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¿Kwami?

Marinette

Entré a mi cuarto reventada del cansancio después de la tarde que tuve con la gente aquella. Me la pasé burda de lo fino con los muchachos patinando, el Nino de verga no escoñetaba los lentes de las veces en las que se caía y Alix, Alya y yo nos pusimos a hacer picas dándole tres vueltas a la senda fuente que tenía el Ayuntamiento, nawebona de larga era la vaina ésa, yo me estaba muriendo en la mitad de la segunda vuelta y Alix de lo más relax porque según ella eso no es nada a comparación con sus entrenamientos de patinaje.

Que molleja.

Me di un baño y después de ponerme la pijama, subí a mi cama y empecé a sacar los corotos del bolso para hacer la tarea pero algo cayó de él llamando mi atención.

Tomé la cajita oscura en forma de octagono en mis manos.

—Ésta vaina no es mía —murmure examinandola.

Tenía detalles en rojo y diminutos símbolos chinos, parecía antigua. Abrí esa vaina porque ajá, para entrepita yo pues.

De pronto una pequeña luz salió de ella cegandome un par de segundos antes de que una diminuta criatura roja que apareció, abriera sus ojos.

—Hola, Marinette.

Pegué fue el grito más arrecho de mi vida oyó. Y eso que yo me vacile el concierto de los Jonas Brothers cuando fueron al poliedro.

De paso la vaina esa sabía mi nombre.

—¡Ave María purisima! —le lancé un cuaderno— ¡¿Qué clase de brujería de Chávez eres tú?! —le lancé el estuche de maquillaje— ¡TÚ DEBES SER UNA CUCARACHA EUROPEA! —la bicha de paso empezó a volar. Pegué otro grito— ¡COÑOESUMADRE, TAMBIÉN VUELAS!

—Hey, tranquilizate —trató de decirme mientras esquivaba todo lo que le lanzaba.

—¡¿QUÉ VAINA ERES TÚ?! ¡¿CÓMO SABES MI NOMBRE?! —cuestioné alejandome de ella y de verga no rodé por las escaleras de mi cama.

La cosita voladora soltó un suspiro.

(…)

—A ver, déjame ver si entendí —tranqué a la cosita— te llamas Tikki y eres una especie de genio mágico.

—No soy un genio mágico, soy un Kwami.

—Ah, un Kwami —dije— ¿Y eso es...?

Rodó los ojos.

—Otorgo los poderes de tu Miraculous.

—Como un genio.

—No soy un genio.

—¿Qué coñoelamadre es un Miraculous?

—Es una joya mágica que te otorga un poder.

—¿Poder? ¿Qué clase de poder? ¿Como los poderes de un genio?

—No, tu Miraculous otorga el poder de la creación. Debes usarlos para el bien común.

—¿Cuál es el Miraculous?

—Son los aretes de la caja, debes ponertelos si quieres que funcionen.

Miré los zarcillos esos.

—He tenido vainas más bonitas pero vamos a ver —me puse uno y después el otro— ¿Ahora qué sigue?

—Para activarlos debes decir Tikki, Motas.

Frunci el ceño.

—¿Y porqué eso? ¿Porqué no otra vaina?

—Porque esas son las palabras mágicas.

—¿Porqué necesitaría palabras mágicas? Dijiste que no eras un genio.

La coquito estaba empezando a perder la paciencia, pobrecita.

—Sólo hazlo.

—Me pregunto qué vaina le habrá echado papi a esos espaguetis porque ando alucinando cosas —murmure mientras me levantaba de la silla. Para no ser interrumpidas nos habíamos ido al balcón— ¡Tikki, Motas!

El mismo destello de hace un rato me recorrió el cuerpo y el rostro suplantando mi pijama por un disfraz de puntos y un antifaz del mismo color.

Miré la ropa que cargaba y entorné la mirada.

—Que molleja, rojo. No pudo ser otro color —ironicé— bien, Tikki. Te creo, ahora ¿Cómo coño me quito esta vaina? —la cosita no apareció— ¿Tikki? —pregunté y no obtuve respuesta— que buena vaina, vale. Ahora tengo que ver como me quito la mierda esta yo sola.

Examine un poco más el traje y noté que sujeto a mi cintura había un Yoyo del mismo color con los cinco lunares negros alusivos a una catarina.

Al parecer mi traje era alusivo a una catarina.

La mariquita entonces.

Me quité el Yoyo de la cintura para jugar con él pero el coso ese tenía una vaina que ninguno de mis viejos Yoyos tenían. La cabulla der diablo porque apenas tomé impulso para jugar con él, esa mierda se estiró y se estiró hasta que se perdió en un tejado de la otra cuadra.

Tiré ligeramente del cordón y noté que a parte de que se había ido para el coñoesumadre, estaba enredado con alguna vaina.

Yo como siempre cagandola vale.

Tiré una vez más, ésta vez más fuerte del cordón pero aquí las cosas cambiaron porque esa mierda se contrajo y me arrastró consigo hasta donde se encontraba la otra parte del Yoyo haciéndome volar por los aires.

Terminé en el otro tejado y con el Yoyo completo en mis manos.

Lo miré.

—¡Nawebona, soy es yo pues! —chillé— La Peter Parker, La Spider-Man entonces —empecé a saltar de la emoción— no si, me encantó. Ahora a ver como coño me regreso a Venezuela con esta vaina. Maduro, empieza a temblar, mmaguevo.

(…)

—Tienes unas enormes ojeras, ¿Lo sabías?

Miré mal a Tikki luego de cerrar la puerta del apartamento.

—Eso se debe a que estuve toda la noche tratando de averiguar cómo quitarme el mmaguevo traje porque Alguien no pudo explicarmelo —Tikki soltó una risita— si si, ríete de mí, vale.

—Sólo bromeo, no luces tan mal.

Aquella mañana había despertado después de dormir los diez minutos de descanso que me quedaban antes de empezar la escuela. El traje ya no formaba parte de mi cuerpo y Tikki había regresado, me había explicado que al transformarme la energía de los zarcillos der diablo esos la absorbian y alguna otra vaina más que me explicó acerca de un Lucky Charm pero no le estaba parando mucha bola porque me estaba durmiendo en el baño. Papi me había hecho unos cachitos que no jugaban carrito de desayunar pero no pude sentarme a comer porque ya iba arrechamente retrasada.

—Recuerda que la identidad de Ladybug debe permanecer en secreto o podría ser peligroso.

—¿Porqué? Nadie le para bola si Tony Stark es Iron Man ¿Porqué yo no puedo decir que yo soy Leidibo?

—LadyBug —me corrigió— escucha, por los momentos debe permanecer en el anonimato porque hay un sujeto que está buscando la caja de los Miraculous, especialmente los aretes de LadyBug y el anillo de Chat Noir.

—Ajá, ¿Y si los consigue qué con eso?

—Marinette, ambas joyas pueden usarse para un solo deseo del universo.

Veeerga.

—¿De pana? ¿Cualquier cosa? —Tikki asintió— ¿Como hacer que un país vuelva a ser lo que era antes?

Tikki hizo una mueca.

—El único problema con los deseos del universo es que para él todo tiene que tener un balance. Por ejemplo: tú puedes desear la recuperación de un país pero en algún otro lado del mundo un país podría estar empezando a decaer. Tú y Chat Noir deben ser cuidadosos con las joyas mágicas, ¿Okay?

—¿Chat quién?

—Chat Noir, tu compañero.

Pelé los ojos.

—Olovorgo, ¿Así tipo Batman y Robbin? —Tikki asintió— no si, me encantó. ¿Quién es?

—Aún no lo sé. Espero que el maestro ya le haya dado su Miraculous.

Crucé la calle mientras seguía hablando con Tikki. Parecía la propia loca e' carretera hablando sola porque Tikki estaba revoloteando a mi alrededor.

—Ajá, ¿De quién me dijiste que debíamos proteger las vainas éstas?

—Hawk Moth, el portador del Miraculous de la mariposa. Su poder es darle poder a otros por medio del control de sus emociones negativas. Juega con su mente con el único fin de conseguir las joyas mágicas.

—¿Me estás diciendo que debo proteger a la ciudad de un mariposón marvado?

Tikki rió.

—Técnicamente... si.

Suspire pesadamente.

—Nadie me manda a quejarme de que nunca hago algo por la patria.

Al entrar a la escuela Tikki se escondió en mi bolsito para que nadie pudiera verla. No reconocí ninguna cara en el patio de los de mi salón así que supuse que ya habían entrado. Pegué fue la carrera y después de darle la vuelta a toda esa vaina y por fin recordar cuál era el salón, entré.

Miss Bustier aún no había llegado pero aquello no era lo que había llamado mi atención al principio.

Sino a Sabrina y Chloe ocupar nuestros asientos.

—¿Qué coño hacen en nuestros asientos? —llegué y me puse al lado de Alya.

—Pierdete, Dupain —Bostezó la mardita— Adrien no tardará en llegar y necesito estar perfecta.

Justo cuando estuve a punto de mandarla a mamarse un cerro de webo, Alya me interrumpió.

—¿Adrien? ¿Quién es Adrien?

La pregunta de mi amiga como que indignó a la catira porque bajó las piernas del escritorio para mirarnos.

—¿No saben quién es Adrien Agreste? —repitió antes de arrancarle la revista que Sabrina llevaba rato leyendo— observa.

Nawebona e' bello era el carajito.

Como que era modelo porque de lo único que había en la revista era de él.

—Empezará clases hoy y ése es su asiento —señaló el puesto del escritorio frente a ella— así que si no les importa, ¡Largo!

—¡A mí no me estés hablando así, coñoetuma...!

—Buenos días, clase —Miss Bustier llegó con una radiante sonrisa— Marinette, Alya. Tomen asiento por favor.

Alya me llevó arrastrada a la otra hilera de escritorios y nos sentamos en primera fila antes de que Miss Bustier empezara con la clase de matemáticas.

—Cambia esa cara, amiga —pidió Alya— no le des el gusto de verte molesta.

—Coño marica, pero esa desgraciada se está buscando todos los números de la rifa e' coñazos que estoy ofreciendo —rodé los ojos.

—Sólo ignorala —hizo un ademán restandole importancia y luego se acercó para susurrarme algo— ¿Ya viste quién te está mirando? Está justo al final pero mira disimuladamente.

Giré la cabeza como un búho.

—¿Dónde? —Alya se hizo un face palm— ¿Qué?

—Olvidalo.

(…)

—Epa, ¿Porqué Iván no quiso venir a comer con nosotros? —le pregunté a Alix camino al salón, la hora de la comida había acabado.

—Kim lo hizo enfadar otra vez —rodó los ojos— ya es la tercera vez en la semana.

—A verga, ¿Y porqué Iván no le mete sus coñazos para que deje la vaina?

—Vuelvo a decirlo, me agrada ésta chica —anunció Alix.

Rose hizo una mueca.

—A Iván no le gusta mucho la violencia. Además eso no haría más que darle importancia al asunto y seguro Kim se aprovecharía de eso.

—Hablen claro y sin rodeos porque de pana que no las entiendo.

Alya tomó mi brazo para caminar más rápido alejándonos del grupo.

—A Iván le gusta Mylene pero es demasiado tímido para decírselo y Kim no para de molestarlo con eso, ¿Ahora entiendes? —asenti— bien, porque Mylene no tiene porqué enter... ¿Qué hace?

Dirigí mi mirada hacia donde se supone que Alya estaba mirando con el ceño fruncido y lo que vi, admito que me dio arrechera.

Un catire estaba de rodillas frente a, específicamente mi asiento, pegando un chicle.

Obstinada caminé con Alya hacia él y lo levanté de las greñas.

—¡Auch! ¡Auch! —se quejó— ¿Qué diablos haces? ¡Sueltame!

Lo solté bruscamente.

—No, ¿Porqué coño e' la madre le estás pegando un chicle a mi asiento? —gruñi— ¿Es que acaso nunca te han mandado a robar?

—¿De qué hablas? Yo sólo estaba...

—Eres el amiguito de Chloe —lo examine con la mirada— ¿Te ha mandado ella, verdad?

El catire frunció el ceño al escuchar la mención de la otra catira pero me valió verga.

—Soy amigo de Chloe, pero yo sólo estaba...

—Mejor lárgate de aquí antes de que te caiga a coñazos, mmaguevo —lo aparté para ver si podía quitar el chicle. Nada mrc— bien bello, pues. Alya, pásame una servilleta por favor.

—Yo sólo quería ayudar... —murmuró bajando la mirada.

Lo miré mal.

—Ya hiciste suficiente. Lárgate.

El catire aún con la mirada baja fue a ocupar uno de los asientos de la otra hilera. Luego de que Alya me pasara la servilleta se la puse encima al chicle porque de pana que no pude despegarlo. Me senté casi con el culo en la orilla de la silla y Alya se sentó a mi lado mientras buscaba algo en su tablet.

—Aquí está —dijo al encontrar lo que estaba buscando— Mira Marinette.

—¿Qué verga es? —pregunté acercándome a su sitio.

Estaba metida en Wikipedia, y no sólo eso, le estaba entrepiteando la vida al catire.

—Es él, Chloe tenía razón.

Frunci el ceño y de verga no dejé la mandibula en el suelo cuando vi una foto que hasta yo moriría por tomarme junto a tal leyenda.

Le arranqué la tablet a Alya de la mano.

—¡No puede ser! —exclame— ya veo de dónde se me hacía tan conocido. El boca abierta ese es hijo de mi diseñador de modas favorito, Gabriel Agreste.

—¿Niño de papi? ¿Supermodelo adolescente? —Alya levantó una ceja— ah ah, amiga. Olvidalo.

—Coño vale, lo que faltaba —rodé los ojos— otro enchufao más. Que ladilla, vale.

Alya lo miró desde nuestro escritorio y empezó a detallarlo.

—¿Sabes? Se ve algo inofensivo —Frunci el ceño y volteé a verlo inmediatamente— oye, ¿De casualidad sabes de la existencia de algo que se llama Disímular?

No le paré bola y examine al catire tal cual lo había hecho ella. El chamo al parecer no estaba muy contento en su asiento, estaba cruzado de brazos y su mirada triste estaba perdida. Nawebona, hasta cosita me dio pues pero ajá, ése mmaguevo me quiso poner un chicle en el asiento, es una bruja igual.

Miss Bustier estaba inspiradisima echandonos el cuento de la segunda guerra mundial a la hora de historia cuando todos pudimos sentir el piso vibrar.

Vacieee mrc.

Por allá viene el Daddy Yankee.

Terremoto, ¡Terremoto!

Terremoto, ¡Terremoto!

Coño vale, es que ni estando a punto de morirme puedo ser seria.

Las pisadas se hacían más fuertes cada segundo y cuando Miss Bustier apenas había empezado a evacuar a los estudiantes, la pared fue destruida de coñazo. Una mala imitación de La Mole de The Fantastics 4 apareció y habiendo tanta gente ahí, a la única que se llevó fue a Chloe.

JAJAJAJAJAJAJA ni yo soy tan salada en la vida.

Mentira, si soy. Mejor me dejo de burlar porque capaz la mierda esa también me agarre a mi.

Nawebona, esa mardita si gritó y gritó. Hasta lo había acusado con que iba a llamar al alcalde y tal pero la vaina esa de piedra no le paró bolas y empezó a caminar alejándose de la escuela.

—Es hora, Marinette —Tikki me susurró asomándose por mi bolsito bachaquero.

Hice una mueca de fastidio.

—¿De pana? ¿Salvar a Chloe? —ironicé— coño vale, ¿Y si mejor hacemos como que no vimos nada y vamos a jartarnos unos panes con jamón por ahí? —Tikki me miró en forma de reproche. Suspire pesadamente— bien, pero si me hace ostinar la mardita, dejo que se la coma.

Salí del aula junto a todos los demás y fui a encerrarme en un cubículo del baño.

—¿Recuerdas las palabras?

—De bolas —le sonreí— Transformación, ¡Tikki, Motas!

Los zarcillos malandros esos succionaron a Tikki y la luz que se esparció por mi cuerpo se fue luego de aparecer mi super traje y mi antifaz.

—Vayalo que ya llegó la Espaiderman a salvar el dia.

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Admito que la razón por la que empecé a escribir la vaina ésta fue por una arrechera que agarré con uno de los episodios de la serie.

Mardito Thomas Astruc, yo creo que ése es el único hombre que amo que me estrese.

¡Besos! La Yocsy se despide.

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