Manon
Con la participación especial de:
Skai Jackson As Manon Chamack
Marinette
—¿Me repites nuevamente el porqué me necesitas aquí? —Alya entró a mi cuarto sin tocar.
—¡Cuidado! —la mandé a callar— la bestia muerde.
Alya la miró y luego me miró a mi, pero ésto último, con ironía.
—¿Esto es en serio? —preguntó. Me encogi de hombros— Marinette, ¡Tiene cinco años!
—Tengo ocho y medio —le corrigió la carajita aún sin dejar de jugar con su muñeca.
Alya me miró. Diciéndome marica con la mirada.
—No me mires así. La carajita esa me echó un mordisco hace rato, ¡Mira! —le enseñé mi antebrazo con la marca de los dientes de la negrita encajaos.
—Quisiste obligarme a hacer algo que no quería.
—Tu mamá me dijo que te bañaras, carajita.
—Acercas otra vez esa esponja a mi y voy a arrancarte el brazo —amenazó dulcemente.
Alya se rió de mi frustración. Fue a sentarse en mi mueble extenso donde la carajita estaba sentada con las piernas cruzadas en modo indio.
—¿Cómo te llamas, cariño?
—Derek Hale —rodé los ojos.
—Deja de llamarme así —se quejó— me llamo Manon, ¿Y tú?
—Yo soy Alya, amiga de Marinette —le sonrió— ¿Porqué estás aquí?
—Porque mamá piensa que no puedo cuidarme un par de horas yo sola así que decidió contratar a la incompetente hija del vecino para que me cuidara mientras ella iba a una junta directiva —le explicó la carajita.
La miré indígnada.
—¡Yo no soy incompetente, carajita de la verga! —la regañe.
—Claro que si-i —me sacó la lengua.
Listo, me piqué.
—¡Claro que no, tú... tú...! —coño, ¿Cómo insultar a una carajita de ocho años sin hacerla llorar? Yahoo Respuestas— chichón de piso.
—Tú no eres tan alta que digamos, amiga —me señaló.
Solté un gruñido. Alya estaba cagada de la risa.
—Marinette, es sólo una niña. No te rebajes a su nivel —pidió ella.
La carajita tras Alya me sacó la lengua.
—¡Pero mira lo que me está...!
—Tiene ocho y tú dieciséis, cállate.
—¡Pero...! —Alya se cruzó de brazos. Bufe— bueno, me callo.
—Tengo una idea. ¿Porqué mejor no bajamos a la panaderia por unas galletas y después vamos al parque de aquí enfrente? —propuso Alya.
A Manon se le iluminó la mirada.
—¡Si! —exclamó— al fin una buena idea. Ya estoy harta de estar aquí arriba.
—No es que tu compañía fuese tan agradable, mocosa —le dije.
Alya me miró mal.
—Iremos al parque con una condición —le advirtió a la negrita— que tomes un baño.
—Claro —la miré indignada porque a Alya si le paró bolas y a mi no— bajaré a bañarme. Marinette, te esperaré a que me lleves una toalla.
Y se fue.
—¿Qué puedo decirte? —presumió Alya— los niños me aman.
—No te creai la pepa del mango que sólo te paró bolas para hacerme ostinar.
(…)
—No pases el cepillo tan fuerte, me lastimas —se quejó la carajita mientras la peinaba.
—Para ser bella hay que ver estrellas, mami.
—Seguro que eso ni a ti te funciona —murmuró.
—¿Qué dijiste?
—Ah, nada, nada.
La fulminé con la mirada antes de seguir en mi tarea de peinarle esas greñas. Es que la coñita tenía ese pelo bien explotado como una cotufa, a la verga, cuando Nadia venga a recoger a su mojón le voy a decir que me compre otro cepillo.
Manon estaba mirando con Alya un certamen de belleza que estaban pasando en la televisión, era una vaina como para escoger a la galla del clima. Pero ajá, ¿Qué voy a saber yo de la vaina esa? Si en Venezuela no se dan las cuatro estaciones, de verga la de verano y eso parece es la paila del diablo con el mollejuo calor.
—Y, la nueva chica del clima es... ¡Mirelle! —anunció el pelón que presentaba. Verga, ¿Es que todos los presentadores de certámenes de belleza eran pelones? Escuchala Oscar De León que es contigo.
Alya y Manon al escuchar el nombre de la caraja pegaron un grito. Yo no entendí pues, pero ajá, tampoco era que le había estado parando mucha bola al televisor.
—¡Te lo dije! —le dijo Manon a Alya— Mirelle iba a ganar, ella es perfecta en todo lo que hace.
—Si si, recuérdame que al bajar le compre un pastel al padre de Marinette para que después vayas y se lo piques.
Al escuchar aquello solté una carcajada.
—Que yo no sepa que tu mamá se esté quejando por estar copiandome mis vainas, oiste —le advertí aún sin dejar de reírme.
Dejé mi cepillo y el pote de las colas a un lado.
—¿Ya terminaste? —me preguntó Manon.
—Si, yirda. Ya te puedes parar.
—¡Ya era hora! —se estiró— ahora si, vamonos.
—Vamos entonces.
Me levanté del mueble y le extendi mi mano a la carajita pero ella prefirió irse con Alya. Mardita. Bajamos, agarramos unas galletas en una bolsa para llevar y luego salimos por la parte de la panadería. Manon saltaba de la mano de Alya muy emocionada mientras le contaba mariqueras, a mi ya me tenía con dolor de cabeza, nawebona.
De paso como que me vio cara de banco porque quería que le comprara de toda vaina. No si, Nadia va a tener que dejarme plata extra cuando me la vuelva a dejar.
—Mira quién está por allá —Alya llamó mi atención señalando discretamente hacia la enorme fuente del parque.
Entonces fue ahí cuando nuestras miradas chocaron. Verde esmeralda vs azul.
—Ay no, que ladilla con el marico ése.
Adrien
—¡Vamos! Dame una sonrisa, muchacho —me animó el fotógrafo— sonríe como cuando mamá trae el espagueti.
Sonreí en la misma posición en la que él me había pedido que posara.
—Perfecto. ¡Oh, no! ¡Mamá ha tirado el espagueti! —cambié mi sonrisa por una expresión de sorpresa. Él hizo un par de fotos más y luego me dejó descansar— tómate cinco minutos, niño Agreste. Necesito otra cámara.
Asenti mientras él se alejaba hacia sus cosas.
Plagg salió del interior de mi bolsillo.
—Ya veo a qué te referías con lo aburrido que esto podría llegar a ser —maulló.
—Dimelo a mi —bufe— ¿Tienes hambre?
Busqué en mi bolsillo un pedazo de queso para él.
—Que detallazo de tu parte —soltó un maullido antes de acabarselo de un bocado— ¿Qué haremos después de la sesión de fotos?
—Tengo clase de esgrima.
—¿Y después de eso?
—Clase de chino.
Plagg puso los ojos en blanco.
—Que fastidio ser tú. En serio, suicidate.
Rodé los ojos para mi mismo.
—Descuida, amiguito. Esta noche saldremos a dar un paseo por la ciudad.
Levantó ambas cejas con diversión.
—¿Un paseo por la ciudad o un paseo hacia casa de la niña agresiva?—me sonroje— en verdad, no sé qué le ves. ¡Apenas y puedes hablarle!
—Ya sé —me quejé de su reproche— pero no puedo evitarlo, ¿Te has detenido a verla siquiera? ¡Es preciosa! Y su temperamento de mierda no lo lleva todo el tiempo.
—Claro que no, sólo cuando tú estás cerca de ella —se burló.
—Cállate, bola de pelos —me quejé haciéndolo reír— ¿Acaso no la ves? Marinette es perfecta. Un día vamos a casarnos y tendremos dos... ¡No! Tres hijos, Emma, Louis y Hugo. También tendremos una casa y un perro... no, un gato... ¡Un hámster! ¿No te gustan los hámsters, Plagg?
Plagg traía la boca abierta.
—Oye, bajale dos a tu intensidad. No puedo creer que te guste. Medicate.
—¿Porqué no habría de hacerlo? Es una chica agradable. Tuvimos una grata conversación anoche, tú lo viste.
—No. Ella tuvo una grata conversación con Chat Noir, no con Adrien Agreste —corrigió.
—Es prácticamente lo mismo.
—No lo es. Si va a quererte, tiene que querer a tu verdadero ser, no a tu álter ego.
Suspire.
—Pero ¿Qué quieres que haga, amiguito? —hice una mueca— no puedo ni decir una sola palabra coherente cuando está ella, empiezo a balbucear como un estúpido.
—Pues cambia eso.
—Oye, no es tan fácil. Debo trabajar en ello.
—Entonces éste es tu momento porque allá está la chica de coletas con su amiga la entrometida pelirroja.
Plagg volvió a esconderse en mi bolsillo. Sentí como si mi cuerpo se helara y que mi mente quedara completamente en blanco. Me alarmé. ¿Qué iba a decirle? ¿Debía acercarme a ella? ¿Le invito un helado?
—Te están mirando, estúpido. ¡Saludalas! —me regañó Plagg. Agite mi mano de un lado a otro en dirección ellas y traté de dar mi mejor sonrisa. La pelirroja me saludó de vuelta pero Marinette simplemente se rehusó a devolverme el saludo— okay, basta. Es suficiente.
Bajé la mano rápidamente.
Marinette estuvo por decirle algo a su amiga pero el grito de la niña que las acompañaba la hizo sobresaltar. Quería que le comprara un globo de Mirelle.
—¡Pero bueno, vale! ¿Me ves cara de banco o qué? —le gritó.
—¡Eres una tacaña!
—¡Me sabe!
Alya trató de hacer que ambas dejaran de gritarse porque estaban en público. Su frustración en cierto punto me causaba gracia.
—Muy bien, niño Agreste. Volvamos al trabajo —anunció el fotógrafo listo con otra cámara.
Solté un quejido.
—¡Oh, vamos! ¿No has tomado muchas fotos por hoy?
—Por supuesto que no. Ahora regrese a la posición inicial y haga como si mamá trajo otro plato de espagueti.
Ya aburrido de las fotos, regresé a hacer lo que me pidió. Estaba fastidiado, moría por salir a divertirme un poco sin que mi estúpido guardaespaldas me estuviera siguiendo el paso.
Y sólo conocía una forma.
Solté un bostezo mientras restregaba mis ojos.
—¡Oh, no! Ése niño ha comido demasiado espagueti —se quejó el fotógrafo— esto se está volviendo tedioso, aburrido. Necesitamos... ¡Una chica! Pero, ¿Dónde encontraré una en tan poco tiempo?
Entonces se me prendió el foco.
—Oye, Pierre —silbé llamando su atención— te tengo a la chica indicada. ¿Ves a aquella de allá? ¿La de coletas azules?
Pierre giró en su eje y examinó unos segundos el lugar hasta que su vista cayó en Maninette.
—¡Es perfecta! —exclamó— en un segundo estoy de regreso.
Pierre fue en seguida a hablar con Marinette.
Plagg salió de mi bolsillo.
—A eso le llamo ser habilidoso.
Solté una pequeña risa.
—Ahora hay que esperar a que acepte.
—Menuda mierda, tendrán que buscar a otra.
Frunci el ceño.
—Oye, ¿No estás algo chico para decir palabrotas?
Me miró con ironía.
—¿Y tú no estás muy grande como para no saber acercarte a una chica y hablarle sin parecer un idiota?
Lo fulminé con la mirada.
—Jodete, Plagg.
Marinette
—Ya va, déjame ver si entiendo —le dije al marihuanero fotógrafo ése— ¿Vos querei que yo, o sea YO, modele para una sesión fotográfica?
—Así es, señorita —el pana asintió— con el señor Adrien Agr...
—¡No, valeee! —chasqueé mi lengua— Deja esa vaina asi entonces, me quitaste las ganas pues.
El fotógrafo frunció el ceño y Alya en seguida se apresuró a aclararle.
—Marinette y Adrien no se llevan muy... —hizo una mueca—... bien que digamos.
—Pues, no pareció hace un par de minutos porque el mismo joven Agreste me pidió que tú fueras quien lo acompañara.
Le miré la cara a Alya.
Veeeeeerga.
¿Y ahora qué se traerá la chusma ésta entre manos?
—Pues dígale al joven Agreste que vaya a lavarse ese... —Alya me tapó la boca.
Le sonrió apenadamente al chamo.
—Denos un minuto para pensarlo, ¿Si? —y sin esperar respuesta, me arrastró con ella y Manon cerca del carrusel— ¿Si sabes que si no haces esto, te asesino, verdad?
Me quité su mano de mis labios.
—¿Te picó el culo o eres chavista? No voy a modelar con él.
—Marinette, ¡Es una gran oportunidad para ti! ¿Qué no lo ves? —se tocó la cien— su padre es el diseñador más reconocido en todo París y tú eres una diseñadora principiante, quizás él podría...
—No —la frené— Si Gabriel Agreste verá mis diseños quiero que le gusten por mi, no por influencia de su hijo, Alya.
—Marinette, él parece ser buen chico y dijiste que se disculpó por lo del chicle aquella vez, ¿Cuál es el problema entre ustedes?
—¡No sé! —me excusé ridículamente— simplemente no me cae bien, tiene una carita de tira la piedra y esconde la mano. Yo conozco a los de su tipo.
Manon se metió.
—Pues si tú no lo quieres, yo si —miró a Adrien tomando agua aún sentado en la fuente— ¿Qué son nueve años de diferencia?
Y la carajita ya iba manda' a chancear con Adrien pero Alya la agarró del brazo antes de que se fuera.
—Ah, ah, ah —la detuvo— nadie coqueteará con él, ¿Entendido?
Manon gruñó por lo bajo cruzandose de brazos.
—Bien.
—Que eso no te detenga —murmuró Alya hacia mi entre dientes. Rodé los ojos— ¿Qué harás? ¿Quieres esto?
Miré hacia el pana que estaba revisando las cámaras, la corotera para las fotos y a Adrien revisando su teléfono. Luego miré a Alya.
—No te lo voy a negar, me encantaría....
—¿Pero...? —Me encogi de hombros sin responder cuando ambas sabíamos que lo único que me detenía era mi apatía hacia Adrien. Alya bufó sonoramente— míralo de éste modo: saldrás en una revista de Gabriels, ¿No sería ése un gran avance para ti? Ayudame a ayudarte, Marinette.
—Deberías aceptar —Manon me miró— o... no, mejor olvidalo. Eres tan inútil que no sabrías como hacer una buena sesión.
Miré indignadamente a la carajita e' la verga esa.
—Te estás ganando una guindá e' greñas, Manon Chamack.
—¿Y quién me la dará? ¿Tú? —se burló— ni siquiera puedes hacer lo que quieres sólo por poner primero tu orgullo. Eres tan patéti...
—¡Está bien! —grité harta— voy a hacer la mardita sesión de fotos, pues.
Me fui ostinada dando grandes pasos hacia la fuente. Manon miró a Alya.
—Y es así como consigues que los estúpidos hagan lo que quieras —concluyó con orgullo. Alya soltó una carcajada.
Me detuve en seco ostinada y estuve a punto de devolverme para formarle peo a la carajita esa pero caí en cuenta que me había manipulado tan pero tan fácilmente que decidí seguir mi camino con la poca dignidad que me quedaba.
—¡Vaya! —Tikki se asomó por mi bolso— a eso le llamo astucia.
La fulminé con la mirada.
—Mamate un webo vos también, ladilla.
Tikki soltó una carcajada volviéndose a esconder en mi bolso.
—¿Qué ha decidido, señorita? —preguntó el chamo al verme frente a él.
Me encogi de hombros.
—¿Por dónde empezamos?
El fotógrafo soltó una exclamación de alegría.
—¡Magnífico! Ve a sentarte junto al niño Agreste y ponte lo más cómoda que puedas, en un segundo empezaremos.
Asenti.
Di media vuelta y justo cuando estaba a punto de caminar hacia Adrien, el grito de mi comadre y la carajita er diablo me alarmó.
Giré mi vista hacia donde se suponía que las había dejado y para mi sorpresa estaban atrapadas en el carrusel bajo un enorme domo de hielo mientras una gafa con una sombrilla estaba cagada de la risa volando por los alrededores.
—Coño e' la pepa... —murmuré viéndola.
La loca esa empezó a congelar a todo el mundo mientras volaba por todo el parque. El fotógrafo había picado caucho de ahí y no habían rastros de Adrien. Miré a mi alrededor cerciorandome de que nadie podía verme antes de escoderme tras un cuji... digo, arbusto.
Tikki salió de mi bolso.
—¿Lista para meter una rumba e' carajazos? —le pregunté.
Ella me devolvió la sonrisa cómplice.
—Sólo di las palabras.
—¡Tikii, Motas!
Luego de traer puesto mí supertraje, fui a ver si Alya y Manon estaban bien y si no se habían hecho daño.
—¡Ladybug! —exclamó Manon.
—¿Qué verga e...? Es decir —aclaré mi garganta— ¿Se encuentran bien? ¿No les ha hecho nada?
—Si, Ladybug. Estamos bien —respondió Alya— lástima que no tendré la primicia por estar encerrada aquí.
—Descuida, ya habrá otra ocasión —le sonreí— tú cuida de la pequeña, Chat Noir y yo nos encargaremos de la villana.
Alya asintió, estuve a punto de darme media vuelta y largarme cuando Manon me detuvo.
—Oye, Ladybug —llamó.
—¿Qué?
—¿Has visto a Marinette?
La miré con ambas cejas levantadas estilo Baia baia, malvada cucarachona se nos puso sentimental.
Yo no soy seria, nawebona.
—¿De parte de quién?
—De parte de mi —vaciló entre decirme o no— es que puede que haya una ligera posibilidad de que... bueno... no sea tan buena con ella, pero eso no quiere decir que no me agrade, aunque no me agrada —carajita pajua— pero en su habitación tengo mi bolso y ella tiene la llave.
—Marinette está en un lugar a salvo, Manon. No te preocupes tanto, verga.
Manon frunció el ceño
—¿Cómo sabes mi nombre?
COÑOE
LAMADRE
Rápido, Boca abierta. Piensa en una labia para meterle a la carajita ésta.
—Es que... es que... —aclaré mi garganta— ¡Marinette me lo dijo!
Ella frunció el ceño, again.
—¿Y como porqué te lo dijo?
—Es que ella es... ella es mi... ¡Amiga! —solté— ¡Si! Es mi amiga.
—¡Asombroso! Yo...
—Quisiera quedarme a seguir charlando pero el deber llama, nena. ¡Adiós!
Carajita pilas, nawebona.
(…)
Adrien
—Oye Elsa, ¿Ana te ha hecho enojar otra vez? —pregunté petulantemente hacia la chica de antifaz oscuro— ¿Qué hizo ahora, la pobre?
Ella me dio una furiosa mirada y segundos después disparó un rayo de hielo que esquivé ágilmente.
—¡Hey! —me quejé— eso ha sido completamente grosero.
—Escucha, Gatito. ¿Porqué no te vas a arañar una vara y me dejas apoderarme del mundo? —levantó irónicamente una ceja.
—Me temo que no soy de esa clase de gatos mimados, Ma Cherie —jugué con mi cola mientras rondaba bajo la sombra que dejaba su silueta flotante— soy más del tipo... salvaje. Ahora, porqué mejor no actuas como una buena niña, dejas de aturdir a los ciudadanos de Paris y consigues un puesto con André el heladero, serías una excelente maquina de hielo para él.
Le hice un guiño lo cual provocó que se enojara aún más y volviera a disparar otro rayo que ésta vez, desgraciadamente no pude esquivar y terminé volando por los aires hasta aterrizar en una fuerte caída a unos seis metros de ella.
—Pensé que los gatos aterrizaban de pie —Ladybug apareció en mi campo de visión con una sonrisa coqueta mientras me extendía su mano.
La acepté.
—Y yo pensé que un traje de cuero no causaría problemas térmicos... —rodé los ojos— … hasta que a ésta se le ocurrió aparecer bajo el sol tan intenso de ésta mañana.
Ladybug rió un poco.
—Vos hablais como un experto pero se nota que no te habeis calado las pepas de sol de Maracaibo, eso es otro level.
Sacudi mi traje y saqué mi bastón de su incrustación en mi cinturón.
—¿Mara... Qué?
Ella rodó los ojos para si misma e hizo un gesto restandole importancia al asunto.
—Ya habrá tiempo de hablar, papito mi rey —me hizo un guiño el cual fue el causante de un vergonzoso sonrojo en mis mejillas, eso y su apodo— ahora echa el beta, ¿Quién es la bicha esa? Los zamuros europeos son de otro level, ira' esa vaina, hasta hielo echa.
—Yo... bueno... caminaba por ahí y vi a los peatones correr lejos de aquí. Al parecer la princesita helada tiene como poder el control del clima —le conté mi deducción— ¿Qué sugieres?
—Que no vuelvas a llamarla princesita.
Frunci el ceño de forma divertida.
—¿Porqué?
—Porque a la única que deberías llamar así y ni por el coño lo haces, es a mi, papito mi rey —volvió a hacer ese guiño y gracias a él, volví a sonrojarme— mira, hasta rojito te me pusiste.
—Ya para de hacer eso —pedí avergonzado— ¿Qué sugieres para atraparla? El Akuma debe estar poseyendo la sombrilla en sus manos.
Ladybug dejó de mirarme para observar a la villana. Ya no estaba.
Oh oh.
—Por los momentos: aislarla hacia un lugar poco habitado, no queremos que ningún parisino salga herido, ya después nos encargaremos del Zamuro.
—Akuma.
—Esa misma vaina —sacó su yoyo para empezar a engancharse de postes, balancearse y así poder movilizarse de manera más rápida.
Expandi mi bastón y traté de seguirle el paso entre saltos hacia el centro de la ciudad. Habían varios autos volcados y personas corriendo lejos de la calle principal. Busqué la mirada de Ladybug y con un movimiento de cabeza le sugerí que fueramos por ahí. En efecto, ahí estaba la villana.
—¡Coño, Elsa! ¿Ahora porqué te me arrechaste? ¿Ana no quiere poner al macho a que lave los corotos del castillo? —le gritó Ladybug haciendo que la chica parara de reír.
—¿En serio? ¿Qué no tienen otra puta referencia? Patéticos —ironizó— ¡Mi nombre es Stormy Weathers y soy la única chica del clima que puede tener todo el jodido París!
Chica del clima...
Chica del clima...
¿De dónde me suena eso?
—¡Ah...! ¡Ya sé quién eres tú! —exclamó Ladybug— coño mami, ¿De pana tienes que hacer toda esta vaina porque no ganaste la vaina esa en televisión? Yo sé que pasar pena en televisión no es lo best pero nawebona, ni Miss Colombia en el Miss Universo 2015 pues, y esa pasó más pena que tú después de que le quitaron el ramo de flores y la corona diciendo que era un error y que la que había ganado había sido Miss Filipinas.
—¡Yo debí haber ganado ése concurso, no Mirelle! —gruñó.
—Peo mio no es —la interrumpió Ladybug— si quieren caerse a coñazo háganlo como la gente normal y civilizada: en la plaza o en un estacionamiento. No porque tú tengas un pique con esa caraja, los demás tienen que pagar también, arrecha tú —bufó ordinariamente— ahora tienes dos opciones: rendirte de forma panita o dar batalla, pero eso si, te voy es a explotar a punta de coñazos y Yoyazos si te llego a agarrar, oyó.
La miré impresionado.
Mierrrda.
Stormy Weathers la miró de pies a cabeza y en un rápido movimiento, la mandó a volar por los aires con una ráfaga de viento proveniente de su sombrilla.
—¡Ladybug! —fui en su ayuda. Le extendi mi mano y tiré de ella hacia mí— ¿Te encuentras bien?
—¿Si digo que no aún me agarraras de esa forma tan vos sabei? —levantó las cejas de manera coqueta— porque me pones en una situación arrechamente difícil.
Si, está bien.
Reí un poco.
—Ya deja de jugar, hay que derrotarla.
—Okay, okay —salió de mi agarre— pero esto no va a quedarse así.
La batalla con Stormy Weathers se había extendido hacia la torre de televisión. Ladybug y yo tratamos de llevarla hacia la azotea con la intención de alejarla de los parisinos que habitaban el edificio y Mirelle quien era su flanco principal. Logramos distraerla y la mantuvimos fuera. Ella atacaba con ráfagas descomunales de viento y nosotros haciamos lo que podíamos pero la verdad, el cuerpo ya estaba empezando a dolerme por tantas veces que había aterrizado contra el muro de concreto.
—¡Ya me arreché, nojoda! —se quejó Ladybug— ¡Lucky Charm! —lanzó su yoyo al aire y segundos después en sus manos cayó una toalla— ñuesumadre nOJODAAAA, ¡¿Y Qué coño se supone que voy a hacer yo con la vaina esta?! ¡¿Limpiarme el culo e izarlo como una bandera en señal de rendimiento o qué?!
—Relájate Ladybug —puse mi mano en su hombro— mejor concentrate, hay que ver cómo diablos le quitaremos la jodida sombrilla, no va a bajar de los aires. No es estúpida.
Ladybug gruñó.
—La maldita se salvó de que aquí arriba no hay piedras porque cuando me hacen arrechar tengo la punteria der diablo —bufó. Miró a su alrededor en busca de una idea y noté que se fijó en la toalla en sus manos, el ducto de ventilación, en mi y luego en la chica— Chat, tengo una idea. Distraela y cuando te avise necesitaré de tu Cataclismo, ¿Entendido?
Asenti y en seguida fui a acatar sus órdenes.
Marinette
Gatubelo picioso empezó a correr por los alrededores esquivando los disparos de la trimardita aquella mientras yo iba a ejecutar la parte de mi plan. Me escabulli de Stormy y logré subir a un ducto mientras acomodaba la toalla de la forma que queria.
—¡Ahora, Chat Noir! —grité hacia él.
—¡Cataclismo! —activó su poder y después pegó la mano en el piso detruyendo esa vaina con grietas provocando como una especie de cismo.
Corri luego de tomar algo de vuelo y enganché mi yoyo en el tobillo de Stormy provocando que del sobresalto, soltara la sombrilla. La solté rápidamente y salté para atrapar la sombrilla justo a tiempo antes de abrir la toalla a modo de paracaídas.
La rompí en dos y el... el vergo ése salió volando.
—¡Espérate coñoetumadre que más marvada que yo, nadie! —impedi que se escapara atrapandola con mi yoyo para después liberarla ya purificada, luego tomé la toalla en mis manos— ¡Ladybug es senda lacra, yayayayajuuu!
Lancé la verga esa al cielo en forma de victoria y millones de catarinas aparecieron volando a nuestro alrededor arreglando todo el desastre causado.
La chama catira que se había convertido en Stormy Weathers regresó a la normalidad. Chat Noir se acercó a mi con una preciosa sonrisa y extendió su puño.
—¡Ganamos! —exclamamos.
—Que divertido grito de victoria. ¿Cómo se te ocurrió?
—Pues yo... —los beeps de mis zarcillos me interrumpieron— digamos que, de donde vengo ése grito de victoria no es nada peculiar. Ya tengo que irme, ¿Un besito para la buena suerte?
A pesar del sonrojo de sus mejillas cuando hice piquitos, no le impidió reir un poco.
—No la necesitas, créeme —me sonrió dulcemente.
Le devolví la sonrisa antes de sacar mi yoyo y lanzarlo hacia un edificio.
—Ladybug, fuera.
(…)
Aquella mañana regresé a la fuente y para mi suerte (que casi nunca tengo, cabe destacar) el fotógrafo estaba esperándome con su corotera y Adrien. El bicho loco ése nos pidió a Adrien y a mi hacer cosas de cuadres y yo me habia rehusado antes de que me dieran 100£ razones £uropeas para mirar a Adrien de esa forma. Lo más arrecho no fue que acepté, sino que como Manon llevaba ladillando a larga distancia, el fotógrafo notó su presencia y quedó aún más maravillado que conmigo y, al final de la mañana, la carajita e' la verga se terminó tomando las fotos con Adrien y se quedó con mis 100£.
Carajita marvada.
—¡Marinette! ¡La señora Chamack está subiendo! —me avisó Colette.
—¡Está bien! —le regresé el grito— ¿Y bien?
Manon levantó los hombros en forma de pregunta hacia alya y yo.
—¿Y bien qué?
—Marinette te ha preguntado si te gustó pasar la mañana con ella.
Manon me miró. Estaba expectante. Nadia había dicho que podría volver a requerirme si necesitaba que alguien cuidara a Manon y que la paga seria muy buena. Necesitaba plata para mandarle algo a mami a ver si se compraba alguito allá en Jumanji... digo,Venezuela
—Sinceramente... hubiera preferido que me cuidara Nana, tiene más carisma que tú y según mamá no habla desde que tuvieron que hacerle una operación en las cuerdas vocales cuando yo nací.
Nawebona. ¿Ven cómo es ella?
—¿Sabei una vaina, Manon? Podes irte bien largo al co....
—¡Manon, mamá ha llegado! —Nadia apareció por la buhardilla.
—…conjunto residencial donde vives con tu mamá, espero vuelvas a visitarme —si, ajá.
—¡Mami! —Manon corrió hacia Nadia extendiendo sus brazos para ser cargada.
—¿Qué hicieron hoy? ¿Te ha gustado quedarte con Marinette?
Alya y yo apretamos el culo a la espera de la respuesta de la carajita.
La carajita nos dio una mirada de autosuficiencia. Nawebona, es que sólo le falta decir Modo Vistima, activado.
—¡Ha sido la mejor mañana del mundo! —¿Cómo es la vaina?— Marinette me ha llevado al parque, comimos galletas, me compró un globo de Mirelle y pude hacer una sesión de fotos con Adrien Agreste, ¡Fue asombroso!
Le miré la cara a Alya.
Nadia sonrió satisfecha ante las palabras de su hija.
—Me alegra escucharlo, entonces ¿Eso quiere decir que no te importará que Marinette sea tu niñera permanente?
La carajita me miró, yo la miré, Alya nos miró.
—Bueno Nadia, yo... —empecé a decir jurando que la carajita me iba a echar paja.
—¡Absolutamente si! —exclamó guindandose del cuello de la pure— ya quiero volver mañana a casa de Marinette.
Ésta carajita se merece un Oscar, a la verga.
—¿Qué hay de ti, Marinette? —Nadia se dirigió hacia mí— ¿Puedo requerir frecuentemente de tus servicios de niñera?
Le sonreí amablemente.
—Claro, valeee. Cuando quieras —dije— Manon es un angelito.
Der diablo.
—Entonces asi quedamos —sonrió y tomó el bolso de Manon— te escribiré luego para acordar un precio justo de tus servicios, ¿Estás de acuerdo?
—Si, yo estoy pendiente.
—Bien, hora de irnos. Despidete, Manon.
—Adiós, Marinette. Adiós, Alya.
Luego de despedirse, esas dos bajaron de mi cuarto dejándome a solas con Alya.
—Yo un dia de estos voy a venir volviéndome loca, te acordaras de mí, Alya Césaire.
Alya se echó a reír.
—Sólo le gusta tomarte el pelo, es una niña.
—Y bien astuta que es la coñita.
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