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"Quítame las manos de encima," le gruñó al hombre que presionó una mano contra su pecho. Llevaba gafas oscuras y lo miraba sin expresión en el rostro. Noah sintió que la vena en su cuello palpitaba con fuerza de la ira cuando el hombre se cruzó de brazos y levantó la barbilla, retándolo.

"No puedes entrar. El señor William está ocupado."

"Soy su maldito hijo. Apártate."

Levantó la cabeza para mirarlo fijamente. Él creció en este mundo. Tipos como estos no lo intimidaban. No eran nada más que músculos sin cerebros que portaban armas. Un golpe en el lugar adecuado entre sus costillas y sería todo para el grandulón.

"Déjalo entrar. El señor lo está esperando." Richard, el hombre que había sido la mano derecha de su padre por más de veinte años, habló a sus espaldas. Le puso una mano sobre el hombro y suspiró. "Perdónelo, joven Noah. Es nuevo."

El hombre se hizo a un lado haciendo una corta reverencia antes de abrir las puertas del despacho de su padre. "Lo siento." 

Le dio una mirada fría al hombre antes de entrar. Odiaba esta casa con todo su corazón. Odió crecer aquí. De eso se dio cuenta mientras más mayor se hacía. Esa casa solo representaba problemas. Richard caminó a su lado en silencio, manos cruzadas frente a su cuerpo.

"Cariño."

Su madre también estaba ahí, Elizabeth Kana, sentada al lado de su padre con una expresión llena de preocupación. Se puso de pie y caminó hacia él. Acunó su rostro y su rostro se contrajo. "Mira lo que te hicieron." Ella presionó su labio roto con cuidado y su pómulo hinchado. "Van a pagar por esto. Nuestros hombres ya están buscando a Kozlov." Sacudió la cabeza y luego dio un paso atrás, mirándolo de pies a cabeza. Sus ojos se fijaron en los suyos por un momento. "¿Qué llevas puesto?"

"Ropa."

"Si vivieras aquí no tendrías que usar esos trapos."

Apretó la mandíbula antes de encontrarse con la mirada fría y dura de su padre. "Prefiero la vida que estaba llevando antes de que alguien intentara matarme mientras dormía."

Se padre se puso de pie. William Kana, aún en sus cuarentas, se veía como un hombre joven y poderoso. Su fría mirada azul debió erizarle la piel, pero no hizo nada en él. Estaba acostumbrado a ella. Creció siendo juzgado por ellos. Su padre estaba acostumbrado a intimidar a las personas, a ponerlas de rodillas y hacerles rogar por su vida. Pero no era un mal padre ni un mal esposo. Solo era un hombre frío.

"No se suponía que te encontrarían," dijo cuando se acercó a su madre. Suspiró y lo miró fijamente. "Fue un error de mis hombres. Le perdieron la pista y el imbécil tomó la oportunidad para ir tras algo importante para nosotros."

"No quiero una explicación."

Se pasó una mano por el cuello, haciendo una mueca cuando el golpe en sus costillas se resintió. Probablemente se veía como una bolsa de golpes en este momento. 

"Solo lleva esta vida lejos de mi."

Su madre apretó los labios con pesar. "Así lo deseamos. En serio. Por eso te dejamos ir cuando lo decidiste en ese entonces."

"Pero nuestros... no aliados, no piensan lo mismo," su padre terminó por su madre. "No puedo dejar sin vigilancia mientras Kozlov siga libre por ahí. Y tu apartamento no es una opción. Volverá a enviar hombres ahí a terminar su trabajo."

Noah se frotó el rostro con suavidad mientras giraba en círculos. "Tengo un empleo. ¿Qué se supone que debo hacer?"

"No puedes ir."

Lo miró fijamente. "¿Y cuál va a ser mi maldita excusa? No puedo solo renunciar, tengo cosas que pagar."

Su madre asintió. "Lo sabemos, cariño. Pero no solo te pondría a ti en peligro, sino a las personas con las que trabajas también. No es una opción. Tienes que estar aislado por un tiempo."

"Como un criminal."

"No, no. No como un criminal. Solo estás protegiendo tu vida."

Los miró a ambos antes de sacudir la cabeza. 

"Lo hacen sonar tan fácil."

Su madre le dio una mirada a su padre antes de acercarse y tomarlo del brazo. "Sentémonos un momento. Hay que revisar tus heridas también."

"Estoy bien," dijo, aún así la dejó llevarlo al sofá. 

Se sentó a su lado y tomó su mano entre las suyas. "Cuando te fuiste de aquí, hace ya varios años, tu padre y yo dijimos que tal vez sería lo mejor. No decidiste ser parte de esta vida que tu padre y yo llevamos." Le sonrió con suavidad y pasó una mano por su cabello. "Quisimos borrar tus datos por completo, pero había un espía aquí. Trabajaba para un clan que quería derrocar a tu padre. Este hombre entregó los papeles que robó a su jefe y la información de nuestra familia se divulgó entre personas que no debían saberlo." Apretó los labios. "Recuperamos y borramos mucha de esa información, pero algunos de ellos tenían copias de esos papales y los guardaron muy bien." 

"Tu madre y yo nunca te volvimos a llamar, solo usamos las cartas para saber que estabas bien."

Su padre cruzó las manos detrás de la espalda y suspiró.

"Encontraron a tu hermana primero. Pero Anna está trabajando con nosotros." Levantó las cejas. "Tiene guardaespaldas bien entrenados y de confianza, así que algunas de las amenazabas fueron eliminadas."

"Los mataron, dilo así." 

Asintió. "Sí. Los matamos. Eran ellos o tu hermana mayor."

"Anna tiene protección. Ella estará bien."

Los miró a ambos antes de apretar los labios.

"Y me van a dar un guardaespaldas a mi."

Su padre le dio una corta sonrisa que no tocó sus ojos. "Exactamente."

"No lo quiero." Se puso de pie y se paró frente a su padre. "Puedo cuidarme solo. Para eso me entrenaron por tanto tiempo, ¿no es así?"

"La verdad, me sigue pareciendo que fue una buena idea. ¿No te sirvió?" Su padre presionó un dedo en su pecho y lo miró fijamente. "Tendrás un guardaespaldas. Y te enviaremos a otra dirección por un tiempo." Se dio la vuelta y le tendió la mano a Richard, que seguía de pie junto a la puerta. Richard puso un celular en la palma de su mano y salió de la habitación. "Este será tu número temporal. Este celular fue configurado a la perfección. No podrán rastrearte mientras lo uses." 

Todavía indeciso, lo tomó y lo guardó en el bolsillo de su pantalón. 

Se padre se cruzó de brazos y asintió. "La nueva ubicación es segura y alejada de la ciudad. No te llamaremos personalmente, sino a tu guardaespaldas. Usa ese celular solo en caso de emergencia." Se frotó la mandíbula. "Llamaremos a tu trabajo y les diremos que tuviste un accidente. No te preocupes por eso."

Su madre se puso de pie y lo alcanzó. "Lo único que necesitamos es que estés a salvo."

Hubo dos golpes en la puerta y su padre le dio permiso de entrar. Un hombre alto y musculoso entró. Llevaba vaqueros, botas, una camiseta negra y una chaqueta. Podía ver tatuajes en su cuello y en los puños. Su rostro estaba ligeramente cubierto con barba negra al igual que el cabello sobre su cabeza. Sus ojos eran de un brillante y claro avellana que resaltaban contra su piel blanca. Lo miró por un corto momento antes de dar una ligera inclinación.

"Señor William, señora Elizabeth."

Su padre habló. "Noah, este es Rocco. Será tu guardaespaldas por tanto tiempo como sea necesario. Es un buen hombre, es de confianza y puede acabar con enemigos muy fácil. Su entrenamiento fue uno de los más difíciles en el mundo y su desempeño es ejemplar. Es el mejor para el trabajo. Por eso lo envío contigo."

"Es un gusto servirle, Señor Noah."

Frunció el ceño. "Solo Noah."

Rocco solo asintió y volvió a su posición erguida que lo hacía parecer más amplio. Su rostro duro y atento. 

"Rocco tiene la dirección y las tarjetas de crédito. Por favor, consigue algo de ropa decente." Su padre le dio una mirada de asco a su ropa antes de sacudir la cabeza. "E irás a verte esos golpes."

"Dije que estoy bien. Solo necesito pasar a una farmacia y estaré bien."

Su madre miró a Rocco. "Llévalo a un hospital."

"Sí, señora."

Suspiró, mirándolos. "Mis cosas. Necesito las cosas que están en mi apartamento."

"Enviaré a mis hombres a recoger tus cosas y luego las llevarán a tu nuevo lugar." Su padre lo miró fijamente. "No vas a regresar a ahí."

"Me siento como cuando tenía diez años." Sacudió la cabeza y dio unos pasos lejos de ellos. "Controlando mi vida otra vez."

"Es por tu seguridad."

"Lo sé."

Levantó la cabeza y miró a Rocco. El hombre le devolvió la mirada en silencio, sus ojos estaban fijos en el otro, pero casi podía decir que éste lo estaba evaluando. Giró la cabeza y asintió hacia sus padres. "Estoy cansado."

"Son las tres de la mañana, por supuesto que estás cansado." Su madre se acercó a él y le dio un suave abrazo. "Ve a descansar, cariño. Nos comunicaremos contigo en un par de días."

De verdad no tenía más opciones. Él y su padre se sostuvieron la mirada por un momento antes de que Noah se diera la vuelta y empujara las puertas para salir. Richard le dio una sonrisa y asintió. Noah no tenía energía para responderle. Estaba exhausto. Había peleado con el idiota y recibió una buena cantidad de golpes que le estaban pasando factura ahora mismo. Sus costillas dolían como una perra.

Por el pasillo ligeramente iluminado, podía escuchar los pasos detrás de él. Se detuvo y miró el pasillo, hacia las escaleras y las puertas. No conocía esta casa, ¿o era una mansión? lo que fuera. No era la misma en la que había crecido y era mucho más grande. ¿Quién necesitaba un lugar tan grande para vivir?

"Por este lado," Rocco murmuró a su lado. Noah miró a donde estaba señalando. "Es una casa grande, es fácil perderse."

No le respondió y fue hacia donde él le indició. Bajó las escaleras y llegó a la parte baja donde había más puertas. ¿Era necesario comprar una casa con tantas puertas? Sacudió la cabeza y esperó al hombre. 

"Por aquí."

Lo siguió en silencio mirando la amplia espalda que se escondía bajo la chaqueta de cuero. Era un tipo grande. Su voz también era gruesa. Noah casi se choca contra él cuando se detuvo. Señaló hacia la puerta grande con bordes dorados. Se inclinó y la abrió para él. Noah salió y se cruzó de brazos cuando una corriente de viento lo golpeó. 

"Tome mi chaqueta."

Dio un paso atrás sacudiendo la cabeza. "No la necesito."

Los ojos de Rocco se clavaron en él. Tenía la mandíbula apretada con fuerza y los puños cerrados mientras daba un paso más cerca. Era unos centímetros más alto que Noah, por lo que tuvo que levantar la cabeza un poco cuando se acercó a él. "No estoy aquí para tratar con un niño, señor Noah. Estoy aquí para protegerlo de cualquier cosa. Incluso si una mosca piensa pararse sobre usted, mi trabajo es eliminar a la mosca."

"¿Una mosca? ¿No eso un poco extremo?"

Rocco exhaló y se acercó al punto que sus narices se rozaron. Noah no iba a dar un paso atrás. "Compórtese como un adulto y déjeme mantenerlo con vida."

"¿Vas a besarme?" Preguntó en voz baja, mirándolo a los ojos. "Estás demasiado cerca."

Rocco lo empujó hasta que su espalda chocó contra la puerta de madera. Perdió el aire por un momento, sus costillas se quejaron con el repentino movimiento. Rocco presionó una mano contra la puerta y se inclinó. "Usaré cada estrategia que sea necesaria si eso implica hacer mi trabajo."

"Acostarse con un cliente es un poco..."

"Nunca hablé con acostarme con usted." Sonrió lleno de sí mismo y ladeó la cabeza. "No sabía que su cabeza iba en esa dirección con solo estar así de cerca."

Noah apretó los puños y lo empujó avergonzado. Hizo una mueca. Maldición, sus costillas dolían. "Tienes demasiada confianza. Conoce tu lugar." Presionó su mano contra el lado derecho de su abdomen y tragó con fuerza. "Ve por el auto."

Rocco dio unos pasos atrás. "No quiero hacerlo de esta forma. Pero no es la primera vez que me toca custodiar a un objetivo difícil."

"Así que te acuestas con ellos para tranquilizarlos."

Levantó la barbilla. "No obligo a las personas a dormir conmigo. Si las cosas pasan... " Se encogió de hombros mientras se quitaba la chaqueta. "Es interesante, de cualquier modo." Le tendió la chaqueta.

Noah se tomó un momento pero la tomó y la deslizó sobre sus hombros. "¿Qué es interesante?"

"Que esté considerando acostarse conmigo."

Lo miró. "No estoy considerando algo tan estúpido."

Las luces de un auto se acercaron a ellos en la entrada de la mansión. Rocco movió los hombros. Sus gruesos hombros. Tenía los brazos completamente tatuados. Y eran grandes también. Todo él era grande y amplio, su pecho sobresalía de la camiseta negra. Era casi vulgar.

Apartó la mirada de él.

"Solo para que lo tenga claro, también creo que atractivo, señor Noah."

"Te dije que solo Noah." Apartó la mirada, sintiendo un brote de calor en sus mejillas. ¿Este idiota realmente lo llamó atractivo? Sacudió la cabeza mientras el chofer bajaba del auto. "No estás llevándome a la cama, aún así."

Rocco tomó las llaves del auto y abrió la puerta para él. Lo detuvo antes de que entrara. "Nunca me he acostado con uno de mis clientes."

"¿Tengo que creer eso?"

"Debería."

Noah miró el tatuaje de una rosa roja en su cuello por un momento antes de levantar la mirada. "No estoy seguro de eso."

Rocco asintió. "Es justo, supongo. Pero digo la verdad."

No le respondió. Se agachó y entró al auto. Rocco cerró la puerta y se movió alrededor del auto para entrar. Condujo en silencio por el camino. Noah estaba reposando la cabeza contra la ventana cuando sintió que el auto se detuvo. Parpadeó, mirando el oscuro lugar. Un estacionamiento. Lo miró. 

Rocco le tendió un beanie y unas gafas de lectura. "Use esto. Al menos su rostro será menos reconocible."

"¿En dónde estamos?"

"Un hospital."

"Dije que estoy bien. Solo necesito ir a una farmacia para comprar unas cosas."

"Su madre dijo que fuera."

Sin aviso, tomó el borde de su camiseta y la levantó hasta su pecho, lo movió con las manos para ver sus heridas. Noah se quedó en silencio, sintiendo los gruesos dedos moverse sobre su sensible piel. Rocco presionó su costado y Noah gimió. Eso dolía. 

"Necesita más que una farmacia. Con suerte recetarán algo para el dolor." Bajó su camiseta y miró su rostro, a su boca y luego su pómulo entumecido. "Diremos que fue un intento de robo." Sus ojos se encontraron. "¿De acuerdo?"

Asintió despacio, apartando la mirada. "¿Puedes alejarte un poco?"

Rocco se sentó correctamente, quitándose el cinturón de seguridad. "Póngase el beanie y las gafas." Se bajó del auto y abrió la puerta de Noah mientras él se terminaba de poner las gafas. Salió del auto y se sostuvo contra la puerta por un momento. Su costado solo parecía ponerse peor. Aspiró una respiración y caminó hacia la entrada del hospital cojeando. 

El hombre llegó a su lado de inmediato. Noah sostuvo sus costillas mirando al piso. No era estúpido. Sabía cómo comportarse en estas situaciones. Su padre realmente se encargó de su entrenamiento durante su juventud. Le enseñó cómo comportarse en público para pasar desapercibido, también sabía cómo una armas y era bueno en peleas cuerpo a cuerpo. Por eso había podido noquear al idiota que intentó matarlo. 

Llegaron al mostrador. Se inclinó sobre él y miró a la enfermera. "Disculpe, me gustaría que me hicieran una revisión. Tuve un problema y..."

"Intentaron robarle. Tiene un hematoma en las costillas, su pierna derecha está lastimada y su rostro también fue golpeado."

La mujer abrió los ojos mirando a Rocco y asintió. "Sí. Solo llene este formulario mientras aviso al doctor."

Tomó el papel y su dirigió a las sillas. Rocco se mantuvo de pie, sus ojos agudos revisaron cada rincón del lugar. Pero a menos de que el hombre mayor dormido sobre la silla frente a ellos fuera un asesino profesional, estaban bien. Con suerte nadie los había seguido. Le entregó el formulario a la enfermera y unos minutos después lo llamaron. 

El doctor le abrió la puerta pero detuvo a Rocco. "Lo siento. Solo el paciente puede entrar. A menos que sea un familiar, no puede pasar. Lo lamento."

"Estaré bien," le dijo con suavidad. Estaba cansado, no tenía ganas de discutir.

Rocco miró al doctor a los ojos. "Soy su esposo."

Noah abrió la boca y la cerró rápidamente antes de que el doctor lo mirara. Apretó los labios y miró a Rocco. Los ojos del hombre lo retaban a que dijera lo contrario.

"¿Es así?" preguntó.

"Sí," Noah contestó en voz baja.

"De acuerdo, supongo." Lo dejó entrar y se movió hacia la camilla. "Puedes acostarte allí para empezar la revisión." 

Noah se quitó la chaqueta y se detuvo mirándola antes de tendérsela a Rocco. 

"Tiene una lesión en las costillas," Rocco dijo. Se quedó de pie muy cerca de la pared y miró al doctor. Le dieron una patada, ¿cierto?" preguntó mirándolo a él.

Asintió y levantó un poco de su camiseta. El doctor hizo una mueca y le pidió que se quitara la camiseta. Con un poco de dolor consiguió quitarse la camiseta. Rocco extendió la mano hacia él. Noah lo miró antes de dejar la camiseta en su mano lentamente. Sus ojos se encontraron por un momento pero él apartó la mirada. 

"Recuéstese en la camilla, por favor. Regresaré en un momento."

Cuando la puerta se cerró, Rocco se giró hacia él, mirando sus costillas. "¿Tu rodilla? Deberías quitarte el pantalón también."

Se sentó en el borde de la camilla, jadeando con dolor y miró sus pantalones. Tenía la la rodilla manchada de sangre también. Desabrochó los botones y los dejó caer a sus pies. Intentó agacharse para recogerlos, pero Rocco se adelantó. Miró fijamente su pierna lastimada y levantó la mirada.

"¿Y pensaba solo pasar a una farmacia?"

Tenía un moretón en la parte interna del muslo y su rodilla tenía sangre seca. Sí. Le habían dado una paliza. Lo miró a los ojos apretando los labios. Rocco sacudió la cabeza y se puso de pie, tomando los pantalones. Dejó su ropa a un lado y se acercó a él. 

"Apenas puede moverse." No quería la ayuda, pero si intentaba moverse por sí mismo iba a terminar con más dolor todavía. Rocco le ayudó a recostarse sobre la camilla. Noah cerró los ojos, brazos tendidos a los lados. Estaba exhausto. "Tienes buen físico. ¿Sigues entrenando?"

Se lamió los labios y tomó una corta respiración. "Deja de mirarme."

Rocco de hecho se rió. Ronco y suave al mismo tiempo. 

"Es solo una observación."

Se mantuvieron en silencio hasta que el doctor regresó. Estuvo dormido la mitad de la revisión. Apenas abría los ojos cuando Rocco lo sacudía para responder las preguntas del doctor. Terminó en algún punto mientras él dormía. Cuando Rocco lo despertó y le ayudó a sentarse, el doctor se había ido. En silencio se puso su camiseta y los pantalones con la ayuda de su guardaespaldas y bajó de la camilla. 

"Tendremos que pasar a una farmacia. Y estarás en cama por una semana, como mínimo." Rocco deslizó su chaqueta sobre sus hombros y la ajustó. Noah lo miró mientras el hombre hablaba. "Tus costillas no están rotas, solo bastante golpeadas. ¿Puedes caminar?" 

"Eso creo."

Dio un par de pasos estables y asintió. Rocco abrió la puerta del consultorio y lo dejó salir primero. Tenía unos papeles en las manos, sus recetas supuso. Caminó por el pasillo lentamente. Ahora sentía más dolor. 

"¿Sabes si fueron por mis cosas?" preguntó cuando salieron al estacionamiento.

Rocco sacudió la cabeza. "No. Pero estoy seguro de que puedo conseguir algo para que use."

"¿Tu ropa?"

Le abrió la puerta del auto y lo ayudó a sentarse correctamente, incluso le puso el cinturón de seguridad. Su cuello estaba justo frente a su rostro. Noah cerró los ojos y aspiró con suavidad el dulce aroma que estaba impregnado en Rocco. Era algo sorprendentemente suave para un hombre que se veía tan rudo. El aroma se alejó y la puerta a su lado se cerró. El auto se movió y luego se encendió. 

"No me importa compartir ropa con usted. Es mi trabajo."

Inclinó el rostro sobre su propio hombro, sintiéndose pesado. "No creo que eso sea parte de tu trabajo."

"Cubrir sus necesidades, además de protegerlo, es mi trabajo."

Noah no respondió, de hecho debió de haberse dormido en el camino porque cuando volvió a despertarse estaba sobre algo muy suave y cálido. Parpadeó en la oscuridad, levantando la mano para encontrar algo... luz. Sí. Encendió una lámpara al lado de la cama y miró alrededor confundido. Había una luz filtrándose en una puerta que estaba en la habitación. 

Noah se miró a sí mismo, quitando las sábanas que lo cubrían. Tenía una camiseta azul que era al menos dos tallas más grande. Miró su rodilla y vio que estaba limpia de sangre y vendada. Levantó la camiseta y sus costillas tenían algún tipo de crema sobre la piel roja. Tocó su labio y su pómulo, ambos estaban medicados. Dejó caer la cabeza sobre la almohada y miró fijamente la puerta. Justo entonces se dio cuenta del vaso con agua al lado de la cama.

Se estaba estirando para tomarlo cuando la puerta se abrió. 

Rocco parpadeó hacia él y se detuvo con la mano en el pomo de la puerta. Lo revisó con la mirada por un momento antes de acercarse a él. 

"¿Qué hora es?" preguntó.

Rocco revisó el reloj en su muñeca. "5:23. Llegamos hace media hora." Le tendió un puño cerrado. Noah extendió la palma y seis pastillas fueron puestas en su mano. Lo miró. "Son sus medicamentos. No quería despertarlo. Pero ahora que despertó, debe tomarlas." Lo ayudó a sentarse y le dio el vaso de agua. "Acomodé los medicamentos en la gaveta que está en el baño. También el horario y para qué es cada una."

Noah tragó las pastillas de inmediato y le devolvió el vaso antes de volver a acostarse. Cerró los ojos por un momento antes de abrirlos. "¿No vas a dormir?"

"Tengo que revisar unas cosas todavía, pero tomaré una siesta más tarde." 

Todavía llevaba la misma ropa, solo que estaba descalzo. 

"¿Me lavaste?"

El hombre asintió, cruzándose de brazos. "Como dije, no quise despertarlo. Tranquilo, no toqué nada que no debía." Le regaló una sonrisa corta. 

"Más te vale." Cerró los ojos y bostezó. "No soy débil. Soy perfectamente capaz de cuidarme por mí mismo. No te confundas."

"No pensé eso." Lo escuchó moverse por la habitación. "Pudo acabar con el asesino que fue tras usted. Además, leí su informe."

"¿Existe tal cosa?"

"Mhm." Su voz estaba cerca otra vez. "Tuve que estudiarlo. Saber cada cosa sobre usted. Su entrenamiento fue..."

"El de un asesino."

"Parecido al mío."

Se frotó el pecho cuando sintió una punzada. Suspiró, dejando la mano sobre su pectoral. "Me criaron para seguir el negocio de la familia."

"Eso leí." Se limpió la garganta. "Aún así, sigue en buenas condiciones y puede pelear de la misma forma. Sigue entrenando, ¿cierto?"

No quería responder, pero cuál era el punto de esconder algo así. "Sí."

"Eso es bueno."

Frunció el ceño, sintiendo que su cabeza comenzaba a nublarse lentamente. Eran los medicamentos para el dolor. Se rascó la nariz y sacudió la cabeza, abriendo los ojos. Tardó un momento en enfocarse en el hombre que seguía a su lado. Había conseguido una silla. Estaba sentando ahí, solo mirándolo. "¿Usas perfume de mujer?"

Rocco no respondió. Frunció el ceño y lo miró en silencio. Noah apretó los labios y volvió a cerrar los ojos.

"No va contigo."

"Debería dormir."

Levantó una mano. "No quise ofender. Lo siento."

"Solo enfóquese en dormir, señor."

"Llámame Noah."

"Noah."

Asintió. Su cuerpo estaba pesado y sus pensamientos nublados. Lo último que sintió antes de quedarse dormido fue la suavidad de la sábana cubrirlo.

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