Akuma
Marinette
—¿Sí sabes que tienes un temperamento de mierda, verdad? —Tikki voló a mi alrededor regañandome.
—¿Si sabes que no tienes tamaño para decir groserías, verdad?
—Tal vez no tenga tamaño, pero tengo más de cinco mil años y pUEDO DECIR LO QUE ME VENGA EN GANA —me gritó— ¿Porqué fuiste tan mala con él?
—Por pajuo.
—¡Pero si sólo estaba tratando de disculparse! —repitió por enésima vez.
Dejé la toalla con la que estaba secando mi cabello sobre el mueble de mi cuarto y me puse la pijama, de igual forma no planeaba salir en toda la tarde y me daba ladilla ir a ayudar en la panadería por lo que iba a quedarme en el apartamento.
—No quiero escuchar más, Tikki —bufé dejándome caer en la silla de mi escritorio— ya pasó. De igual forma no me importa si me llevo bien o no con el catire ése, tiene una pinta de gafo que no juega.
—No eres para nada justa.
Ay webooooo.
—Que ladilla tu regaño, amiga.
—Que injusta eres, amiga —me imitó antes de meterse en el tazón de galletas que había dejado para ella. Era obvio que no iba a hablarme.
—¿No piensas hablarme por esa mariquera? —le pregunté y como era de esperarse, no obtuve respuesta— ¡Bien! Anda a mamarte un huevo, Tikki Margarita.
No le seguí parando más bola a Tikki y me conecté a Facebook a hablar con el ladilla de Diego por una hora. En resumidas cuentas, el culito lo dejó plantado y aún no sabe el porqué él terminó matando queso con la Estefanía en Rain, misterios de la vida. Tikki llevaba mucho tiempo callada pero yo no iba a jalarle bolas, arrecha ella. Sólo porque Adrien es cuchi hay que creerle todo lo que diga. ¿Quién me asegura a mi que ése boca abierta no es como la mardita de Chloe de tira la piedra y esconde la mano? Ay nonono, que ladilla.
Llevaba un buen rato metida en Facebook hasta que me aburrí y tuve la senda idea de entrepitear en el Blog de Alya.
Admito que se veía súper arrechisimo pero habían algunas fotos en donde se me veía la grasa guindando de las piernas que no me gustaban. Yo como que debería cuadrar con el diseñador de mi traje a ver si le ponemos una capa a esa vaina porque así no fifaba. Además quería verme más arrecha que Batman. ¿Ustedes se imaginan esa vaina?
Iba a seguir entrepiteando cuando se empezó a sentir un temblor trifasico, cosa extraña ya que, cuando habían los temblores estos en Venezuela yo no sentía nada, incluso por esa vaina mami me preguntaba si acaso yo no estaba muerta porque yo nunca siento nada. Después se empezaron a escuchar gritos que hasta la misma Tikki tuvo que salir del tazón de galletas para ir a asomarse conmigo al balcón.
—Na... we... bo... na... —balbuceé al ver a varios Stone Hearts por las calles atacando a los peatones, los carros e incluso algunos que otros estaban subidos en los techos— ¡¿Qué mierda está pasando?! ¡Chat Noir y yo salvamos a Iván! ¡¿Porqué hay muchos de él?!
Tikki volteó a verme.
—¿Capturaron el Akuma?
Frunci el ceño.
—¿Qué verga es esa?
—La mariposa negra que liberaron al romper la hoja de Iván —me explicó Tikki.
—¿Qué voy a estar capturando yo la mierda esa? ¿Vos sois loca, Chama? Esas bichas son de mal agüero.
Tikki golpeó su frente con su patita.
—¡Los Akumas pueden reproducirse! —me regañó— se suponía que Chat y tú debían atrapar a la maldita mariposa y purificarla porque sino cosas como éstas podían suceder.
—¡Coño, no me grites! —le grité— ¡Ni tú ni tus malditos zarcillos vinieron con instrucciones! ¡Hago lo mejor que puedo!
Ostinada de la situación, regresé al interior de mi cuarto para empezar a echarle cabeza a la vaina, algo se me tenía que ocurrir para arreglar esto pero Tikki haciéndome presión a la vaina no me ayudaba para nada.
—¿Entonces qué piensas hacer? —repitió. Yo aún no tenía alguna idea y sus regaños no hacían más que distraerme— ¡Marinette!
—¡No lo sé! —exploté. No era buena bajo presión, tendía a alterarme y arrecharme porque sentía que nada podía salirme bien— de pana que no se me ocurre nada, Tikki.
—¿Cómo puedes decir eso? Algo debes tener en mente. Eres el prodigio de la creación, tu poder es el de crear cosas, ¿Cómo no se te puede ocurrir nada? ¡Eres Ladybug!
—¡Quizás no merezca ser Ladybug! —admiti haciéndola callar de golpe— lo siento, Tikki. De verdad. Todo esto es demasiado, mucha presión, tanta responsabilidad y yo soy muy boca abierta.
Tikki frunció el ceño.
—¿Porqué te preocupa tener la boca abierta? Cierrala entonces.
Lo que es no tener la nacionalidad venezolana, señores.
—Creo que deberías buscar a otra Ladybug —la miré haciendo una mueca.
—¿Qué? ¡No! —revoloteó a mi alrededor— el guardián te escogió a ti.
—Si, pero yo no escogí esto. No creo que tenga la suficiente capacid...
—Marinette —Tikki se acercó a la punta de mi nariz— eres especial. Por algo fuiste la elegida para ser la portadora de ése Miraculous. Eres lo suficientemente capaz de vencer todo esto e incluso más, ¿De acuerdo? —asenti— ¡Ahora transformate para que tú y Chat Noir le pateen el trasero a Stone Heart y a sus secuaces!
—Verga, tienes una labia trifasica para convencer. Te la compro —Tikki me miró con arrechera por cortarsela— coño, seria pues. ¡Transformación!
Al menos algo bueno iba a sacar de ésta cagada. Iba a ver al gatubelo nuevamente.
(…)
Adrien
Trataba de esquivar los golpes de los enormes gigantes de piedra con mi bastón de metal. Golpes que esquivaba los devolvía con aún más fuerza. Mi condición física estaba al máximo, mis reflejos, mis sentidos, Plagg había mencionado algo acerca de esto en su vago relato de mi súper traje mientras se atragantaba con una rodaja de queso. Pero por muy increíbles que sean mis destrezas, ellos eran demasiados.
Estaba rodeado. Me estaban rodeando alrededor de seis gigantes de esos. Entonces ocurrió.
De pronto un yoyo capturó a tres de ellos haciendo que los otros tres se distrajeran lo que me facilitó el trabajo y terminé derribandolos con mi bastón.
—¿El gatito necesita una pata? —Ladybug saludó con una sonrisa risueña luego de terminar con aquellas bestias.
—No, gracias —sonreí ligeramente— puedo solo.
—Eso no es lo que parecía hace algunos segundos —jugó con su yoyo mientras caminaba hacia mí acortando poco a poco nuestra distancia— ¿Desde hace cuánto estás haciendo ésta vaina?
Pestañeé un par de veces al tenerla tan cerca de mi rostro. Incluso hasta podría jurar que mis mejillas se habían sonrojado, no era mi culpa, jamás en mi vida había besado a alguien, mucho menos había tenido a una chica a esa distancia tan crítica.
—Eh... co-como hace un par de... —balbuceé como un idiota y, completamente incómodo, me aparté un par de pasos antes de aclarar mi garganta—... como hace un pa-par de minutos. Uno de éstos se había colado por el muro de mi casa y tuve que intervenir, ¿No?
—Aaaay vale, ¿Ahora eres tartamudo?
—¿Podríamos concentrarnos en el caos, por favor?
Ella rodó los ojos para si misma.
—Correcto —dijo— necesitamos un plan, debemos volver a capturar al chico de ayer y a atrapar al Kukuma.
Fruncí en ceño. Ése no era el nombre que Plagg me había dado.
—¿Te refieres al Akuma? —corregí.
—Esa misma webonada, vale —hizo un gesto restando importancia ordinariamente— el punto era que me entendieras. Ahora pon esa linda cabecita tuya a parir porque necesitamos un plan para que todo esto regrese a la normalidad.
Asenti.
(…)
—¡Marico! ¿Pero qué estás haciendo? —Ladybug me gritó al verme subir la torre Eiffel persiguiendo a Stone Heart.
No teníamos mucho tiempo, había capturado a Mylene podría dejarla caer en cualquier momento si no nos apresurabamos. Sabía que era mala idea improvisar pero no soy muy bueno bajo presión.
—¡No hay tiempo! —le respondo aún sin mirar atrás aunque de igual forma, sabía que me seguía el paso— hay que rescatarla primero, ya nos encargaremos luego de él.
—¡Pero...! —el grito de la enana interrumpió a la chica de cabello azabache. Suspiró pesadamente antes de acceder— Bien.
Ladybug adelantó su paso con su yoyo hasta alcanzar a Stone Heart. Yo llegué segundos después y me abalancé sobre él pero terminé recibiendo una patada tan fuerte que me obligó a tomarme un par de segundos para tratar de tener todos mis sentidos en orden. Me había arrojado hacia el ascensor de la torre de rejilla, por suerte no había ido a dar en el borde.
—¡Auxilio, por favor! —volvió a gritar la chiquilla.
—¡Coño, vale! ¡Te dije que ya va, nojoda! —le gritó Ladybug tratando de pararse en el barandal— ¿Te andáis cagando o qué?
—¿Qué mierda vas a hacer? —le pregunto al verla precisamente en ése lugar.
—Lo que debí haber hecho desde hace rato —rodó los ojos— ¡Lucky Charm! —gritó lanzando su yoyo al cielo y de éste segundos después, salió un paracaídas— ¡Coño, Chávez pero tú nojoda vale! ¿Cuál es tu wachafita con uno? ¡Dame por primera vez en tu vida algo que me sirva!
Luego de quejarse empezó a mirar a su alrededor. Entonces reconocí esa mirada, tenía un plan.
Decir que fue uno de los planes más ridículamente sencillos era quedarse corto. Había usado su yoyo para que Stone Heart acercara su mano, lugar donde tenía prisionera a Mylene, y la besara. Mi impresión no fue ver que no se la comió, sino ver cómo poco a poco, el monstruo volvía a su forma natural, un muchacho, Iván.
Mis sentidos se alarmaron al ver que ambos habían empezado a caer al vacío, Iván ya no era un gigante por lo cual no podía mantenerlos a ambos sujetos de la torre. Ladybug también hizo lo mismo que yo después de colocarse el paracaídas, se lanzó al vacío.
—¡Chat Noir! ¡Encargate de Iván!
—¡Entendido!
Cuando por fin pude agarrarlo en plena caída, toqué uno de los botones de mi bastón electrónico haciendo que se expandiera tanto que quedó sujeto por una de las cabillas de la torre, salvandonos así la vida. Pude ver cómo Ladybug aterrizaba junto a la otra chica con el paracaidas y luego de asegurarnos que podiamos mantenernos estables, nos bajé con la ayuda de mi bastón.
—¿Te encuentras bien? —le pregunto.
—Si, eso creo... —rascó su nuca avergonzado— no recuerdo mucho lo que pasó.
—Descuida —palmeé su hombro en un gesto de gentileza— ya ha pasado.
—Muchísimas gracias, eh...
—Chat Noir. Puedes llamarme así.
Él me dio una pequeña sonrisa y un asentimiento.
Marinette
—¿Todo chill? —le pregunté a Mylene cuando pisamos la cerámica de esa mierda. Que molleja, hasta yo me mié del susto— ¿No te has lastimado?
Ella negó rápidamente.
—Muchísimas gracias, Ladybug.
Hice un gesto despreocupado.
—No le pares bola a eso, chica —bufé, hasta que vi a la Malaya mariposa negra aquella y me acordé del regaño de Tikki— ya va, dame un chance ahí.
Pegué la carrera atrás de la muy desgraciada pero no sabía cómo coñoelamadre atraparla, se alejaba cada vez más y más de mi alcance. Hasta que, como siempre, mi lado ordinario terminó salvandome.
Pues de la arrechera por no alcanzar al zamuro ése, le lancé el yoyo a ver si así de un coñazo se caería, pero me llevé fue senda sorpresa en lo que mi yoyo la atrapó para después liberarla pero ya blanquita otra vez.
No si.
Ahora venía lo siguiente, arreglar éste desastre antes de que nos metan presos al gato papsito aquel y a mí.
Me quité el paracaídas y justo cuando estuve a punto de lanzarlo hacia arriba, se me ocurrió que debía decir una frase ahí toda chikiluki para que el momento fuera tipo que ajá.
Así que como malandra borning:
—¡Ladybug es senda lacra, yayayayajuu!
Si Diego hubiese estado aquí me hubiera dicho algo tipo: tú siempre representando al barrio, ay no, fos.
—¡Asombroso! —balbuceó Mylene junto Chat al ver al millón de Catarinas ir y venir arreglando todo en un abrir y cerrar de ojos.
Noté que Iván la miró de reojo antes de hacer una mueca y guardar las manos en sus bolsillos, estaba avergonzado.
Coño, vamos a hacerle la segunda ahí.
Levanté la hoja arrugada que había poseído el zamuro morado ése y me acerqué a Mylene.
—Epa chama, chequea aquí alta lírica que te ha escrito el gordito aquí presente —le pasé la hoja.
Mylene se puso a leer la canción que Iván le había escrito y a medida que lo hacía sonreía cada vez más.
—¿En serio escribiste esto para mí? —le preguntó.
—Pues... si —murmuró el gordis— me gustas mucho, Mylene.
—Ay, pero que bonito —comentó el gato papasito junto a mi pero se las cortó sin querer— mierda, lo siento. Sigan en lo suyo, nosotros nos vamos.
Ellos rieron.
—¿Qué le dijo el mono a la mona? —le pregunté a Chat Noir.
—No lo sé, ¿Qué le dijo?
—¡Vamonoj! —lo atraje hacia mí y lancé mi yoyo contra la corniza más cercana.
Erga, Peter Parker y la Mary Jane en pinta.
—Nos vemos, gato papasito —me despedí cuando llegamos al techo de esa casa, era hora de separar nuestros caminos.
Él rió pero aún así no pudo ocultar el sonrojo en sus mejillas.
—No me llames así.
—¿Porqué? —levanté ambas cejas mientras me acercaba a él— ¿No te gusta?
—Eh... no... —balbuceó.
—Tus labios dicen no pero tus mejillas te delatan —me reí por su nerviosismo. Besé su mejilla— como sea, debo irme, gatito. Ahí los vidrios.
—Adiós, Ladybug.
(…)
Aterricé en mi terraza justo a tiempo, el disfraz se desvaneció y Tikki cayó en mis manos completamente agotada.
—Sabía que podías hacerlo —sonrió debilmente.
—Gracias, Tikki.
—Ahora hablemos de ése grito de victoria tan marginal que diste.
Me empecé a reír.
—Vamos a darte algo de comer allá abajo en la panadería.
Tikki elevó vuelo para seguirme.
—Que bueno que lo mencionas, estoy muriéndome de hambre.
Bajé a mi cuarto, de mi cuarto al apartamento y del apartamento a la panadería, nawebona, ponganle un ascensor a ésta mierda. Vi a papi y a Colette más enredados que el coñoesumadre haciendo pan y horneando.
Verga, y a lo mejor éstos estarán pensando que yo estuve vagueando toda la tarde allá arriba. Aún me duele la pierna de un resbalón que me eché en la torre Eiffel.
—¿En qué les ayudo? —pregunto tomando uno de los delantales del perchero y poniéndomelo. La Tikki Margarita se escondió inmediatamente en mi bolsillo.
—Marinette, linda —me llamó Colette que iba y venía con las bandejas de pan sacandolas del horno y metiéndolas en él— ¿Podrías encargarte de atender ahí afuera en la tienda? Tu padre y yo estamos muy ocupados.
Asenti.
—Linda, la lista de precios está pegada junto a la caja registradora —me informó papi.
—Dale, pure.
Salí a la parte de la tienda y empecé a vender los panes y las tortas. Ése sitio estaba a reventar, me recordó mucho a la pastelería Carlo's de Cake Boss, verga, papi no mentía, era la panadería más solicitada de todo París.
—Gracias por su compra, que tenga una linda tarde —le entregué la bolsa a una vieja mmagueva que se había tardado prácticamente todo 2019 en contar los euros para pagar un pedazo de torta. Metí la plata en la caja registradora y me giré a ver al siguiente cliente— buenas tardes, bienvenido a... ¿Adrien? —balbuceé— ¿Qué diantres haces aquí?
—Yo... eh... ahhh... Por pan venir yo, digo, venir yo por pan... —las palabras se le mezclaban. Estaba nervioso— es decir, yo...
Ayyy mariquitooo, kike no hablas.
—Pana, que sea para hoy porque hay gente esperando —chasqueé reiteradas veces mis dedos.
Adrien se sonrojó horriblemente de la vergüenza. ¿Y a éste boca abierta qué le pasa, pues?
—Dame un par de Croissants, por favor —pidió.
—Verga, al fin dices algo coherente —tomé la pinza y metí los Croissants en una bolsa junto a un par de servilletas— ¿Pagarás en efectivo o tarjeta?
Me extendió la tarjeta. Le pedí los datos y luego de apurarlo un par de veces para que me los dijera, le devolví la tarjeta.
—Toma tu vaina y te me vais de éste beta —le pasé la bolsa y chasqueé los dedos para que se largara hasta que sentí algo morderme durisimo la pierna por el bolsillo. Esa Tikki es una bicha, literalmente— ten una linda tarde, mmaguevo.
Adrien trató de articular un gracias pero mi mirada de ladillada lo corrió. Ése carajito me caía mal, y ahora con esa pinta de tartamudo, más todavía.
—¡No, puede, ser! —coñoelaregrandisimamadre— ¡Sabrina, mira a quién tenemos aquí! —exclamó Chloe— es nuestra rarita compañera altanera de clases, ¿Ahora eres panadera?
Levanté una ceja.
—¿Me ves haciendo pan, cegatona? —inquiri sarcasticamente.
—Agh, tan sólo espero que tú no seas quien los prepare, de ser así, Jean Pierre —miró a su mayordomo— me temo que tendremos que cambiar de panadería. Quien sabe dónde han estado esas manos.
La gente empezó a mirarla y a murmurar.
Me entró una arrechera trifasica.
—Para tu información, ésta es la mejor panadería de todo París, ¿Qué no ves a la gente haciendo fila para poder ser atendidos? —los señalé— y si tanto te preocupa que yo los prepare, descuida, yo sólo estoy en la caja registradora. Así que si eso es todo lo que tenías para decir, tú, Sabrína y tu pingüino estirado pueden largarse de la panadería de mi papá.
—Espera, espera... —aquello pareció causarle aún más risa— ¿Tu papá es el dueño? —soltó una carcajada— ¿Has oído, Sabrina? ¡Es la hija del panadero!
¿Cómo aguantarme las ganas de echarle coñazo a la hija del alcalde? Yahoo respuestas.
Salí de detrás del mostrador y me puse frente a frente con ella cruzandome de brazos.
—¿Sabes algo, mami? —la señalé— ¿Más grande que yo? La tierra, ¿Y sabes qué? La estoy pisando. Ahora si no te vas por las buenas, yo misma me encargaré de echarte de aquí.
—¿Es una amenaza? —levantó una ceja.
Me acerqué más a ella logrando intimidarla un poco.
—Si, lo es.
Chloe tragó.
—Pues me da igual. ¡Tú y tu panadería de quinta pueden irse al demonio! —soltó un chillido de irritación y empezó a abrirse paso entre la gente a los coñazos— ¡Quítate!... ¡Sabrina! ¡Jean Pierre! ¡Vamos!
—En seguida, Chloe —y allá fue la jala bola atrás de ella. El mayordomo soltó un suspiro de fastidio antes de seguirla. Nawebona, se notaba que ni él mismo la aguantaba.
Rodé los ojos para mí misma y regresé a mi lugar.
—¿Quién sigue?
(…)
—Marica es que me da arrechera, nojoda.
—Coño Monito, bajale dos pues —le dije al Dramático de Diego Alexander— yo a ti te lo dije desde un principio, déjate de jalarle tanta bola a esa caraja pero tú a uno nunca le paras bola, nojoda.
—¡No me regañes, pues! —se quejó del otro lado de la pantalla— aún no puedo creer que la bicha ahora tenga novio. ¡Tanta bola que le jale a Wanda pa ser su Cosmo y ella me deja por un Juandisimo Magnífico! —éste si es marico— ¡Yo la quería! ¿Acaso no sabes cuántas veces le pedí ser el padre de su Poof? ¡Se suponía que íbamos a tener un perrito y lo llamaríamos Timmy!
—Por webonadas como esas es que Wanda no te paró bolas.
—¡Coño, Marinette! ¡Vos no ayudais, vale! —me regañó— ¿Acaso queréis sentir la furia maracucha o qlq?
—Tú ni siquiera eres maracucho, gafo.
—¡Si, pero me la junto con Christian y es la misma vaina! —se excusó— el acento se pega.
Hey, eso es verdad mrc, 100% confirmado. Una vez fuimos con el papá de Diego a visitar a su familia en Maracaibo, nosotros andábamos de arrejunte porque lo habíamos escuchado hablar por teléfono de que iban a pasar la tarde en Dunas y por ningún motivo íbamos a perdernos ése bonche. Fuimos, lambuceamos y convivimos con esa gente, el punto es que Diego y yo al día siguiente llegamos a mi casa con un acento maracucho rajao.
—Tú lo que necesitas es un buen coñazo para arreglarte ése CPU —busqué el paquete de Dorito's que me estaba jartando.
—Ni que me llamara Marinette, ¿O es que ya se te olvidó cómo la vieja Sabina te arreglaba el CPU a ti a punta de carajazos?
Puse los ojos en blanco.
—¿Ves que tú nojoda? Por eso es que Wanda no te paró bolas.
—¡Pero bueno, vale! ¿Cuál es tu dolor?
Me reí.
—De esto no voy a hacer que te olvides, juralo.
Diego me empezó a contar un chisme de unas carajas que se habían agarrado a coñazos hoy porque para un brollo tenía la memoria der diablo pero para una exposición, dejaba a Dory en ridículo. Escuché un ruido proveniente del balcón.
—Entonces la caraja la empezó a arrastras de las greñas por toda esa mierda, yo me puse a abrir las apuestas con el Christian y la Fabi cuando...
—Monito, ya va. Dame un chance ahí —me levanté de la silla y caminé de puntas para no ser oída.
—Coño, ¿Porqué la cortas así? Tan inspirado que estaba yo brollando contigo y tú la cagas —se quejó.
—Ahorita sigues con tu brollo, chamo. Es que creo que hay alguien en la terraza.
—Marica, vives en un edificio, ¿Quién coño escala una mierda de esas? No le pares bola, a lo mejor es un gato sarnoso como los que siempre llegaban a la casa.
—De todas maneras voy a ver.
Toqué a Tikki quien yacía dormida con la jeta abierta en su pequeña cama de juguete que le había hecho ésta tarde. Restregó sus ojos y antes de que me mentara la madre puse un dedo sobre mis labios pidiéndole silencio por dos razones, que Diego estaba en línea y que debíamos hacer el menor ruido posible mientras averiguabamos quién estaba en el balcón.
—Deja que yo lo haga —sugirió Tikki cuando estaba empezando a subir las escaleras— soy muy pequeña y no podrá verme si me escondo. Si es un ladrón bajaré en seguida para que te transformes, ¿De acuerdo?
—Si va —Tikki apresuró su paso y voló hacia la buhardilla para asomarse— ¿Qué ves? ¿Puedes ver algo?
—Aún no —susurró— espera... ah, sólo es él.
—¿Él? —frunci el ceño— ¿De quién hablas?
—Ven a verlo por ti misma —bostezó— yo me iré a dormir, tampoco te tardes, debes levantarte temprano.
Ella sin decir más, voló de regreso a su zona de descanso. Extrañada por lo que dijo Tikki, decidí ir a averiguar quién estaba en mi propiedad.
Marica no me lo creo.
MARICA NO ME LO CREO.
AAAAAAAAAAA.
¿Qué haría el gato papasito aquí?
Bueno ajá, equis. Vamos a ver qué quiere.
Me revisé el aliento, me oli la axila a ver si no tenía violín (Porque ve la hora que es y yo aún no me he bañado por andar hablando webonadas con Diego) y me acomodé el fleco de la frente antes de salir.
—Hola.... ¿Quién se supone que eres tú? —hecha la loca porque una vaina es Ladybug y otra vaina soy yo.
Chat Noir giró y al verme esbozó una ladeada sonrisa.
—Disculpa si te he molestado, estaba paseando de techo en techo, ya sabes, patrulleando la ciudad —se miró su miraculous despreocupadamente dándosela de buenote— cuando quise detenerme a descansar, ¿No te importa, verdad?
—No vale, para nada —obvio que no. Que no se descuide es lo quej, porque me lo manoseo— ¿El gatito tiene un nombre?
—Por supuesto —se acercó a mi y dejó un beso en el dorso de mi mano luego de llevarsela a los labios— me llamo Adr... ¡Chat Noir! —exclamó rápidamente— mi nombre es Chat Noir.
—¿Qué ibas a dec...?
—¿Cuál es tu nombre, My Lady? —interrumpió— seguramente ha de ser tan lindo como esa hermosa carita.
Ayyy valee. Quién diría que el gato era labioso.
—Si eres labioso, chico —me reí. Él frunció el ceño— No me mires así, mentira no es.
—¿Qué significa Labiosou? —preguntó.
—En mi país asi le decimos a los chamos que usan las mismas tácticas y líricas para chancear.
—¿Y qué significa chancear?
—Ay no, tú. Preguntas mucho —bufe y caminé por su lado para ir a ver por la barandilla— mejor dime: ¿Porqué usas todo eso encima? ¿Eres algo asi como un Cosplay?
—No. Se podría decir que... —caminó hacia mi— soy un superhéroe.
Levanté una ceja.
—¿Vuelas?
—No.
—¿Tienes visión láser?
—No.
—¿Te haces invisible?
—No.
—Coño, vale ¿Y qué vaina haces por la patria pues?
—Destruyo cosas —sonrió. Con ayuda de uno de sus brazos, subió a la orilla de la baranda— además de muchas otras cosas más.
Si es cobero, sólo contábamos con un superpoder. Él poseía la destrucción en sus manos y yo la creación en las mías.
—¿Ah sí? —ironicé— ¿Cómo cuáles?
Empezó a caminar por la longitud de la barandilla tratando de equilibrarse con sus brazos. Si se va de jeta, me reiré, jurenlo.
—Eso para ti, es confidencial, My Lady —respondió— He notado un acento latino en tu habla, ¿De dónde vienes?
—De Wakanda.
—¿De dond...?
—Bueno, tampoco así. Allá el sol está bien arrecho pero no por eso toditos estamos negros —expliqué— soy de Venezuela.
—Venezuela —repitió— mi padre me ha obligado a estudiar varias lenguas y ni hablar de geografía. Pero puedo asegurarte que en todo ese tiempo jamás he oído hablar de un lugar llamado Venezuela.
Mmaguevo.
—Vea, Gato. Échele más bola a la geografía porque me parece una falta de respeto que no sepas donde está o siquiera de su existencia —le dije— somos lo más arrecho que tiene Latinoamérica. Pero coño, ustedes seguro son como los cantantes gringos que tienen el mojón mental ése de que México, Chile y Argentina son Latinoamérica.
—Bien, bien. Prometo buscar más acerca de Venezuela pero no me regañes, My Lady —rió dulcemente— mejor dime, ¿Qué hace una chica como tú en una ciudad como ésta?
—Coño, marico. ¿Por dónde empezar? —rasqué mi fleco— realmente no hay mucho que contar: mi mamá es venezolana, mi pure es francés, se conocieron en un concierto de los Backstreet Boys en California cuando mami se hizo la desmayada para que los paramédicos la acercaran a la tarima junto a las otras desmayadas y tacleó a Nick Carter y a Howie D. Vieja loca —rodé los ojos— La metieron presa en una patrulla, el oficial era papá de mi pure, mami cuando se dio cuenta, le empezó a chancear a papi y a jalarle bolas para que la ayudara a salir de ése peo, el viejo rata se empezó a reír de ella, la ayudó, salieron por un café, se volvieron mejores amigos, luego de unos años y una pea trifasica con anís caliente, llegué yo haciendo mi entrada triunfal a sus vidas. Esa gente se separó hace como cinco años y medio, papi se vino a París con mi awela, mi vieja se quedó en Venezuela conmigo pero ajá, la situación en mi país no es la mejor, el presi es una mierda, el sueldo es una mierda, los servicios son una mierda y los precios son una mierda —rodé los ojos, again— mami no tuvo más opción que mandarme para acá con papi a estudiar para no tener que estar pasando tanta vaina allá pues, fin. —miré al catire, parpadeó un par de veces— coño, ¿Demasiada información? A veces hablo mucha paja, sorry.
—Descuida, suele pasarme —se agachó en su sitio para ver la ciudad— es una linda historia... rara, pero igual es linda.
—¿Qué hay de ti? —pregunto mirándolo de perfil. Su nariz era respingona, bien cuchi— ¿Alguna rara historia familiar que quieras compartir?
—No, no lo creo... —murmuró— apenas recuerdo poco de mi mamá y bueno, mi padre es un huraño. No sale mucho de casa y yo tampoco... hasta ahora, creo.
Ay... cosita.
—Debe ser duro no tener a tu mamá a diario —hago una mueca. Coño, a pesar de estar en senda ciudad y a una laaaarga distancia de Maduro y su combo, me hace falta la vieja Sabina.
—No cuando ya no tienes mucho que recordar, supongo —respondió. Luego me miró— ¿Qué tal la escuela? No es tan fácil hacer amigos el primer día de clases.
—Yo no le paro bola a eso, ¿Sabes? —bufe— antes de mudarme he venido de visita, tengo una amiga, Alya. Ella me ha presentado a todo el mundo y se podría decir que ya tengo un combito pues.
—Me alegra escucharlo. Pareces ser buena chica —También puedo ser mala, gato papasito. Si eso te hace privarme de mi libertad puedo ser hasta er diablo en patines— debes llevartela de maravillas con la clase.
Reí.
—No, valee. Yo soy chévere con quien me busca chévere, quien me busca mi lado odiosa, pobre de esa persona.
—¿Alguien en especial a quien dedicarle tu lado odioso? —levantó una ceja.
Al escuchar su pregunta, Adrien fue el primerito que cruzó por mi cabeza, pero su nombre no fue el que mis labios pronunciaron.
—Chloe Burgeoise —respondí.
—Te entiendo —rodó los ojos para si mismo— esa chica no es nada fácil, pero haciendo oídos sordos...
Frunci el ceño.
—Espera... ¿La conoces?
Aquella pregunta pareció ponerlo nervioso, pero lo disimuló muy bien.
—¿Cómo no lo haría? Es la hija del alcalde, todos en París la conocen.
—Ah... verdad —mala mía— en fin, me cae mal. Se cree la pepa del mango, hace unas horas vino a comprar algo y terminó humillandome frente a los clientes sólo porque mi papá es el dueño de la panadería.
Él negó para si mismo, decepcionado.
—Ella es del tipo de las personas que piensan que el dinero y la posición lo es todo. Créeme, tras ésta máscara hay todo eso y mucho más, pero ¿Sabes qué? No es importante. Esto... —se tocó el pecho con el indice indicando la posición de su corazón— esto es lo que en realidad importa. Mientras tengas un corazón puro y aire en tus pulmones, ya lo demás es irrelevante. Pero... ¿Quién soy yo para juzgarla? Todos tenemos motivos que nos hacen ser quienes somos.
Es que el carajito tENIA UNA LABIA QUE NAGUEVONÁ.
—Supongo que tienes razón —admiti luego de un rato— ¿Puedo hacerte una pregunta?
—La que quieras, My Lady.
—¿Porqué estás aquí, en realidad?
Aquello pareció desarmarlo completamente. Porque no habló en un buen rato.
La ciudad era nuestra única distracción en todo aquel extraño silencio que... a decir verdad, se sentía bien. Pero ajá, yo estaba clara que ya era una arrecha casualidad que él, ÉL, precisamente ÉL, se haya detenido a descansar de su patrullaje por la ciudad en mi balcón.
Aquí hay zamuro encerrado.
—¿Realmente quieres saberlo? —habló.
Sus ojos verdes me miraron inmediatamente, sentí como se me paralizaban los sentidos por un segundo ante ése gesto tan simple, que naguevoná.
Fue raro pues.
Pero encantador.
—De bolas.
Yo y mi marginalidad nos moriremos solas y con quinientos gatos. "Aprende a ser una dama, Marinette" decía la vieja Sabina. Debería empezar a hacerle caso a mami si quiero controlarme a un macho.
Chat Noir se bajó de la barandilla y se posó frente a mí. Era más alto que yo, hasta cabeza y media me sacaba, erga.
Se acercó a mi oído y susurró:
—Las casualidades no existen...
Besó mi mejilla y antes de que yo le dijera alguna vaina para cortarsela como la coñoemadre en banda que soy, él simplemente se fue saltando de techo en techo con la ayuda de su bastón.
—Verga, ¿Te fuiste a cagar en el balcón o qlq? —Me preguntó Diego en lo que regresé a la silla frente a la computadora— tierra llamando a Marinette, deja el aweboniamiento, mami. ¿Quién era?
Suspire pesadamente dejándome caer en el asiento. No sabía muy bien si era por ése beso en la mejilla o por su corta pero encantadora visita.
—Tenías razón. Sólo era un gato vagando por los techos.
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Epale, todo chill?
Ya sé, ya sé. Me les desapareci como por un mes pero todo tiene una explicación lógica.
Mrcs, últimamente estoy muy atareada, las pruebas, parciales, el final del semestre y el inicio del otro... y de paso conseguí trabajo, ay no. Preguntenle a @RiotGirl_ si esa vaina no es la que me estresa la mayoría del tiempo. Apenas me da tiempo para dormir cinco horas diarias. Además recuerden que ésta no es mi única novela, también están Just The Way You Are y Loco y Estúpido Amor (la cual no le he hecho siquiera el inicio del nuevo capítulo desde la última vez que actualicé, nawebona)
Sólo les pido paciencia chamos, la imaginación es ilimitada pero la flojera también, el tiempo que tengo libre lo estoy usando para dormir porque el estrés me está afectando muchísimo, incluso se me están olvidando las cosas.
Paciencia porque a pesar de todo yo tengo las ideas, sólo debo desarrollarlas en la vaina ésta.
¡Besos! La yocsy se despide.
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