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Capítulo 11: "Solo amigos"

Un apuesto joven de cabello negro y ojos azules junto al comandante de la comisaría de "El Olvido", el cual era un hombre alto de bigote; entraban al bar de Candela, al tiempo que las luces del lugar se apagaban solo iluminándose una parte del lugar, el escenario.


—Llegamos a tiempo— dijo el comandante al tiempo que la música empezaba a sonar y los reflectores del pequeño escenario se dirigían hacia unas pequeñas cortinas de las cuales a los pocos minutos salió una joven de antifaz metálico (que cubría la mitad de su rostro), la cual llevaba su hermoso cabello castaño suelto y vestía un hermoso vestido negro largo con aplicaciones plateadas.

Sam al ver a la joven de antifaz metálico poso su mirada en ella acción que no pasó desapercibida por el comandante que dijo— Te gusta, ¿verdad?

—¿Qué? — dijo Sam sonriendo mientras Liza cantaba con su melodiosa voz sobre el escenario al tiempo que sus amigas bailaban a su alrededor.

—El hecho de que ella trabaje en un bar no la hace una mala chica,...— decía el comandante.

—Lo sé— pronunció Sam mientras miraba hacia el escenario.

—El hijo del alcalde la pretende— agregó el comandante.

—Si también escuche ello— respondió Sam.

—Ella es la única de todas las chicas de este bar que no se ha enredado hasta ahora con alguno de sus clientes, es más escuche que es pura por eso el hijo del alcalde la quiere para él, además más de uno en este pueblo quisiera saber cómo es su rostro bajo ese antifaz, ya que este no permite ver por completo el mismo; y el hijo del alcalde no es la excepción,...—decía el comandante.

—¿Siempre lo lleva puesto verdad? —pronunció Sam.

—Si, ella dice que es su segunda piel, a veces pienso que ella tiene una terrible cicatriz en esa parte de su rostro por ello se la cubre con ese curioso antifaz— agregó el comandante con nostalgia.

—Puede ser, a pesar de ello, es hermosa— dijo Sam mientras el comandante sonreía.

—Si eso es cierto, le pediré a Celeste que la traiga a nuestra mesa, hoy es tu último día aquí, creo que al menos antes de irte podrías tratarla un poquito más— respondió el comandante mientras Sam sonreía.


Luego de algunos minutos el musical de Liza y sus amigas término, la música empezó a sonar a través de los parlantes del local mientras las jóvenes que habían sido parte del musical se acercaban a las mesas a atender a sus clientes.


—¡Buenas noches mi comandante¡ ¡buenas noches oficial¡ que van a beber hoy— decía Celeste de manera coqueta mientras miraba al comandante.

—Tráenos lo que siempre bebo Celeste y luego vienes a acompañarme en la mesa— respondió el hombre.

—Por su puesto mi mayor— dijo Celeste.

—¡Ah, Celeste espera¡ — agregó el hombre.

—¡Dígame! — respondió Celeste.

—Trae a Gatica para que le haga compañía al comandante Wood— pronunció el hombre.

—Como diga mi mayor— respondió Celeste sonriendo mientras se dirigía al lugar donde estaba Liza.

—¿Ellas pueden acompañar a sus clientes? — dijo Sam mientras veía alejarse a la joven.

—Claro, te lo había mencionado ya, pero parece que no me tomaste atención— respondió el comandante sonriendo, haciendo una pausa para agregar— Ellas nos acompañan en las mesas si los solicitamos, algunas hasta dan otro tipo de servicios si gustas de ellos.

—Otro tipo de servicio— decía Sam.

—Claro, una mayor atención personalizada, cariño especial a cambio de un dinerito, ¿me entiendes?, ¿verdad? — pronunció el comandante.

—Claro que sí— dijo Sam, tratando de sonar calmado.

—Si gustas, puedes elegir a una chica para que te de servicio especial, yo no diré nada— agregaba el comandante.

—No, solo preguntaba, dijo Sam mientras miraba a la chica que minutos antes había estado en la mesa platicar con la hermosa chica del antifaz.

—Gatica no da esa clase de servicios, pero bien podrías robarle un beso en cuanto esté aquí en nuestra mesa, eres muy apuesto muchacho— agregaba el hombre de bigote al ver al joven de cabello negro mirar a la chica del antifaz.

—No como cree, yo solo quiero su amistad, hay algo en ella que me intriga y me impulsa a querer conocerla más— dijo Sam.

—Claro, claro, ya la conocerás mas, allá viene con Celeste— respondió el hombre de bigote sonriendo mientras veía acercarse al par de chicas a la mesa.


Luego de algunos minutos Celeste y Liza llegaron a la mesa. La joven de antifaz al estar junto a la misma trataba de mantenerse serena, a pesar, que la mirada de Sam la ponía nerviosa.


—¡Buenas noches¡ — dijo de manera dulce Liza, a pesar de su nerviosismo.

—¡Buenas noches Gatica¡ — pero siéntense acompáñenos en la mesa con algunos tragos— respondió el comandante.

—¡Hola¡ — dijo Sam con calma mirando a la chica del antifaz.

—¡Buenas noches oficial¡ — respondió Liza, mientras tomaba asiento junto a Sam, al tiempo que Celeste colocaba la botella y unas copas en la mesa.

—Es el vino más añejo que encontré— decía Celeste sonriendo, mientras tomaba asiento junto al comandante.

—Está bien linda, creo que está bien para despedir como se debe al oficial Wood— respondió el comandante.

—Ya se va del pueblo— dijo Liza con nostalgia que no pasó desapercibida por Celeste ni por el Comandante.

—Sí, mi misión de apoyo termino y tengo que regresar con mi tropa al pueblo en donde está la comandancia a la que pertenezco— respondió Sam mientras Celeste servía las copas.

—Pero supongo que volverá por aquí, ¿no? —dijo Celeste mientras le alcanzaba su copa.

—Sí, si volveré por aquí en mis libres, es un pueblo muy tranquilo, aquí se puede descansar de los problemas, además los musicales de aquí son muy buenos— respondió Sam recibiendo su copa.

—Entonces salud por tu futuro regreso al pueblo— dijo el comandante mientras levantaban sus copas.


Luego del brindis y unos minutos de platica en los cuales el comandante hablaba de lo bien que se había llevado a cabo ese año el aniversario del pueblo, este y Celeste se retiraron de la mesa dejando solos a Sam y Liza.


—Nos quedamos solos— dijo Sam sonriendo.

—Si — respondió Liza nerviosa.

—Me gustaría conocerte más— agregó Sam.

—¿Qué? — pronunció una confundida Liza.

—Me gustaría ser tu amigo— acotó Sam.

—¿Amigos? — dijo Liza.

—Si amigos, tú me inspiras confianza— respondió Sam.

—Pero ¿Cómo podemos ser amigos si tú ya no estarás en el pueblo? — pregunto Liza intrigada.

—Vendré cada fin de semana a ver tus musicales— dijo Sam mientras la joven castaña parecía estar meditando algo.

—«No sé si sea correcto darle mi amistad, él es un oficial y yo una fugitiva, aunque el solo me está pidiendo mi amistad, que de malo podría ser ello»— pensaba Liza.

—Gatica, Gatica— decía Sam.

—¡Eh, si dime¡ — pronunció Liza.

—¿Qué dices? — pregunto Sam.

—¿Solo amigos, verdad? — dijo Liza con calma.

—Sí, solo amigos, ¿por qué? — respondió Sam sonriendo.

—Es que no quiero que confundas la amistad con otra cosa— dijo Liza con calma.

—No, te preocupes, no confundiré nada, los sentimientos nacen solos, dejémosle al tiempo lo que este tenga deparado para los dos, por ahora solo quiero tratarte, conocerte más, me pareces una chica no solo linda sino muy talentosa— respondió Sam.

—¡Gracias¡ —dijo Liza.

—Hagamos un brindis por el inicio de nuestra amistad— agregó Sam sirviendo las copas.

—Está bien, solo lo acepto porque el vino es muy dulce, a mí no me gusta beber, recuerdo habértelo dicho cuando nos conocimos— respondió Liza con esa voz tan sublime que cautivaba al joven oficial.

—Sí, si me acuerdo de ello, como también recuerdo que yo te dije que a mí tampoco me gusta beber— dijo Sam sonriendo mientras hacia una pausa para luego agregar— Sin dudas tenemos cosas en común, me gustaría saber en qué más nos parecemos....


Liza, no respondió nada, solo quedo como hechizada al ver sonreír a Sam mientras este continuaba hablando sin notar aún el efecto que causaba en la joven.

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