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Capítulo 18: "Un gran dolor en mi corazón: Revelaciones"


(Antepenúltimo capítulo)

Un hombre que llevaba sombrero, lentes oscuros, tenia barba y llevaba un puro en la boca bajaba de un auto en un pequeño pueblo.


—«Fueron muchas horas de viaje a este mugroso pueblo, con razón el nombrecito, esta tan alejado de todo, el lugar perfecto para esconderse, como no se me ocurrió antes, sin duda Liza fue muy astuta pero no más que yo, finalmente estoy aquí muy cerca de ti, este mugroso pueblo es muy pequeño, en un par de días de seguro daré contigo y entonces nos marcharemos de aquí»— pensaba Kralf mientras en su rostro se formaba una sonrisa maléfica.

—Señor, señor— pronunció una voz.

—¿Qué sucede? — dijo con firmeza Kralf, al tiempo que giraba su rostro hacia un costado para posar su mirada en la persona que le hablaba.

—Ya tiene lugar para alojarse— agregaba un hombre delgado de lentes oscuros.

—Bien, lleva mi maleta— respondió Kralf, mientras miraba con desprecio a su alrededor antes de caminar tras su empleado que le llevaba su equipaje a unos metros delante suyo mientras las miradas de los pueblerinos se posaban sobre ellos.


Mientras esto sucedía en "El Olvido", en "El Escollo" la situación era otra, un apuesto joven de cabello negro y ojos azules se encontraba acostado en una pequeña cama con sus manos tras su cabeza pensando en el paso que tenía que dar ahora que sabía como era el rostro de la asesina de su padre.


—«Si, eso haré, ya no hay porque dilatar más el tiempo, iré a verla este fin de semana, no debo esperar más, tengo que hablar con ella, terminar lo nuestro y luego, luego...» —pensaba Sam mientras su vista se nublaba por las lágrimas.


El pensamiento del atractivo joven se vio interrumpido por el sonido de la puerta de su habitación.


Toc toc toc

—Oficial Wood, oficial Wood, ¿está dentro de su habitación? — se escuchó en el lugar.

—Si mi general, aquí estoy—respondió el nombrado, mientras se ponía de pie para salir de su habitación.


Luego de algunos minutos Sam salió de la habitación y se encontró con su superior, quien sostenía unas carpetas con documentos en una de sus manos.


—Oficial Wood, estos son unos documentos que encontré del caso de su padre, tal vez le sirvan para que con ello pueda hacer que todo el peso de la ley recaiga sobre la asesina de su padre ya que no solo se le vincula por ese delito, sino también esta vinculada al delito de narcotráfico junto con Kralf— dijo el general mientras le entregaba una carpeta a Sam.

—¡Gracias¡ — respondió Sam sintiendo una fuerte opresión en su pecho.

—Bueno entonces me retiro, avísame el día en que empezaras la búsqueda de esa mujer para darte apoyo con mis tropas— agregó el general.

—Así lo haré— pronunció Sam haciendo una pausa para decir—General, mañana tomare mis dos días de descanso, necesito planificar la captura de esa mujer.

—Claro Sam, no te preocupes, tómalo no más— respondió el general.


Luego de esa plática Sam volvió a su habitación, se sentó en el borde de la cama y empezó a ver los documentos que su jefe le había dado.

Tras varias horas revisando los documentos, Sam cayó dormido profundamente sobre la cama.

Apenas amaneció Sam abordo el primer bus con destino a "El Olvido", mientras en ese pueblo la búsqueda de Liza por parte del viejo Kralf que había puesto a sus hombres a buscar a la joven en el pueblo daba inicio.


—¿Liza Smith? — decía una mujer de cabellos cenizos intrigada mirando a un hombre delgado de lentes, al tiempo que se tornaba pensativa, tras algunos segundos de silencio, la mujer agrego—No, no conozco a ninguna Liza Smith señor.

—¿En verdad señora?, es una jovencita de 20 años, de test blanca, ojos verdes y cabellos castaños, es muy linda, es difícil que no se dé a notar— respondió el hombre.

—Pues no conozco a nadie con esas características señor—dijo la anciana nuevamente.

—Bien, gracias— respondió el hombre antes de continuar su camino.


Luego de varias horas de búsqueda varios hombres se reunían en un parque.


—¿Cómo les fue?— dijo el jefe de todos.
—Mal, nadie parece haberla visto— respondió uno de los hombres mientras los demás asentían.

—Eso es imposible, ella tiene que estar aquí, es el último pueblo en que nos faltaba buscarla, además no podemos decirle al señor Kralf que no la encontramos o nos matara, mejor sigamos buscándola una vez más—agregó el jefe de todos.

—Está bien— respondieron los hombres.


Mientras los hombres de Kralf seguían buscando a Liza en el pueblo, dentro de una casa una hermosa jovencita de antifaz, profundos ojos verdes y cabellos castaños se encontraba preparando el almuerzo mientras platicaba con una de sus amigas.


—¿Dices que hay muchas personas desconocidas en el pueblo? — decía Liza mientras movía la olla con una cuchara.

—Si, como te dije me pareció extraño pues nunca antes había visto a tantas personas desconocidas aquí salvo que estemos de fiesta y pues no es el caso— respondió Estrella.

—A lo mejor vinieron de sus pueblos en busca de tranquilidad—acotó Liza con calma.

—Pues a mi me pareció que andaban preguntando por alguien, pues a algunos hasta me pareció verlos sostener una foto— respondió Estrella, haciendo una pausa para luego agregar alarmada— ¿Será que algún delincuente se escapo de la cárcel y se vino a esconder al pueblo?

—¿Delincuente? — dijo Liza tornándose pálida.

—Si Gatiquita— respondió Estrella, al tiempo que la puerta de la casa de Candela sonó.

Toc toc toc

—Voy a ver quién es— pronuncio Estrella sonriendo.


Luego de algunos minutos Estrella volvió junto a un apuesto joven de cabello negro y mirada un tanto nostálgica.


—Gatiquita, te traigo una sorpresa— decía Estrella, mientras el apuesto joven de cabello negro y mirada entristecida miraba en la dirección en la que estaba la jovencita de antifaz.

—¡Sam¡ viniste antes de la fecha que acordamos— pronunció Liza, tras notar su presencia, al tiempo que apagaba la cocina para ir junto a su amado y abrazarlo.

—Los dejo solos— dijo Estrella, guiñándole un ojo a Liza antes de retirarse del lugar.

—Necesitamos hablar Gatica— pronunció Sam con frialdad, al tiempo que deshacía el abrazo de Liza.

—¿Qué te pasa? — pronunció Liza, confundida por la actitud del joven.

—Es un asunto delicado, ¿quieres que lo hablemos aquí o prefieres que vayamos a otro lugar Liza? —dijo Sam, con voz quebrada haciendo que el cuerpo de la joven casi se desplomara de la impresión si no fuera porque se sujeto de una pequeña mesa ella habría caído al piso. Ya se todo con respecto a ti Liza Smith, ¿quieres que hablemos de ello aquí o en otro lugar? — volvió a decir Sam con firmeza.

—Vamos a mi habitación, haya nadie nos va a interrumpir— respondió Liza con voz temblorosa, haciendo una pausa para decir tal vez la respuesta que Sam había ido a buscar para no sentir tanto dolor en su corazón—Yo, yo no soy una asesina, no lo soy, si leíste algún expediente en donde se me inculpa de algo, ello no es cierto—agrego con firmeza.


Luego de ello Liza salió de la cocina, siendo seguida por Sam quien caminaba tras de ella sin pronunciar palabra alguna, por el pequeño pasillo.

Tras algunos minutos de camino Sam y Liza entraron a la pequeña habitación de la joven. Una vez que estuvieron dentro Liza dio inició a la plática.


—Siempre tuve miedo de que este día llegara y más desde que supe que pertenecías a la comandancia de "El Escollo", ante todo quiero pedirte perdón, perdón por haberte mentido, perdón por no confiar en ti, pero tenía miedo, miedo, mucho miedo, miedo a tú desprecio, miedo a que me dejes de querer, pero también estaba conciente que este día podía llegar en algún momento. Yo....yo te mentí al hablarte de mí, hace más de 3 años abandone el pueblo donde nací y del cual quería salir desde hace mucho pero no podía, no podía hacerlo pues mi vida y la de mi padre estaba en peligro, como sabrás ese pueblo es muy conocido por las cosas negativas que hay en el: drogas, extorsiones, delincuencia, pandillaje, asesinatos. Yo vivía en un barrio, tal vez el más peligroso de mi pueblo, allí si cumplías un día más de vida era un verdadero milagro, todos los días se escuchaban las balaceras, sirenas de ambulancias y carros policías recorrer las calles haciendo patrullaje en la zona...— decía Liza, mientras le comentaba a Sam como había sido su vida en "El Escollo", la muerte de su madre y la manera como su padre había terminado siendo parte de un grupo de la mafia del narcotráfico.

—Has tenido una vida muy dura, pero ello no es justificación para asesinar a alguien—respondió Sam, con dolor en su voz al momento que la chica de antifaz hizo una pausa.

—Acerca de ese asesinato, yo no soy responsable— dijo Liza con voz quebrada.

—Pues tú figuras como la responsable de ese asesinato en todas las declaraciones brindadas, incluso en la de tu padre— respondió Sam con firmeza.

—Yo, no fui, te juro que yo no fui—decía Liza rompiendo en llanto.

—Si no fuiste tú; y solo tú, tu padre y los dos oficiales que acompañaban al general Wood estuvieron allí, ¿Quién asesino a mi padre?— dijo Sam con firmeza conteniendo su dolor dejando sorprendida a la joven.

—¡Tu.....tu...., tu padre! — respondió Liza con voz quebrada y sorprendida a la vez.

—Si, mi padre, el oficial Wood es mi padre, yo soy Sam Wood y desde que me gradúe de la escuela de oficiales mi único objetivo fue hacerle justicia a mi padre— dijo Sam haciendo una pausa para agregar—Solo hubo cuatro personas junto a él, el día de su muerte, tres de ellas te inculpan a ti como su asesina incluso tu padre.

—Yo no fui, te juro que no fui, yo sería incapaz de algo así, ni siquiera era parte de la banda de la cual papá era miembro— respondió Liza cayendo de rodillas al piso mientras gruesas lágrimas de dolor salían de sus ojos.

—¿Entonces quien fue?, ¿ayúdame a que se haga justicia?, tú estuviste allí ese día, el revolver con el que le dispararon a mi padre no tiene las huellas de ninguno de los tres hombres que estuvieron allí, sin embargo si las tuyas, ello lo comprobaron con estudios,...— decía Sam desesperado.

—Papá disparo, papá fue quien disparo y me hizo tomar el arma a mi para que lo escondiera, luego entraron los otros oficiales, mi único delito fue haber sido cómplice de papá al esconder el arma ya que me pidió que lo hiciera en un momento en el que yo estaba impactada, por ello incluso huí, huí por temor, por temor y luego por ese mismo temor ya no pude volver a mi pueblo...— decía Liza con voz quebrada, mientras imágenes de aquel día vinieron a su mente mientras ella le narraba los hechos que acontecieron aquel fatídico día a Sam, quien escuchaba la narración mientras su vista se nublaba por las lágrimas.

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