Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

D I E C I O C H O | T R O N O

«Tenerla así mientras yo la miraba desde mi posición, no había nada más placentero que eso»

Gato.

Al día siguiente, Cronos y yo quedamos en un edificio abandonado, cerca del famoso reloj de Londres, con aquellas hermosas vistas.

Habíamos quedado tras la llamada que me había hecho mi compañero por el asesinato de otro luchador llamado Coyote. Le habían torturado como nos hicieron a mí y a Cronos hacía varias semanas en aquella fábrica, lejana a Londres, pero con la diferencia de que se lo hicieron a ese luchador para matarlo de una forma dolorosa y horrible.

—Felina, gracias por llegar temprano —dijo mi compañero mientras me llevaba a una parte del edificio que parecía bien cuidado.

Y cuando abrió la puerta, me encontré con un cuarto bastante amplio lleno de ordenadores, pizarras, archivos y todos relacionados con el caso de Londres. Observé la televisión, en el cual una de las 2 personas se encontraba revisando cámaras de seguridad en esa pantalla amplia.

Tras ellos, había varias ventanas, no muy grandes, pero las suficientes para que entrasen suficiente luz y ver aquellas vistas del Big Ben.

Observé el sitio, como la novata que era, y pregunté;

—¿Qué es este sitio?

Cronos se acercó a las 2 únicas personas que se encontraban trabajando allí y comentó;

—Algo que montaron Santana y Brown para investigar mejor al boxeo y cada asesinato, y para quedar sin que llamemos la atención. Sígueme por aquí, te los presento.

Al acercarme, me encontré con una mujer rubia, tecleando rápidamente en los ordenadores, con una rapidez inaudita. Debía tener unos 30 años y era bastante guapa. Mientras que, al otro lado, mirando esos videos de seguridad, se encontraba un hombre que supuse que era de más edad, con ojos azules. A simple vista no era muy guapo y no me llamaba la atención, pero se le veía muy concentrado en lo suyo.

—Mariana Santana y Jon Brown. Les presento a Alisa, pero que durante los próximos meses se llamará Lisa o Felina. —Me presentó Cronos.

La mujer rubia me miró, se levantó de su sitio y caminó hacia mí para saludarme cordialmente con una sonrisa.

—Encantada, Lisa. Cronos me ha hablado bien de ti y para ser novata que este hombre hable bien, es un logro —bromeó y yo le seguí la broma.

Cronos puso un rostro de mal genio que a ambas nos hizo gracia.

El otro hombre de la sala, un tal Brown, se acercó a mí, serio y me saludó cortantemente y casi sin mirarme a los ojos, para luego volver a su lugar de trabajo, como si eso fuese más importante que hablar con las personas.

—Buenas —fue lo que dijo Brown.

Santana lo miró mal y luego volvió a mirarme.

—No se lo tomes en cuenta, siempre tiene esa cara de amargado después de que lo dejase su mujer.

—Te he oído, Santana —contestó su compañero con los brazos cruzados.

Asentí y sentí la mano de Cronos sobre mi hombro para llevarme a la sala de ordenadores. Yo no pude evitar mirar el Big Ben y como la tarde iba cayendo, teniendo una hermosa imagen de aquel reloj.

—Hemos encontrado un movimiento sospechoso en la cuenta de Richard Li Roberts.

Yo me quedé sorprendida, al igual que mi compañero Cronos, de escuchar lo que decía la joven Santana. Parecía que habíamos encontrado oro en el caso y no era para menos. Yo solo llevaba poco tiempo, pero Cronos llevaba mucho más que nadie y encontrar algo tan importante como aquello era, sin duda, buenas noticias.

—¿Roberts? ¿El ministro? —cuestioné.

La joven rubia asintió.

Cronos preguntó;

—¿De cuanto es el movimiento?

Santana señaló la pantalla y nos lo fue mostrando.

—Eso es lo extraño. Ha hecho varios movimientos de pocas cantidades, pero en 3 días. Y si las sumas son 15 mil libras. Justo hace unas horas los promotores de Magnus han donado la misma cantidad al boxeo clandestino, pero no solo eso... Hemos conseguido rastrear una huella digital sobre el posible jefe de esta mafia... Y esa huella llegó a uno de los teléfonos de su despacho, más precisamente de su secretaria —respondió, haciendo que ambos nos quedáramos sorprendidos por esa noticia—. Cronos, Felina, esto no puede ser casualidad.

Cronos me miró y pareció leerme la mente.

—Puede que sea solo una forma de despistarnos. Dudo que una persona como el jefe supremo que nadie sabe quien es, cometa semejante fallo.

—Ya, pero... ¿y si tirando del hilo encontramos algo más? —cuestionó Santana.

Cronos asintió y Brown preguntó;

—¿Lo comunicamos al capitán?

Cronos, que prácticamente era nuestro jefe entre esas cuatro paredes, se quedó pensativo. Me observó unos segundos y, con una simple mirada, ambos llegamos a la misma conclusión. Lo mejor era mantenerlo en secreto. Había alguien de la policía que decía las cosas, algún chivatazo. Siempre debía haber alguien y más cuando se trataba de dinero. No creíamos que fuese el capitán, pero él contactaría con el fiscal o alguien de alto cargo que quizás estuviese detrás.

Debíamos pensar en todo, ir con varios pasos por delante. Así que lo mejor era mantenerlo en secreto hasta tener más pistas sobre ese ministro de defensa.

—Felina está de acuerdo en lo que voy a decir. Lo mantendremos entre nosotros, sigan investigándolo porque al ser un ministro, tiene más inmunidad que cualquier famoso o empresario. Más adelante hablaremos con el capitán —comunicó Cronos.

—Anderson se enfadará con nosotros —dijo Brown refiriéndose a nuestro capitán.

Carlo negó con la cabeza.

—No si no sabe que descubrimos esto antes.

Entonces, mientras Brown y Cronos discutían sobre algo que era lógico mantenerlo bajo llave hasta descubrir más cosas, yo me acerqué hacia una imagen de un chico que me resultaba familiar. Al mirarlo más detenidamente, vi que esa foto de desaparecido, se trataba de una imagen que estaba ya cubierta las calles de Londres. Era el chico que había desaparecido de aquel opositor político.

Y verlo con más claridad y peor aún, en aquella pizarra junto con las posibles desapariciones de otros jóvenes, sobre todo hombres, que posiblemente los tendría la mafia del boxeo clandestino, fue horrible imaginarlo.

—¿Se sabe si la desaparición de ese joven va relacionada con el caso? —cuestioné al ver su imagen con una interrogación.

—Creemos que sí —contestó santana.

—Pronto serán las próximas elecciones y estaba visto que Teodoro O'Neill iba a ganarlas, pero desde que desapareció su hijo, ha dejado la política de lado —continuó Cronos, al tanto de la política—. Quizás lo hayan amenazado, pero tenemos pruebas de que Charlie está con otros hombres jóvenes como trata de personas.

Observé a cada uno de aquellos desaparecidos y se me rompió el alma al ver el futuro que les esperaba, lleno de sufrimiento y sangre.

—¿Por qué harían eso?

Escuché los pasos de Cronos hacia mí y contestó;

—Felina, cada día asesinan a varios boxeadores, seguramente porque no les rinden como ellos quieren que hagan. Y necesitan a más luchadores jóvenes para que duren varios años, Charlie tiene apenas 23. Es la víctima perfecta —murmuró, también mirando la misma imagen que yo—. Y si no sirve como luchador, que se verá en las pruebas que haga antes de ser vendido a un promotor, o lo asesinan o termina siendo objeto sexual para alguien bastante poderoso.

Apreté mis puños al escuchar aquello último y no pude imaginarme todo aquello. ¿Cómo era alguien capaz de hacerle tanto daño a una persona? ¿Cómo podía ser el ser humano tan cruel y superarme más con los años sobre dicha crueldad?

Sabía que empezaban a ser secuestrados o entrando "libremente" por necesidad de dinero, y antes tenían que hacer unas pruebas para saber si valían como boxeadores. Después lo tenía dudoso, pero me imaginaba, por lo que me habían explicado, que lo vendían a un buen postor y luego, a medida que más fuerte se hacía ese luchador, podría subir puestos hasta no tener que depender de alguien que lo obligase a hacer ciertos favores sexuales por dinero.

—Es asqueroso todo esto —repetí.

Cronos asintió a mi favor, observando triste aquella pizarra llena de posibles víctimas y que nosotros investigábamos. Juré que, algunas de esas víctimas las llegué a ver alguna noche en el edificio, o incluso, en aquel hotel donde una vez luchó Gato con Magno. Saber eso, ahora, me hacía doler más el pecho y deseé tomar mi arma para pegarle un tiro entre ceja y ceja a Magnus. Pero así no ayudaba a las víctimas y así no se hacía justicia.

—Teodoro ha publicado una recompensa de 10 mil libras por cualquier pista de donde se encuentra su hijo —dijo Santana con la voz apresurada al conocer dicha noticia.

Todos nos juntamos tras Santana, viendo las noticias de última hora y yo casi vuelvo a comerme las uñas como cuando era adolescente.

—Eso no es bueno... No... Estoy seguro que no tienen a ningún policía que esté metido en este caso y les asesore como es debido —dijo Cronos.

—¿Qué puede pasar? —cuestioné.

—Que tratarán de hacer esto lo más rápido posible, y peor será para el futuro de su hijo si sigue atrapado en la mafia —concluyó Cronos.

—Deberíais hablar con ellos —contesté.

Cronos me miró y asintió.

—Pienso que es mejor que seamos nosotros. —Me señaló a mí y a él y tenía toda la lógica del mundo—. Pero antes tenemos que avisarle al capitán sobre lo que haremos Felina y yo. Esto será lo único que le avisemos, lo del ministro se queda aquí para ver si lo pillamos de imprevisto.

—¿Cuándo iremos a verle? —cuestioné.

—Por lo que tengo entendido, Teodoro está fuera de la ciudad y nosotros no podemos salir de Londres mientras estemos en esta misión. Dentro de unos días volverán, ahí iremos hablar con él y su mujer. —Asentí ante lo que me estaba diciendo mi compañero de oficio y luego Cronos volvió a dirigirse hacia sus compañeros—. Nosotros nos vamos, tenemos combate esta noche.

Nos despedimos todos y tanto Cronos como yo, nos marchamos juntos, notando esa química de compañeros que jamás había tenido con nadie en mi vida. Esa química cuando trabajabas con alguien y entendía que es lo que debían hacer.

Dejamos aquel sitio y nos subimos al mismo coche para no llegar tarde al combate del luchador de Cronos.

🥊

Ambos llegamos al edificio, con Cronos aparcando a bastantes metros de distancia del lugar.

Al salir, nos encontramos con 2 hombres que nos resultaban bastante familiares. Y, por más que hacía memoria para saber donde los habíamos visto, se me hizo imposible descifrarlo, al igual que Cronos, que me miró con duda.

Cuando nos abrieron la puerta el Guardián, llamado Venecia, ambos nos despedimos para dirigirnos a nuestro puesto de trabajo.

—Bueno, voy a ver a mi luchador —dijo Cronos, mirando hacia el bar del lugar, captando a alguien.

—Deséale suerte —respondí.

Cronos asintió y luego señaló con un gesto de cabeza a alguien que estaba en la barra.

—Tú deberías ir a por tu luchador. Está ahí mirándote desde la barra.

Seguí la mirada de Cronos, para ver a Gato y me lo encontré, sentado en el taburete con una pierna pegada al suelo, bastante elegante con esos pantalones negros pegado a su piel y aquella camisa de color azul marino pegado a su musculoso torso, remangado viendo todos sus tatuajes de los brazos y con la camisa bastante abierta.

Me estaba mirando desde la lejanía, fumando y sacando todo ese humo de sus pulmones. De lejos parecía ser irresistible, y de cerca conocía de sobra lo irresistible que era ese hombre, a pesar de ser un chulesco la mayor parte del tiempo.

Me mordí el labio sin poder evitarlo y cuando quise percatarme para despedirme de Cronos, este ya se había ido. No supe por cuanto tiempo estuve así, pero empecé a caminar hacia ese hombre tatuado, que me observaba chulesco y con la ceja elevada, sujetando el cigarrillo con sus labios.

Se le notaba bastante relajado en la barra y, cuando llegué a su lado, sin quitarse el cigarrillo de sus labios, habló sin que se le cayese.

—No pensé que te vería tan rápidamente. —Se quitó el cigarro de su boca, expulsó todo el humo cerca de mi rostro y luego, sus labios gruesos se acercaron a mi oído para que solo yo lo escuchara—. ¿Te gustó lo de ayer? —Su voz grave me hizo temblar en sitios privados y me relamí los labios al recordar lo de ayer.

Ahora era yo quien se acercaba a su oído y le susurraba;

—Si, Gato. Aunque creo que fue bastante obvio.

Me separé de su rostro y la sonrisa chulesca de él volvió a ser más visible.

—Ni te imaginas la de cosas que podríamos hacer. —Me miró de arriba abajo, observando cada prenda que llevaba puesta y luego hizo una señal con la mano al barman que había tras la barra—. Te invito a una cerveza.

Recordé nuevamente que estaba de servicio y que, esta vez, debía negarme, por lo que rechacé su oferta.

—No me apetece.

Él no insistió. Asintió por mi respuesta y preguntó;

—¿Después?

Sonreí, asintiendo.

—Después.

—¿Vas a ver la pelea de Magno? Veo que te estás llevando bien con Cronos —contestó con un tono de voz algo diferente.

—Si, hemos solucionado nuestras diferencias.

Él elevó la ceja y preguntó;

—¿Tengo que preocuparme?

Ahora era yo quien sonreía algo chulesca.

—El Gato que yo conozco no se pone celoso.

No me contestó a mi respuesta, lo ignoró, como si odiase decir esa última palabra que acababa de decirle y luego se levantó de la barra, apagando su cigarro y me tomó de la cintura, captando la atención de varias personas allí.

Su gran mano tomó parte de mi espalda baja, acariciando sus dedos por cada parte de mi piel, incluso rozando parte de mi trasero y pegó mi cuerpo al suyo, duro.

Mentiría si dijese que este hombre no me ponía a mil cada vez que pasaba por su lado y este era uno de esos momentos.

La química que teníamos, esa sensación de calor y esas ganas de más, eran las que a veces no me dejaban pensar en otra cosa que no fuese en su pecaminoso cuerpo y en lo que mi boca le haría en cada rincón de él... Sin dejar ni un solo centímetro sin saborear.

Tomamos el ascensor y, como de costumbre, ese diminuto espacio nos hacía sentir electricidad en nuestros cuerpos. Si de mi dependiera, hoy podría quitarle toda la ropa y hacerle mío. Pero debía centrarme, estaba ahí por trabajo, para investigar y liberar a las víctimas. No para follarme a Gato siempre que mi cuerpo deseara.

Noté como la sonrisa de Gato se ladeaba y me observó, bajando la mirada hacia mis labios y su lengua comenzó a lamerse sus labios. Aquel gesto me lo decía todo y, de nuevo, no me ayudaba este hombre a concentrarme.

Di las gracias cuando vi las puertas del ascensor abrirse y salí de allí rápidamente, escuchando la risa chulesca de Gato al ver lo apresurada que estaba.

—Cualquiera diría que querías arrodillarte ante mí, mi regina.

Se remangó un poco más sus mangas y yo decidí provocarlo.

—Pues sí, quería arrodillarme ante ti y saborearte de una vez por todas.

Vi como Gato elevaba la ceja y noté como tragaba saliva costosamente.

Levanté mi mirada para ver el lugar abarrotado de gente y me alejé de él unos segundos, hasta que me percaté al no encontrar ni a Afrodita, ni a Serpiente.

—¿Dónde están Afrodita y Serpiente?

—Afrodita no ha venido hoy —dijo Gato al acercarse a mí, mientras observaba las personas—. Magnus suele darle 2 días libres por su hija. Pero Serpiente no sé donde podría estar.

A mi me pareció de lo más extraño que Magnus hiciera eso, pero quizás debía ser el contrato inexistente que ambos tenían.

De lejos vi a Cronos, con un rostro lleno de preocupación por su luchador Magno.

El showman presentó a ambos luchadores, y muchos apostaban por el otro luchador con el que iba a luchar el boxeador de Cronos. Cuando la pelea empezó y yo vi a mi compañero completamente desesperado por cada golpe, me hizo sentirme igual que cuando veía a Gato peleando.

Aprovechando que Gato estaba completamente centrado en el combate, comencé a alejarme de él para poder conseguir alguna pista y, pude escuchar como uno de ellos hablaba sobre un nuevo promotor del que no pude escuchar su nombre. Parecían conocerlo muy bien y me hizo pensar que quizás era una buena pista para el caso, para conseguir conocer al cabrón que estaba tras todo esto. Quién era capaz de manejar toda esa mafia, quien era el jefe supremo que hacía sufrir a la gente por dinero... Siempre era todo por dinero.

Traté de acercarme más, cuando noté la mano de alguien sobre mi brazo, alejándome de todos y no conseguí verle el rostro.

—¡Oye! ¡Suéltame! —grité, pero habían tantas personas chillando, que era imposible que nadie pudiera oírme.

Jalé con fuerza para zafarme de su agarre, pero él seguía caminando rápidamente.

Luego se giró, con un rostro de pervertido y no supe quien era.

—No creo que a Gato le moleste —susurró, pegándose a mí.

Entonces, sin aguantar más, aproveché su acercamiento para pegarle un fuerte puñetazo en el centro del rostro, escuchando como él pegaba un fuerte grito, insultándome y, en menos de 3 segundos, otro hombre alto que conocía bien, se acercó a él, haciendo que se asustase. Y vaya rostro que puso al verle.

Trató de irse rápidamente, pero Gato lo tomó del cuello para acercarlo a él.

—Ándate con cuidado.

Él asintió, asustado y yo deseé pegarle otro puñetazo, pero Gato me lo impidió, tomando mi mano dolorida y alejándome de allí.

—Vamos, Lisa —susurró.

Ambos nos marchamos y Gato, en ningún momento me dirigió la mirada. Parecida enfadado, pero a la vez acariciaba mi mano, la cual había dado el golpe, con delicadeza y cuando llegamos a su cuarto, este me levantó del suelo para sentarme en la camilla, sorprendiéndome por ese gesto. Agarró mi mano y comenzó a analizarla para ver si necesitaba ponerme algo de hielo.

Para calmar el ambiente, dije;

—Lo tenía bajo control.

Gato me dedicó una mirada tan fría que me heló en unos segundos. Al ver mi rostro, como si no fuese consciente de su forma de ser tan seria, hizo algunas muecas y cambió su expresión a una más dulce.

—No lo pongo en duda, nena. Pero a veces necesitamos ayuda —susurró, soltando mi mano para colocar las suyas sobre mis mejillas.

Nos quedamos callados por largos minutos, analizando nuestras miradas, captando nuestros gestos y como nos mirábamos el uno al otro.

La yema de los dedos de Gato me acariciaba la piel suave de mi rostro con dulzura y yo no pude evitar sentir como mi estómago empezaba a sentir algo que conocía bien y aquello comenzó a asustarme.

Entonces, él preguntó;

—¿Dónde aprendiste a pegar así?

Carraspeé y busqué la mentira más rápida que mi mente pudo pensar.

—Me enseñó un hombre para saber defenderme.

Él asintió por mi mentira y juré que trató de descifrarme para ver si decía la verdad.

—Sabes pelear, sabes disparar porque llevas siempre un arma encima... ¿Eres policía acaso?

No supe si era una broma o qué, pero aquello me asustó y no supe que contestar. Por mi rostro serio y asustadizo, él cambió su rostro y comenzó a reírse por lo alto, seguramente por la cara que había puesto ante su respuesta.

—Es broma, Lisa. —Se puso serio y dijo. —Pero ojalá algún día confiases en mí.

Miré hacia un lado de su cuarto, evitando la mirada de él y dije;

—Son cosas del pasado... Personas que han hecho que mi desconfianza creciera.

Él me escuchó, pero no me dijo nada más. Quiso darme espacio. Y, cuando pasaron unos segundos, sus labios se pegaron sobre los míos.

Fue delicado, suave y algo soso, pero no me importó. Sentir sus labios sobre los míos fue algo que deseaba.

Pero paró rápidamente y susurró;

—No soy la persona más fiable para decir esto, pero tampoco puedes encerrarte en ti misma de por vida. Hay persona en las que puedes confiar y jamás te arrepentirías por ello.

—¿Tu confías en alguien?

Tardó solo 3 segundos en responder;

—La tengo delante.

Cuando escuché aquello, no pude evitar abalanzarme sobre él, besándolo y comenzando algo que no sabríamos como acabaría.

Las cosas comenzaron a calentarse y los labios de él, ahora con mucha intensidad, empezaron a saborearme.

Me levantó de la camilla y comenzó a caminar hacia su sillón rojo que tenía en una esquina, sujetándome, con sus manos sobre mi trasero. No supe a donde quería llegar, pero me dejaría hacer cualquier cosa por él, solo por él.

Él me colocó en el suelo y cuando tuve mis pies en el suelo, sus ojos volvieron a mirarme cuando nuestros labios ya no estaban pegados.

—Nena, no sé como lo haces, pero me tienes duro la mitad de las veces.

—¿Y la otra mitad?

—Controlándome para no follarte delante de todos —susurró con aquella voz grave.

Con una mano, me tomó la cintura y me besó con pasión, para luego alejarse de mí, comenzar a desabrocharse los pantalones para luego sentarse con las piernas abiertas en su sillón rojo.

Sonreí, por verlo tan perfecto, con sus manos a cada lado del sillón, despreocupado y con los botones desabrochados de su camisa, junto con los de sus pantalones. Me relamí los labios y con ese gesto, pude notar como él se retorcía, tocándose la polla con poca delicadeza delante de mí.

—Arrodíllate y no para nada bueno, sino para pecar —dijo Gato.

Y no hizo falta que me lo dijera 2 veces.

Me acerqué a él, susurrándole algo al oído que hizo calentarlo más y luego empecé a agacharme, hasta terminar arrodillada entre las piernas de Gato.

Ninguno de los 2 dejamos de mirarnos, él viendo cada movimiento que fuera a hacer, como un espectador más. Con mis manos bajé sus pantalones, cuando vi su polla, erecta y lista para la acción.

Me relamí los labios, volviendo a mirarlo por unos segundos, antes de abrir la boca para pegar mis labios sobre la punta de él, para fastidiarlo.

Escuché un gruñido primario de él, cuando comencé a succionar la punta de su polla con mi boca, sin la ayuda de mis manos, ya que estaban más ocupadas acariciando sus piernas.

Lo miré unos segundos, viendo como sus ojos seguían clavados en mi rostro y podía ver lo ardiente que estaba por ver como me la estaba metiendo en mi boca. Comencé a bajar lentamente, hasta llegar donde podía, notando como su punta llegaba a la campanilla de mi boca. Succioné, saboreando el sabor salado y haciendo un sonido que a él le hizo gemir.

—Así te quería yo ver, nena... Sigue, no me hagas sufrir. Es toda tuya.

Me la pude conseguir meter casi entera y empecé a succionar, y ahí fue cuando empecé a subir y bajar mi cabeza, haciendo un movimiento lento para su perdición. Tenía su polla dentro de mi boca, haciéndole una mamada arrodillada ante mi luchador.

Aproveché para levantar mi mirada y verle el rostro de Gato, quien se estaba mordiendo el labio con fuerza de verme a mí haciéndole maldades. Pecando.

—Así y entre mis piernas era como te quería ver, regina —susurró, volviendo a repetir.

Continué estimulándolo, chupándole y moviéndome con más rapidez ante la atenta mirada de Gato. Seguí moviendo mi cabeza, sacando y metiéndomela casi por completo. Notaba como él movía sus caderas suavemente y su mano se colocó sobre mi cabeza con delicadeza, pero no me obligó a llegar a más. Solo la posó ahí y me gustó lo que estaba sintiendo.

Lo saboreé con ganas, como un caramelo a punto de derretirse y lo mamé con gusto, frotándolo con la boca.

Gato gimió con la boca cerrada y haciendo ruidos con su garganta.

—Joder...

Continué, notando como empezaba a temblar.

—Ojalá pudieras verte el rostro que estoy disfrutando ahora mismo de ti, regina. Con tu boca llena, mi polla en dentro de tu boca y esos ojos cuando parpadean al mirarme. Joder... Me corro de verte así.

Decidí volver a torturarlo, jugando nuevamente con su punta y rozando con mi lengua, justo donde algunas gotas saladas de él comenzaban a salir.

—No me tortures así, nena. Ya soy todo tuyo, aprovéchate de mí todo lo que quieras.

Y decidí volver a metérmela en la boca, para ir más rápido y esos movimientos que hice, fueron suficiente para que su mano se alejase de mi cabeza para colocarse en cada lado de su sillón, agarrándolo con fuerza, mientras susurraba cosas calientes que me pusieron por completo.

—Mírame, quiero verte con la boca llena.

Hice caso a sus órdenes y lo miré a los ojos.

—Eres la imagen más erótica que he presenciado en mi vida... —susurró.

Seguí chupándolo, succionándolo y moviendo mi cabeza de arriba abajo, hasta que él se corrió por completo dentro de mí, saboreando su sabor.

Una vez acabó, me separé de su miembro, me limpié los labios con los dedos y comencé a escalar hasta llegar a colocarme sobre él, aún sentado.

Gato me miró agotado y sonriente por el orgasmo.

—Ahora te toca a ti hacerme correr con tu boca por primera vez —insinué.

Él elevó la ceja y preguntó divertido;

—¿No lo he hecho ya? —Él sabía que no, pero quería provocarme.

—Me dejaste a medias la otra vez. —Le recordé.

Él sonrió, y me levantó del sillón para llevarme a la camilla y no para hacer cosas buenas.

***

Les deseo que sueñen con Gato esta noche ;)

¿Que les ha parecido la ilustración? ¿Creen que ese chico desaparecido será algún personaje interesante en un futuro o no tiene nada que ver con el caso?

¿Les ha gustado los 2 nuevos personajes?

¿Y la escena de Gato y Felina?

La semana que viene otro personaje narrará el capítulo, y es un personaje que quieren mucho. Conoceremos un poco más de su vida y también algún personaje nuevo :3

Espero que les haya gustado el capítulo.

Nos leemos el viernes :3

Patri García

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro