。:゚ I'm a pagan of the good times
—¡Jeongin-ssi! —Félix anunció su llegada a los vestuarios con el tono grave y gracioso que usaba para llamar al rubio, venía acompañado de Seungmin, quien le dedicó una sonrisa.
—Hola, chicos —saludó Jeongin con amabilidad, aunque esos días le costaba un poco más mantener la sonrisa, por un malestar, algo que él sentía como un dolor de panza constante desde que había peleado con Chan, aunque por orgullo, no quería admitir que fuera por eso.
Porque vamos, ¿quién en su sano juicio admitiría estar mal por una pelea con el chico que secretamente te gusta?
—¡¿Listos para volver a los entrenamientos, maricas?! —Jisung entró gritando y corriendo al vestuario, arrojó su mochila al primer banco libre que vio y siguió corriendo para dar un golpe en el trasero de cada uno de los tres presentes.
—Si con eso te refieres a verte desnudo después de ducharte, no —dijo Félix con una mueca de disgusto.
—Agárrame el fierro, Félix.
—Agárrame el mío —replicó el menor alzando las cejas.
—Puta, qué ofertón —comentó Seungmin, rompiendo la falsa tensión y haciendo que los otros rieran.
Vieron al pelinegro entrar al vestuario, ignorarlos completamente e irse a un lugar lejos de ellos.
—¡Hola, Chan! —gritó Jisung, ganándose una mirada de aquellos fríos y lobunos ojos, sólo por unos segundos, antes de que el mayor volviera a su tarea de cambiar su uniforme por la ropa deportiva.
—Qué carismático —comentó Félix.
—El alma del grupo —añadió Seungmin.
—Dulce como la azúcar —concordó Jisung, y dejó de actuar como un idiota un momento para colocarse su ropa de gimnasia, al igual que el pelinegro.
En eso llegaron Hyunjin y un poco después Minho, quien podría ser el mayor, pero el menos puntual, y no les habló ni un seguro para cambiarse en dos minutos e ir corriendo al gimnasio junto con los otros y así no recibir ninguna reprimenda por parte del entrenador.
Los cinco se miraron y Jisung no pudo ocultar la sonrisa de que, al fin, iban a poner manos a la obra.
Y en cuanto Hyunjin levantó un dedo hacia los demás, tuvieron la señal de que el plan A estaba en marcha.
Fácil, mantenerlos juntos.
Los mantuvieron a los dos en la banca al menos quince minutos, aunque no hubo resultados, no se hablaron, los dejaron en pareja cuando estaban practicando anotaciones y defensa, pero fue un fracaso porque ninguno de los dos pudo defender ni anotar de lo que evitaban mirarse o tratarse.
—No está funcionando —dijo Minho sobre el hombro de Hyunjin—. Creo que tenemos que pasar al plan dos.
—Creo que sí —Hyunjin asintió, entre los dos le dedicaron la seña del comienzo del plan dos.
El plan dos era un poco menos sencillo, apartarlos a ambos y hablar del otro, la parte difícil estaba en que ninguno de los dos quería hablar del otro, y sólo respondían con monosílabos, o se encogían de hombros sin más, o el mayor, les dedicaba una mirada fría y de inmediato se alejaban con cierto miedo.
—Están difícil —comentó Jisung con un suspiro cansado, mientras miraba a cada uno en puntas distintas de la cancha—. Hyunjin, ¿y si los estamos perdiendo?
—No hasta que yo lo diga —respondió Hyunjin—. Plan tres.
—¿Ya tres? —preguntó Seungmin—. Se nos van a acabar los planes a este paso.
—¿No es muy arriesgado? —preguntó Félix, con el ceño fruncido—. Pobre Chan —murmuró, bajando la vista.
—Hay que hacerlo, por el ChanIn.
—Por el ChanIn —respondieron los dos menores.
Porque el plan tres ya era algo extremo, y esperaba que funcionara.
Era la última media hora del entrenamiento, donde harían un partido de dos tiempos de diez minutos, tres contra tres, uno extra que entraría por cualquier inconveniente, que era exactamente eso lo que estaban buscando hacer.
Chan jugaba como escolta, lo que significaba que corría por toda la cancha pasando el balón a sus compañeros y yendo a su lado cuando hacían la jugada, lo que lo dejaba como una víctima fácil para que un pequeño empujón lo hiciera caer, más si iban corriendo al otro extremo de la cancha para una salvaje anotación.
Jeongin era base, y pasaba casi todo el tiempo frente al aro y no corría demasiado, por lo que no era el blanco principal, era más fácil y accesible para todos tener de blanco al mayor.
Hyunjin alzó tres dedos, y los otros dos parecieron confundidos, pero asintieron, al fin y al cabo.
El partido comenzó, para su suerte, Jeongin y Chan quedaron en equipos contrarios, Minho quedó afuera esperando el cambio que sabía que iba a ocurrir, y el entrenador tocó el silbato dando comienzo al primer tiempo.
Como era un tres contra tres, era mucho más dinámico ya que tenían que cubrir mucha zona y en cuanto entraron en ámbito de juego corrían de un lado a otro de la cancha como unos profesionales, y Minho solo rezaba para que recordaran el plan, pero no podía confiar del todo en el montón de idiotas que tenía de amigos.
Fue al final del primer tiempo, cuando iban en un apretado empate, que Chan, bajo la presión, tomó el balón y atravesó la cancha y a sus compañeros, preparado para hacer una anotación ya con una sonrisa en el rostro, hasta que el defensor del equipo contrario, Minho, aprovechando su torpeza y haciéndolo a propósito en realidad, quiso saltar frente a él, pero lo terminó empujando duramente, haciendo que el mayor cayera al suelo con un quejido.
El entrenador comenzó tocar el silbato y a gritarle a Hyunjin por lo bruto e imprudente que era, lo que no permitió escuchar del todo al pequeño rubio que gritó el nombre del pelinegro y se agachó a su lado con preocupación.
—Chan, Chan... —Jeongin tomó su cabeza con suavidad, sintiéndose terrible por ver cómo el mayor se había golpeado esta contra el suelo del gimnasio.
Chan llevó una mano a su nuca, pero en realidad terminó sobre la mano de Jeongin, envolviéndola completamente con un sonido quejoso.
—Hey, Bang, Bang —el entrenador palmeó su pecho—. ¿Estás vivo?
—No... No me toquen —murmuró, pero irónicamente, apretó la mano de Jeongin un poco más.
—Ve a las duchas, el entrenamiento terminó por hoy... Jeongin, acompáñalo, los demás, idiotas vueltas a la cancha hasta que yo diga —avisó, con voz grave, con los demás quejándose—. Sí, sí, agradezcan a este príncipe de aquí —palmeó el hombro de Hyunjin—. A correr, animales.
Chan entra rió sus ojos y notó al rubio, inclinado demasiado cerca de él, y quiso apartarlo de un empujón, pero apenas estaba reaccionando del estupor que le había causado la caída.
—Jeongin... —murmuró.
—Lo ayudaré a levantarse, Hyung —dijo el rubio, y tomó su brazo para levantarlo de un tirón, Chan se mareó un poco, pero Jeongin lo abrazó hasta que el mundo dejó de dar vueltas.
Dando vueltas a la cancha, los otros cinco sonrieron.
—Está funcionando —comentó Félix con una sonrisa.
—Ojalá y follen en las duchas —dijo Jisung, con una sonrisa.
—Hey, no quiero semen en mi ducha —dijo Minho.
—Las veces que Seungmin se ha hecho una paja en esa ducha y te bañas igual.
—¡Seungmin!
—Hyunjin se hace más pajas que yo y todos lo saben.
—Tiene razón —concordó Minho—. ¡Hyunjin!
—¿Y ahora qué? Un hombre tiene sus necesidades.
—Asco —dijo Jisung.
—Muérete, exhibicionista.
—¡Corran más rápido, niñas! ¡Corran, corran! —gritó el entrenador Seo, haciendo que los cinco corran más rápido, distrayéndose cuando la pareja se metía en los vestuarios, Chan apoyándose completamente en Jeongin.
—Creo que le di duro —comentó Hyunjin, sintiéndose algo mal.
—Dios de la destrucción volvió —dijo Minho.
—Lo que va a salir destruido es el culo de la suerte —dijo Jisung.
—Ajá —dijeron los demás al unísono.
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