♡彡 ━ dulce como mermelada
Jimin escuchó cómo Yoongi entró de regreso al baño por la puerta siendo cerrada con cautela, claro que para él fue muy claro. Todo era muy claro para él, a pesar de que algunas cosas no las entendiera como los humanos, y a pesar de que todos pensaran que no lo hacía. No era tonto, era sólo un gato, y los gatos no son tontos.
Se recargó en la encimera y suspiró. Pudo escuchar el sonido del agua caer dentro del baño.
Le entristeció escuchar a Yoongi decirle que era un feo chico gato. Y bueno, también le había dicho fea a su cola, y a sus orejas... Básicamente Yoongi pensaba que era feo, y eso le hacía sentir mal, porque él había pensado, desde el primer momento en el que lo vio, que era muy lindo.
Desde que Seokjin lo adoptó, todo el mundo había notado lo lindo que era, ni él ni nadie nunca le habían llamado feo, al contrario, todos siempre lo alagaban diciéndole que era un gato muy bonito y les gustaba tocar sus orejas y hacerle mimos. Las amigas de Seokjin siempre iban a visitarlo y le traían regalos, le rascaban detrás de las orejas y siempre jugaban con él. Estaba acostumbrado a que le dieran amor, a ser mimado y a ser lindo, pero al parecer Yoongi era la primera persona que no pensaba así.
No quería irse, a pesar de que a penas había estado una parte de la tarde y una noche allí, ya se sentía como en casa, cualquier lugar en compañía de alguien le daba la sensación de estar en casa, y aunque Yoongi no había sido muy amable, deseaba que lo dejara ser suyo.
Revisó las alacenas y el refrigerador, no había mucho, parecía que la despensa estaba por agotarse. Encontró pan integral y mermelada, podía hacer un sándwich de mermelada. Mientras preparaba el desayuno, no podía evitar seguir sintiéndose triste, porque no quería que Yoongi pensara que era feo, ni mucho menos que lo echara de su casa.
Si lo echaba de casa, tendría que regresar a casa de Seokjin, a ser atendido ocasionalmente por Namjoon, y a estar solo siempre. Cuando iba al parque, a encontrarse con sus amigos híbridos, siempre solía quedarse callado mientras ellos platicaban de sus familias, él sólo podía decir que Seokjin le llamaba cuando tenía tiempo para saludarlo y decirle que lo extrañaba, y su conversación solía durar solo unos minutos, después ponía algún pretexto y regresaba a casa, deseando pertenecer a una familia como sus amigos.
Luhan era un gato fino y hermoso, y vivía con un ingeniero recién egresado, estaba lleno de atenciones y no podía estar más consentido. Yixing disfrutaba de su familia con la compañía de una niña en casa que se encargaba de peinarlo y abrazarlo todo el día. Y por último Chanyeol, que vivía con una familia demasiado grande, muchos niños, cientos de tías y un perro gordo y peludo que le servía de almohada. Jimin no tenía mucho qué comparar.
Ahora, si se quedaba con Yoongi, por lo menos tendría qué platicarle a sus amigos, a pesar de que fuera a contarles que su dueño era un gruñón mal humorado que le decía feo, y que a pesar de todo le gustaba estar con él. Además, Yoongi era lindo, y le causaba una bonita sensación el verlo. En serio quería quedarse con él.
Jimin buscó un plato, en el que puso el sándwich de mermelada, corrió hacia su maleta en la sala y buscó otro paquete de las galletas que Namjoon le había dado. Sirvió el último trago de leche que quedaba en la galón y después dejó todo acomodado en el comedor. Escuchó los pasos de Yoongi y levantó sus orejas, se posicionó junto a la silla, esperando a que Yoongi apareciera.
—Jungkook vendrá en un rato... — Yoongi apareció por el pasillo, secando si cabello con una toalla de color azul. Colgó la toalla en su hombro y miró la comida servida en la mesa, miró a Jimin. — ¿Tu lo hiciste?... — Jimin asintió, con sus orejas erguidas de orgullo, porque deseaba ser agradable con Yoongi. El rubio colgó una sonrisa en la comisura de sus labios, y Jimin se emocionó, porque le había sonreído. — ¿Es para mi? — se señaló a sí mismo.
—Sí hyung — contestó sonriendo.
—Bueno, gracias... — Yoongi se sentó en el comedor y sin más empezó a comer. Jimin caminó hasta pararse frente a él, con sus manos juntas frente a sí, y su cola bailando.
—Yoongi... — Jimin habló, bajando un poco sus orejas y ahora jugando nervioso con su cola en sus manos. Yoongi lo miró sin dejar de comer.
— ¿Qué? — habló con la boca llena.
—Bueno, eh... — Jimin tomó aire. —Ya sé que piensas que soy un gato feo, pero... ¿Podrías por favor quedarte conmigo?
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