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8

"Habrá una camioneta esperándonos en el muelle que nos llevará a la finca donde el avión nos estará esperando." Diana se ajustó la mochila, la pistola escondiéndose debajo de su cinturón y la camisa oscura que se ajustaba a su fuerte cuerpo. Tenía una mirada decida que escondía perfectamente los nervios que las gotas de sudor resbalándole por la mandíbula dejaban saber. "Todavía no hemos sido localizados, pero no significa que debamos relajarnos. Iremos directo a la camioneta, rápido pero no demasiado obvio. Eviten hacer contacto visual."

Dylan estaba de pie, escuchándola atentamente, asintiendo mientras él mismo terminaba se acomodarse y enconder sus armas. Dough ni siquiera se sorprendió cuando el hombre le deslizó un cuchillo entre las botas que le compró el día anterior. Estaba ajustado y era incómodo, pero no era el mejor momento para quejarse.

Dylan también le pasó una navaja a Richard. El hombre la observó escéptico por encima del brillo de la nueva cuchilla, pero no parecía en contra de ello. La movió tan naturalmente entre los dedos que lo sorprendió. Richard le dio un guiño al tiempo que la guardaba en un bolsillo de sus pantalones cargo.

Diana inhaló con fuerza antes de que tocaran la puerta. Era hora de salir. Y ella les dio una señal para que la siguieran.

Entregó la llave del contenedor y bajó la cabeza al ponerse en la cola de las personas esperando a desembarcar en la oscuridad de la madrugada. 

Parecía la mejor hora para salir teniendo en cuenta que estaban viajando ilegalmente a través de continentes. Y era muy sorprendente lo lejos que habían podido llegar hasta ahora.

La mano pesada de Richard lo llevaba hacia adelante mientras que Dylan estaba frente a él lanzándoles miradas cada cierto tiempo para asegurarse de que estaban bien.

Todo debía ser tranquilo y pacífico, unos viajeros más bajando del barco, pero había una presión constante en su nuca, como invisibles dedos arañando su piel causándole un sudor frío de la cabeza hasta los pies. No era miedo. Lo conocía bien, y podía estar seguro de que lo que sentía era algo más simple que eso.

Al llegar afuera, la sensación no se le quitó de encima. En todo caso empeoró al punto que Dylan pudo notar que algo le pasaba. Se pegó a su costado con el ceño fruncido y la voz baja. "¿Estás bien?"

"No me creas, ¿de acuerdo? Pero podría jurar que nos están vigilando." Le apretó la muñeca cuando él comenzó a girar la cabeza, pero dejar saber a quien fuera que los estuviera siguiendo que ya lo habían notado, no era la mejor idea. Dylan parpadeó hacia él. "Eres mejor que yo en esto. No llamemos la atención."

Tragando con fuerza, Dylan asintió. "¿Alguien te parece sospechoso?"

"Todos son sospechosos."

"¿Alguno sobresale?"

"N-no lo sé."

Sus manos estaban temblando, los dedos se apretaron a la muñeca de Dylan y el hombre lo miró a los ojos con sus profundidades verdes llenas de preocupación. Lo vio tragar al tiempo que su mandíbula que después de varios días, tenía un rastrojo de barba creciendo a lo largo. 

"Está bien."

Dylan se alejó de él para hablar con Diana, susurrando disimuladamente. La mujer ni siquiera pareció sorprendida, ella parecía haber estado esperando algo porque luego comenzó a hablarlo con el francés, y entre Dylan y ellos empezaron una conversación.

Saber que los demás también estaban conscientes de ello solo le hizo sentir más paranoico. 

Miró por encima de su hombro, pero no llegó muy lejos. La mano grande de Richard le sostuvo el rostro, haciendo que volteara la cabeza hacia el frente otra vez. El hombre pasó el brazo por encima de sus hombros, pegando los labios a su oreja. "Mantén la vista al frente."

"¿Entonces, tú también...?"

"Puedo sentir que algo está pasando. La tranquilidad se siente mal, falsa. Pero nadie con medio cerebro querrá hacer una escena aquí en medio de tantas personas donde no tendrán un objetivo claro cuando haya un caos." Un beso en la sien le siguió a sus palabras tranquilizantes y Richard suspiró. "Enfoquémonos en bajar del barco."

Pareció que pasaron horas antes de que ellos finalmente tocaran tierra. Los cinco se desplazaron con Diana y Dylan como los líderes. Se dispersaron fácilmente entre las personas y los familiares que los estaban esperando con caras sonrientes y llenas de emociones. Habría sido una vista que le calentara el corazón en cualquier otro momento, pero por ahora, solo tenía ganas de salir de aquí con todo su ser.

Un hombre los esperó detrás de la masa de gente. Diana le entregó un papel junto con un sobre lleno y el hombre asintió, diciéndoles que lo siguieran. No tenían tiempo de hacer mucho más que cuidar sus pasos y contener la respiración.

Al menos así se sentía él.

Entraron a un almacén viejo que parecía que apenas podía sostenerse en cuatro columnas. Pero dentro del descuidado espacio, había un pequeño avión privado. Sus cejas casi alcanzaron la línea de su cabello.

El resto parecía igual de sorprendido y el hombre que sostenía el sobre con dinero sonreía de oreja a oreja con el pecho inflado.

"No ofrezco nada más que vuelos de calidad para los mejores postores." Le dio unas palmadas a la punta del avión y se cruzó de brazos, señalándolo con la cabeza. "Llegarán a China en unas horas para que tomen el desayuno cómodamente."

"¿Qué hay de nuestro hospedaje?"

"Hey, ¿no te dije que ofrezco el mejor servicio?" El hombre se cruzó de brazos con una mirada divertida hacia Diana. "Los llevarán a una cabaña con todas las comodidades. Aunque después de eso dejan de ser mi problema."

Dylan asintió. "Suena bien para mi."

"De acuerdo, entonces suban."

Se sentía mal vestido para cuando entraron y el brillo limpio del interior del avión los cegó. Había una azafata que no ocultó muy bien su sorpresa al verlos, pero ella sonrió amigablemente. "Tenemos un baño que pueden usar a su gusto."

"Yo lo usaré." Diana lanzó su bolso al suelo y se estiró al caminar al baño. 

El francés bostezó, dejándose caer en una de las sillas. "Descansaré un poco." Cerró los ojos y en pocos minutos estaba roncando.

"¿Quieres descansar también?" Richard habló sobre su mejilla, los ojos enrojecidos y cansados, pero parecía más preocupado por él. 

Dylan se dio la vuelta, sus ojos recorriéndolo de pies a cabeza. "Puedes dormir tanto como necesites, te despertaré al llegar."

"Estoy bien," dijo, levantando las manos. 

Dios, ellos lo trataban como si no pudiera cuidar de sí mismo. Pero estaba cansado si era honesto. Pero no lo hacía porque ellos se lo dijeron. Se sentó en una de sillas, estirando las piernas y cerrando los ojos. 

Richard se rió con su risa profunda y entretenida. Los pasos se movieron después de que el avión se encendiera y él escuchó un sonido particular que le hizo entreabrir los ojos. 

El brazo de Richard rodeaba los hombros de Dylan mientras que su cabeza estaba inclinada frente el rostro del hombre más joven. Podía ver la mano de Dylan aferrada al borde trasero de la camiseta de Richard cuando el sonido de labios húmedos se repitió.

No tenía que ser un genio para adivinar lo quera.

Y su pecho se calentó con alivio. Sabía que ellos estaban intentando llevar bien las cosas y que hayan tenido sexo no significaba una diferencia para Dylan, pero no era solo eso. 

Dylan se veía mucho más cómodo y suelto alrededor de Richard, e incluso a veces bromeaban juntos.

No estaba seguro de por qué eso lo puso feliz, pero cuando volvió a cerrar los ojos, cualquier tensión abandonó su cuerpo.

*    *

Todavía en el almacén ahora vacío, Satja terminó de contar el dinero del sobre. Completo e incluso un poco más de apreciación según las palabras de la mujer por darles un lugar donde quedarse al llegar a China. 

Ah.

Olió el dinero con una fuerte respiración y su corazón dio un salto emocionado. No había mejor olor en el mundo que el de un fajo de dinero luego de un buen trato.

Se compraría algo lindo al regresar a casa. 

Tomó su abrigo, metiendo el sobre en el bolsillo delantero y observó alrededor antes de salir aprovechando que seguía oscuro todavía.

Dio al vuelta por el edificio abandonado y antes de poder dar un paso más, algo frío se presionó en su nuca. Un brazo le sostuvo los hombros. Levantó las manos instintivamente.

¿En serio le iban a robar como primera orden del día? Mierda.

"Te daré el dinero, pero déjame ir, ¿de acuerdo?"

"Qué puto cobarde, no quiero tu dinero." La dura voz grave se le coló en la sangre creándole un nudo en el estómago. El frío metal se empujó más cerca y él sollozó. "¿A dónde se dirigía el avión?"

"¿Qué?"

"Los que pagaron por el viaje y acaban de salir en tu avión, ¿cuál es la dirección final del vuelo?"

"Ch-china."

"¿Dónde en China?"

Su cuerpo rompió en sudor frío. "No lo sé. Un lugar en las montañas." Por Dios, no podía pensar en nada. El sonido metálico del seguro de la pistola lo estremeció, haciéndolo jadear. "¡Quinling!" Las lágrimas se le escaparon sin él darse cuenta y risas profundas detrás de él parecieron multiplicarse.

"Llorón," uno de ellos se burló.

Sus bolsillos fueron revisados y él temió su dinero, pero nadie se lo quitó incluso después de revisarlo. Aunque encontraron su teléfono. Parpadeó confundido.

"Oigan..."

Lo estrellaron en el piso haciendo que se rompiera en cientos de pedazos. Le empujaron el rostro contra la húmeda pared y luego alguien le golpeó el punto trasero de las rodillas lo que le hizo caer en el piso.

"Gracias por la información."

Le frotaron el cabello y luego se alejaron sin ninguna prisa, como una burla hacia él. No alcanzó a verles la cara, solo vio las sombras desapareciendo entre los callejones.

Su teléfono era un desastre, pero al menos todavía tenía su dinero.

Y su vida.

Lo que sea que querían de los que pagaron por el vuelo, estaba agradecido de que ya no estuvieran aquí, o las cosas podrían haberse puesto mucho peor. 

***

Estaba tan jodidamente frío.

La camioneta los dejó frente a la cabaña y se fue apenas cerraron las puertas.

Dylan se encogió cuando las gotas de agua lo tocaron. Además del frío, estaba cayendo una llovizna que no hacía mejor el ambiente. Pero tenía que admitir que era un lugar impresionante.

Después de que el avión aterrizara en una pista clandestina en medio de las montañas, la camioneta ya estaba ahí esperándolos. Unos minutos cuesta arriba y ellos estaban en un pequeño paraíso escondido. Incluso detrás de la cabaña podía ver una cascada impresionante. 

Diana abrió la cabaña con Zev cargando sus bolsas. 

Serge empujó a los chicos y dejó pasaran primero, y el calor de la cabaña se sintió perfecto. 

"Estamos en un punto muerto ahora." Diana se dejó caer en la silla pesadamente con cansancio notable en todos sus movimientos. Serge se sentía culpable por esto. Ella no debería estar pasándola tan mal, luchando por conseguir transporte seguro. Su cabeza tenía que ser un desastre. La vio frotarse los ojos. "Dormiré un poco primero y luego pensaré qué hacer."

Dylan también lo notó y se veía tan culpable como Serge. "Puedo ayudar mientras descansas." Se veía más fresco luego de dormir en el avión un par de horas. "Vi un pick up estacionado a un lado. La revisaré y si funciona bajaré la montaña. Debe haber algo cerca de aquí."

No era una terrible idea, pero no era lo más sabio. Deseaba ofrecerse él mismo, pero sería demasiado sospechoso.

"Quiero decir que no, pero no es una mala idea." Diana exhaló con fuerza. "Y no creo que salgamos de aquí en unos buenos días. Necesitaremos comida."

Zev le acarició la cima de la cabeza con una mirada preocupada. Si Diana se quedaba sin energía y sin ideas, estaban jodidos.

Les dio una mirada a sus compañeros antes de seguir a Lee y a Dylan. Lo vio rascarse la cabeza cuando levantó el capó del viejo pick up. Serge le hecho un vistazo, viendo que en su mayoría estaba lleno de polvo, pero había aceite todavía y no se había echado a perder todavía. Dylan limpió la varilla repetidas veces antes de asentir y mirar fijamente.

Serge se mordió el labio inferior, dándole más espacio para inspeccionar. Se cruzó de brazos y observó con diversión.

"La llave está aquí." Lee asomó la cabeza fuera del auto con un juego de llaves polvorientas en la mano. "¿Debería intentar encenderlo?"

Dylan levantó el pulgar.

El auto hizo un sonido extraño, pero no encendió. Obviamente.

"Mierda." Dylan se inclinó para ver el motor y tocarlo con los dedos con un ceño fruncido profundo y molesto. Serge se rió y recibió una mirada aguada. "¿Qué?"

"¿Cuánto sabes de autos?"

La mandíbula se tensó y él giró el cuerpo para verlo mejor, una mano en la cintura. "¿Por qué sabría?"

"No lo sé. Sonabas tan seguro de ello hace un momento que casi lo creí." Le dio una sonrisa antes de acercarse. Le tocó la mandíbula con los nudillos y él apartó la cara molesto. Eso solo le hizo reírse con más fuerza. Lee salió del auto, mirándolos sin una pista. Con un dedo le pidió que se acercara antes de estirar las manos sobre la batería. "Si no están usando el auto con frecuencia, es normal que las personas desconecten la batería para que esta no muera." Tomó las abrazaderas desconectadas y les mostró los colores y los símbolos. "Siempre conecten el positivo primero y luego el negativo, así evitarán que salgan chispas." Sus dedos no podían terminar de ajustar las tuercas que apretaban las abrazaderas, pero luego de buscar la guantera del auto, encontró una del tamaño justo. Luego terminó y limpió un poco el polvo, revisó el agua y cerró el capó. Lee le dio las llaves y él rezó antes de rodar las llaves. Y encendió perfectamente. Probablemente debería dejarlo calentar un poco antes de usarlo, pero era un alivio. Los chicos lo veían fijamente y él sonrió. "¿Puedo conducir?"

Los hombros de Dylan cayeron con un suspiro. "Supongo..."

El pick up solo tenía una cabina, así que los tres estaban al frente. "Pueden pedirme consejos de mecánica cuando quieran."

Lee estaba del lado de la ventana, inclinó la cabeza. "Realmente no pareces del tipo que sabe de estas cosas."

"¿Qué acabas de ver, cariño?"

Salió del lugar despacio luego de hacerles ponerse el cinturón de seguridad. Dylan bufó desde su asiento de en medio con los brazos cruzados. Quizás le había tocado el ego un poco y estaba molesto, pero el puchero que estaba haciendo era jodidamente adorable.

Frenó de golpe antes de robarle un beso. Recibió un golpe en el pecho, pero estaba satisfecho así.

Continuó conduciendo.

Condujo por casi una hora antes de que ellos vieran civilización. Ayudaría saber en qué parte estaban exactamente, pero ninguno de ellos estaba muy seguro. Encontraron una pequeña ciudad bastante poblada. Habían puestos de comida en todas partes, mercados, y casas de todo tipo. Fue más sorprendente encontrar un centro comercial.

"Este lugar es increíble," dijo sin poder creerlo. El lugar era brillante y tan moderno por dentro que no tenía ningún sentido. "Jamás he estado en China antes, así que no estoy seguro de si debería estar tan sorprendido."

Dylan no se veía mejor que él. "Tampoco yo."

"Um... yo sí." Lee se frotó el cuello mirando tímidamente alrededor. "Luego de comenzar a trabajar hice que mis padres se mudaran del país. Y vine a visitarlos algunas veces."

Dylan y él lo miraron fijamente. "¿Tus padres viven aquí?"

"¿Aquí?" Tuvo que preguntar también.

Lee apretó los labios. "No lo sabía. Jamás estuve tan arriba en la montaña, y cuando vine solo me quedé un par de días. No recuerdo mucho además de su villa."

Tal vez no era el mejor momento para hacerlo, pero ver a Lee tan melancólico al hablar de sus padres le hacía sentir que había pasado mucho tiempo desde la última vez que los vio. Dylan también lo veía con preocupación cuando le tomó la muñeca. "¿Qué tan lejos viven?"

"Quizás media hora."

Serge estaba levantando la mano antes de que su cerebro lo pensara. Le acarició la mejilla mientras lo veía a los ojos. "¿Te gustaría ir a visitarlos?"

"Sí..." Su mano se aferró a la muñeca de Serge y la vista estaba puesta en Dylan. "Pero es peligroso. Hace poco nos estaban siguiendo. Los hice venir aquí porque no quería involucrarlos con esto, no puedo solo ir allá y..." Cerró los ojos con fuerza. "Quizás nos estén siguiendo todavía."

Él tenía un punto.

Uno muy importante.

Los habían estado siguiendo en el barco cuando estaban bajando. Quien quiera que fuera hizo un trabajo difícil que pudiera apuntar a alguien, porque o eran muy buenos, o estaban seguros de sí mismos. De cualquier manera, el hecho de que los encontraran tan fácil era un problema.

Si Ivan quería algo solo lo tomaba y no le importaba causar problemas. Su actitud sin remordimiento era lo que lo había llevado tan lejos después de todo. El señor Kozlov amaba el lado sanguinario de su mejor hombre.

Imaginar a Ivan haciéndole daño a estos dos le hizo un nudo en la garganta. 

Mierda.

¿Qué?

"Sí, es cierto, pero podemos esperar un poco y ver si nos están siguiendo todavía." Dylan sonaba más entusiasta, intentando subirle el ánimo a Lee. "Deberíamos cambiarnos la ropa y comprar algunos sombreros y gafas. Sé que podemos hacerlo seguro y sin poner a tus padres en peligro."

Sonaba tan cálido, al borde de lo cariñoso. 

Serge tenía el estómago revuelto.

Compraron la ropa y las gafas antes de buscar un sitio para conseguir comida. 

Serge no podía comprender la culpa que sentía. La comida ni siquiera tenía sabor para él porque estaba usando todos sus sentidos para buscar a alguien que lo estuviera siguiendo. Jamás se sintió tan paranoico y enfocado en una misión. Pero...

Pero.

No quería que ninguno de los dos hombres saliera herido, o sus familiares.

Diana le envió un mensaje de texto una hora más tarde, preguntándole dónde estaban. 

Y por primera vez, él dudó en contestar.

Que Lee le confiara esto a él porque pensaba que Serge era un simple civil, era una cosa. Pero dejarle saber a Diana y a Zev esta información, era romper la confianza de Lee en todo sentido. Al igual que poner a sus padres en peligro.

No podía hacerlo.

Cuando finalmente se decidió, solo le envió un mensaje corto.

Estamos explorando. Tardaremos.

Lo apagó luego de eso.

"Creo que estamos seguros." Dylan se levantó, bajando la punta de su gorra de beisbol. Lee le siguió, sus ojos brillantes no podían esconder la emoción. EL chico más joven contuvo su sonrisa cuando le deslizó la gorra a Lee en la cabeza. "Seamos cuidadosos de cualquier manera."

Se ajustó su propia gorra y los siguió, manteniendo un ojo vigilante detrás. Pero incluso cuando subieron a la camioneta, nada extraño sucedió y ningún auto los estaba siguiendo mientras él escuchaba las indicaciones de Lee hasta la villa de sus padres.

Alejado del centro de la ciudad y metido entre pinos, se alzaba una comunidad privada con un muro tan alto como una casa de dos pisos. Había una garita de seguridad en donde se detuvieron para que Lee hablaba con el hombre que la cuidaba.

Serge miró a Dylan. "¿Conoces a sus padres?"

"No." Sacudió la cabeza con la vista en Lee quien sonreía y bromeaba con el hombre como si lo conociera de toda la vida. "Pero no podía dejarlo perder esta oportunidad. Quiero mantenerlo a salvo, pero nunca puedes estar completamente seguro de que el enemigo no te encuentre." Se limpió la punta de la nariz que estaba roja y brillante. "Pero es una mala idea. ¿Sabes algo de Diana?"

Se mordió la punta de lengua viendo a Lee trotar de regreso a ellos al tiempo que las puertas de la garita se abrían. "No," respondió tardíamente.

"Es Norman, es el mismo guardia de siempre." Lee saltó dentro del auto frotándose los brazos con fuerza. Tenía una enorme sonrisa en los labios. "Me reconoció. Es increíble."

Dylan exhaló una risa. "Te has visto igual por los últimos cinco años."

"Gracias."

"Eso es algo bueno." Serge sonrió para sí mismo cuando Dylan respondió de inmediato. Era adorable lo mucho que cuidaba sus palabras alrededor de Lee. Ojalá fuera tan lindo con él. "Así que solo te dejó entrar."

Frunció el ceño, conduciendo lentamente frente a las villas. "¿Eso es algo bueno? No parece muy seguro."

"Es bastante seguro de hecho, tienen muchas cámaras de seguridad por todas partes y tienen un sistema que le avisa a los residentes que hay alguien entrando o saliendo."

Podían mejorar muchas cosas, pero si lo hacía feliz, entonces estaba bien.

La villa de sus padres era la 15. 

Y era enorme.

Serge frotó el pulgar entre sus cejas, viendo las puertas de madera brillante en la entrada de piedra, después de estacionar el viejo auto en frente. 

"¿Tus padres son ricos?"

"Oh, han guardado bastante en su retiro. Y yo les envío dinero de vez en cuando." Se rió y Dylan también lo encontró divertido por alguna razón que no comprendió. Había una pantalla táctil al lado de la puerta. Lee tocó algunos botones antes de que en la pantalla apareciera una mujer con gafas. "¿Mamá?"

"¿Eh? No puede... ¿Dougie?"

Las orejas de Lee se pusieron rojas y él asintió lentamente. "Soy yo. ¿Me dejas entrar?"

El grito de la mujer le lastimó los oídos. Dylan también se encogió con una mueca, pero Lee parecía tan acostumbrado a eso que solo sonrió de oreja a oreja.

Las puertas se abrieron un momento después y el sonido de voces viniendo desde adentro  era casi demasiado para él, pero ver a Lee correr hacia dentro sin ninguna preocupación... fue extrañamente encantador.

Caminó despacio, tocando la espalda de Dylan mientras veía alrededor. "Tienen un estanque con peces." Dylan se agachó frente al estanque mientras las puertas se cerraban. Serge se aseguró de revisar el área de todas formas antes de que estuvieran encerrados dentro de la villa por completo. Luego volteó la cabeza hacia el estanque. Estaba muy limpio, tanto que podía ver el fondo y todos los peces nadando dentro. Se agachó al lado de Dylan y vio los peces amontonarse frente a ellos como si sintieran la misma curiosidad. "Se ven costosos."

Se rió. Este chico era increíble. "¿Es lo primero que piensas al verlos?"

"Digo, son bonitos. Jamás vi peces Koi de tan cerca, mucho menos una casa con un estanque con un puente de madera que tuviera tantos peces." Se inclinó más cerca, metiendo un dedo dentro del agua y los peces intentaron tocarlo antes de retirarse tímidamente. Dylan sonrió con una suave expresión. "¿Tienen miedo?"

Dios.

A veces olvidaba lo joven que Dylan era.

Su corteza tan gruesa y dura lo hacía ver tan maduro y mayor que cuando actuaba como alguien de su edad era casi doloroso.

¿Cómo terminó en un mundo así?

Debería estar en la universidad, saliendo a pasear con sus amigos y emborrachándose los viernes después de sus clases. Enamorándose y viviendo la belleza de sus días de juventud, teniendo el corazón roto y aprendiendo lecciones de vida a una velocidad normal.

No viviendo una apresurada vida llena de peligros en cada esquina.

Donde cualquier bastardo podría engañarlo y llevarlo a su fin.

Justo como yo.

Sus ojos ardieron y él apartó la vista para ver a los peces, sin escuchar lo que Dylan decía.

¿Por qué su garganta tenía un nudo caliente al mismo tiempo que su pecho se apretó dolorosamente?

¿Por qué?

Tomaron su mano, volteando la palma hacia arriba. Dylan tenía una bolsa con polvo granulado que estaba vertiendo en pequeñas cantidades en su mano. Serge lo miró confundido. 

Dylan sonrió, señalando al agua.

Los peces lo estaban viendo atentamente.

"Encontré su comida. No hará daño alimentarlos un poco. Inténtalo."

Los animales se volvieron locos cuando dejó caer el alimento sobre el agua. Luego Dylan le hundió la mano en el agua y los peces mordieron su mano quitando los restos de la comida causándole un cosquilleo en la palma. "Oigan, no necesitan tanta comida. Pequeños codiciosos."

La risa de Dylan entró en sus sentidos como una melodía brusca, resonando en tonos graves que parecían salir de lo más profundo de su pecho. Era extraña y desconocida, dura como el retumbe de un trueno gentil que hizo vibrar sus oídos. Sin embargo... había algo en esa risa que era tan encantadora.

Los ojos verdes lo miraron un momento antes de apartar la mirada al tiempo que la risa se desvanecía. Dylan se humedeció los labios, volviendo a mirarlo esta vez con un ceño fruncido.

"¿Qué?" Arisco, Dylan en su forma más pura.

Sacudió la cabeza sintiendo que sus labios querían sonreír más amplio de lo que hacían, pero no había presión en ello cuando le tomó el mentón con los dedos antes de presionar sus bocas juntas. Los labios fríos y resecos se calentaron en poco tiempo mientras se frotaban en lo que apenas podías considerar un beso, era más como un toque infantil que haría a un adolescente llorar.

Las pestañas gruesas parpadearon rodeando el verde de sus ojos antes de que él suspirara y se relajara. Serge tomó el labio superior entre los suyos y tiró de él con suavidad, tragándose el sonido ronco de salió de Dylan.

Estaba actuando fuera de carácter.

Este no era él.

Había perdido el hilo de la misión.

Y no podía importarle menos en este momento.

*     *

El interior de la casa era cálido y distinto al frío de afuera. Dylan guardó las manos detrás de la espalda, estirando la columna. 

"Mamá, papá, ellos son Richard y Dylan." Dog tenía un sonrojo delator en la cara mientras los presentaba luego de decirles que entraran. "Son... amigos."

El hombre mayor asintió, sus rasgos eran tan parecidos a los de Dog que era extraño. Su sonrisa amplia y elegante le hizo devolverle la sonrisa. "Un placer conocerlos. Mi nombre es Jiang Lee." Colocó la mano en los hombros de la mujer a su lado. "Ella es mi esposa, Sophia Lee."

Richard y Dylan estrecharon sus manos con gentileza. Sophia los miraba con emoción. "No sabía que Dougie tenía amigos tan bien parecidos. Espero que hayan tenido un buen viaje hasta aquí."

Asintió.

"En realidad fue bastante cómodo."

Ella sonrió más ampliamente. "Eso es bueno. No es tan fácil llegar aquí mucho menos en esta temporada cuando el clima se pone más frío."

Jiang señaló afuera. "Tenemos un jacuzzi en la parte trasera que pueden usar cuando quieran." Se giró hacia Dog. "Sabes como usarlo, ¿cierto? No planeábamos tener visitas, así que ya tenemos un compromiso para la cena, pero son libres de quedarse tanto como quieran." El hombre les dio un guiño. "Sé que les gustará la parte trasera, especialmente de noche. La mejor vista del lugar."

Dog sonrió hacia su padre. "¿Todavía tienes la valla?"

"¿Esa cosa vieja? La quité hace años." El hombre dijo algo en mandarín haciendo a Dog y Sophia reírse. Y Dylan asumía que fue una palabrota. "Solo hacía que todo atrás se viera como un basurero. Reto a alguno de los administradores a decirme algo. Tumbaré cada mural y pintura que hice gratis para ellos."

"Mi padre es pintor." Dog dijo con orgullo. Señaló varias pinturas en las paredes. "Él las pintó, y ha hecho muchas más para las villas sin cobrarles un centavo. Digamos que se ganó algunos privilegios por ello."

No sabía mucho de arte, pero eran impresionantes y grandes. Algunas llegaban del piso hasta el techo con detalles tan pequeños que parecían fotografías.

"Y mi madre esculpe." Dog les mostró un juego de figuras de cerámica que asemejaban dragones que iban desde donde estaban hasta las escaleras al piso de arriba. "Los dos son artistas."

Sophia le jaló la oreja. "Tú también debiste serlo."

"Ow. ¿Bromeas? Ustedes se quedaron con toda la creatividad."

"Nunca lo intentó," Jiang dijo con una mueca divertida hacia ellos. "La ciencia era lo que más le gustaba y lo único que levantaba su interés. Incluso llegó a entrar al equipo de baloncesto, pero era terrible."

"No era tan malo..."

El hombre mayor miró a su hijo antes de asentir, palmeándole el hombro.

"Por supuesto."

Sophia se rió con suavidad, observando entretenida la relación entre su esposo y su hijo. Era diferente a Dog, sus rasgos eran suaves, su cabello era marrón de un tono claro y sus ojos eran oscuros. Nadie pensaría que eran familia hasta que ella sonreía y sus ojos se achicaban como los de Dog.

Y los dos parecían amar a su hijo al que habían extrañado tanto. Tampoco es que Dog contuviera su emoción, estaba abrazando a sus padres en cada espacio que tenía. 

Supuso que así se veía una familia feliz.

Dedos fuertes frotaron su nuca haciéndolo apartar la mirada. Richard lo estaba mirando. "¿Estás bien?"

"¿Por qué?"

"No lo sé... Solo siento que tienes algo. ¿Me equivoco?"

Dylan se abrazó a sí mismo, apartando la mirada de él para ver a la familia que hablaba cálidamente, poniéndose al corriente con sus vidas. 

Era extraño. 

Jamás se sintió celoso de las relaciones familiares de los demás, ni siquiera sabía lo que era el calor de una familia amorosa.

Pero quizás siempre le hizo sentir autoconsciente de que su propia situación. Que había sido un niño no querido y abandonado a su suerte.

Se había convencido a sí mismo de que no le importaba, pero quizás solo le había engañado.

Tal vez le importaba más de lo que quería creer.

Sophia se les acercó con una bandeja llena de galletas y tazas humeantes. "El clima todavía es soportable para tomar el té en la terraza. Pueden seguirme."

Richard se apresuró hacia ella para tomar la bandeja. "Le ayudo."

"Oh, muchas gracias." Sus mejillas pálidas se llenaron de color cuando Richard le dio una sonrisa. La siguieron hacia la parte trasera de la casa. Dylan le dio una mirada a Dog, y el hombre ya lo estaba mirando mientras su padre le decía algo. Una pequeña sonrisa en su rostro fue suficiente para entender lo que decía. Gracias. Inclinó la cabeza en su dirección, sintiendo que el corazón le palpitó con fuerza. Sophia sostuvo la puerta abierta para que él saliera de último. La terraza estaba claramente inspirada en la cultura del lugar. Una mesa de vidrio recibió la bandeja. "Además de nuestros vecinos, casi nunca tenemos visitas. Pero siempre hay galletas disponibles. Dougie las ama, así que siempre tengo algunas disponibles porque no estaba segura de cuándo vendría a visitarnos."

Richard se sentó después de acomodarle la silla a Sophia. Tomó una galleta y le pasó la bandeja a Dylan antes de volver a ver a Sophia. "¿Ha pasado mucho tiempo?"

Ella asintió con una sonrisa triste. "Sé que su trabajo se pone en medio y que no tiene mucho tiempo libre, pero no perdía la esperanza. Pero eso no es malo. Realmente pasó. Y no podría estar más feliz."

Richard sonrió bajando la cabeza. Dylan masticó lentamente la galleta de chispas de chocolate y vio a Sophia. Ella los miraba con profunda curiosidad. Dylan le dio una sonrisa, señalando las galletas.

"Son deliciosas."

"Me alegra que les gusten. Pueden tomar las que quieran, más tarde haré otro bache."

Desearía saber qué más decir y brindarle una cómoda conversación a la amable mujer, pero su cerebro estaba vacío. Y era incómodo.

Richard tomó una de las tazas y bebió un sorbo. "No creo haber probado unas mejores galletas en toda mi vida." Tenía una mancha de las chispas en el borde de la boca. "¿Podría tener la receta?"

Sophia se rió, golpeando las manos en las piernas. "¿Así de buenas? Es la primera vez que lo oigo. Mi receta, ¿huh? Soy un poco celosa de mis recetas, no se las he dado a nadie. Ni siquiera a mis amigas."

"¿Qué tendría que hacer para obtenerla?"

"Seré honesta y diré que no pareces del tipo que se mete a la cocina para hornear, dime la verdad. ¿La quieres para tu mamá, o tu novia?"

Richard se enderezó con una risa suave.

"Ah, me tiene ahí. Quizás quiera hacerlas para mi pareja." Miró a Dylan con una pequeña sonrisa, lo que le hizo desviar la mirada. Estaba loco. "Pero tiene razón, usualmente no entro a la cocina a menos de ser la última opción, pero cuando lo hago no hay humo saliendo. Mi desempeño es decente."

Sophia se cubrió la boca al reírse. "Decente."

"Le diré qué." Richard dejó la taza en la mesita y la vio a los ojos con una sonrisa que buscaba nada más que ganarse su confianza. "Si puedo seguir la receta al verla, entonces me la dará. ¿Le parece un trato?"

"¿Me ayudarás a hornear?"

"Hornearé con usted."

"Ah, estos jóvenes y su confianza." Se rió, pero no estaba negándose. De hecho, se puso de pie con una mirada retadora. "Está bien. Te dejaré impresionarme. Prepararé las cosas en la cocina."

Richard se rió cuando ella entró a la casa pisando con firmeza. 

Dylan... estaba impresionado. Su habilidad para llevar una conversación era algo que él mismo jamás lograría. 

Se rió, alcanzando otra galleta. Podía sentir la mirada de Richard sobre él. "Debes ser muy bueno con las chicas."

"¿Huh?" El hombre movió las silla más cerca de él hasta que tenía el brazo apoyado en la silla de Dylan. "Bueno, cuando quería impresionarlas o cuando buscaba suerte."

"¿Y te funcionó?"

"Algunas veces."

Sonaba arrogante y seguro de sí mismo. Dylan lo miró entrecerrando los ojos, apretando los labios. Richard observó su expresión por un momento antes de sonreír, el azul de sus ojos suavizándose considerablemente haciéndole sentir incómodo. El hombre tomó su mano que reposaba en el brazo de su silla. 

"Pero nunca funciona contigo. ¿Por qué podrá ser?" Un dedo se presionó en medio de sus cejas, sorprendiéndolo. Richard frunció las cejas con una sonrisa diabólica. "Eres tan denso que lo haces más divertido. Solo estoy molestándote un poco, Dylan. No te lo tomes tan en serio. Y, aunque fuera real, ¿por qué te molesta?"

Bufó. "¿Quién dice que estoy molesto?"

"Creo que puedo descifrarte con más facilidad después de pasar tanto tiempo contigo. Y eres bastante simple en ese aspecto." Lo vio humedecerse los labios rojo y calentados por el té al tiempo que sus dedos trazaban su rostro al hablar. "Frunces el ceño cuando estás molesto y todo tu rostro se vuelve de piedra de inmediato. Tus manos hacen esa cosa de apretarse los pulgares con fuerza hasta que estos hacen un sonido extraño." ¿Lo hacía? Se miró las manos solo para ver que, en efecto, estaba apretándose los pulgares. Lo soltó de inmediato, apretando los dientes cuando el otro hombre se rió. "Soy bueno para leer a las personas, pero tú lo haces muy fácil."

Gruñendo, le empujó el rostro lejos cuando Richard se acercó más. "Quítate de mi cara. ¿No tienes que ir a hornear?"

"Sí, sí." Su rostro fue tomado por dos manos grandes y fuertes. Richard le levantó la cara y sonrió como un gato antes de presionar sus labios juntos. El hombre suspiró, dejando que el beso fuera inocente con un tonto roce de labios que le hizo cosquillas. Cuando se separó, le frotó los labios con el pulgar. "Eres adorable cuando lo intentas."

"No lo hice. Y mucho menos por ti—mph"

Richard lo besó con fuerza, profundo y completamente haciéndolo sentir como un castigo. Pero sonreía cuando se enderezó después de soltarle el rostro. "También eres adorable cuando estás callado. Ahora, sé un buen chico y termina las galletas. Iré a hacerte más."

Le dio una mirada dura, pero Richard se veía bastante orgulloso de sí mismo antes de irse por la misma puerta por donde Sophia se había ido. 

Con el cuello caliente, Dylan se estiró para tomar otra galleta y el té que ahora estaba tibio. 

Este era uno de esos raros momentos donde tenía el tipo y el silencio para pensar, pero extrañamente, no quería hacerlo. 

La vista del lago era demasiado relajante y el clima le gustaba más de lo que debería. Quizás su cuerpo estaba feliz de volver a su pálido color después de salir de la isla donde solo había sol y calor. 

Ni siquiera se dio cuenta de que tenía tanto sueño hasta que Dog lo despertó. Parpadeó rápidamente, sentándose derecho y mirando alrededor. El hombre se rió, dejándose caer en la silla que Richard había usado. Apoyó el mentón en la palma de la mano mientras mecía un vaso de vidrio con un líquido cobrizo. 

"¿Estás disfrutando tu estancia?"

Se frotó el rostro, escondiendo un bostezo, antes de asentir. "Es tan silencioso."

"¿Cierto? Nunca podrá compararse con cualquier otro lugar." Dog le dio un sorbo a su vaso girando la vista hacia el lago. "Sabía desde el momento que encontré el anuncio que este lugar sería perfecto para el retiro de mis padres. Costó un ojo de la cara, pero... vale cada centavo. Solo mira esta vista."

Dylan sonrió. "Tu padre realmente hizo que lo quiso." Todas las demás villas que conectaban con el lago tenían una línea de vallas que no permitían entrar al lago directamente. Más allá había un pequeño muelle de madera, pero la villa de los Lee era la única con el espacio abierto y con un pequeño muelle a medio construir. "¿Lo construyó él solo?"

"Bueno..."

"Oye, Dylan, pareces un chico fuerte." Jiang salió con una caja de herramientas colgando de la mano y un termo en la otra mano. "¿Eres bueno con las manos?"

Su espalda se enderezó de inmediato.

"Sí, señor."

Dog se rió en la mano. "¿Pones a trabajar a los invitados?"

"¿Vas a ofrecerte en cambio?"

"Nah." Sus ojos lo miraron con asqueroso afecto cuando sonrió plácidamente. "Dylan puede. Les avisaré cuando la merienda esté lista, ¿de acuerdo?" El doctor se levantó justo después de Dylan y se quitó el grueso abrigo que cargaba encima, que probablemente sus padres le habían dado. Se lo puso sobre los hombros y esperó hasta que Dylan lo cerrara para asentir y tocarle la punta de la nariz. Dog se inclinó ligeramente sobre él y Dylan se echó hacia atrás, pensando que iba a besarlo justo en frente de su padre, pero el hombre se mantuvo a distancia. Aunque imaginó que sus intenciones eran otras antes de recordar que tenían compañía. Dog se humedeció los labios y se dio la vuelta, guardando las manos en los bolsillos del pantalón. Su padre lo estaba mirando con una extraña expresión, y Dog tosió en la mano. "No duren demasiado allí, el clima no les hará bien. Papá."

"¿Qué?" El hombre jadeó, poniendo la mano en su pecho. "Un poco de trabajo duro nunca mató a nadie. Además, hay que ponerlo a prueba."

Dylan parpadeó. "¿Ponerlo a prueba?"

"N-nada." Dog sacudió la cabeza, pero sus mejillas estaban sonrojadas. "No le hagas caso. Se está volviendo viejo."

"Si fuera viejo..." Jiang se frotó la frente con una expresión ajustada, pero solo terminó chasqueando los labios, moviendo la mano hacia Dog para que se fuera. "Déjame hacer lo mío. Ya veré."

"Mphm."

Dog entró a la casa y Dylan siguió a Jiang si estar muy seguro de qué estaba pasando. No le caía mal al hombre, ¿verdad?

La sensación se alojó en él a pesar de que esperaba que fuera todo lo contrario. Pero no ayudaba a que Jiang no fuera un gran hablador, y Dylan no tenías las habilidades de Richard para hacer todo menos tenso.

Tomó las tablas, de rodillas y colocó los clavos antes de golpearlos con el martillo.

"¿Tienes idea de lo mucho que me costó tener esto?" Levantó la cabeza cuando Jiang finalmente habló. Tragando, Dylan miró alrededor y sacudió la cabeza antes de limpiarse las manos en el pantalón. "Cada minuto desde que llegamos aquí, todos se mantenían alejados de nosotros porque no somos el estándar de la pareja perfecta. Doug no lo sabe, pero hubo un tiempo en donde su madre estuvo deprimida luego de llegar. Los vecinos ignoraban sus intentos de acercarse y Sophia es el tipo de persona que se alimenta de la energía de los demás. Yo... yo solo estoy por ella, así que si ella no se siente bien, entonces yo tampoco." Sacudió la cabeza con una firme expresión. "Dos meses y todavía no hablábamos con nadie. Fuera xenofobia o simple ignorancia, ellos no daban el brazo a torcer. Y yo no sabía qué hacer para cambiarle el ánimo a Sophia, ya era bastante estar separados de Doug sin saber nada de él, y esto estaba matándonos lentamente."

El termo estaba ahí al lado de sus pies. Dylan se estiró por él y tomó las tazas plásticas de la tapa para servirse un poco a ambos. El vaho ya salía en cada respiración de exhalaban y sus manos solo estaban calientes por martillar. 

Le dio una taza a Jiang y esperó a que el hombre continuara.

Tomó un pequeño trago que le calentó la garganta de inmediato.

"Tuve que ir con el administrador, buscando una manera de que las cosas mejoraran, pero no podían obligar a las personas a aceptarnos solo porque sí. Las cosas aquí no funcionan así." El hombre mayor bebió un largo trago de su taza y suspiró lentamente. "Justo en ese momento, estaban organizando un festival de arte en el centro de la ciudad. Todo tipo de artistas iban a presentar su arte y estaba abierto al público para que participaran y teníamos un mes para prepararnos. Ambos estábamos un poco oxidados, debo admitir. Pero el simple hecho de prepararse para presentar su arte en el festival fue suficiente para subirle el ánimo a Sophia, en consecuencia, yo también pude concentrarme en buscar ideas para una pintura."

Su conexión debía ser realmente profunda, armónica y peligrosa.

"¿Lo lograron?" preguntó cuando Jiang se mantuvo mirando al lago. 

"Oh, sí. Sophia es una genio." Sonrió orgullosamente, escondiendo su rostro detrás de la taza. "Todos la amaron de inmediato. Y bueno, los vecinos estaban demasiado impresionados por tener a una artista premiada en la comunidad. Eventualmente cedieron y comenzaron a darnos visitas. Yo estaba tan enojado." Jiang se rió con ironía. "Dios, quise echarlos a patadas cada maldita vez que veía sus rostros hipócritas, malditos desgraciados." Sus hombros cayeron cuando exhaló una risa sin fuerzas. "Pero no podía. Sophia estaba tan feliz. Estaba tan orgullosa de sí misma. ¿Quién era yo para apagar el brillo en sus ojos que no había visto en tanto tiempo?"

Sonrió, asintiendo lentamente. La vista de un hombre derrotado por el amor, era algo a lo que jamás iba a acostumbrarse. Le recordó tanto a Snake.

"Terminé pintando cuadros para todos los que eran lindos con ella y otros más para el salón de actividades. Pero no me puedo quejar. Sophia tiene amigos." Jiang se encogió de hombros, sorbiendo de su taza. "Y yo soy intocable. Esto es mío."

Riéndose, Dylan se levantó, terminándose el contenido de la taza. Lo lavó un poco con el agua del lago y luego lo regresó al termo. Miró el trabajo que faltaba del muelle y exhaló. 

"Eso no era solo café, ¿cierto?"

Jiang solo sonrió mientras se terminaba el suyo. Dylan había probado probablemente todos los tragos del mundo al estar en la isla, pero esto era algo especial. No era malo, solo... diferente.

"¿Van a quedarse esta noche?" 

Continuaron clavando y acomodando las tablas por un rato en silencio. Después de un tiempo no se sintió incómodo, era como si Jiang también prefiriera el silencio y los dos seguían trabajando a buen ritmo. Pero el sol se estaba poniendo finalmente a pesar de que no podían ser más de las cuatro de la tarde.

Realmente no deberían quedarse. Se suponía que buscarían comida y se quedarían en la cabaña hasta que Diana encontrara algo. Sabía que había algo de comida en la cabaña, pero no duraría más de un día. 

Lo mejor sería subir a la montaña.

"Tengo... tengo una parilla que casi no usamos, pero está limpia y hay bastante carne para cocinar adentro." Jiang se levantó después de colocar la última tabla que tenían para el suelo del muelle. Se limpió el pantalón y exhaló. "Sophia y yo iremos con sus amigos a cenar y pasar el rato, no vendremos pronto, así que tendrán que arreglárselas solos. Supongo que tres hombres no tendrán problema en alimentarse a sí mismos."

"Estaremos bien, no tenga cuidado."

"Entonces, ¿se quedarán?" Se dio la vuelta para verlo. Los ojos oscuros de Jiang ya lo estaban mirando con un ceño fruncido. "Le rompería el corazón a Sophia si Doug se va tan pronto. Ha pasado un tiempo."

Carajo.

Asintió bruscamente. "Nos quedaremos." 

Diana era inteligente. Iban a estar bien, además, el lugar estaba completamente desolado, pero estaba limpio y completamente funcional. 

Alguien les hizo señas desde la casa. Dog les dijo que se acercaran y Dylan exhaló antes de ver al muelle. Todavía le hacían falta algunas cosas, pero no demoraría demasiado, aunque tenía que admitir que el clima estaba poniéndose peor y ya casi no sentía los dedos de las manos.

"Deberíamos entrar."

Recogieron las cosas y subieron la pequeña colina hasta la casa. Dylan podía sentir los ojos de Jiang sobre él. "¿Estás bien?"

"Sí, claro."

Se detuvo antes de llegar arriba y lo miró a los ojos como si buscara algo en él, pero al parecer no tuvo suerte. "Es que tienes los ojos de una persona que ha visto muchas cosas. Te ves cansado."

Lo estaba. 

Y no precisamente por trabajar en el muelle.

"Yo estuve... cuando era más joven, estuve en el ejército. Vi cosas que nadie debería, y logré dejarlo atrás por el tiempo que duró hasta que conocí a Sophia y volví a sentirme como un humano. Lo que intento decir es..." El hombre asintió con una expresión llena de emociones difíciles de explicar. Algo se apretó en su interior cuando vio esa mirada en los ojos oscuros, la misma mirada que sabía que tenía cuando se miraba al espejo. Pero en Jiang parecía más calmado, más sereno, aceptado y con suerte, olvidado. "Tómalo con calma. Es un proceso."

Dios. ¿Era tan evidente? ¿Acaso lo llevaba marcado en el rostro?

Cuán patético.

Forzó una sonrisa, asintiendo. "Lo tendré en cuenta."

El hombre no se veía muy convencido, pero terminó con un asentimiento antes de continuar y entrar a la casa. Dylan le ayudó a guardar todo en el armario de adentro, recordando muy bien cómo y dónde estaba todo, antes de cerrar la puerta.

Jiang se alejó de él para subir las escaleras y pisadas fuertes se le acercaron por detrás. Colgó el abrigo fuera del armario junto al de Jiang y se dio la vuelta. Richard tenía un nuevo juego de ropa, un absurdo suéter rojo y pantalones de pijama. Levantó una ceja y el hombre solo sacudió la cabeza.

"Es lo mejor que tenían para mi." Richard le tomó los hombros, empujándolo hacia arriba también, subiendo lentamente las escaleras. Con gusto, podría caer en una cama y desmayarse. El cansancio finalmente se alojó en sus huesos y él estaba luchando contra ello. "Sophia te preparó un juego de ropa también." Estaba en el borde de la cama junto con una toalla doblada. Richard cerró la puerta al entrar y soltarlo. "Tienen agua caliente, aunque me gustaría probar el jacuzzi más tarde."

Con un gruñido sin fuerzas, Dylan se quitó la camiseta y se tomó el cinturón. "No haremos nada en el jacuzzi."

"¿Estás loco? No voy a intentar hacer algo divertido en casa de sus padres." Lo miró por encima del hombro y Richard levantó las manos. "Tengo más respeto que eso. Ellos son increíbles."

Terminó de desvestirse y sin estar seguro de donde dejar su ropa, la acomodó en una esquina. Sus párpados estaban pesados y sus pies arrastraban por el suelo. Richard lo estaba sosteniendo de un momento a otro.

Dylan cerró los ojos, enterrando el rostro en el hombro acolchado mientras que manos grandes se deslizaban a lo largo de su espalda hasta alojarse con firmeza por encima de sus nalgas.

No tenía tanta fuerza para protestar.

"¿Quieres que te ayude a lavarte? Creo que podrías caerte en medio de la ducha."

Sacudió la cabeza. No estaba tan mal.

Aspiró profundamente, abriendo los ojos. "Hueles a galletas."

"Ah, sí. Horneamos demasiado. Creo que Sophia lo tomó personal." Se rió haciendo que su cuerpo se estremeciera con las vibraciones de su voz. "Se los llevará a sus amigos, pero tendremos algunas para el camino. Ella dijo que quería que pasáramos la noche aquí."

"¿Qué dijiste?"

"Le dije que sí. ¿Eso está bien?"

Ya ni sabía él mismo.

"Jiang también lo mencionó. ¿Qué podemos decirles? ¿Que no?" Se enderezó, frotándose los ojos con el dorso de la mano, pero Richard lo detuvo a la mitad antes de usar su propia mano para hacerlo por él usando el borde de su suéter mucho más suave de lo que él mismo hizo. Debía tener polvo de la madera en el rostro, porque picaba y era incómodo. "Mañana podemos regresar. Diana no estará feliz, pero..."

"Está bien." Richard lo besó castamente en los labios, usando la otra mano para pasarla por su cabello. Sus ojos azules estaban tan claros que parecían un cubo de hielo, pero estaban cálidos y fijos en él. "Descansaremos un poco. El teléfono murió, así que no podremos contactarla de todas formas. Pero me aseguré de decirle que tardaríamos."

El teléfono era inteligente a diferencia de los teléfonos de los Lee, que apenas eran funcionales para llamadas. Aunque debería buscar una forma de cargarlo antes de seguir en camino.

¿Adónde?

La pregunta se colgó en su cabeza por un largo rato, incluso después de que se cepilló los dientes y se sentó en el sofá de terraza en la parte trasera donde estaba la parrilla y él masticaba las galletas recién horneadas mientras Dog y Richard se encargaban de la carne.

Había confiado en el equipo desde aquella noche al salir de al isla, que ni siquiera se molestó en preguntar, en su mente trastornada solo necesitaba llegar a la próxima parada con todos a salvo. Es lo único en lo que puso su atención.

Estaban en China...

Si iban más hacia el norte...

Necesitaba un mapa.

*      *

Norman estaba por terminar su turno. Tenía que esperar hasta las siete de la noche hasta que su relevo llegara, así que se dedicó a acomodar su bolso. Además de la visita del jovencito de los Lee, su día no había sido nada especial.

Ahora solo ansiaba llegar a casa y encender la fogata para cenar con su esposa.

El sonido de una rama rompiéndose lo hizo soltar el bolso. Colocó la mano en su cinturón donde guardaba su pistola. En sus veinte años como guardia de seguridad, no necesitó usarla ni una sola vez, y esperaba no tener que hacerlo ahora.

Aunque era su deber.

Sacó la cabeza de la cabina para mirar al frente del portón donde las luces alumbraban una corta distancia. 

No había nadie.

Y bien podía ser un animal merodeando.

Tragó, el sonido explotó en sus oídos junto con el de sus latidos.

Otra rama se quebró mucho más cerca de lo que había pensado y él saltó hacia afuera, empuñando la pistola. "¿Quién está ahí?" No quería dejar la cabina sola, pero era eso o esperar desde adentro como un cobarde. Él no era uno de esos. Las hojas de los árboles de alrededor de movieron haciéndolo maldecir entre dientes, sus ojos yendo a todas partes en el bosque. "¡N-no tengo miedo de usar el arma! Voy a disparar si no sale cuando termine de contar."

Ni un sonido se escuchó. Sus pies rompían ramas secas mientras más se acercaba al borde del bosque. La oscuridad era tan tenebrosa o él jamás había sido consciente de ello, pero ahora mismo sus huesos estaban fríos y no era por el clima.

"Uno..." Le quitó el seguro al arma y se paró con firmeza. "Dos." Las ramas se sacudieron otra vez junto con la brisa. Sí. Quizás era solo su cerebro jugándole una mala broma y estaba exagerando. "Tres." Su gorra se levantó con la brisa nuevamente y una rama casi se cae encima cuando se desprendió del árbol, completamente seca. Se rascó la frente con el pulgar. "¿Estoy volviéndome loco?" Algo se escuchó detrás de él y su primer instinto fue correr a la cabina. Las luces, la puerta y las pantallas estaban funcionando bien todavía. Volvió a salir y apretó los dientes. "Cuatro." Ya no tenía paciencia. Si estaban jugando con él, tenían que hacerlo de frente, no como roedores malvivientes. Dispararía en cualquier dirección si era necesario. "Cinco."

Apuntó directamente entre el espacio de los árboles y el muro, pero antes de que él pudiera presionar el gatillo, una liebre del tamaño de sus botas saltó desde los arbustos.

El pequeño animal inclinó la cabeza de lado, moviendo su adorable nariz como si no entendiera nada. 

Norman guardó la pistola, inclinándose sobre sus rodillas para respirar. 

"Estoy demasiado viejo para estos juegos, amigo." Espantó al animal que cruzó hacia el otro lado del bosque con largos saltos y él gruñó. Las luces de un auto se acercaron a la distancia, pero ese viejo motor ya lo conocía. Era Tao, su relevo. Recogió su bolso del piso, revisando la cabina otra vez. Había una puerta trasera que usaba para sus patrullajes nocturnos dentro de la villas, pero estaba cerrada. "Ya tuve suficiente por esta noche."

Tao se rió, saliendo sonriente del auto con un termino en la mano. "¿Qué pasa?"

"Estoy viejo, eso pasa." Tao solo se rió con más fuerza y Norman exhaló pesadamente. Esperó a que el hombre se acomodara como era el protocolo de cambio y suspiró en sus manos frías. "Nos veremos mañana, ¿si?"

"Bien, descansa." Tao se inclinó dentro y luego sacó la cabeza. "De verdad estás viejo, Norman. La puerta trasera está abierta. Por eso se te está congelando el trasero."

Frunció el ceño. "¿Qué? No. Estaba cerrada hace un minuto."

"Claro." Tao sacudió la mano en el aire al tiempo que el sonido metálico que hacía la puerta al cerrarse llegó a sus oídos. El hombre levantó los hombros. "Ya está cerrada. No te preocupes. Conduce con calma, ¿de acuerdo?"

"Sí... gracias."

Se dio la vuelta, sacudiendo la cabeza. 

Era el clima. Tenía que ser el clima.

Lo mejor sería ir solo a casa.

O perdería completamente la cabeza.

***

Who will you be tonight?
That's the question 
  Double Life - Pharrell Williams (Mi Villano Favorito 4)

Ahhhh, parte 8. Finalmente. Con suerte, subiré la parte 9 este fin de semana. Hasta entonces, es todo lo que tengo.

Gracias, muchas gracias.

Nos leemos pronto... xx







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