Desfile
Adrien
—Tómate un vaso de agua con azúcar para que no se te vayan las luces —me aconsejó el Kwami luego de asegurarme que tenía privacidad en mi camerino— luces increíble, no sé qué es lo que te preocupa.
Volví a darme una mirada en el espejo completo. Espero el traje no sea demasiado ostentoso.
—No lo sé, Plagg. Aún no termina de convencerme.
—¿El qué? —levantó una ceja— ¿Eso de que como ya Marinette conoce tu verdadera identidad no tendrás más opción que ajustarte los pantalones y comportarte como todo un hombre?
—Me refería a la corbata —lo mire mal— aún no me convencen los puntos.
Plagg soltó un grito de exasperación.
—¡Reacciona de una maldita vez, gato de mierda! —me abofeteó con su patita diminuta. Lo ridículo del caso es que me dolió— ¡Si sigues con esa jodida timidez, te la van a bajar! Así que será mejor que le enseñes a ése cabeza de tómate quién es el gato que manda en el arenero.
Pestañeé un poco perplejo ante su pequeño arrebato.
—Está bien, está bien —levanté las manos en señal de inocencia— haré lo que pueda, es sólo que su simple presencia hace que mi corazón quiera escaparse de mi pecho.
Plagg soltó un quejido.
—A esa salvaje también la debes domar porque una vez que note que con una sonrisa que te de hace que tiembles como gelatina, sólo será cuestión de tiempo para que te coloque una correa.
—Claro que no —me defendí.
—Por favor, Adrien. Ambos sabemos que tengo razón —se señaló con gracia— ahora si me disculpas, estaré disfrutando de ese delicioso queso que han traído para ti en tu mesa de aperitivos.
Salió volando hacia la mesa de la esquina del camerino. Volví a mirarme al espejo para terminar de acomodarme la corbata pero lo único que estaba haciendo era un vago intento para ahorcarme, aún no he aprendido cómo hacerme el estúpido nudo.
Escuché tres toques a la puerta.
—Adelante —elevé la voz.
Segundos después Nathalie entró y venía con nada más y nada menos que con ella, lucía preciosa de rojo a pesar de la simpleza del vestido y en sus manos traía la misma caja redonda que había llevado al concurso. Sus ojos examinaban el lugar con detenimiento observando los estantes llenos de ropa y los ganchos con prendas que ya habían seleccionado para mí. Sus ojos cayeron sobre los míos.
(…)
Marinette
—Estás hermosa, bebé —me dijo papi después de que estuvimos frente al edificio— igualita a tu papá.
Arrugué la cara.
—Ay si, tú. Buen culito —me burlé.
—Más hermoso que tu mamá si soy, ¿Oiste? —respondió ofendido. Ay vale.
Ve a éste.
—Anda agilizando y te vas a buscar los lugares antes de que se me ocurra alguna vaina para hacerte picar —le pedí.
—Pero yo...
—Vamos, Tom —lo llamó Colette tirando de su mano— hay que darnos prisa, se está llenando el lugar.
Papi la siguió y todos los de mi grupito lo siguieron. Nawebona, es que se había venido TODO el mundo a ver mi vaina: que si la Alix, la Mylene, la Juleka, la Max, la Iván, nojoda, todos los que estudiaban conmigo, esa vaina parecía un plan vacacional.
Alya se acercó a mí y me dio un abrazo en muestra de apoyo.
—Estaremos viéndote desde la primera fila —me recordó— no te vayas a ir de jeta, por favor.
—Ay, mamagueva —rodé los ojos— tú sólo grabame y tomame un coñazo de fotos para presumirselas a mami después.
Alya asintió y se les pegó atrás a los demás para entrar.
Tikki se asomó por mi bolsito.
—¿Estás nerviosa?
La miré con ironía.
—No, vale. Simplemente me muerdo las uñas por diversión.
Hizo una mueca de repulsión.
—Que asco —dijo la muy bicha— sólo trata de respirar pausadamente, todo saldrá bien.
—¿Creei que se me ve gordo el culo con éste vestido? —me miré atrás.
—No puede verse gordo algo que no se tiene.
La fulminé con la mirada.
—Ve, coñoetumadre....
Tikki levantó una ceja.
—¿Vas a quedarte aquí a insultarme o vas a entrar de una jodida vez al edificio?
Suspiré pesadamente.
—Te salvaste —la señalé feamente— ahora escondete, vamos a pasar a la chusma ésta para entrar a esa vaina.
Tikki se escondió en mi bolsito y luego de asegurarme de que la caja del sombrero estaba asegurada y que me veía bien chikiluki, empecé a dirigirme hacia el guardia de la puerta. En ése momento se estacionó TREMENDA limusina en la entrada. El chofer salió corriendo a abrir la puerta y del interior del carrazo ése salió la sapa de Chloe con tremenda pinta.
Se bajó del carro contoneando las caderas a medida que caminaba. Vestía un Channel dorado con abertura en la pierna y unos tacones que nawebona, pareciera que me había venido en chancletas a la verga ésta. Sumándose a su atuendo tenía una boa de piel blanca y un bolso del mismo color. La bicha la daba arrechamente.
Se paró frente a mí y me miró de reojo.
—¿Qué haces aquí, Dupein? —ironizó— ¿Solicitaban servidumbre para limpiar todo al terminar?
—Si fuera así eso explicaría el porqué de tu presencia —levanté una ceja imitando su tonito— no hay mejor coleto que ése al que llamas cabello.
Me miró feo.
—Lindo vestido, aunque, he visto trapos baratos un poco más decentes que ese que traes —se rió— espero que mi Channel original no te baje el autoestima porque ambas sabemos que no puedes comprarlo.
La miré con ironía.
—¿Bajarme el autoestima? —repetí— maldita loca, ¿Cómo puedes bajar algo que ni tú misma logras alcanzar? Sapa.
Me fulminó con la mirada.
—Si no has sido contratada para la limpieza entonces no hay razón por la que estés aquí, Dopein —levantó su barbilla con arrogancia— deberías irte, a lugares como éste sólo se les permite la entrada a personas importantes y con invitación.
—Verga, me cagas —imité su pose de diva— ¿Quieres apostar?
—Absolutamente. Ya quiero ver cómo seguridad te saca a patadas.
La desgraciada me hizo a un lado bruscamente con su brazo para seguir contoneandose hasta la entrada. El guardia la miró.
—Invitación —pidió.
—No necesito invitación, busque mi nombre en la lista de V. I. P.
El man sacó sacó la planilla.
—Nombre —pidió.
—Chloe Bourgeoise —se echó el coleto pa la espalda.
El mastodonte miró la planilla donde tenía la lista de invitados.
—No estás en la lista. Siguiente.
PaSaNdO pEnA pOr PeRrA.
Chloe lo miró feisimo.
—¡¿Cómo que no estoy en la lista?! —levantó la voz— ¡Revisa bien! Mi nombre debería estar por los primeros, soy la novia de Adrien.
Ve a la loca ésta, oila. Ilusa.
El tipo con ladilla volvió a revisar la vaina esa.
—Le repito, señorita Bourgeoise: No está en la lista —le dijo— y si fueras la novia del joven Agreste no necesitarias ni siquiera que te anunciaran porque ya te conoceriamos.
A VERGA.
—¡¿Acaso sabes quién es mi papi?!
El tipo suspiró pesadamente.
—Quienquiera que sea te aseguro que no está en ésta lista, al igual que tú —NOJODAAAAA VEEEE, SAPAAAAA— ahora hazte a un lado, jovencita. Hay personas importantes con invitación que deben pasar.
VERGA, IQUE ESTORBO. IQUE MÁS ATRAVESADA QUE MOJÓN EN CAÑERÍA.
Chloe contuvo el aliento en muestra de indignación. Ésta vez yo me acerqué al guardia.
—Epale, vale. ¿Todo chill? —saludé al tipo.
—Invitación, por favor.
—Estoy en la lista —expliqué— Marinette Dupain González.
El man chequeó la planilla y luego me ofreció una sonrisa.
—Aquí está, invitada especial del señor Agreste y amiga personal del joven Agreste, pase por favor —me pidió mientras quitaba el gancho largo de tela roja— la señorita Nathalie la ha estado esperando.
Le hice una seña apática a Chloe de que se quitara para yo pasar.
—Deberías irte, a lugares como éste sólo se les permite la entrada a personas importantes y con invitación.
Marica, la cara de arrechera que puso esa caraja fue épica, ojalá Alya hubiese estado aquí para grabarla.
—¡¿Porqué demonios a ella si la has dejado pasar?! —le gritó al tipo— ¡No tiene invitación!
—Su nombre está en la lista —de vaina y no le puso la planilla contra la cara pero de que se la acercó arrechamente, lo hizo— Tú por otro lado deberías retirarte.
Sonreí burlonamente. Nojoda, viva la maldad.
—Pero, ¡Debe haber una forma de que me dejen entrar! —exigió.
—La hay —respondió el tipo— la señorita Dupain es invitada V. I. P así que puede entrar con cualquier persona que ella invite —el man me miró— ¿Conoce usted a ésta señorita?
—¡Claro que me conoce! Estudiamos juntas en la escuela —le volvió a gritar.
El chamo aún seguía esperando por mi respuesta.
Me encogi de hombros.
—Chamo, te juro que jamás en mi vida he visto a esa tipa. Cuidao' y no es una loca, ve, hasta anda diciendo que es novia de Adrien, ¡De bolas que está loca! —empecé a echarle cizaña a la vaina porque si no echaba cizaña no era yo— es más, deberían llamar a seguridad para que no vaya a asustar a los demás invitados.
—Tiene razón —LO MÁS ARRECHO ES QUE SI ME HIZO CASO JAJAJAJA.
El carajo usó el radio que tenía enganchado en el hombro para pedir refuerzos y en menos de algunos minutos ya se estaban llevando a Chloe.
—¡Esto es ridículo! —gritó— ¡Totalmente ridículo! —le hice un ademán de despido con los dedos cínicamente al ver cómo se la llevaban— ¡Me las pagarás, Dopien!
—¿Efectivo, transferencia o pago móvil? —me burlé— viva la maldad, nojoda.
Ingresé al edificio. Esa vaina estaba tipo la Met Gala por dentro, nawebona, la decoración, los paparazzi, la alfombra dorada, (Gabriel's utilizaba mucho el dorado), me preguntaron quién diseñó mi ropa, mis zapatos, de vaina y no me revisaron las pantaletas a ver si eran de Victoria' Secret o del Palacio del Blumer.
Pero hablándoles claro, me pararon más bola que a Maluma en la Met Gala.
—Aquí estás. Al fin llegas —me llegó la asistente de Gabriel, la Natasha, la Natalia, la flaca esa— el señor Agreste ya está por llegar y en unos treinta minutos o menos empezaremos con todo. He preparado un camerino para Adrien y para ti. Gabriel me pidió que te diera sólo lo mejor —coño ve, ése es mi Sugar Daddy nojoda— y que te dejara a cargo del vestuario de Adrien ya que necesita ver cómo te desenvuelves para la presentación. Abriremos primero con la colección de trajes de gala, luego continuamos con las camisas y la nueva colección de zapatos, para finalizar cerramos con tu creación y necesito que estés lista para presentarte.
Verga, hola a ti también.
Frunci el ceño.
—¿Gabriel no lo hará?
Negó.
—Para la prensa lo haré yo, ya para el After Party si lo hará él, no le gusta llamar mucho la atención así que para la mansión Agreste donde se realizará la fiesta nadie podrá entrar con dispositivos electrónicos, las fotos están prohibidas y las entrevistas que se darán deberán conformarse con las fotografías ya tomadas aquí —explicó— sigueme.
La Natalia, la Naomi, la... coño, quedemonos en llamarle "la flaca" porque el nombre se me olvida. La flaca de vaina y no me arrastró a unos pasillos ahí dejando atrás la enorme pasarela de luces magenta con el tremendo logo de Gabriel's en todo lo alto hasta llegar a una de las muchas puertas que habían.
La flaca recibió una llamada.
—¿Qué? ¿Qué cojones hace el alcalde Bourgeoise aquí? —gruñó ostinada— ¿Cómo que echaste a su hija? ¿Acaso no sabes lo irritante que puede llegar a ser esa mocosa? —ique comes moco, Chloe, ve— dame... dame un par de segundos, Paul. Dejo a Adrien con su diseñadora y en seguida voy a resolver eso.
Nawara de bonito se escuchó eso: diseñadora de Adrien.
La flaca colgó la llamada y tocó varias veces hasta que dijeron "Pase".
—Adrien, Marinette ya está aquí —le informó la flaca dejándome pasar mientras chequeaba algo en su tablet— necesito que ambos aguarden aquí mientras resuelvo un problema allá afuera.
El catire frunció el ceño.
Eeeeeerga, miamor. Ni George de la selva estrenando taparrabos se veía tan papi como éste catire.
—¿Cuál problema, Nathalie?
Ah, se llama Nathalie. Nathalie, Natalia, es la misma guevoná.
La Nathalie se acarició el puente de su nariz un poco estresada.
—Chloe Bourgeoisé ha hecho venir al alcalde en una de sus rabietas sólo porque no le han permitido el acceso al desfile —respondió.
Adrien se cruzó de brazos.
—No he invitado a Chloe en ésta ocasión, Nathalie —le respondió— así que no entiendo cuál es su escándalo.
Que diver.
—Eso explica porqué el guardia de la entrada intentaba sacarla del brazo —murmuró— ella siempre ha venido a tus desfiles, ¿Porqué éste es la excepción?
—Si vendrá sólo a fastidiarle la existencia a Marinette entonces no tiene nada que hacer aquí.
Yo de boca abierta miré a Adrien.
¿Cómo es la vaina?
—Bourgeoise es la hija de la mentora de tu padre, ustedes se conocen desde niños... —empezó a regañarlo.
—Eso no significa que estoy en la obligación de recibirla a ella y a su muy mal educada actitud —NOJODA VEEEE— si eso es todo, puedes retirarte, Nathalie. Gracias por traer a Marinette.
—Pero, ¿Qué hago con el alcalde?
—Dile que si intenta siquiera clausurar el lugar para impedir que se realice el desfile por la rabieta de Chloe, yo mismo me encargaré que no sólo sea vetada de los desfiles sino que también será vetada de cada tienda Gabriel's que exista.
Nawebona. ¿Y esté se sabía arrechar? Me entero.
Nathalie suspiró.
—Está bien, Adrien. Sólo espero que funcione.
—Si Chloe te causa problemas dile que una palabra más y me prohibirás asistir a cualquiera de sus eventos, eso la mantendrá callada hasta mañana si es posible.
Nathalie asintió y salió sin decir otra palabra.
El catire me miró y su semblante serio cambió por una sonrisa burde cuchi.
—Hola, My Lady.
Le devolví la sonrisa.
—Hola mishu, mishu —le respondí— hasta que por fin te arrechaste. De vaina y no le mandaste a preguntar a Chloe con Nathalie si no entendía tu desprecio.
Yo soy una maldita.
—No es desprecio, es sólo que, bueno —hizo una mueca— aún sigo enojado con ella por haberte hablado de aquella forma y por cientos de otras cosas más que ha hecho, ya ni siquiera la reconozco.
Me acerqué a su peinadora a dejar la caja con el sombrero ahí.
—No le pares bola, chico —le hice un gesto restando importancia— a mí Chloe me resbala como el aceite.
—Me alegra escuchar eso —respondió y luego miró la caja— ¿Me dejas sacar el sombrero?
Asenti. Él tomó la caja y se la puso en las piernas para sacar el sombrero que había diseñado. Frunció el ceño.
—¿Porqué le has quitado la pluma?
Ahora quien frunció el ceño fui yo y le quité rápidamente la caja empezando a alarmarme. Marica, no me digas que yo boté esa vaina en el camino porque me da una vaina.
Ah no, aquí está.
—Ésta vaina se le cayó, ya va —le pedí que me pasara el sombrero para ponerle la pluma— luce un poco diferente porque aquella era una pluma de paloma y ésta es una pluma sintética. Espero Papi Gab... tu papá no lo note.
Adrien tomó el sombrero entre sus manos.
—Diferente o no, a mi aún me sigue pareciendo fantástico —me sonrió ligeramente— ¿Lo ves? —se lo colocó y luego se levantó para empezar a modelarlo un par de veces.
Sonreí al darme cuenta de sus intenciones. Me estaba levantando un poco el ánimo.
—¿Te han dicho que te ves —silbé coquetamente— en ésas chivas?
Adrien se empezó a reír, pude notar cómo sus cachetes se estaban poniendo rojos.
—Que halago tan peculiar, pero, gracias —respondió extendiéndome su mano para que me parara de la silla— ¿Alguna vez te han dicho que... —me empezó a dar una vuelta lentamente con su mano— el rojo es tu color?
Nojoda, yo estoy clara que estaba haciéndome un cumplido pero mi lado marginal me lo estaba asociando con que me decía Chavista.
—Chacho, ve que en Venezuela decirle eso a alguien es como un insulto.
Adrien inmediatamente se sintió apenado al pensar que lo que le estaba diciendo era verdad.
—Lo-l-lo siento, sólo quería que supieras que me pareces preciosa en todos los aspectos —balbuceó— no quise ofenderte.
—Te estaba jodiendo, catire —me reí— pero gracias por el halago.
Adrien rodó los ojos para sí mismo.
—Pajoua —respondió.
—No si, eso es lo único que aprendiste a decir —me crucé de brazos— yo te enseñaré otra cosa.
Adrien levantó una ceja.
—¿Me enseñarás español?
Me encogí de hombros.
—Sólo si tú quieres.
—Claro que quiero —sonrió— enseñame otra palabra, una de esas chistosas de las que tanto dices para referirte a las demás personas.
Pobre niño inocente.
—Mamaguevo. Ahora repitela.
—¿Mamá huevou...?
—Mamá, no. Todo pegado —lo corregí— así, Mamaguevo.
—Mamaguevou.
—Mejor —aplaudí.
—¿Eso qué significa?
—Se le agrega a una oración para referirte a una persona e incluso puedes usarla para un saludo —le expliqué— significa "amigo".
—Que jocoso.
Yo me voy a divertir bastante enseñándole, es la vaina.
—Ahora di El webo mío.
Adrien volvió a fruncir el ceño.
—Esa creo que nunca la había oído de ti. ¿Qué significa?
—Es algo que dices cuando no quieres hacer alguna cosa pero al decirlo no debes negar. Es casi como el sarcasmo.
—Ah, algo así como el webo mio irá al AfterParty.
—¡Nojoda, ve! ¡Así es, catire! —aplaudi— aprendes rápido.
El carajito sonrió emocionado.
Estuve enseñándole como diez palabras más cuando Nathalie entró para avisarnos que ya nos tocaba ir al backstage. Adrien se levantó de su silla pero me fijé en una vaina.
—Mijo, la corbata la tienes hecha un culo —le avisé.
Él rascó su nuca algo avergonzado.
—Ehm... si, soy una mierda haciendo nudos. ¿Podrías por favor ayudarme?
Asenti y caminé hacia él, le agarré la corbata para empezar a hacerle el nudo. Él por otra parte, no dejaba de mirarme callado, ¿Porqué me mira tanto? ¿Tendré un moco en la nariz?
—¿Qué me vez, pues?
—Lo hermosa que luces.
NOJODAAAAAAAAAA, ¿LEYERON ALTA LÍRICA?
—Ayy vale, maricón.
Sonrió burlonamente.
—¿Y ahora ésta vez porqué soy maricón? —dio un paso hacia mí invadiendo mi espacio personal. Ay, papá— ¿Por hacer que te sonrojaras así como lo estás haciendo justo ahora?
Nojoda, maldita piel palida.
—Y yo que pensaba que tu actitud de tímido era para que no te relacionaran con Chat Noir —lo alejé con mi dedo tocándole la punta de la nariz— mira, pues.
—De hecho... es todo lo contrario —confesó— Chat es quien soy realmente. Adrien sólo es... sólo es un disfraz que esconde mi verdadero yo, un disfraz que mi padre se ha esforzado en diseñar con el pasar de los años.
—Conmigo no tienes que aparentar ser alguien que no eres, catire —sonreí ligeramente— Chat, Adrien... sólo eres tú con un maldito antifaz. Nuestra persona le dice a los demás qué somos, pero nuestra personalidad nos hace ser quienes somos y eso es algo que nadie puede cambiar a menos que tú lo permitas.
Sonrió ligeramente.
—No hay duda alguna del porqué me encantas.
Le devolví la sonrisa.
—¿Cuánto tiempo más debo esperar escondido aquí para que te dignes a besarla de una vez? —escuché una voz.
De vaina y no me mié ahí mismo.
—¿Quién coño dijo eso? —pregunté.
Adrien suspiró pesadamente mientras llevaba su mano a su cara.
—Es mi... mascota —dudó.
—¡¿Mascota?! —el pequeño gato salió de su escondite debajo de la mesa de pasapalos y voló hacia la cara de Adrien para formarle su peo— para tú información: una mascota insignificante no puede hacer lo que yo y además ser completamente fabuloso.
Verga, me cagas.
—¿Comerse toda una rodaja de queso en la cena? —preguntó Adrien con ironía.
El Kwami lo miró feo.
—Sigue hablando y para la próxima Akumización el webo mío te va a transformar —respondió el coñito.
JAJAJAJA COÑOESUMADRE.
Adrien completamente apenado me miró.
—Disculpa si Plagg escuchó nuestras conversación, se suponía —lo miró tipo diciendo para bolas, coñoemadre— que debía esconderse en silencio.
—Ella ya sabe quién eres, ¿Porqué no puede saber quién soy? —le dijo indignado.
—Porque es demasiado pronto para que lo haga —le respondió.
Plagg sin pararle bolas a Adrien voló hacia mí y me examinó en silencio con sus ojos felinos, tipo que detallandome. Sonrió.
—Soy Plagg, el Kwami de Adrien.
—Hola, vale —acaricié su cabecita con mi dedo haciendo que soltara un ronroneo— yo soy Marinette, amiga de Adrien.
—Miaw, amigo el gato del queso —respondió— te recuerdo que gracias a mi es que éste te visita por las noches.
No si, es pilas.
Me reí.
—Coño, se nota que te gusta un chisme.
—¿Acaso crees que es divertidisimo estar metido todo el día en el bolsillo de una camisa? —se quejó— con algo debo entretenerme. Por ejemplo el hecho de que es la segunda vez que éste estúpido ha intentado besarte y tú te haces la dificil. Amiga, date cuenta.
—¡Plagga! —lo regañó Adrien.
—Se tenía que decir y se dijo —se defendió— ahora corta para mí algo de aquel delicioso queso antes de que se vayan. Es tarde.
Adrien y yo nos miramos alarmados. Nos habíamos quedado hablando paja desde que Nathalie nos había dicho que salieramos.
Adrien le cortó cuatro pequeñas rebanadas de queso y luego salimos del camerino.
—Espera —le dije al notar que me había traido el bolsito y había dejado el sombrero.
—¿Qué sucede? —me preguntó el catire deteniendose también.
—Se me quedó el sombrero adentro, adelantate tú que ya tienes que hacer la primera entrada.
Adrien asintió y pegó la carrera camino al backstage. Yo en cambio volví a entrar al camerino y luego de quitarme el bolsito y dejarlo sobre una de las sillas, fui a agarrar el sombrero donde Adrien lo había dejado.
—Así que... Marinette —Plagg llamó mi atención mientras se jartaba un pedazo de queso— ¿Cuándo pensarás decirle al cegatón ése que tú eres Ladybug?
Nojoda, QUÉ.
Me volteé a verlo.
—¿Ah?
Me miró con ironía.
—Por favor, linda. Sólo tú y Ladybug son las únicas personas que Adrien conoce que tienen ése particular acento, los mismos ojos, el mismo peinado y el mismo tono de piel —respondió— era cuestión de unir los puntos, no soy tan estúpido.
—¿Desde cuando lo sabes? —pregunté sin negar su deducción, ¿Ya pa qué?
—Desde que agarraste a Adrien de las greñas en clases, fuiste muy obvia —se rió y yo de maldita también me reí al recordar esa vaina— pero descuida, no pienso decirle nada. Dejaré que él solito se de cuenta.
—Verga, gracias... creo.
Tikki salió de mi bolsito.
—Vamos, Marinette. ¿Realmente vas a creerle a éste gato sinvergüenza? —me preguntó sin despegar la mirada del otro kwami.
—Hola para ti también, hermosura —le dijo a Tikki— como siempre, tan cálida con los reencuentros.
Tikki rodó los ojos irritada.
Baia baia, ¿O sea que no soy la única que le hace botar la piedra?
—Deja de llamarme así, Plagg —le ordenó y luego me miró— si eres tan inteligente como dices será mejor que no te confíes de éste gato sinvergüenza. A menos de que tu secreto le convenga no le interesaría echarte de cabeza.
—¿Aún sigues enojada por lo que ocurrió el siglo pasado? —preguntó Plagg ladillado— ¡Superalo ya!
—¡Tú maldito Cataclismo hizo lo que los estadounidenses llaman ahora El Gran Cañón! —le gritó.
—¡Se me salió un gas en mitad de la cita! —se defendió el gatito— ¿Qué mierda iba a saber yo que mi trasero iba a causar esa destrucción? ¡Comprendeme, mujer!
Frunci el ceño y me metí en su peo.
—Ya va, ¿Ustedes dos tenían un juju? —pregunté mirando a Tikki en modo de veeeerga, sangana. Te lo tenías guardado.
Tikki rodó los ojos.
—Fui su novia el siglo pasado... —confesó.
—¡¿Fuiste?! —repitió el gatito indignado— Eres. Que yo recuerde nunca rompimos.
—Pues pensé que eso ya había quedado claro —le recordó cruzandose de brazos.
—¡Claro que no!
—¡Bien! Entonces te termino ahora —le dijo— eres agua pasada.
Plagg bufó exasperadamente.
—¡¿Porqué las kwamis son tan complicadas?! —se quejó.
Tikki simplemente lo ignoró sacándole horroblemente el culo yendose a esconder nuevamente en mi bolso.
—Bueno... yo... ehm... —empecé a decir full incómoda— yo ya... si, me voy.
Salí del camerino con el sombrero en las manos y preguntándome mentalmente qué mierda había sido eso.
(…)
El Afterparty lo pasaron a la Agreste's House luego de que el desfile terminara y de que me presentaran frente a los fotógrafos como la nueva aprendiz de Gabriel Agreste. Chama, yo juraba que al ser gente de plata y de fama esa rumba iba a estar potente pero hablándoles claro, esa mierda estaba arrechamente aburrida, es más, las muchachas se habían ido y de vaina quedaban Nino y Alya por ahí hablando. Papi y Colette también se fueron porque tenían que pararse temprano para trabajar y me dejaron quedarme más tiempo con la condición de que Adrien me fuera a llevar después y obviamente el catire estuvo encantado de hacerlo.
Hasta yo me quería ir, el Daddy mío no le dio la gana de salir de su estudio por lo que la entrevista con los de las revistas la tuve que hacer junto a Nathalie. Estaba ladillada ya, la música era aburrida, la gente sólo hablaba de negocios mientras bebía Brandy y a nosotros nos jodieron con refresco por ser menores de edad.
Estuve por ir a lambucear nuevamente en la mesa de dulces cuando mi teléfono vibró en un mensaje.
Catire Picioso✨💚
En línea
¿Aburrida, my lady?
02:45hs
Nojoda, dos veces
02:45hs
¿Dónde te metiste? No te veo desde hace rato
02:45hs
Sal a la entrada y descubrelo tú misma
02:46hs
Me da ladilla, vale. Ven tú
02:46hs
¡Vamos...! ¿Por favor?
02:46hs
No seas pajoua
02:47hs
Anda, Marinette
02:47hs
Coño, vale. Ya voy para allá
02:48hs
Ladilla. Finn te dicen
02:48hs
¿Quién es ése Finn?
02:48hs
Peo tuyo no es. Espérame allá
02:48hs
Última conexión 02:48hs
Apagué la pantalla del teléfono y salí al patio de enfrente donde estaban todos los carros estacionados, esa verga estaba sola y ni un rastro del catire. Suponiendo que se refería al otro patio, decidí regresar por donde vine pero mi nariz chocó contra un pecho duro y encuerado provocando que el cascabel dorado que traía consigo, sonara ligeramente.
Levanté la vista y sonreí al verlo completamente.
—Las estrellas del cielo no lucen como todas las noches, ¿Sabes porqué?
—¿Porqué?
—Porque les falta una, la más brillante —besó mi mano— y esa es justo la que tengo frente a mí.
—Gato maricón —me burlé intentando disimular mi sonrojo.
Chat sonrió con autosuficiencia.
—Podría hacer tantas cosas justo ahora que te harían pensar lo contrario —dijo acercando su rostro alarmantemente al mío— pero tú le tienes miedo al éxito.
AY SI, TÚ. ¿LEYERON ESA VAINA? Éste si es pasado, vale.
—Miedo al éxito le tienes tú que piensas que para cada cosa tienes que pedirme permiso —respondí portando su mismo tono.
Chat dio un par de pasos hacia mí, levantó mi rostro con sus dedos enfundados en el guante de cuero.
—Hay que irnos de aquí —sugirió— ¿Vamos a tu balcón?
Levanté una ceja.
—¿La gente no empezará a preguntarse dónde estarás?
Se encogió de hombros.
—Le he dicho a Nathalie que tengo jaqueca y me he ido a dormir hace exactamente media hora —miró la hora en su bastón digital— además, debo llevarte a casa. Mataremos dos pájaros de un tiro.
—Ja weno, ya lo dijo —accedi poniéndome bien mi bolsito antes de subirme a su espalda— trata de no irte de jeta porque te caigo a coñazos en lo que lleguemos.
El michi se echó a reír y luego de asegurarse de que estaba bien sujeta, saltó el gran muro de su casa antes de empezar a saltar de techo en techo. No tuvo que recorrer mucho más de cinco calles o eso pensé yo ya que no despegué la cara de su pecho con miedo de que nos fueramos a caer. Coño, no es la primera vez que yo corría de techo en techo pero es diferente mrk, porque teniendo mi traje Chikiluki de Espaiderman no me podía pasar nada, pero estando así como estaba con un simple vestido en brazos del boca abierta éste me daba miedo porque ajá, él nunca iba a dejarme caer, ah, pero también existía la posibilidad de que se fuera de jeta conmigo y ay nonono, yo todavía tengo mucho por vivir.
Además yo de éste mundo no puedo irme antes de que el marico de Diego pierda la virginidad primero que yo, no señor.
—Ya estamos aquí —informó aterrizando en mi balcón y dejándome sobre mis pies— sana y salva.
—¿Y cómo no voy a llegar sana y salva? Si el superhéroe más bello de ésta mierda fue quien me trajo —le hice un guiño.
Él tras escuchar aquello desvió la mirada un poco avergonzado.
—Soy el único si omitimos a Ladybug —me recordó.
—¿Y? —me encogi de hombros— no veo a Ladybug dándome la cola pa mi casa.
Me agaché para quitarme los tacones y luego fui a echarme sobre la silla de playa antes de hacerle una seña para que se sentara por donde estaban mis piernas.
—¿Porqué me miras tanto? —me preguntó sentándose junto a mi.
—Es que... es raro, mrk —confesé.
El michi frunció el ceño divertido.
—¿Raro? —repitió— ¿Porqué lo dices?
—Porque, bueno, aquí estás como Chat —lo señalé con mis manos— pero sigues siendo mi catire disfrazado...
—¿Y tu punto es...? —me animó a proseguir.
Sonreí levemente.
—Que te quites toda esa vaina, quiero ver a Adrien... —admiti segundos después.
El catire sonrió ligeramente tras escucharme. Había decidido mantener lo que le había dicho horas atrás, no necesitaba de un disfraz para mostrarse cómo realmente era conmigo porque yo jamás iba a juzgarlo. Chat, Adrien, seguía siendo el mismo catire inocente, boca abierta y coñoemadre que había conocido y que, hay que estar claras, me había comenzado a mover el piso.
—Plagg, garras fuera... —susurró haciendo que su traje desapareciera dejándolo con el Armani que traía en la fiesta.
—¿Ya dejarás de hacerte la difícil? —me preguntó el Kwami al ver que Adrien y yo nos estábamos mirando fijamente.
—Ay vale, ¿Tenei peo? —pregunté sin dejar de mirar al catire.
—Si, si eso implica que deba desvelarme otra noche más sin que el inútil éste consiga un besito.
Puse los ojos en blanco.
—Te dejo que te jartes una rodaja de queso que está en la nevera de la panadería si dejas tu ladilla —propuse.
Plagg miró a Adrien.
—Trata bien a la mademoiselle, ya la visualizo como una madre adoptiva —le advirtió.
Verga.
Adrien rió por lo bajo.
—¿En serio? —ironizó— ¿Luego de quejarte tanto de lo violenta y prepotente que podía llegar a ser?
Levanté las cejas y miré al Kwami.
—¿Eso es verdad?
Al gatito le dio full pena.
—¡Por supuesto que no! —se apresuró a responder— no le prestes atención, sólo quiere hacerme quedar mal, linda. Ahora, ¿Dónde dijiste que estaba esa deliciosa y exquisita rodaja de queso?
Adrien rodó los ojos para si mismo. Me reí.
—Está en la nevera de la panadería allá abajo, busca bien.
—¡Fantástico! —exclamó felíz— yo me voy, has felíz al muchacho en mi ausencia con un besito.
Éste si es alcahueta.
Me encogi de hombros.
—No prometo nada.
Plagg suspiró pesadamente y luego miró a Adrien antes de irse.
—Lo siento, amigo. Lo intenté.
El catire rió cuando el gatito desapareció atravesando el piso. Estuvimos un rato en un cómodo silencio mirando las estrellas mientras él jugaba con mis dedos. Lo veía nervioso, pensativo.
—¿Todo bien? —le pregunté.
Suspiró pesadamente.
—Sinceramente... no, creo que no.
Frunci el ceño.
—¿He hecho algo que te ha incomodado acaso? —pregunté.
—No.
—¿Entonces porqué te ves nervioso?
Adrien levantó la mirada de nuestras manos y la dirigió directamente a mis ojos. Jamás me había detenido a detallarlo mucho, de ser así hace tiempo hubiese notado esas preciosas pecas en sus pómulos y en toda la punta de la nariz. Era precioso, digno de tener las carajas que tenía que eran capaces de darles la totona si él se las pedía. Sus labios eran rosados, el esmeralda coloreaba sus ojos y su cabello rubio estaba vagamente peinado a un lado como siempre.
Estuve tan embelezada mirándolo como la propia pajua que ni tiempo me dio a reaccionar cuando el carajito me dio un pico rápidamente.
—¿Ah...? —pregunté aún procesando la vaina— ¿Qué...? ¿Qué acabas de...?
Levantó las cejas con diversión.
—Ayer te dije que lo haría, sólo no especifiqué el día —rascó su nuca un poco avergonzado— sé que ha sido un simple beso de niños pero recuerda que jamás en mi vida he...
—Cállate la jeta, vale.
Tiré de sus mejillas y le devolví el beso sin detenerme a pensar siquiera en que quizás esto podría sólo ser el calor del momento, que lo había hecho sólo para cumplir su promesa o de que sólo quería salir de ese peso de tener diecisiete años y aún no haber dado su primer beso. Sabía que le gustaba, bueno, le gustaba lo suficiente como para desvelarse cada noche y visitarme en mi balcón por la madrugada, le gustaba lo suficiente como para esforzarse en salir de su zona de confort e intentar dejar su timidez, le gustaba lo suficiente para defenderme de Chloe y sus prepotentes comentarios a pesar de que podía defenderme sola. Verga, le gustaba lo suficiente como para pasearse por las calles de París conmigo sin importar que los entrepitos obstruian nuestro paso sólo para tomar una fotografía.
Le gustaba, le gustaba toda yo y no importaba qué ocurriría mañana, al carajo. Lo único que importaba era éste momento.
Ahora y por siempre.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro