Capítulo 3: "Escondiendome tras un antifaz"
Las sirenas de las ambulancias y patrulleros inundaban la zona, pero ello no hizo que Liza detenga su avance, ella seguía corriendo sin mirar atrás a pesar del profundo temor que sentía, la joven conforme corría sujetaba aún más fuerte su mochila, su vista la tenía fija hacia adelante, para nada giraba su rostro hacia atrás, sin embargo, había algo que la desconcentraba en su avance por momentos, y ello era el sonido de los patrulleros y ambulancias, que a pesar de estar ya distante del lugar donde vivía, aún alcanzaba a oír. Tras varios minutos de carrera, Liza llego a un estrecho callejón, la joven antes de ingresar al mismo, giro con cuidado su rostro para notar si alguien aun la seguía, al ver que un par de hombres uniformados estaban a bastante distancia de ella, decidió entrar por el callejón, el cual estaba lleno de basura, sea en el piso, en sacos que estaban regados por el suelo o en gigantescos contenedores. La joven miro los contenedores y se le cruzo una idea por su mente.
— «Tal vez ellos sean un buen escondite»— pensó.
Tras algunos segundos la joven decidió subir a uno de los contenedores que había en el lugar, una vez que estuvo sobre este, inhalo todo el aire que pudo, luego ingreso dentro del mismo a través de una pequeña tapa. Liza para nada soltaba su mochila, la joven trataba de contener la respiración para no inhalar el olor nauseabundo que estaba a su alrededor. A los pocos minutos de su ingreso, escucho unos pasos en el lugar, luego voces.
—No está— decía una de las voces.
—Pero yo la vi entrar para aquí—agrego otra.
—Si es cierto yo también la vi, pero a lo mejor, escapo por el desagüe, la tapa está abierta— dijo otra voz.
—¿Lo crees? — escucho.
—Es posible, ¿no?, los delincuentes son muy audaces— escucho como respuesta al tiempo que el ruido de las llantas de un carro se detenía cerca al lugar y al poco tiempo otra voz se escuchó.
—Disculpen oficiales, pero tenemos que llevarnos los contenedores.
—Claro, claro, vámonos ya, le diremos al jefe que ponga retratos hablados y una buena recompensa por su captura— escucho Liza, antes de que sintiera como si algo elevara al contenedor donde estaba y luego este dejara de moverse. Luego de algunos minutos de escuchar bastante ruido el sonido de las llantas de un carro seguido del movimiento de estas se produjo.
—«Ya se está moviendo, ¿pero a donde será el destino final de este camión?»—pensó Liza, mientras sacaba su cabeza dentro de la basura luego de algunos minutos con mucho cuidado abrió la pequeña tapa del contenedor y subió sobre este.
Una vez que estuvo sobre el contenedor, se sentó sobre el mismo. y desde allí miraba con nostalgia las calles, mientras se alejaba más y más del lugar donde ella había vivido desde que nació.
—«Sea a donde sea que este camión valla será mejor que esta vida, si será mejor»— pensó.
No supo cuántas horas pasaron, ello era imposible de saber, ya que no tenía un reloj en el cuál pudiera ver la hora, solo sabía que el tiempo le pareció eterno hasta que sintió que las ruedas del carro empezaron a bajar de velocidad.
—«Tal vez deba bajar de aquí de una vez, la velocidad bajo»— pensó, al tiempo que con sumo cuidado me ponía de pie y empezó a caminar sobre las tapas de los contenedores que estaban sobre el camión, una vez que estuvo en el último contenedor, en el que estaba al borde de la parte trasera del camión, la joven respiro hondamente y cerrando sus ojos salto con todas las fuerzas que pudo, sin importarle si quiera lastimarse, solo quería al fin sentirse libre. En cuanto sintió sus pies topar el piso abrió sus ojos lentamente al tiempo que veía alejarse del camino al camión lleno de contenedores, sin importarle si quiera el dolor que podía sentir tras aquel salto.
—¿Dónde estaré?, pensó mientras miraba a mí alrededor al tiempo que las palabras que había escuchado de uno de los oficiales vino a mi mente—«Le diremos al jefe que ponga retratos hablados y una buena recompensa por su captura»
Ante las palabras recordadas, Liza sintió como una ola de frio recorrer su cuerpo, la joven levanto su mirada al cielo, el cual estaba empezando ya a oscurecer, haciendo que su temor se incremente más, pues no solo estaba en medio de un descampado, sino además la noche estaba por caer.
—«Me buscaran como si fuera una delincuente, y no lo soy»— pensó, la joven mientras posaba su mirada en un mural, que estaba a unos metros de ella.
Liza decidió caminar hacia el mismo, el mural pareció tener unas letras, que ella por la distancia en la que se encontraba no lograba ver bien. Una vez que llego junto al mural, se sentó en el piso sin siquiera leer lo que decía allí, ya que el cielo oscureció. La joven abrió su mochila, para buscar algo con que poder abrigarse del frío que empezó a sentir, pero lo primero que encontró fue el antifaz que le pertenecía a su madre y ella guarda como un recuerdo suyo. Liza, lo tomo en sus manos y lo miro detenidamente.
—«Necesitare ocultar mi rostro por algún tiempo, al menos hasta que todo esto pase, creo que tú me ayudaras a esconder mi rostro, si, a partir de ahora, tú serás una parte de mí, serás como parte de mi piel, si alguien me pregunta ¿por qué te uso?, les responderé que es mi estilo personal, que la uso desde hace mucho pues siento que me hace única»— pensó la joven.
Liza se colocó el antifaz, luego de ello saco una chompa de la mochila y se la puso, segundos después abrazo muy fuerte su pequeña mochila mientras empezaba a sentir la pesadez en sus ojos que anunciaban que el sueño se quería apoderar de ella, luego de unos minutos a pesar de su temor por conciliar el sueño y que alguien la encuentre termino durmiéndose.
Luego de muchas horas de haber dormido cual roca, Liza abrió sus parpados lentamente ante el contacto de los rayos solares sobre su rostro.
—Ya amaneció— pronunció para sí misma, al tiempo que se sacaba la chompa para guardarla en su mochila, cuando sintió algo extraño en su rostro—«Verdad, ayer me la puse»—pensó al palpar con sus manos el antifaz cubriendo parte de su rostro.
Liza decidió no sacarse el antifaz, solo término de quitarse la chompa y la guardo dentro de su mochila, luego se puso de pie y giro su rostro hacia el mural, entonces pudo leer las letras borrosas escritas en el mismo, que no eran más que las letras que formaban el nombre de un pueblo, seguido de una flecha que indicaba hacia dónde y a cuantos kilómetros estaba el mismo.
—«El Olvido, justo eso es lo que deseo olvidar, olvidar mi pasado, olvidar lo que paso ayer, olvidarlo todo»— pensó la joven, mientras gruesas lágrimas salían de sus ojos al tiempo que empezó a caminar hacia la dirección que indicaba la flecha.
La joven camino durante varias horas, ¿cuántas?, era difícil de saber no contando con un reloj para poder llevar el tiempo. Liza solo supo que cuando llegó aquel pueblo estaba sedienta y muy hambrienta, no había probado bocado alguno, ni siquiera agua desde que abandonó su pueblo, su cuerpo se sentía desfallecer, a pesar de ello caminaba con las pocas fuerzas que le quedaban, mientras escuchaba murmullos a su alrededor.
—¡Qué extraña¡
—¿Por qué se pondrá ese antifaz, si no es Halloween?
—Debe ser alguien que le gusta llamar la atención.
—O tal vez tiene alguna anomalía.
Esos eran solo algunos de los comentarios que logro oír a pesar de ello continuó su camino hasta llegar a un pequeño parque en el cual para su suerte había un grifo abierto. Liza, sin dudarlo se acercó a este, y como si fuera un animalito sediento sin importarle el qué dirán, se arrodillo en el pasto y coloco sus manos para recolectar el agua que caía de este y luego tomársela. Varios minutos después ya habiendo saciada su sed caminó hacia una banca de cemento y se sentó en ella a descansar un poco al tiempo que su estómago empezaba a crujir del hambre que sentía.
—Mira mami un palalo— escuchó decir, Liza giró su rostro hacia la pequeña voz que hablo y regalo una sonrisa, pues aquel niño sin querer con esa simple ocurrencia, aunque sea por unos segundos le hizo olvidarse de todo su dolor.
Luego de algunos minutos de descanso se puso de pie y continuó su camino, ella sabía que necesitaba hacer algo para poder conseguir con que comer, necesitaba un trabajo, si un trabajo, pero siendo una enmascarada no le sería tan sencillo conseguirlo, además el pueblo era muy pequeño y bastante desolado, ella pudo notar esto, pues en poco tiempo lo recorrió casi todo. El pueblo no solo era pequeño, sino además parecía no tener muchos habitantes, las casas eran bastante precarias y las pocas casas con negocios que había se concentraban alrededor del parque y la mayoría de ellas se dedicaban a la venta de licor.
—«Con razón se llama, El Olvido, este pueblo esta desolado de verdad»— pensó Liza, cuando una voz la saco de sus pensamientos.
—¡Hey tú niña!, ¿no quieres ganarte unas monedas? — pronunciaba una voz.
—Por supuesto que sí, si, ¿qué hay que hacer? — dijo Liza, rápidamente girando su rostro ante el llamado de la voz encontrándome con una mujer morena, alta, pero a la vez bastante robusta.
—Necesito chicas para la atención— respondió la mujer al tiempo que llego frente a la joven.
—¿La atención? — pronunció Liza en tono confundido.
—Si la atención en el bar, hoy es fin de semana y el público se llena, vienen de los otros pueblos aquí, ya que a este lugar es el lugar perfecto si quieres ocultar algo u olvidar las penas, ¿no lo sabias?, en realidad ahora que te veo a ti no te he visto por el pueblo y aquí todos nos conocemos—respondió la mujer.
—No, no soy de aquí, salí de mi casa en busca de trabajo señora— dijo Liza, con la mayor seguridad posible.
—¿Y porque usas ese antifaz tan extraño?, ¿acaso has cometido algún delito?, ¿estas huyendo de algo o de alguien? — la mujer robusta en tono acusador, mientras apuntaba al cuerpo de la joven con uno de los dedos de su mano.
—No, no señora, lo uso desde hace mucho, es mi estilo— respondió Liza con calma.
—¿Tú estilo? — dijo la mujer, en tono intrigado.
—Si señora— agrego con firmeza la joven.
—En fin, debes de ser de la ciudad por eso traes esas costumbres raras, en fin, eso no me importa solo quiero saber si aceptas la oportunidad de trabajo que te estoy dando, por ahora te ofrezco solo trabajo de fines de semana, pero según como vaya el negocio tal vez necesite tu apoyo otros días, ¿Qué dices?, ¿aceptas mi propuesta? —dijo la mujer.
—Sí, si acepto— respondió la joven inmediatamente.
—El sueldo no es mucho, pero las propinas que recibirás de los clientes lo compensan—dijo la mujer.
—No hay problema— respondió rápidamente la joven.
—¿Tu nombre? —pronunció la mujer robusta.
—¿Mi nombre? —dijo con voz temblorosa la joven.
—Si tu nombre, tengo que saber tu nombre— respondió con firmeza la mujer.
—Gatica— pronunció Liza.
—¿Gatica? — respondió la mujer intrigada.
—Si Gatica— volvió a decir con firmeza, la joven.
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