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V E I N T I T R É S | D I S C U S I O N E S

«Después de saber la verdad oculta que Lisa trataba de esconder tras 4 paredes... No iba a quedarme de brazos cruzados ante ese daño»

Gato.

GATO.

Miré la foto que tenía entre mis manos y luego observé el edificio que estaba a escasos metros de mi coche.

Me encontraba solo, en algún lugar de Londres, mirando aquella foto de aquel hombre que tanto daño le había hecho a Felina y a su madre. No iba a quedarme de brazos cruzados tras lo que ella me había dicho hacía varios días.

Sentía algo en el pecho, ardor, nada más imaginarme las cosas que había sufrido ella, y ese ardor debía apagarse con algo que conocía bastante bien.

Sabía que no estaba bien, y Felina no debía saberlo, pero era mucho más lista de lo que cualquiera podría imaginarse y eso era una de las muchas cosas que me gustaba de ella.

Gracias a varios amigos pude encontrar donde estaba ese hombre y llegué hasta aquí. Así que, después de todo este recorrido, al menos, donde Magnus no tenía ninguna línea donde la cruzáramos, dejé la foto a un lado, salí del coche y miré el edificio.

Me remangué la camisa y caminé hacia el lugar para encontrarme cara a cara con el hombre que le había arrebatado la persona más importante en la vida de mi compañera.

FELINA.

Escuchaba solamente los quejidos de Gato por curarle las heridas de sus manos. Jamás recordé que se quejase tanto como esa misma noche y arrugué mi frente, extrañada por ello. Ya que llevaba 2 semanas sin participar en ninguna pelea y pronto le tocaba luchar con otro luchador del lugar.

Me preguntaba que es lo que había hecho, porque dudaba que fuese por entrenar. Sabía que me estaba ocultando algo... Bueno, Gato me ocultaba muchas cosas, pero esa noche sabía que me ocultaba algo mucho más fuerte de lo que me imaginaba.

En cambio, notaba la mirada de Gato sobre mi rostro, con un gesto de lo más dulce que le había visto en mi vida. Al mirarlo unos segundos, él seguía mirándome de esa manera tan suya, pero que podía sentir que había algo más que no me contaba, algo que sentía y no quería ir más allá.

Tomé el rostro de él y miré a ver si tenía alguna herida, pero no vi nada.

Entonces, las manos habilidosas de Gato comenzaron a recorrer mis piernas, subiendo por mi falda y haciéndome sonreír por hacerme todo ese recorrido con las manos, gustándome la forma de tocarme que tenía ese hombre conmigo.

Me agarró las nalgas con fuerzas, pegándome a su entrepierna abierta y colocó su boca sobre mi oído, haciéndome temblar de esa manera que tanto me fascinaba y que solo él conseguía hacerme.

—Quiero que sepas que, aunque la vida nos ponga impedimentos, siempre estaré a tu lado...

Al ver el lado romántico y poco conocido de Gato, me hizo sonreír de una manera diferente, la cual no conseguí quitármelo de encima aquella sonrisa estúpida que tenía en mis labios.

Le quité las manos de mi trasero y las puse sobre las mías, para observarlas más de cerca, pensando y preguntándome que es lo que había ocurrido. Y el miedo a que volviese a meterse en peleas fuera del boxeo, me inundaba por dentro.

—Me gustaría saber porqué tienes las manos tan destrozadas. Vas a pelear mañana y veo que no se te curan. —Levanté la mirada para clavar mis ojos sobre los suyos claros, los cuales seguían mirándome de una manera diferente—. ¿Has hecho alguna pelea de Magnus sin yo saberlo o te has pegado con alguien?

Él respiró fuertemente y desvió la mirada hacia otro lugar, lejos de mi rostro.

Parecía avergonzarse si me lo dijera y arrugué más mi frente de tan solo pensar que fuese tan malo como para que me evitase la mirada.

—Si te lo dijera, te enfadarías conmigo —contestó.

Tomé su mentón, girando su cabeza y obligándole que me mirase a los ojos.

Traté de analizar su mirada, cuando mi sorpresa se hizo evidente, al recordar lo que le había dicho la otra noche, cuando me abrí a él y le conté mi pasado. Aquel pasado que todavía me hacía despertarme algunas noches con terror.

Caí en la cuenta de aquello, dejé de tocarle el rostro y di un paso hacia atrás, viendo la sorpresa en la mirada de mi luchador.

—Dime que no lo has hecho.

Gato parecía sorprendido por donde podía llegar mi mente y tragó saliva.

Se levantó de su asiento, tratando de acercarse a mí.

—Tenía que hacerlo.

Me enfadé al descubrir aquello y de ver lo herido que estaba por ese motivo. Tan solo no podía mirarle a los ojos, cansada de estar enfadada con él siempre, de discutir siempre con ese hombre del que estaba enamorada.

Porque sí, lo estaba y ya no había marcha atrás después de saber lo que sentía por Gato.

Apreté mi mandíbula, apretando mis puños y mirando hacia la puerta, deseando marcharme. Pero la mano de Gato tomó la mía y, con sumo cuidado, comenzó a acariciarla, como si temiese que lo dejase solo.

Al girarme para ver su mirada, así fue. Vi miedo, terror en sus ojos.

—Lisa, debía hacerlo —susurró con una voz bastante baja, quizás algo avergonzado por lo que había hecho y que, en el fondo, sabía que estaba mal.

Pero sabía que le habían metido tanta mierda en su mente, que no sabía diferenciar entre el bien y el mal y así creía que me protegía. Pero a mí no me hacía falta protección y eso debía entenderlo.

—No, Gato. No debiste hacerlo. Ese hombre hizo cosas mal, si y muy malas... —Me quedé quieta, colocando mis manos en las caderas y continué. —Pero no puedes rebajarte a ese hombre... La vida se lo hará pagar y con creces... Solo dime que no lo has matado.

Él apretó la mandíbula y, al verlo así, temí porque así fuera.

Negué con la cabeza, directa a marcharme de allí, pero la voz de Gato me hizo frenar.

—Solo le di una paliza.

Me giré, volviendo a mirarlo y susurré;

—Gato...

—Lisa, lo siento.

Trató de acercarse a mí, pero no se lo permití y él me dio mi espacio, bajando sus hombros y con un rostro triste.

—Así no son las cosas... —callé al ver que ni siquiera podía decirle su nombre verdadero porque ni lo sabía—. Joder, ni siquiera sé como te llamas para poder llamarte por tu nombre cuando estoy enfadada contigo. —Lo observé mientras que él estaba quieto en su sitio, sin saber que hacer y mirándome, asustado de verme cerca de la puerta y con miedo a que lo dejase—. Tu te quejas de que no sabes nada de mí, cuando soy yo la que ni siquiera sabe cual es tu verdadero nombre.

Gato no dijo nada y al escuchar ese silencio en su cuarto, susurré;

—Necesito irme.

—Espera, Lisa... —Se apresuró en decir, desesperadamente.

Me giré y, al ver que Gato se acercaba a mí, coloqué mi mano sobre su pecho y lo frené. Negué con la cabeza y me marché, cerrando la puerta de Gato y alejándome de él para poder hablar con alguien que estaba pasando lo mismo que yo.

Al ver que Gato no me seguía y me daba mi espacio, saqué mi móvil y llamé a Cronos, una vez salí del edificio.

—¿Ocurre algo Felina? —contestó él tras varios tonos.

—Necesitamos hablar.

Cronos silenció unos segundos y luego contestó;

—Nos vemos en tu piso.

Colgué el móvil, caminé sola por las calles de Londres y empecé a sentir una opresión fuerte en mi pecho al ver que Gato nunca podría ser un hombre "normal" que supiera saber cuando las cosas se hacían mal. Podía llegar a ser un hombre bueno, y sabía que lo había en su interior, pero cuando trataba de hacer venganza, era otra persona.

La venganza solo te hacía ser la misma persona que te había hecho daño y no era el camino. Nunca era el camino. Vengarte de esa persona te hacía peor, y te hacía sentir mucho peor.

Lejos de las cosas que había hecho mal, y de haberme arrebatado a lo que más quería, vengarse solo te hacía peor persona.

Comencé a llorar al saber que había roto la regla de oro y que me había enamorado de la persona que no debí haberlo hecho. Y solo sufriría más así, porque sabía que entre él y yo nunca podríamos tener una relación normal y corriente.

O al menos eso pensaba.

🥊

—¿Qué pasa? —preguntó Cronos al entrar en mi piso.

Con un rostro bastante diferente al que solía tener, miré a mi compañero de trabajo y dije;

—Algo malo.

Cronos me dio todo el tiempo a que me sincerase, y en el interior sabía que él debía saber que me pasaba, pero no quiso hablar y dejo que yo fuese la que hablara.

Preocupado por mí, se quedó en su sitio, dándome espacio.

Cuando dije;

—Cronos... Me he enamorado de Gato.

Aquellas palabras me costaron tanto decirlas, que ni siquiera supe si Cronos me había escuchado de lo bajo que lo había dicho.

—No hace falta ser policía para saberlo.

Arrugué mi frente por su respuesta.

—Por el caso no debía haberlo hecho.

Cronos negó y siguió;

—Yo lo hice y no es fácil, pero ya no puedes dar marcha atrás.

Negué con la cabeza por su respuesta tan corta, tan diferente a lo que me imaginaba.

Di 2 pasos hacia atrás y, pensando en el caso, pregunté;

—¿No me dices nada más?

Cronos negó con la cabeza, cruzándose de brazos, con aquellos músculos apretándose y respondiendo;

—¿Qué quieres? ¿Qué te eche la bronca? ¿Qué no te enamores de él? —preguntó. —Fue un consejo que te di, para que no fuese más duro de lo que ya es este trabajo. Lo peor es que algún día tengamos que verlos en un banquillo como víctimas, pero quizás deban cumplir por los asesinatos que han cometido.

Negué con la cabeza y Cronos, al verme, supe que es lo que pensaba.

—Les obligan a hacerlo —contesté.

—Si... Les obligan, pero no quita una cosa con la otra. La ley es así, Alisa —dijo mi nombre verdadero.

Pero no podía escuchar la verdad. No podía ni siquiera aceptarla.

Y varias cosas se me ocurrieron, incluso la más prohibida de todas. Sabía que si lo decía en alto sonaría una estúpida y Cronos me daría la negativa, pero lejos de lo nerviosa y enfadada que podía ponerme Gato, no quería que sufriera. Ni él, ni Afrodita, ni Serpiente.

Pero fui egoísta y pensé en él, sintiéndome mal por ello, por sentirme así y querer llevarlo lejos del peligro, sin saber las consecuencias.

—¿Y no puedo llevármelo lejos? —cuestioné.

Cronos negó rápidamente, y en el fondo, al ver su reacción, pensé que no era una idea que solo había tenido yo, sino que él también lo había tenido.

—Eso sería peor. Si te lo llevas fuera de Europa, la ley respondería, pero la ley no es tu mayor problema, sino Magnus. Y no querrás eso.

Silencié, cuando Cronos siguió hablando;

—¿Te crees yo no quiero poner a salvo a mi luchador? ¿Te crees que no he pensado eso miles de veces? Pero es peor el remedio que la misma enfermedad —contestó, preocupándose por su luchador—. Sería llevarlos a una muerte segura.

Y ahí me derrumbé y dije;

—Lo amo, Cronos.

No hizo falta decirlo tan alto para que Carlo me respondiera;

—Se te nota. Y estoy seguro que él te ama a ti.

Arrugué mi frente y mi corazón comenzó a latir con mucha fuerza nada más conocer  la respuesta de Carlo.

De tan solo imaginarme que Gato sintiera lo más mínimo por mí, me hacía ponerme nerviosa y a la vez feliz. Pero no debía sentirme así, era alguien quien debía investigar en privado y no estaba siendo fácil al haberme enamorado de Gato.

Negué con la cabeza.

—Él solo consigue sacarme de las casillas.

Cronos sonrió y empezó a caminar, entrando más en mi piso y hablando;

—Gato es así, ha sido entrenado para asesinar, no para enamorarse. Él solo sabe lo que es el sufrimiento y ahora que llegaste tu, no sabe como actuar.

Al girarse, me miró a los ojos.

Se acercó a mí y continuó;

—Sigue como hasta ahora. Sigue protegiéndole y no le digas lo que eres realmente. Eso es lo único que podemos hacer, hasta que encontremos algún fallo en Magnus para atraparlo y encerrarlo y así juzgarle por sus crímenes.

Asentí, doliéndome bastante no poder decirle quien era realmente y no sentirme peor de mentirles a Serpiente, Afrodita y, sobre todo, a Gato.

Miré a Cronos y supe que él me ayudaría en todo el proceso, que no me dejaría atrás y que sabía que, al vivir lo mismo que yo, sentir amor por su luchador, estábamos en la misma línea.

Y no iba a dejar todo eso hasta que no encontrase la verdad de todo. De quien era el jefe supremo, de encerrar a Magnus y, lo más importante, poder liberar a todas las víctimas de ese horrible lugar, sin dejar a nadie atrás.

Sería difícil, pero no imposible.

***

Sé que ha sido un capítulo corto y soso, pero todos los capítulos son importantes para la novela. Y pronto se vienen más cosas.

En cada capítulo hay pistas para el futuro de la novela y este no va a ser menos. Así que espero que les haya gustado a pesar de ser corto.

¿Qué les ha parecido?

¿Piensan qué Gato siente lo mismo por Felina? ¿O incluso siente lo mismo que ella desde antes?

Nos leemos más la semana que viene :3

Pd; quiero felicitar a Paattri20 por su cumpleaños, que fue la semana pasada. Así que este capítulo está dedicado a tí :3

Patri García

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