Adrien
Adrien
—En verdad, juro que no te entiendo, muchacho —Plagg negó para sí mismo mientras me seguía flotando— cualquier adolescente daría por ser tú. Tienes dinero, una habitación con mil y un juegos de video, un parque de atracciones extremo, servicio a la habitación con sólo chasquear tus dedos... ¡¿Y tú sólo quieres ir a la escuela?!
—Ya te lo dije Plagg —repetí tratando de recuperar el aliento— estoy cansado de tener que estar encerrado en esa mansión todo el día. Quiero salir, quiero tener amigos, ser un chico normal de 17 años como cualquier otro, tener una novia...
Plagg maulló con fastidio.
—¡Puedes tener a cualquier chica que se te antoje!
—Si, pero no va a quererme por como soy, sino por quien soy —saqué el ligero sudor que estaba en mi frente cuando me detuve frente a la escuela— sólo quisiera tener un día como cualquier otro, sin fotógrafos siguiendome por doquier, sin un guardaespaldas siendo mi sombra o la fastidiosa asistente de Papá diciéndome a qué hora debo hacer cualquier cosa... —supiré— sólo un día.
Plagg rodó los ojos.
—Bien, pero trata de evitar a la rubia fastidiosa de ayer —pidió— su voz es escandalosa, incluso hasta para mí.
—¿Quién? ¿Chloe? —reí ligeramente— es mi amiga desde pequeño, ya verás que pronto te caerá bien.
Plagg me miró con ironía.
—¿En serio?
—No, te estoy mintiendo descaradamente para que dejes de quejarte.
Me fulminò con la mirada.
—Lo haría pero alguien olvidó alimentarme ésta mañana con las prisas por llegar temprano.
—Lo siento, amiguito —saqué un trozo de camembert de mi bolso— debíamos evadir al guardaespaldas.
Plagg se comió el trozo de un solo bocado.
—Otra mentira descarada, ¿Verdad? —me miró con ironía— tenías prisa para volver a ver a esa niña de ayer.
Sentí mis mejillas enrojecer. Maldita sea.
—¿Quién? ¿Yo? —balbuceé— Nada que ver. No tenía prisa por volver a ver a esa chica de cabello oscuro y coletas.
Plagg se empezó a burlar.
—¿Ves como te delatas solo? —se rió— jamás mencioné a cuál chica.
Rodé los ojos.
—Bien, bien. Ya cállate.
—Debo admitir que tienes un gusto extraño —rascó su cabecita— esa chica casi te arranca el cabello ayer cuando sólo intentabas quitar ése chicle que tu amiga la chillona había pegado en su asiento. Yo siendo tú, evitaría a toda costa a esa agresiva.
Reí ligeramente.
—Fue sólo un mal entendido, amiguito. Hoy si se presenta la oportunidad, se lo explicaré y verás que no es tan agresiva como parece.
—Apuesto una enorme rueda de Camembert a que me voy a reír de ti al final del día y voy a decirte Te lo dije.
Lo arremedé antes de mandarlo a que se ocultara en mi bolso. Plagg era divertido pero habían veces en que se comportaba de una manera muy irritante.
(…)
Sentía cómo el sueño luchaba conmigo a media clase de álgebra, el cuerpo me dolía ligeramente por toda la actividad física que había tenido el día anterior junto a la chica con el disfraz de Catarina.
Desvié la mirada disimuladamente hacia la chica de coletas con reflejos azules y se notaba el mismo fastidio en su cara que yo estaba portando.
Parecía ser una chica con un temperamento de mierda y con la paciencia del tamaño de una hormiga pero debía admitir que era divertido verla rabiar, su manera de enrojecer de ira, sus exclamaciones, maldiciones y sus expresiones ordinarias la hacían muy diferente a las demás.
La campana de la hora del almuerzo había sonado haciéndome espabilar un poco. Me levantaria de ahí, iría hacia ella y le explicaría el mal entendido de ayer.
—¿Adónde crees que vas, Adrien Boo? —Chloe tiró de mi brazo aferrandose a él y, desgraciadamente, impidiendome ir tras la chica de coletas.
—Yo... eh... —divagué ganando un poco de tiempo para buscar a la chica con la mirada, ¿Adónde se habrá ido?— estaba por... eh, si...
—Eh... ¿Okay? —frunció el ceño— Sabrina y yo estábamos por ir a comer. Papi ha mandado a Jean Pierre a traernos un poco de sushi y ya debe estar por llegar.
—Gracias pero... eh, no me gusta el sushi —traté de esquivarla sacando mi brazo de su agarre— compraré una hamburguesa en la cafetería.
Hizo una expresión de repugnancia.
—¿Esas cosas cubiertas de grasa? —criticó— No deberías comer cosas como esas, Adrien Boo. Eres un modelo, vives de tu cuerpo y por ello debes cuidarlo, ¿Verdad, Sabrina?
—Asi es, Chloe —respondió la pelirroja— Tienes toda la razón.
Recorrí el aula con la mirada y divisé a la chica de coletas atravesar la puerta junto a un grandulón y a una chica de cabellos fucsias con gorra.
Debía alcanzarla.
—Pues a mi me gustan, y mucho —le respondí a Chloe— Ahora si ambas me disculpan...
Y antes de que Chloe volviera a aferrarse a mi brazo, me escabullí para ir tras aquella chica pero para mi mala suerte, ella ya se había perdido de mi vista nuevamente.
—Diablos...
Plagg se asomó por mi bolso.
—¡Dijiste que no te la cruzarias! —se quejó refiriéndose a Chloe— no sé qué es más insólito, tú mintiendome descaradamente o yo creyendote como un estúpido.
—Plagg, podrían verte... —murmuré reprimiendolo.
—Bien, volveré ahí adentro pero no te hablaré —se ocultó nuevamente— y ya que tendré que estar aquí metido, deberías considerar asearlo un poco.
—Plagg...
—Ya dije que no te hablaré, Adrien.
—¿Ni siquiera si te doy esto? —saqué un trocito de Camembert de mi playera. Plagg se asomó.
Jadeó.
—¿Acaso me estás sobornando?
—Si.
—Pues te ha funcionado, dame eso —voló rápidamente a mi mano, me arrancó el queso y volvió a ocultarse— Ahora dime, ¿Cómo piensas acercarte a la chica?
—Pues... aún no lo sé.
—Que plan tan elaborado.
Lo fulminé con la mirada.
—Basta del sarcasmo y escondete, ahí viene su amiga —Plagg hizo lo que pedí justo a tiempo.
La rubia fresa de lentes, cabía destacar que era esa loca chica que nos había perseguido a Ladybug y a mi para grabar la pelea, iba distraida en su teléfono enseñándole a una rubia de cabellos cortos algo en él.
—¿No es impresionante, Rose? —le preguntó con gran entusiasmo— Superhéroes, ¡París tiene superhéroes! ¿Puedes creerlo?
—Luego de que me obligaras a ver el video unas cinco veces, ya, lo creo.
—Marinette dijo que no le gustó mucho como le quedaba el traje a Ladybug porque se le veía el mondongo, aunque yo opino que luce genial.
Me atravesé en su camino haciendo que ambas pararan.
—Disculpa, eh... ¿Alya, verdad? —le pregunté.
—Así me llaman —guardó su teléfono mientras que su tono de voz cambiaba de entusiasmo a molesto— ¿Se te ofrece algo, niño bonito?
—Sí, necesito que me ayudes... —ella me iba a responder pero la interrumpi— escucha, antes de que te niegues, déjame decirte que todo lo que pasó ayer ha sido un malentendido, yo no fui quien puso el chicle en el asiento de tu amiga.
Se cruzó de brazos.
—¿En verdad? —inquirió no creyéndome del todo— ¿Entonces porqué estabas tú solo ahí? Porque nuestra teoría es que Chloe te mandó a hacerlo.
Okay, aquello me ofendió pero traté de no hacerlo notar.
—No recibo ordenes de nadie, ¿Okay? —le aclaré— Chloe fue quien puso el chicle desde un principio, yo sólo estaba tratando de quitarlo antes de que el dueño del asiento cayera en su trampa. Y si estoy aquí es porque quiero aclarar las cosas contigo y la chica de coletas porque yo no soy así, estoy en contra del abuso del poder.
Ella pareció pensarlo unos segundos hasta que finalmente habló.
—Okay, supongamos que te creo —dijo— pero estás perdiendo el tiempo justo ahora, yo no soy la que está enfadada contigo porque no era mi asiento. Con quien deberías hablar es con Marinette. Ve y discúlpate con ella.
Marinette. Lindo nombre.
—Lo haré, pero estoy el 99.9% seguro de que no me dará la oportunidad de explicarme, por lo que... —hice un ademán señalandola ligeramente a ver si podía captar la indirecta.
—Por lo que esperas a que te de una mano con eso —adivinó— escucha, ¿Adrien, verdad? —asenti— Si quieres que Marinette te tome en serio deberías ir y hablarle tú, si voy yo simplemente ignorará lo que dije y tratará de evadirme el tema.
Hice una mueca.
—Oh... Gracias de todas maneras.
Ambas retomaron su camino hacia las escaleras pero Alya giró sobre su hombro.
—Hey, rubio... —la miré— un consejo: jamás dejes de mirarla a los ojos, sólo así podrás conseguir su atención.
Asenti.
—Está bien.
Marinette
—Maruica —dijo Alix.
—No, no, no —dije— con actitud, mana. Ma-ri-ca.
—Maurica —Me hice un face palm— ¡Es difícil!
—No lo es, vale. Sólo debes echarle bolas.
—Marica.
—¡Así es que es, nojoda! ¡Chocalas! —puse la mano y ella la chocó— ahora tú, Juleka, di: Nawebona.
Mi segundo día en la vaina ésta y ya estoy marginalizando al combo. Soy es yo.
—Nawebo...
—A la verga... —murmuró Mylene interrumpiendo a la gótica.
—Te salió de pinga, enana. Pero no seas roba show que quien estaba hablando era Juleka.
—Mira quién viene ahí... —señaló disimuladamente detrás de mí— pero has que se vea natural.
Giré la cabeza como un búho.
—¿Quién?
Las muchachas se hicieron un face palm, no entendí porque yo disimule la vaina.
Mi vista se posó en sendo pelirrojo de ojos azules.
—Marinette, hey —sonrió cuando llegó al grupo.
—Y compañía, estamos aquí —se hizo notar mi amiga la salía, la Alix pues.
—Hola a ustedes también —rió un poco avergonzado, mala de él. Su mirada volvió a mi— ¿Cómo estás?
—Bien, ¿Tú eres?
Yo como siempre de maldita, le corté la vaina. Al chamo como que le dio pena, pero trató de que no se notara.
—Nathaniel, me llamo Nathaniel —ah, él era el chamo que según Alya, me estaba mirando ayer— me preguntaba si tú... quizás, no lo sé...
—Para hoy, rojito —si yo era Maldita, Alix lo era el doble— estamos recibiendo clases de español —Mylene le metió un lepe por cortanota— ¡Auch! ¡Enana de mierda!
—Ignora a Alix —hice un ademán restandole importancia— ¿Decías?
—Me preguntaba sí te gustaría ir a tomar un helado a la hora de la salida y... no lo sé, ir a caminar por ahí —rascó su nuca un poco avergonzado.
Yo miré a las carajas éstas a ver qué opinaban de la vaina. Se encogieron de hombros. El carajito no era feito ni nada, jamás había chanceado con pelirrojos en mi vida y éste no estaba para nada mal pero tenía más pinta de marico.
Si Diego Alexander estuviera aquí ya se la hubiera cortado diciéndole que le faltaba un pote de fororo encima para poder siquiera imaginar que podría chancear conmigo.
Ay, mi Dieguis.
—Si va, pues —accedí— nos vemos a la salida.
El chamo sonrió asi de lo cuchi y luego de despedirse, se fue.
—Verga, matona.
Miré a Alix con ironía.
—Nawebona, ¿Esa sí te sale, verdad, mardita?
Alix me sonrió con inocencia. Estuvimos un buen rato jartando y tratando de que éstas carajitas dijeran groserias venezolanas hasta que llegaron La Alya y Rose.
—Alguien aún sigue encantada con el video que grabó de los héroes de París —Le dijo Mylene.
—¿Tú crees? —ironizó Rose— no ha parado de verlo una y otra vez.
—Ay, callense las dos —bufó Alya— mejor díganme, ¿Alguna tiene una nueva idea para mi Blog?
—¿No deberías ser tú la que debería estar pensando en eso? —inquirió Juleka.
—Si, pero también tengo amigas que pueden facilitarme aún más el trabajo.
No quiere ponerse a usar el coco es la vaina.
—Yo ya te sugerí que hicieras esa vaina de mí —sonreí con autosuficiencia— te lloverian las visitas por tremenda belleza ahí.
—Si... no, no voy a hacer eso.
—Coño vale, entonces no te quejes que uno no te da ideas, mmagueva.
—¿Porqué mejor no haces un Blog de Ladybug? —todas le paramos bola a Alix que ya estaba como que ladillada de la vaina— digo, es de lo único que no paras de hablar. Como dice Marinette: así matas la fiebre, carajita Ladilla.
Me reí escandalosamente por la forma en la que lo dijo.
—Eres una bicha —le hablé a Alix.
—Gracias, no cuesta mucho.
Alya como que se puso a meditar la vaina.
—De hecho... no es una mala idea, Alix —dijo por fin— ¡Si! Definitivamente no lo es, la noticia apenas es reciente y soy la única que lo tiene todo en video, ¿Se imaginan los raitings? Haré el maldito Blog de Ladybug. Se llamará LadyBlog.
Y ella juraba que no iba a hacer ése blog de mí, Ilusa la niña.
Todas estuvimos encantadas con la idea, y más yo porque ya sabía que cuando vería a Alya cerca mientras yo traía mi supertraje debía meter la barriga para no verme tan gorda en esa vaina.
Alya estaba inspiradisima hablando sobre las cosas que le metería a la vaina esa y no quise interrumpirla asi que me fui al baño sin avisarles.
Tikki salió de mi bolsito.
—Alguien tiene una fan.
Sonreí ligeramente mientras lavaba mis manos.
—Si vale, es calidad tener una —opine— me siento no sé, Hannah Montana, chama. Pero antes de que le dijera a Lily que ella era Hannah, mi mejor amiga es mi fan pues.
—No sé qué es Hannah Montana.
Miré al coquito volador como si estuviera loca.
—Nawebona, ahora es que te falta cultura entonces.
Saqué de mi bolso un labial para poder humectarme los labios que se me estaban resecando mientras Tikki volaba a mi alrededor.
—¿Para qué es eso?
—Esto es un labial, las chicas los usamos para vernos más lindas de lo normal.
Tikki se acercó más al espejo para ver mi reflejo.
—Te ves linda sin él de todas maneras.
Sonreí ligeramente y la atraje a mi para darle un sonoro beso.
—Chama, echame un beta ahí, ¿Si va?
—Traducelo por favor, me está costando un poco adaptarme a tu lengua de origen.
—Ay, que dolor de culo con ustedes —rodé los ojos— te dije que me respondieras una cosa.
—¿Qué cosa?
—¿Sabes quién es Chat Noir en realidad? —le pregunté.
Ya me veía yo controlandome al gatubelo bello ése.
—No tengo la más mínima idea —suspire pesadamente— Lo siento, Marinette. Pero si conozco a su Kwami, se llama Plagg.
—Nojoda sh, dejalo así —bufé— yo quería saber quién era el chamo ése, ¿Te imaginas a la yocsy controlandose a Chat Noir? Ése se ve que no le tiene miedo a la velocidad.
Tikki sonrió con diversión.
—No me digas que te gusta Chat Noir.
—No, vale —negué— no te voy a negar que el chamo ése tiene material para cuadre y sólo eso, bueno, al menos para mí. No estoy buscando una relación justo ahora.
Frunció el ceño.
—Entonces, ¿Porqué aceptaste salir a tomar un helado con el pelirrojo de hace rato?
—Hija mía, aprenda una cosa: el que invita, brinda y una brindada no le hace mal al corazón.
—O sea, ¿Irás, dejarás que te invite un helado y aún así lo dejarás en la zona de amigos?
—Obviamente mami, él me invitó fue a comer helado, no a chancear —aclaré— a los europeos éstos les hace falta echarle bastante bola si creen que con un mugroso helado pueden conquistar a una venezolana.
Ilusos.
—Apuesto a que si se tratara de Chat no opinarias lo mismo.
—De bolas que no. Ése tiene es que no acercarse mucho a mi porque yo le llego a robar un beso a ése chamo y me lo cojo oyó, yo no le tengo miedo al éxito.
Carita de ángel y todo pero mardita al fin.
Tikki se escondió en mi bolsito justo después de que salimos del baño. El timbre sonó indicando que ya era hora de entrar a Ciencias. Lo único que les diré es que la Miss Medeleyev me agarró una arrechera trifasica, ni sé porqué si yo soy chévere. Luego de que la vieja mamachola esa se fuera, fuimos a ver la última clase en el aula con Miss Bustier, arte. En ésta clase teníamos libre albedrío, podíamos hacer todo lo que quisieramos referente al arte y de bolas que no dudé ni un segundo en sacar mi libreta de bocetos y así continuar el diseño del vestido que dejé a medias. Ah, una vaina que no sabían: la yocsy era senda diseñadora, oyó. Me he ganado platica honradamente agarrandoles a los pantalones de los tukkys de mi viejo colegio para que se vean más pegados.
Cuando la hora culminó, fui la última en salir de esa vaina porque andaba con una flojera de guardar mis corotos en el bolso que no jugaba oyó y para cuando salí de esa vaina la gente esa ya se había ido. Marica, hasta la Alya, nawebona.
Weno, ahora debería ir a la entrada para ver si Nathaniel se quedó a esperarme para ir a comernos el helado.
Lo arrecho no fue que el cabeza e' ñema ése no me esperó, sino que en esa mierda estaba lloviendo tan fuerte que de pana empecé a cuestionarme si debía irme en lancha pa la casa.
—Coñoelamadre nOJODA —gruñi— es que esto es culpa de Maduro, chama, ¡Culpa de Maduro! Ése desgraciado a lo mejor instaló una red para los pajuos en el satélite Simón Bolivar para que así la maldición de Chávez nos alcance en cualquier otra parte del mundo.
Tikki asomó su cabeza fuera de mi bolsito.
—Para ser una superheroina que representa la buena suerte, no estás dando un gran ejemplo.
—¡Tikki! —la regañé pero la muy coñoemadre no hizo más que reírse— eres una mmagueva.
Fastidiada saqué el teléfono para llamar a papi y que me trajera un paraguas porque yo podré parecer ordinaria pero no vale, yo era más fresa quer coño y ni queriendo me iba caminando bajo éste palo de agua.
Que arrechera con Tom Dupain, lo he llamado seis veces y no agarra esa mierda.
Resignada guardé el teléfono y me senté en el suelo dispuesta a esperar a que la lluvia pasara para poder irme a mi casa.
—Mierda, parece el diluvio de Noe —escuché a alguien mencionar. Marica y yo decía: ¡Listo! Al menos no seré la única pajua en ésta vaina esperando a que pare la lluvia y así podré echar cuento con alguien.
Pero cuando lo vi, de pana que preferí irme bajo la lluvia.
—¡Qué molleja! —exclamé— tanta gente que estudia en la vaina ésta y el único pajuo que se quedó fuiste tú. Que casualidad.
El rubio frunció el ceño.
—Pues si tanto te molesta mi presencia, te invito a que te vayas caminando.
No si, arrecho.
—Lo haría pero no quiero irme bajo la lluvia.
Me miró con diversión.
—Vaya, entonces es cierto... —rascò su barbilla— las brujas sí se derriten con el agua.
VE A ÉSTE.
—¿A ti nunca te han caído a coñazos?
—Ni siquiera entiendo qué es lo que quieres decirme.
Le enseñé el puño.
—¿Acaso quieres que te haga una demostración? —Él cayó en la vaina y negó rápidamente— verga, al menos eres pila. Escucha la vaina: me caes mal, chamo, de pana, preferiría que me patearan una teta a tener que pasar tiempo de calidad contigo asi que yo mejor me vengo para acá y tú te quedas por allá a esperar a que la lluvia pase para que cada quien se vaya a su casa, ¿Si va?
—Bien.
Sin importar dejarlo ahí parado como el estúpido que era, regresé la vista y atención al diseño en mis manos. Para poder conseguir un poco de inspiración, puse mí Playlist especial para éstas ocasiones.
Shawn Mendes como siempre dandola.
—Esa es una de mis canciones favoritas —mencionó cuando Believe se empezó a reproducir.
—¿En serio?
—Si.
Cambié la canción.
¿Se notaba mucho que Adrien me caía mal?
—Y... ¿De qué parte...?
—Peo tuyo no es.
Soltó un suspiro notoriamente fastidiado.
—Sólo estoy tratando de ser amable contigo, ¿Es eso algo ilegal?
—No.
—Entonces, ¿Porqué no me dejas serlo?
—Porque no me interesa tu amistad.
Mis palabras parecieron herirle pero trató de no darlo a demostrar.
—Escucha... —soltó luego de un rato— sé que lo del chicle pudo interpretarse de una forma para nada correcta pero sólo quiero decir que yo...
—Mira pana, conozco a los carajos como tú —lo interrumpi antes de que empezara a caerme a labias— eres de esos que tiran la piedra y esconden la mano. Y una vez que la cagas conmigo, perdiste porque todo el posible trato que se pudo dar entre nosotros, lo mandaste a la mierda.
—¡Yo sólo quiero disculparme!
Frunci el ceño.
—Espera... ¿Qué?
Adrien se paró de donde estaba sentado y caminó hasta donde yo estaba sentada. Tomó asiento y me miró fijamente.
—Lo siento, ¿Okay? —murmuró— siento todo este mal entendido. Chloe fue quien puso el chicle en tu asiento y yo sólo trataba de quitarlo, ni siquiera sabía que era tu lugar.
Marica a la vaina. O sea, yo no me confiaba mucho de él porque ajá, ¿Quién me dice a mí que no me estaba cayendo a mojones? Yo a Adrien no lo conocía y por ahí decían que los calladitos eran Candela.
Una corneta de carro me interrumpió justo antes de que lo mandara a mamarse un huevo. Tanto Adrien como yo nos fijamos en el carro plateado que se había estacionado en todo el frente.
Adrien se giró nuevamente hacia mí y de su bolso sacó un paraguas desplegable para cubrirse del diluvio.
—No te pido que me perdones, sólo que conozcas las versiones de las personas mucho antes de juzgarlas —dijo— han venido por mí. Hasta luego.
Tomó su otro bolso que me imagino que era el de gimnasio y se lo colgó al hombro antes de abrir completamente el paraguas y empezar a bajar las escaleras. Me puse a echarle cabeza al asunto. Si mami estuviera aquí me hubiese dicho que le cayera a mangazos igual, y por parte de Diego, ése inútil sólo me hubiese dicho que no sea tan infantil y que aceptara sus disculpas.
Lo vi caminar unos segundos más hasta que se detuvo. Pareció dudarlo un poco pero finalmente se decidió a regresar.
—Ten... —me extendió su paraguas— aceptalo, por favor.
Miré su mano que aún sostenía aquel paraguas oscuro. Tenía la opción de tomarlo e irme pa la casa o quedarme aquí a esperar ochenta años hasta que el diluvio de Noe se detuviera.
Pero dar el brazo a torcer no estaba en el diccionario de los González. En su lugar estaba la palabra PORFIAO en negrita, cursiva y subrayada. Por lo que simplemente guardé mi cuaderno de dibujos y sin importar que pudiera derretirme con la mmagueva lluvia, le pasé por un lado para irme pa la casa a punta e' pata.
—Como dice la Ariana Grande, papi: Thank you, next.
Adrien frunció el ceño un poco desconcertado.
—¿En serio? —ironizó— ¿Prefieres irte bajo una tormenta que aceptar mi estúpido paraguas?
—Asies, asies.
—Eres inmadura, ¿Lo sabías?
—Meteré tu opinión en la caja de sugerencias y luego la lanzaré por una quebrada.
—¡Bien! —exclamó— al menos intenté ser amable. Te pedí disculpas...
—Ya te dije que no me importa tu amistad, chamito. Sólo concentrate en no volverlo a hacer o ésta vez si te escoñeto.
Sentía cómo las gotas de lluvia empezaban a mojar mi chaqueta y mi cabello pero no le paré bolas a esa vaina, yo vivía ahí mismito y así aprovecho en bañarme mrc.
—¡Eres una inmadura!
Me giré únicamente para sacarle el dedo del medio y luego retomar mi camino.
—¡Y tú eres un mmaguevo, Chavista!
Jamás pensé que la primera vez que conocí a Adrien Agreste iba a terminar así, pero al igual que eso, jamás vi venir lo que sucedió unas horas después...
No era tan buena siendo Ladybug como pensaba.
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Wenas gente, espero hayan disfrutado éste cap y recuerden que no todo se está haciendo tal cual la serie así que la que quiera venir a criticar por groseria, que coja camino.
No he actualizado muy seguido porque tengo tres novelas que actualizar y la Universidad no me da mucho tiempo libre. Hago todo lo que puedo por ustedes.
¡Besos! La Yocsy se despide...
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