego de un día pesado. No debía estar interesado en los problemas de los demás, pero había algo molestándole en su rango de visión. Y no era exactamente el suave cabello rosa del chico que estaba del otro lado del bar.

Aunque era claramente teñido por el cabello mucho más corto de color oscuro bajo el rosa, le lucía bien desde donde Ji-Tae estaba. 

No era su bonito rostro, o su boca pronunciada, o sus ojos de cachorro perdido, tampoco sus pantalones ajustados o los aretes en sus orejas. 

Era la manera en la que el hombre frente a él le estaba hablando. Prácticamente gritándole en el rostro mientras que un grupo de hombres detrás de ellos se reían cuando tiraba del brazo delgado del chico para obligarlo a caminar. Nadie más parecía estar prestándoles atención, el resto del bar metido en sus propios asuntos, pero la mirada desesperada del chico gritaba por ayuda de alguien que lo notara.

Sea lo que sea que estaba pasando, no estaba cómodo y necesitaba una salida.

Ji-Tae dejó de mirarlos. No era su problema, no tenía que meterse en lo que estuviera pasando, pero... no podía estar tranquilo. Su pierna rebotaba de arriba a abajo sin parar y antes de pensarlo bien, estaba poniéndose de pie, dejando su comida y cerveza en la mesa. 

Era más alto que la mayoría de los que estaban en el bar, también más amplio y musculoso, apartar a la masa fue sencillo y cada uno que le dio una mirada molesta, apartó la cara de inmediato. Su cuerpo estaba vibrando con ira que no reconocía y energía a la que no podía ponerle nombre, pero todo lo que tenía que hacer era llegar a donde el chico estaba.

El hombre que le sostenía el brazo señaló hacia la entrada del bar y comenzó a caminar incluso cuando el chico intentó agarrarse de la mesa en un intento desesperado, plantando los pies en el suelo con fuerza. Los idiotas que los acompañaban se rieron y golpearon sus dedos con los fondos de sus botellas hasta que el chico se quejó y soltó la mesa con una expresión de dolor. 

Ji-Tae nunca se había metido en una pelea antes, pero Dios, si no quería hacerlo ahora. 

Lo detuvo antes de que llegara a la puerta. 

El imbécil lo miró con ojos oscuros y un asqueroso aroma saliendo de él.

Drogas. 

"¿A dónde crees que vas?" preguntó. Apenas reconoció su propia voz. Lo empujó con algo de fuerza hacia atrás hasta que el imbécil retrocedió. Ji-Tae miró al chico detrás de él, sus ojos miel lo miraron con confusión y esperanza al mismo tiempo. Gruñendo, empujó al humano al suelo y tomó la muñeca del chico con suavidad. Ya tenía marcas de dedos en su piel, y no quería lastimarlo más. Lo colocó detrás de su espalda y se giró para ver al resto. Todos los idiotas dejaron de reírse, mirándolo seriamente. "Si no quieren problemas que no pueden soportar, les recomiendo que se vayan de aquí en este instante."

El idiota en el suelo lo miró. "Hey, ¿qué demonios pasa contigo? Esa es mi cita."

"Viejo, déjalo." Uno de los sujetos detuvo al idiota, ayudándole a levantarse. Sus ojos tenían un brillo conocedor, era un shifter también. Ji-Tae debía estar emitiendo tanta ira de su cuerpo que era evidente para los demás shifters en el área. "Es hora de irnos. Lo lamento por él," dijo y comenzó a sacar a su amigo del bar.

Los demás idiotas los siguieron, pero continuaron dándole miradas hasta que se perdieron por la puerta.

Solo entonces, tomó una profunda respiración.

Soltó la mano del chico y se giró para caminar a su mesa.

Y su hamburguesa ya no estaba.

¿Era en serio?

Todo estaba funcionando esta noche para ponerlo de mal humor.

"Malditos imbéciles."

"Eso suele pasar si dejas tu comida sola." Una suave voz a su lado lo sorprendió. El chico de cabello rosa le sonrió con suavidad, manos detrás del cuerpo y mirando su mesa fijamente antes de levantar la cabeza. Sus ojos eran grandes, de color miel y muy expresivos. "¿Podría conseguirte lo que sea que estabas comiendo? Como agradecimiento por ayudarme allá atrás."

No.

"Sí."

El chico sonrió más ampliamente, profundos hoyuelos en sus mejillas afeitadas. Se sentó en una de las dos sillas y cruzó las manos encima de sus piernas. Un poco contrariado y confundido, Ji-Tae tomó asiento.

"No," murmuró un momento después cuando lo vio intentar llamar la atención del mesero. "Creo que estoy bien." Bajó la mirada a su cerveza, tragando pesadamente. "Tu deberías tener más cuidado de con quien te juntas, pero no tienes que agradecerme por eso."

"¿Cómo que no? Ese imbécil... lucía como un sujeto decente cuando lo conocía la primera vez, pero cuando está con su grupo de amigos se vuelve alguien más." Los dedos con uñas perfectamente recortadas golpearon la mesa. "Ni siquiera sabía que usaba drogas. Si no hubieras estado aquí, quién sabe a dónde me habrían llevado." La mano se deslizó lentamente sobre la mesa, palma arriba, justo bajo sus ojos. "Soy Rex."

Suspiró. "Realmente no estoy..."

"Hey, es solo comida. Honestamente, todavía estoy temblando." Era cierto. No lo había notado, pero la mano de Rex estaba ligeramente temblorosa. "Necesito sentirme en la tierra por un momento."

"¿Necesitas ir a un hospital?"

"Difícilmente, solo..." Respiró profundamente y se encogió de hombros. "Esa tiene que ser una de las cosas más terroríficas que haya vivido, pero ya está en el pasado. Gracias a ti." Rex movió su mano otra vez, una pequeña sonrisa colgando de sus labios. "Vamos, déjame al menos invitarte una cerveza. ¿Cómo te llamas?"

Todavía dudándolo, sostuvo su mano. "Ji-Tae." Su mano era tan suave como algodón, como si realmente cuidara de ellas. La soltó después de un segundo. "Te invitaré yo," dijo.

"Oh, está bien."

"Solo una y luego... me iré." 

No tenía mucho más que hacer de todas formas, y dudaba que este chico supiera lo que significaba suficiente cuando lo estaba mirando con esos dos grandes ojos miel llenos de energía. No era su héroe, ni siquiera era un buen tipo, solo tenía un poco más de decencia que los idiotas con los que estuvo. Tampoco quería crear una conexión, sin importar lo muy llamativo que fuera su rostro. 

"¿Tienes otro lugar al que ir o solo estás evitándome? Quiero decir, entiendo si lo haces." Rex se pasó una mano por el cuello, tenía una sonrisa, pero esta era inestable y francamente nerviosa. Y comenzó a evitar mirarlo, con la vista puesta en la mesa. Algo en su interior se sentó inquieto y Ji-tae solo pudo mirarlo en silencio. "Acabas de conocerme en medio de problemas, y ahora estoy intentando agradecerte por salvarme de eso aunque tú solo actuaste por decencia y claramente no quieres nada que ver conmigo."

Apretó los dientes, mirando hacia la mesera. Le dio la señal de que trajera dos cervezas. 

No tenía que responder a sus palabras. 

No importaba lo triste y cabizbajo que se veía.

Como un cachorro en la lluvia con las orejas caídas.

Suspiró pesadamente.

"Mi día no ha sido el mejor, y no soy buena compañía justo ahora." No lo miró, pero pudo sentir los ojos clavados en su rostro. Pretendió mirar el televisor al otro lado del bar. "No estoy incómodo por ti. Pero esperaba que mi noche fuera tranquila."

Rex se levantó de golpe, haciéndolo mirar.

Tenía una sonrisa tensa en los labios.

"Entonces no voy a interrumpir. Lo siento, y gracias por lo que hiciste por mi hace un rato." Le tendió su suave mano con una mirada extraña. "Ten una buena noche, Ji-Tae."

Su columna se erizó con una sensación eléctrica cuando lo escuchó decir su nombre. Quizás era porque habían muy pocas personas en el mundo que lo llamaban por su nombre, en lugar de su apellido, pero su tono de voz gentil y nervioso tocó algo dentro de él. Ji-Tae le sostuvo la mano, mirándolo al rostro.

"Um..." Rex miró sus manos antes de tirar con suavidad de la suya, tratando de soltarse de su agarre, pero no era posible. Ji-Tae no podía entenderse a sí mismo, pero dejarlo ir luciendo así... se sentía mal. El chico se rió incómodo antes de volver a tirar. "Yo no quiero sonar raro, pero, ¿me regresas mi mano, por favor?"

"Siéntate," dijo más frío de lo que habría deseado. Intranquilidad brilló en los ojos de Rex que le hizo sentir ansioso. "No... no quise decirlo así. Por favor, siéntate. Te invitaré la cerveza."

"Pero dijiste-"

"Lo sé. Pero cambié de opinión." Se aclaró la garganta antes de soltarle la mano. 

Rex volvió a sentarse justo cuando trajeron sus cervezas. El chico lo miró y a la cerveza por un momento antes de Ji-Tae asintiera y bebiera un trago de la suya. 

Rex sonrió, brillante y honesto antes de beber un trago. "¿Puedo preguntar por qué el cambio repentino? No me estoy quejando, realmente quería quedarme."

Ji-Tae lo miró fijamente.

No había ni un poco de vergüenza en esos ojos.

"Esos sujetos podrían seguir por ahí, esperándote." Era medio verdad. Era una buena excusa, porque realmente no sabía por qué estaba actuando tan indeciso. Se suponía que quería estar solo. Rex era demasiado brillante. "Te harán un eunuco antes de que los veas venir."

El shifter con ellos parecía ser una animal pequeño, como un conejo o un ratón, nada amenazante, pero en grupo ellos harían un desastre de este chico.

"Ya veo." Rex le dio un guiño. "Eres un buen hombre. Te preocupas por el bienestar de un completo extraño."

"Bueno, no es difícil adivinar que ese idiota con el que estabas no se quedará tranquilo después de lo que pasó. Apestaba a drogas y alcohol, una terrible combinación para alguien que tuvo su ego lastimado." Ni siquiera iba a hablar demasiado, pero aquí estaba. Hizo una mueca, apretando los labios con fuerza. "No seguirás viéndolo, ¿o sí?"

Rex levantó las cejas, poniendo los codos sobre la mesa. "Sería muy estúpido de mi parte si lo hago, ¿huh? Esta solo era nuestra segunda cita, y no me gusta tanto como para querer intentarlo de verdad."

"¿Entonces por qué saliste con él?"

"Lo conocí en el trabajo." Rex hizo una mueca antes de apartar la mirada. "No era nada serio."

Conceptos que no comprendía totalmente.

Si no le gustaba tanto, entonces por qué molestarse en salir con él.

Rex era un humano, por eso no podía oler las sustancias en el aire o el peligro en general de las emociones de los demás.

Supuso que no podía culparlo por salir en citas como la gente normal.

"Bien."

Una octava parte de la manada estaba emparejada y viviendo la vida, disfrutando de lo hermoso del lazo, incluso teniendo una familia con un cachorro corriendo por todas partes que cambiaba de zorro a tigre con tanta emoción que era difícil no sentirse igual a él y seguirle el juego.

Quizás estaba un poco celoso de lo relajados que todos eran con sus vidas al punto de sentirse incómodo estando con todos ellos, pero el pequeño Jo era una pequeña fuente de felicidad que no le molestaría jamás. Adoraba al pequeño con todo su corazón, y quizás debería conseguirle otro juguete, que no sobreviviría un par de días bajo sus afilados colmillos.

"¿Vienes seguido?"

 Asintió.

A Rex no le importaba que él no respondiera vocalmente. Parecía solo querer compañía y un oído disponible.

"Ya veo. Este bar es nuevo para mi, pero no está mal a pesar del barrio donde se encuentra. Llegar aquí fue un dolor de cabeza, y a la mitad pensé que me iban a secuestrar." Ji-Tae cerró los ojos, no creyendo lo que escuchaba. Rex era demasiado inocente, o demasiado tonto. Lo escuchó reírse. "Pero me alegra de que no fuera así. Es mi día libre y preferiría estar con mi sobrino, pero no pude negarme a un tipo apuesto."

No quería hablar, no quería compañía, tampoco quería compartir su mesa.

Y Rex quería todo eso.

Ji-Tae suspiró, meneando la cabeza. 

"¿Estás soltero? ¿No te meterás en problemas si alguien te ve conmigo?" Cuando no respondió, Rex continuó. "No es que esté intentando ligar contigo, solo pregunto por curiosidad. He vivido un poco de todo y ya comencé a hacer preguntas antes de crear una escena."

Tenía mucha experiencia.

Por supuesto que lo creía.

Era increíblemente llamativo de pies a cabeza.

Difícilmente alguien no podría mirarlo con interés.

"Una vez la novia de un cliente quiso golpearme solo porque me vio hablando con su novio. No hacíamos nada, pero supongo que no todos se sienten cómodos con ver a su pareja cerca de alguien más. Es algo bueno, creo." Rex terminó su cerveza y Ji-Tae lo escuchó pedir otra ronda. Su propia cerveza estaba casi intacta, pero jamás se había negado alcohol a sí mismo. "Significa que te interesa esa relación. Y cuando estás enamorado haces muchas cosas tontas que, cuando miras atrás tiempo después, te das cuenta de lo vergonzosas que fueron."

No lo sabía.

Quizás era así.

Había visto a sus compañeros de manada tener altos y bajos con sus compañeros. Comportarse de una manera tan infantil como jamás pensó poder ver, mucho menos a Ian con Theo. El alfa se comportaba no mejor que un cachorro cuando el oso estaba alrededor. Evan besaba el camino por el que Gabe caminaba, y Grayson era un tonto que tenía a alguien muy listo como compañero, así que embonaban como piezas de un rompecabezas. 

Michael había tenido su buena parte de relaciones rápidas y sin ataduras, no exactamente porque era un idiota, sino que pensaba que no valía la pena entrar a una relación real con alguien que no fuera su compañero.

Sonaba romántico.

Y esperanzador.

No había nada en este mundo que fuera una señal que dijera: tu compañero se encuentra a dos días de su encuentro, buena suerte. No. Era difícil. Pudo ver con sus propios ojos lo mucho que eso derribó a Grayson al no estar seguro de si Lewis era su compañero o no, porque era un idiota con medio cerebro. Y como buena pieza en su rompecabeza, Lewis dejó todo claro al despertar al lobo que tenía dentro de él.

Ian y Theo eran shifters, así que sumando que eran alfas, descubrieron que eran compañeros sin mayor problema. Gabe y Evan igual.

Michael estaba seguro de no haber encontrado a su compañero, pero esperaba con los brazos abiertos.

Y Ji-Tae...

Bueno, él no sabía si quería encontrarlo.

Todo dependería de si sus padres aprobaban su relación.

Sonaba estúpido incluso en su cabeza.

¿Por qué necesitaba su permiso?

¿Por qué a sus veintiséis años seguía siendo virgen?

¿Por qué jamás aceptó citas?

¿Por qué jamás dejó de ser el pequeño niño que estaba asustado de sus padres?

Por supuesto...

Era un puto cobarde.

Su mano estalló en dolor cuando la botella explotó.

"¡Mierda! ¿Estás bien?" Rex saltó de su silla y rodeó la mesa para sostenerle la mano en alto, sus zapatos y pantalones se estaban manchando de sangre, pero todo lo que parecía importarle eran los vidros en la mano de Ji-Tae y toda la sangre que estaba perdiendo. En un minuto su cuerpo se regularía y el proceso de sanación haría su magia, pero un humano como Rex no lo sabía. Sostenía su mano con tanto estrés en su rostro que no debió ser tan divertido, pero como el atrofiado emocional que era, Ji-Tae se rió en la peor situación posible. Los ojos miel lo miraron como si le hubiera salido otra cabeza. "¿Estás drogado también? No hay nada de lo que reírse, estás desangrándote."

"Estoy bien," dijo, cesando su risa cuando vio la mujer de la barra maldecir y golpear cajones antes de caminar hacia ellos con varias hojas de papel. "Tu expresión hace un momento... fue graciosa."

Rex solo ladeó la cabeza confundido.

La mujer gruñó al llegar a su lado.

"Realmente no quiero vetarte del bar, pero si sigues haciendo tus sanguinarios shows gratis, te ganarás el placer de no regresar otra vez." La mujer le dio el papel antes de mirar a Rex. "No te recomiendo salir con este galán de aquí. Hay mucho por aquí y por allá," señaló sus hombros y su ingle antes de señalar su cabeza, "pero no tanto allí arriba."

 "¿Esto es algo regular?"

La mujer suspiró. "Bueno-"

"Gracias, lo tomo desde aquí." Le dio una mirada a ella, recibiendo una sacudida de cabeza con labios ajustados y brazos cruzados. "Limpiaré en un momento y me iré, puedes cobrar mientras tanto. Todo lo que consumimos."

Ella se alejó cuando él fue por los artículos de limpieza, y estaba por tomarlos cuando el cuerpo más pequeño de Rex lo empujó para quitárselos. 

Tenía los labios apretados como un patito y las cejas fruncidas mientras limpiaba el vidrio y lo lanzaba a la basura.

Ji-Tae solo lo observó moverse de ida y de regreso hasta que el suelo estuvo decentemente limpio. Su sangre había dejado de gotear, pero todavía tenía sangre en la mano y la ropa, lo que le hacía parecer como un delincuente, y eso le ganó muchas miradas curiosas, otras más acostumbradas a sus shows y otros completamente aterrados. 

Rex no estaba del todo limpio. Sus zapatos se veían costosos y los pantalones también, manchados de su sangre, pero a él no parecía importarle ni un poco.

Su tarjeta fue regresada, pero él no pudo mirar a la mujer incluso cuando ella le dijo a Rex que lo llevara a un hospital.

La seriedad de Rex lo hizo sentir... algo.

Su honesta preocupación lo molestó.

¿Realmente lo molestó?

De alguna manera se dejó guiar hacia la salida, la mano suave de Rex dentro de la suya sana lo llevó hacia los estacionamientos. Debía hacer un frío del demonio, porque él se estremeció y sopló en sus manos cuando se detuvo al borde de la calle para esperar un taxi.

Ji-Tae se quitó la chaqueta y la deslizó sobre sus hombros pequeños. La camisa de delgado material no haría nada por su suave y delgada piel.

Rex lo miró fijamente, sus mejillas coloreándose antes de que él metiera la cabeza dentro del cuello. "Gracias," murmuró con la voz ahogada por la tela.

"No voy a ir a un hospital," dijo. "No es necesario."

"¿A qué te refieres? Tienes cortes profundos y no creo que todos los trozos de cristal se hayan salido." Rex miró a la calle otra vez con molestia. "¿Dónde están los taxis cuando los necesitas? ¿Debería pedir un Uber?"

Ji-Tae se miró la mano. Era cierto. Tenía cristales que necesitaban sacarse o harían que su herida tomara más en sanar. Pero no era una visita a urgencias lo que necesitaba, mucho menos que un humano revisara su sangre.

"Solo necesito una farmacia," dijo con un suspiro vencido. Rex no iba a dejar el tema. Claro, Ji-Tae podía solo dejarlo aquí e irse sin darle explicaciones, pero no quería. No podía. Miró hacia los edificios mientras se mordía el interior de la mejilla. "Unas pinzas y algo de desinfectante y estaré bien."

Rex levantó la mirada hacia él, estudiándolo profundamente. Era al menos una cabeza más bajo que él, pequeño, delgado pero de una manera deportiva por sus marcadas piernas. Su nariz era un botón en su rostro en forma de diamante. Parecía más un gatito bebé que un hombre adulto. 

Se dio cuenta otra vez que su rostro se estaba relajando al mirarlo.

Aunque Rex no estaba sintiéndose igual que él. Tenía una línea firme en los labios.

"Entonces iré contigo y me aseguraré de que todos los cristales salgan."

Metiendo las manos en los bolsillos del pantalón, suspiró. "No tienes que hacerlo. Puedo cuidar de mí mismo."

"No lo dudo," Rex sonrió con algo de aprensión. "Eres un chico duro, pero eso no quiere decir que no puedas usar un poco de ayuda. Vamos, déjame hacer esto por ti."

Ji-Tae exhaló. "¿Realmente no vas a dejarlo ir?"

"Nop. Soy terco como una mula." Rex se rió suavemente antes de acercarse a él y golpear sus hombros juntos. Sus dientes eran perfectos. "Estoy seguro de que vi una farmacia no muy lejos de aquí, podríamos caminar."

"Tengo mi auto aquí," dijo antes de apartar la mirada al darse cuenta de que estuvo viéndolo fijamente. 

Exhaló, dándose la vuelta mientras se rascaba la cabeza y caminaba hacia su auto.

 Quizás no se consideraba a sí mismo una importante parte de la manada, pero Ian lo hacía y era muy generoso con sus depósitos mensuales. No fue nada en su cuenta comprarse un Audi Q7. Tenía dos años con él, y ya no le parecía la gran cosa, pero Rex tenía dos estrellas por ojos cuando subió, su boca abierta, tocando con la punta de los dedos el tablero. 

"¿Eres rico?"

Sacudió la cabeza, saliendo de los estacionamientos. "No."

"¿Tus padres?"

"Tampoco."

Rex se quedó en silencio por un momento antes de murmurar. "¿No eres un mafioso, o sí? Los chicos con los que estaban hablaban de que hay una supuesta organización Yakuza por aquí... ¿eres un miembro?"

La pregunta no estaba mal, tampoco se sintió ofendido.

Lo hizo reír.

Podía sentir a Rex mirándolo fijamente. "¿Qué?" 

"No soy un Yakuza," dijo cuando su risa se relajó un poco. "Y soy coreano."

"Oh." La suave vergüenza en su voz no debió hacerlo reír otra vez, pero lo hizo. Rex gruñó. "No te burles de mi. Lo siento."

"No me molesta." Entró a la avenida principal, conduciendo lentamente para encontrar una farmacia. "Mi jefe me paga bien, es difícil de explicar, pero no es nada ilegal."

"¿Te paga bien?" Rex se rió. "Desearía que me pagaran así de bien. Tengo un sedán desde hace algunos años que conseguí de segunda mano. No me estoy quejando de él, mi bebé funciona como un auto nuevo, pero estoy pensando en venderlo y conseguir uno mejor."

Había una farmacia más adelante con el letrero brillante. Era bastante tarde, cerca de la una de la madrugada, pero parecían ser una de veinticuatro horas. Estacionó al frente y se quitó el cinturón.

"¿Por qué cambiarlo si funciona bien?"

"Si no está roto, no lo arregles. Lo sé. Pero todavía sería lindo tener un auto nuevo, el olor de este me hace querer conseguirlo todavía más." Rex se quitó el cinturón y bajó del auto antes de que Ji-Tae lo hiciera. Se aferraba a su chaqueta como si fuera suya y caminó hacia la farmacia mientras bostezaba. "No es que no pueda pagarlo, pero se siente un poco como un gasto innecesario."

Un cuerpo tan pequeño, tan lleno de determinación de hacer lo que quería, era impresionante.

Lo siguió un momento después.

Rex abrió la puerta para él y lo acompañó por los pasillos mientras Ji-Tae recogía gasas, unas pinzas pequeñas, alcohol y pomada que no sería realmente necesaria, pero Rex la lanzó a su canasta también. 

"Oh, venden comida también." Rex se lamió los labios antes de verlo. "¿Tienes hambre?"

Lo hacía, de hecho. La cerveza no era suficiente y ahora que recordaba, le había regalado su hamburguesa a algún estúpido borracho en el bar. 

Decir que sí significaría pasar más tiempo con Rex.

Era difícil mantener su energía y era casi agotador verlo hablar sin parar.

Tenía que de decir que no.

Despedirse de él y conducir más de una hora de regreso a la manada.

Mirándolo otra vez de pies a cabeza. Dios, ese cabello rosa destacaba tanto que cualquier bastardo intentaría acercársele si lo dejaba en la calle a esta hora. Los pantalones ajustados y los zapatos manchados de sangre también harían que la policía se lo llevara. Era culpable de eso en parte, supuso.

"Puedes pedirlo para llevar," dijo antes de ir a la caja. 

El hombre mayor detrás del mostrador lo miró con desconfianza, pero no dijo nada. Ji-Tae apartó la mirada de él y por alguna razón sus ojos se fijaron en los condones colgando de la pared. Su estómago se revolvió y él dejó de mirar, lanzándole su tarjeta al hombre para pagar. Solo podía ver la cabeza de Rex al otro lado de la farmacia cuando terminó. 

"¿Vives lejos de aquí?" Rex le preguntó cuando regresaron al auto. Le dio uno de los envases de la bolsa y abrió el suyo, sacando un club sándwich de pavo. El olor le hizo salivar, y aunque no le dijo que tenía hambre, Rex compró también para él. Su estómago rugió salvajemente, lo suficientemente alto como para que el humano lo escuchara. "Eso creí."

"Vivo a una hora de aquí."

No abrió el envase, solo lo miró.

"¿Te gustaría quedarte en mi lugar?" Levantó la cabeza hacia él. Rex jugó con sus dedos. "Es demasiado lejos, tienes heridas que curar y tengo un lugar más cómodo donde comer. Solo tengo una habitación, pero podemos arreglárnoslas."

Ji-Tae apretó los dientes, frunciendo el ceño. "¿Quieres que pase la noche en tu lugar?"

"¿Qué tiene de malo? Solo es para que descanses." Miró su mano herida. "¿Realmente quieres conducir en este estado por una hora? Vivo como a diez minutos de aquí."

"Realmente debería irme..."

"Ah, entiendo. Está bien." Rex miró por la ventana antes de sonreír. "Entonces..."

Ji-Tae gruñó. Esa expresión era detestable, le hacía sentir mal.

"Me iré temprano por la mañana," dijo antes de sacar el auto del estacionamiento. Rex lo miró con una sonrisa contenida, y si miraba cuidadosamente, podría ver una cola moverse de lado a lado. "¿Cuál es la dirección?"

La risa vencedora de Rex resonó en todo el auto.

Fuera lo que fuera que estaba sucediendo, no podía decidir si le gustaba o no.

***

Jejejejejejejejejejejejejeje

Comencemos  😎

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