Capítulo 2
GATE y Girls und Panzer no me pertenecen.
Capítulo 2
Estableciendo Lazos
Puesto de Mando de Alnus. Sala de Reuniones. Día D+12.
- Degradado... a un comandante... de exploraciones... degradado... jajaja... snif snif... jajaja... jejeje...
Dentro de la sala de reuniones se hallaban algunos oficiales de las 8 academias europeas, quienes acababan de discutir un tema trascendental: la exploración de este nuevo mundo, base crucial para lanzar futuras operaciones. Pero...
El estado actual de la sala era el siguiente: dos comandantes tras el escritorio del fondo, los otros comandantes y unos pocos oficiales desperdigados por allí o apoyados en un mesa, y un oficial en posición fetal en una esquina con un aura depresiva oscura sobre él, mientras murmuraba cosas como "degradado", "un glorioso oficial de la Panzer Akademie llegado a esto", "yo fui uno de los que dirigió el ataque final", entre otros.
- ¿Qué le pasa? - Pregunto Miho entrando a la sala. Con un gesto, el comandante de la academia a la que pertenecía el oficial depresivo, también conocido como Karl Schmidt, llamo a ignorarlo. Miho se acercó a la mesa, donde había múltiples papeles con datos sobre unidades, armas, municiones, combustibles, y otros. Además había unos papeles dispuestos de forma desordenada pero apartados del resto, que decían en la parte superior "Zugs de Exploración".
- Yendo al grano, Kommandant Miho - comenzó el comandante con una clara expresión de estar hastiado de papeleo - Estamos creando equipos de exploración autónomos para explorar este nuevo mundo. Las misiones de estos equipos son de explorar, transmitir información, crear lazos de beneficio cuando sea posible, y estudiar el funcionamiento local. Basados en los ejércitos enemigos, podemos asumir que es un sistema entre medieval y antiguo, pero es mejor asegurarse. Tendremos 3 tipos de equipos: el pesado o mecanizado, el medio y el ligero. Además, estará el de mando - hizo un gesto al ahora siendo consolado oficial en posición fetal en una esquina de la sala - Y uno de reserva o refuerzo – realizó ahora un gesto hacia Miho, que entendió la indirecta - El tuyo será el Zug 7, conformado por las 4 tanques que trajo tu escuela, acompañados por un oficial de una de nuestras academias, uno de otras escuela japonesa, y de un semioruga con infantería para mantener una fuerza de combate en entornos cerrados. Te reunirás mañana con tu equipo. Eso es todo.
Miho asintió antes de salir. Luego el comandante, con la expresión de "No elegí ser comandante para hacer papeleo" se dirigió hacia el oficial en la esquina, a quien levanto de un puntapié.
- Levántate de una vez. No te dejaría un puesto tan bajo aunque lo quisiera - dijo con fastidio, provocando que el oficial se levantara y rápidamente recompusiera - Te daré el mando del Zug 0, también conocido como Zug de Mando. Además, estarás al mando de todos los equipos. ¿Suficiente? - El aludido asintió vigorosamente, o lo que se podía decir que era su concepto de vigorosamente, antes de arreglar su uniforme. Luego de eso el general llamo a todos a la mesa del centro, donde se ubicaron a su alrededor.
- Ahora, vamos con el tema principal - llamo el general la atención del resto - ¿Quién será el nominado para acompañar a los nipones?
Un silencio sepulcral invadió la sala. Nadie quería ir con ellos, con la expectativa de que no se meterían en mucha acción, y la falta de práctica de los asiáticos.
- Propongo al oficial Khoakin Petrakov de la Comrades Academy - hablo Karl. El resto lo miro con desconfianza.
- ¿Por qué motivo deseas que vaya el con nuestras ayudantes japonesas? - Inquirió el general de la Guards Academy.
- Tiene una vasta experiencia de campo y puede adaptarse aun cuando el grupo de inadaptados que tiene bajo su mando aumenta en gran cantidad. Solo los soldados de infantería se salvan.
- ¿Y la verdadera razón? - Pregunto ahora el general de la Comrades Academy.
- Seamos sinceros – suspiro - ¿Quién de nosotros quiere tenerlo bajo nuestro mando?
Los oficiales de la sala empezaron a comentar la veracidad de lo dicho - Muy bien, votos para que el oficial Khoakin Petrakov, al mando de un IS-2 y miembro de la Comrades Academy se una al Zug 7 - Todos los oficiales que no fueran generales levantaron la mano - Bien, por votación unánime el oficial Petrakov pasara a formar parte del Zug 7. Se levanta la sesión.
Apenas había dicho esas palabras la puerta se abrió, mostrando al mencionado oficial entrando a la sala - Buenas, lamento llegar tarde - El grupo de oficiales le dirigió la mirada fijamente, provocándole un sentimiento de malestar de que ya estaba jodido - Mierda...
Día siguiente. Hangar de tanques. Mañana.
- ...y así es básicamente como quede en este equipo. Como puedes ver, no tengo el agrado de muchos por aquí - termino de explicar el ruso a Miho, quien asintió mientras digería la historia.
- Al menos no eres un desconocido total. Y un IS-2 aportara gran poder de fuego, aunque ralentizara la marcha - analizo mientras observaba los papeles fichados con los vehículos de su grupo y sus respectivas tripulaciones - Faltan el semioruga y el Tiger I...
- Hablando del demonio - menciono Khoakin, observando como el susodicho tanque aparcaba a un costado de ellos. Del tanque bajo Maho, quien corrió a abrazar a su hermana.
- ¿Onee-san? ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar dirigiendo tú otro grupo?
- No, estaré contigo. Ya me he dado demasiadas libertades respecto a cuidarte. A partir de ahora me encargare yo misma de que no te pase nada - Aseguro Maho con una sonrisa rara vez mostrada en ella. Miho le sonrió de vuelta, mientras al otro lado del par aparcaba el semioruga "251" que llevaría a la infantería con ellos. Del vehículo descendió el Unterfeldwebel Roth, quien se cuadro ante Miho antes de dar su reporte.
- El semioruga número 231 con su conductor, artillero y diez tripulantes está listo, Oberst - Informo. Miho suspiro ante el gesto.
- Está bien, llámame Miho o Nishizumi. No tienes que ser tan formal - le indico. Para poder mezclarse efectivamente con los militarizados estudiantes europeos, a los japoneses se les tuvo que dar diversos rangos según su importancia y sobre en qué país estaba basada su escuela. Miho escogió el sistema alemán al estar más familiarizada con él, ya que su escuela no tenía ninguna nación escogida (aunque después del ataque la mayor parte de los tanques eran alemanes). Ella recibió el rango de Oberst, o coronel, como una forma de señalar que no tenía mayor jerarquía que los generales ya establecidos.
- No puedo. Va contra el reglamento llamar de una forma tan familiar a los oficiales iguales o superiores al rango de Oberstleutnant - Informo el suboficial todavía en posición de "firme". Una ligera brisa sacudió su cabello corto negro, pero aun así mantenía su presencia disciplinada.
- Bien, entonces... ¡descansa! - El sargento primero relajo sus miembros, antes de acercarse a Miho y dar un informe detallado.
- El equipo se compone de dos escuadras: una de granaderos de asalto de 5 miembros armados con MP40's y granadas, y una escuadra de fuego de 4 miembros con una ametralladora ligera. Además, el semioruga va armado con dos ametralladoras, que pueden ser utilizadas por el conductor y el artillero en caso de combate. Además de eso, tenemos un par de Panzerfaust dentro del semioruga, por si se aparece un Wyvern y se intenta acercar a nosotros. Eso es todo.
- Eso... ¿no es mucho? - Pregunto Miho preocupada por la gran cantidad de armas y poder de fuego traído por los alumnos. El sargento primero levanto los hombros con indiferencia, como diciendo "no es asunto mío". Miho suspiro y fue a reunirse con el resto del equipo, que ya se terminaba de juntar. El suboficial alemán reviso su reloj y chasqueo la lengua.
- 20 minutos tarde. Deberían haberse apresurado más - murmuro para sí. El resto no le hizo caso y subió a sus vehículos, dando Miho la señal de comenzar la marcha con un:
- Panzer Vör!
2 horas más tarde.
- Estoy aburrida... - murmuro desanimadamente Saori, echada sobre su asiento dentro del tanque. Miho seguía asomada por la escotilla, observando el alrededor. Los otros tanques iban cerrados, con sus tripulaciones probablemente haciendo de vagos. Detrás de los blindados, el semioruga se deslizaba silencioso. Sus tripulantes le habían colocado un toldo para evitar las molestias del sol, pero aun con espacio suficiente como para disparar al exterior.
- Sra. Nishizumi, ¿por qué no entra? Se va a insolar si permanece tanto tiempo al sol - pregunto Yukari. Tenía una mirada preocupada hacia su líder: le preocupaba que los acontecimientos recientes y lo rápido que sucedieron le hubieran afectado. Pero aunque eso fuera cierto, Miho se lo hubiera guardado para sí misma.
- Tienes razón, Yukari - entrando de nuevo al tanque, cerro la escotilla y activo su radio - Onee-san, por favor asómate por la escotilla y avísame si vez algo.
- Entendido - respondió la estoica voz de Maho. Miho solo suspiro antes de recostarse. Al poco tiempo cayo dormida, siendo observada cariñosamente por su tripulación.
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El Unterfeldwebel Roth se encontraba molesto. El esperaba ver combate de forma prácticamente constante, o al menos combatir en combates de tal magnitud que sus ganas fueran aplacadas. Y en lugar de eso, lo enviaron a un equipo de exploración al mando de dos escuadras de infantería junto a un grupo de tanquistas de los cuales probablemente solo 1 sabía lo que hacía, y aun así, ese único se trataba del odiado y a la vez amado Khoakin. Querido por los soldados, odiado por los mandos, era conocido por ser un rebelde y actuar muchas veces por su cuenta en combate. Para las academias alemanas y británicas era una odisea tratar con él, más para el alocado estilo ruso era el oficial ideal, o quizás lo sería si no fuera por su aparente locura.
- Unterfeldwebel, ¿cree que hallemos combate en este grupo? - Le pregunto su segundo al mando, el Obergefreiter Hans.
- Espero que si - contesto él, sin apartar su mirada del camino - De todos modos, nuestras misión es ser la fuerza de combate en entornos cerrados o sin mucha movilidad para los tanques, o hacer de patrullas en el campamento. No espero mucho del enemigo, considerando que han perdido cerca de 200.000 soldados entre todas las batallas que hemos tenido.
- Aunque es un hecho que nosotros no tenemos la misma cantidad de efectivos que tienen ellos. En este mundo tendremos cuanto, ¿10.000 efectivos? Una batalla frontal sin una ventaja notable sería un suicidio.
- Esperemos que no tengamos que dar esa batalla. ¿Has escuchado algo de las unidades de fuerzas especiales o tropas de elite traídas aquí?
- Por lo que tengo entendido, los británicos han traídos un Troop de su SAS escolar más algunos paracaidistas, y los de la Panzer Akademie trajeron algunos fallschirmjäger y Brandemburgers con ellos. Sin embargo, las fuerzas especiales y paracaidistas no deben superar la centena y media de personas - comento el cabo primero.
- Me pregunto qué rol podrían tener. Salvo los paracaidistas que se desplazan vía aérea y por ende pueden ir de un lado a otro rápidamente, las fuerzas especiales deberán tener mucha suerte para poder operar sin ser descubiertos.
- Esperemos que no les pase nada excesivamente malo.
- También escuche que una escuela japonesa, en previsión a un futuro enfrentamiento con nosotros, preparo una unidad de combate de fuerzas comando o de paracaidistas para tener algún efectivo terrestre. Sin embargo, desconozco si la enviaran a esta locura de guerra que tenemos aquí - comento a su vez el sargento primero.
- ¿Una unidad comando japonesa? ¿Y qué escuela es esa?
- Una italiana, creo.
- Entonces estarán basados en los condenados Arditi. Nulo servicio de inteligencia y preparación, pero una decisión tan condenada que resultaron ser un dolor para los aliados.
- ¿Tal vez están basados en los Folgore? Fueron un hueso duro de roer en El-Alamein, a pesar de su falta de equipamiento.
- No digas más. Eso sí fue un dolor de cabeza para los británicos. 4 divisiones británicas y no pudieron con una de paracaidistas.
- En cualquier caso, no estarán llegando aquí hasta dentro de un tiempo. Y tampoco sé si formaran folgores o Arditi. Probablemente dependa de terceros.
En ese momento la columna se detuvo, forzando al conductor a frenar bruscamente por lo improvisto de la maniobra. Murmurando maldiciones, el Unterfeldwebel descendió del vehículo y camino hasta el Tiger I, donde se habían reunido los 6 comandantes de tanque. Cuadrándose ante sus superiores, pregunto por la situación.
- Un pueblo cercano. Desconocemos si hay acción amiga o enemiga, tal vez neutral. Varias casas rurales, algunas personas tranquilas - Informo Khoakin mientras le señalaba la dirección del pueblo y le pasaba sus binoculares. El suboficial de origen alemán los tomo y observo el pueblo encajonado entre los árboles.
- No se ven soldados romanos ni hombres armados. Aunque, después de todo, tenemos una limitada línea de visión. Puedo ver también que hay más casas a lo lejos, de modo que no podemos descartar la presencia de soldados - Informó el germano.
- Por eso mismo debemos ver que hacemos para acercarnos. Si vamos con todo el grupo lo más probable es que se asusten - analizo el ruso a su vez. Miho solo analizaba los datos entregados por el par de europeos mientras pensaba en qué hacer.
- Me acercare con el semioruga y el Panzer IV. Eso debería dejarlos más tranquilos. El resto espere aquí, listos para reaccionar si hay combate - ordenó. El oficial ruso se le acerco con una petición.
- Quiero pedir permiso para mover mi tanque al otro cerro de allá - señalo la susodicha colina con un gesto - Así tendremos mayor rango de observación, mayor línea de tiro, y en caso de ser necesaria la intimidación podemos decir que están rodeados - Explico sus motivos con una cara estoica.
- Puedes hacerlo - meditó unos segundos - Llévate el Char contigo, por si pasa algo. Sodoko, vas con él.
- ¡Mi nombre no es Sodoko! - Las quejas de la pelinegra cayeron en oídos sordos al irse cada uno con su trabajo. El par de tanques salió hacia la colina al otro lado tomando una ruta por detrás de la cadena de cerros, mientras que el semioruga y el Panzer IV se dirigían a la entrada del poblado. A las afueras de este se detuvieron, dejando ocultos los vehículos entre el follaje de las plantas.
- Iremos a pie desde aquí-Informo Miho mientras bajaba de su tanque, una MP40 con correa en mano y pistola en su funda al costado-Roth, por favor baja junto al equipo de asalto. El resto que monte guardia aquí.
- Entendido - dando órdenes en su idioma nativo, el equipo de 5 granaderos de asalto armados con MP40's al igual que el suboficial al mando descendieron del vehículo, dejándolo a cargo de los otros tripulantes.
- Yukari, quedas al mando. Si escuchas más de 3 tiros seguidos al aire aceleran y entran al pueblo - Dirigió su mirada hacia el semioruga - Lo mismo va para ustedes - El conductor asintió, volviéndose ahora Miho de vuelta a su tanque.
- No se preocupe Sra. Nishizumi. Nos mantendremos a la espera de cualquier señal - Afirmó la fanática de los tanques sonriente. Miho le devolvió el gesto, antes de dar un orden con la mano y dirigirse al pueblo seguida de los granaderos - Espero que todo vaya bien... no quiero ver más sangre...
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- ¿No hay ningún romano por aquí? Me estoy aburriendo de sobremanera, y eso que se supone que es tierra hostil - comentó una castaña echada sobre un IS-2. Tenía una expresión aburrida en su rostro con los ojos cerrados, y tenía unos binoculares descansando sobre su pecho.
De la torreta del tanque se asomó un rubio de tez morena que le observo - Probablemente hemos aniquilado a todos los desgraciados alrededor de aquí. No se cómo esperas que nos ataquen - Desde adentro del tanque se escuchó un apagado "¡Cállate oxigenado!" que provoco que el aludido volviera su cabeza al interior del blindado - ¡¿Quién fue el gracioso?!
- Tu madre - le contesto la castaña - Retomando la pregunta, pues no creo que haya sido una aniquilación total. Seguramente quedan grupos de rezagados y bandidos por el lugar. Por no decir, que somos un grupo pequeño. Seguramente trataran de atacarnos cuando estemos desprevenidos - Respondió mientras abría los ojos, mostrando sus ojos de distinto color: izquierdo verde y derecho rojo.
- De todos modos, el área es muy grande. Dudo que nos encontremos con un grupo enemigo dentro de poco - En ese momento llego el pelinegro líder del grupo, el capitán Khoakin, quien se subió al tanque y mando a su puesto de cargador al rubio de un golpe.
- Basta ya de habladuría. Yo también me aburro, pero ando quejándome como mujer sobre eso.
- Yo soy mujer - le observo la castaña, aun echada sobre el tanque.
-...
-...
- ¡Ooohhh! - Se burló el resto de la tripulación desde el interior del tanque, marcándole una vena al loco comandante.
- Desearía ser un comisario del NKVD ahora mismo... - murmuró entre dientes, mientras le hacía un gesto a la castaña para que volviera a entrar al tanque.
- Eh... Khoakin, deberías ver esto - colocándole los binoculares en la cara, el oficial observo una columna de gente armada marchando hacía el poblado.
- ¿No son los cazadores del pueblo? No deberían ser peligrosos.
- Entiende, si se encuentran con el grupo de abajo los podrían atacar. No dudo que ganaremos, pero ante el menor gesto de violencia los alemanes los dejaran como colador. Tendremos muchos problemas de entendimiento si pasa eso - menciono la castaña, arrancándole al comandante un recuerdo de un partido de tanques anterior.
Flashback. 3 años atrás.
Estaba negociando una tregua. El grupo de 4 tanques tras él estaba exhausto protegiendo a los infantes heridos de los diversos ataques germanos, y necesitaban urgentemente retirarse. Como siempre sucedía en aquellos tiempos, algunos estudiantes quedaban heridos durante los duelos, y por ende había hospitales de campaña en los cuales los propios alumnos los atendían como parte de un juego de guerra.
Un teniente al igual que él, sobre un Panzer IV, escuchaba atentamente y con signos de aburrimiento las condiciones que proponía el ruso. Detrás de él, 5 Panzer IV y dos pelotones de panzergrenadier con sus temidos panzerfaust a la espalda aguardaban órdenes. A lo lejos, aun humeante por el combate, se veía el pueblo de donde los rusos acababan de ser desalojados con fuertes bajas para ellos.
- A cambio de que evacuemos a los heridos, rendiremos dos tanques de la dotación. Las tripulaciones quedaran como prisioneros de guerra. - Odiaba rendirse. Él era partidario de luchar hasta el final, sacrificando todo para negarle al enemigo vidas y recursos. Pero el mando fue estricto en ese sentido: debía evacuar a los heridos a toda costa.
- ¿Los otros dos tanques evacuaran a los heridos? - Pregunto el germano con desinterés. A diferencia del ruso, él estaba aburrido con esa palabrería. Entendía la cuestión de los heridos, pero le parecía ridículo que no hubiera forzado una salida del pueblo con los tanques que tenía antes. En cambio, ahora estaba en una situación mucho peor que en la que estaba hace una hora atrás.
- Así es. Una vez salgamos de esta área necesitaran protección contra otros competidores-Respondió como si fuera obvio, lo cual, en efecto, lo era.
- Bien. Diles a las tripulaciones que suban a los semiorugas. Nosotros los conduciremos.
- Entendido.
Algunos soldados alemanes descendieron de los semiorugas para ir a ocupar los tanques rusos que se rendirían, pero a mitad de camino el cañón de uno de los T-34 rugió, mandando a volar herido a un par de granaderos. El resto de los soldados tomo sus armas, apuntándolas contra los rusos. El oficial alemán, que había descendido para comprobar a su pelotón, se dirigió nuevamente al oficial ruso, quien pensaba rápidamente en alguna excusa.
- ¡¿Quién demonios disparo el cañón?! - Preguntó Khoakin. La escotilla del T-34 se abrió, mostrando a un alumno de rasgos caucásicos.
- ¡Fue un error! ¡Por favor no disparen! - Grito a los alemanes, quienes seguían apuntando.
- No hay ninguna garantía de que el disparo haya sido un accidente. - Acusó el oficial alemán. El tiro dado por el T-34 impacto a solo un metro de los granaderos, lo cual hacia fuertemente sospechoso el que fuera solo un accidente.
- Tampoco la hay de que haya sido a propósito. - Contraataco el oficial ruso a su par alemán.
- En caso de duda... - Murmuro el teniente alemán- ...asume siempre lo peor. ¡Apunten! - Khoakin vio como todos los soldados alemanes escogían un blanco entre sus hombres. Los pocos infantes rusos solo pudieron levantar torpemente sus armas - ¡Fuego!
Khoakin cayó casi inconsciente por un tiro de tanque. Su grupo fue eliminado y los supervivientes, dispersados. Observo que los que quedaron allí eran tomados prisioneros mientras los soldados pasaban caminando a su lado, como si él no existiera, alguno que otro dándole una mirada de lastima. Finalmente, fue eliminado por un tiro de gracia dado por el propio oficial alemán.
Fin Flashback
- Capitán. Capitán. Reaccione - lo zarandeaba su cargador, Iván Gorbachov - ¡Reaccione de una puta vez! - Dicho esto lo empujo y lo dejo caer del tanque. Entre insultos y bufidos el oficial ruso volvió a subirse arriba del tanque y se sentó en su puesto.
- Mijail, contacto con el equipo del pueblo. Diles que un grupo de bandidos se dirige a su posición. Número estimado: 100.
- ¿Cómo sabemos si son bandidos? - Pregunto Iván.
- No hay uniforme estándar y a muchos les falta ropa que llevarían si fueran del pueblo. Además, su modo de andar es de saqueadores y sus armas son militares. Los cazadores llevarían arcos, flechas y un par de espadas, al contrario de los integrantes de ese grupo, que van armados como soldados.
- Suficiente para confirmarlo. Aquí el IS-2, tenemos una columna de presuntos bandidos acercándose al pueblo. ¿Me reciben?
- Esta es Saori del Panzer IV. Miporin salió del tanque pero iremos a informarle. Gracias por la información. Fuera.
- ¿Quién demonios es "Miporin"?
Pueblo de Coda. Minutos antes.
Miho se asomó por el follaje que cubría el pueblo. Se veían algunos civiles, pero no en gran cantidad. Nadie los había notado todavía, por lo que decidió tímidamente dar un paso fuera de la cobertura de las plantas. Al instante cundió el pánico en el pueblo y un par de hombres con espadas salieron de una casa cercana y la amenazaron. Miho solo atino a levantar sus brazos en un gesto de calma, que logro aplacar de cierta forma a los guardias, o lo que fuesen. Usando un libro con algunas palabras traducidas intento hablar con los guardias.
- Líder. Pueblo. Hablar - como pasa muchas veces al hablar otro idioma con el que no estas familiarizado, la pronunciación de Miho fue horrible y tuvo que repetir la frase 3 veces hasta que le entendieron. Al poco tiempo se presentó un anciano de tez morena algo gordo y de cara afable. Mientras se acercaba Miho hizo un gesto con la mano para que los granaderos se mostraran.
La súbita aparición de estos hombres con uniforme gris y pequeñas varas de metal alarmo a los guardias, pero nuevamente Miho logro tranquilizarlos.
- Saludos - hablo el anciano del pueblo - ¿Qué intenciones tienen? - Pregunto lentamente el anciano, comprendiendo el casi nulo manejo del idioma de los recién llegados.
Roth solo pudo parpadear un par de veces. ¿Es que no sabían que estaban en guerra con ellos? Tal vez el mando había sobreestimado demasiado la infraestructura de comunicación del enemigo.
- Nosotros explorar lugar. Ser otro lado puerta Alnus - hablo con dificultad Miho. El anciano pareció entender, pero luego pregunto, lentamente de nuevo.
- ¿Haber pasado algo Alnus?
Ahora sí que Roth no pudo aguantar sus ganas y se dio una palmada en la cara. El resto de ambos grupos lo miro como si fuera un bicho raro, pero le restaron importancia al poco tiempo.
- Abrirse puerta otro mundo. Nosotros ser ese mundo - informo Miho, buscando rápidamente las palabras en el libro traductor. "Aprender alemán es más fácil que hacer esto" pensó mientras ojeaba el libro, recordando las clases rápidas de alemán que tuvo que tomar para poder comunicarse con los miembros de la expedición antes de ir al otro lado del GATE. La mayoría de las japonesas que se convirtieron en altos mandos tuvieron que hacer un curso básico de ruso y alemán, dejando el inglés de lado ya que era enseñado en las escuelas.
El grupo del anciano se puso alerta de inmediato-¿Ustedes ser enemigos?
- No, no. Nosotros ser amigos ustedes.
De alguna forma la conversación siguió. Miho empezó a preguntar por el funcionamiento del pueblo, mientras los granaderos se sentaron en un círculo y el suboficial Roth secundaba a Miho en su conversación con el anciano del pueblo, todos ellos con sus armas en bandolera. Así aprendieron que el pueblo se llamaba Coda, que era un pueblo de cerca de 600 almas, que sobrevivía a base de la agricultura, y que el sistema utilizado era el sistema feudal. Sin embargo, desde hacía poco más de un mes no había contacto con el señor de las tierras o sus ayudantes. Secretamente, Miho y Roth pensaron en que debió haber sido un comandante durante las batallas contra ellos. Luego supieron que había otro pueblo más pequeño en un bosque cercano, donde decidieron dirigirse posteriormente. Finalmente aprendieron que la nación que dominaba todas esas tierras era llamada "Imperio" y su capital era una ciudad llamada "Sadera", alias "Capital Imperial."
- Hablando de nombres originales - murmuró Roth por lo bajo, mas Miho lo ignoró.
- Nosotros guerra Imperio - dijo Miho. Inmediatamente los guardias se pusieron alertas, los curioso que se habían acercado se alejaron y las mujeres resguardaron a sus niños.
- ¡Nosotros no hacer daño! - Se apresuró a exclamar Roth levantando sus brazos en un gesto de calma. A diferencia de la primera vez, la reacción fue de menor efecto. Bajaron sus armas, pero se mantuvieron a una distancia respetable - "Como si eso los salvara de nuestras MPs" - Pensó el suboficial mientras analizaba la nueva formación local, como le hubieran enseñado en su país. 5 hombres y el anciano del pueblo enfrente, otros 5 hombres detrás, y en segunda línea las mujeres y curiosos que se quedaran a observar el desarrollo de los acontecimientos. El momento tenso fue interrumpido por el anciano del pueblo, que pregunto algo.
- ¿Ustedes no ser jóvenes para guerra? - Preguntó con una mirada curiosa pero cautelosa, difícilmente reflejada en sus rasos amables.
Roth se apresuró a responder. No sabía cuál era el sistema japonés, pero conocía el hecho de que muchas graduadas de esas escuelas terminaban enlistándose en las fuerzas armadas.
- Nosotros ser escuela militar. Nosotros ser equipo exploración - Dijo calmadamente. Aprovechando el tiempo de los locales para descifrar que dijo con su mala pronunciación, llevo su mano derecha a la correa que sujetaba su arma a la espalda, listo para entrar en combate en cuestión de segundos. Silenciosamente, quito el seguro de su arma y jalo la palanca, dejado al famoso subfusil listo para disparar.
El grupo local parecía discutir la veracidad de las palabras dichas por el hombre de uniforme gris. Si bien era cierto que eran un grupo pequeño y no poseían armas grandes o pesadas, seguían siendo enemigos del Imperio. Sin embargo, el argumento decisivo fue el hecho de que, si quisieran atacarlos, hubieran entrado a la fuerza en primer lugar, sin molestarse en dialogar con ellos.
- Está bien. Nosotros creer ustedes - Informó el anciano del pueblo, ordenándole a los milicianos que bajaran sus armas. Estos obedecieron a regañadientes, apoyando sus lanzas y espadas en el suelo pero sin soltarlas. Miho suspiro ante el gesto, tendría que convencerlos de otro modo que ellos no eran hostiles.
- Casi - murmuró Roth. Miho le asintió antes de dirigir su atención al grupo de 5 granaderos. Estos se habían puesto de pie con la súbita reacción de los locales, pero aun mantenían sus armas en bandolera. Eso sí, tenían sus manos en las correas, listos para sacarlas y entrar en combate.
- Un enfrentamiento con ellos no serviría de nada. Debido a su pobre sistema de comunicación y a que seguramente creen en los rumores, si los atacamos dirán que somos unos invasores agresivos y despiadados - analizó Miho seriamente. El análisis de los soldados que iban con ella levanto levemente la tensión existente, la cual fue rota por...
- ¡MIPORIIIIIN! - Saori entro corriendo por entremedio del follaje que rodeaba la entrada del pueblo, gritando el apodo de Miho. Esto provocó que los milicianos se pusieran en alerta, pero bajaron sus armas al comprobar que iba vestida de igual manera que la persona con la que dialogaban. Eso provocó una oleada de miradas curiosas entre los aldeanos. Dijeron que eran soldados, pero no llevaban ninguna armadura. ¿Era porque eran de exploración, o porque eran estudiantes? También estaba la cuestión de su armamento. SI bien un par de ellos llevaba unas dagas con ellos, todos llevaban unos extraños artefactos de metal, que parecían varas de susodicho material unidas en una extraña forma.
- ¿Qué pasa, Saori? ¿Por qué tanto alboroto? - Preguntó Miho sin entender porque su amiga venia corriendo hacia ella a toda la velocidad que les permitían las piernas. Pronto se encontraron cara a cara.
- ¡Bandidos! ¡Hay bandidos en camino al pueblo! ¡Tenemos que salir ahora!
- ¿Cuántos?
- ¡Cerca de 100!
Miho midió el peligro de inmediato. Eran solo 10 milicianos probablemente sin experiencia en combate, y los 7 estudiantes militares, uno de los cuales, Saori, iba desarmado.
- Tenemos que retirarnos inmediatamente. Regresa tu primero y avisa a todos que nos juntaremos en la entrada del pueblo. ¡VE!
Saori salió corriendo apenas Miho le dio la orden, los granaderos en alerta y los milicianos curiosos respecto al escenario que se desarrollaba frente a ellos en un idioma desconocido. Miho se volvió hacia sus hombres y les dio un gesto de formarse fila, cosa que hicieron.
- ¿Qué pasa, Unterfeldwebel Roth? – Preguntó uno de ellos.
- Ni idea Hans, no conozco japonés. Sin embargo, creo que la Oberst Nishizumi nos informara ahora-Le respondió.
- Bien, escuchen. Me notificaron que se acercan bandidos al pueblo, cerca de cien. Nos replegaremos con el tanque y el semioruga y esperaremos a los otros vehículos antes de observar la situación y decidir qué hacer-Informo su plan, que muchos de ellos vieron con desconfianza.
- Desearía decir, Oberst Nishizumi, que su plan me parece poco práctico si evaluamos el hecho de que hay un pueblo de 600 almas prácticamente indefensas contra 100 bandidos. Si esperamos que lleguen los otros vehículos fácilmente la mitad del pueblo será aniquilado, y los tanques grandes no podrán maniobrar bien. Por no decir, que si finalmente decidimos irnos, entonces estaríamos condenando a los aldeanos que sobrevivan al ataque - expusó una crítica bien elaborada Hans. Su mirada no era de reprobación, sino más bien de incredulidad ante el poco iniciativo plan de Miho.
- Debo decir, Miho-Empezó ahora Roth - Que tu plan me parece increíblemente parecido al de esos comandantes que no tenían iniciativa, y por eso condenaban a los hombres bajo su mando - Miho abrió la boca para protestar - No te estoy acusando de ser uno de ellos, pero tu plan me parece estúpido si consideramos la fuerza que tenemos solo nosotros 7.
- ¿Qué fuerza? - Preguntó Miho incrédula - ¡Solo somos 7 y ellos cerca de 100! ¡No hay forma de ganar solo nosotros!
- Si la hay, dependiendo de las circunstancias podríamos ganar solo nosotros - Empezó a decir un granadero - Pero puedo suponer que la idea de que resistamos aquí es solo hasta que lleguen los vehículos para que estos los finalicen. Tendríamos más opciones si estuviera el equipo de fuego, pero nos las tendremos que arreglar con los subfusiles. Bastaran, sin embargo - analizo a su vez Hans. Roth se giró hacia Miho, respaldado por los argumentos de sus hombres.
- ¿Sus órdenes, Oberst? Estamos listos para cualquier cosa.
Miho ni siquiera dudo - Formen una línea en el centro y esperen a que aparezcan los bandidos. Ofrézcanles la opción de rendirse si es posible - ordenó. Rápidamente los 5 granaderos se alejaron en dirección al centro de la plaza, donde los aldeanos veían extrañados el comportamiento de los "hombres de gris".
- Sabía que esto serviría - murmuro Roth mientras sacaba una pistola de bengalas de su uniforme. Estaba cargada con una bengala que dejaba una estela de humo azul.
- ¿De dónde la sacaste? - Pregunto Miho, curiosa.
- Digamos que la tome por allí - contesto él.
- ¿Que significa el humo azul de estas bengalas?
- El significado puede varias según la acción o contexto, pero en este caso debería significar...
Colina a las afueras de Coda.
- ...sin movimiento y atentos, ¿eh? - Murmuró Khoakin mientras observaba la estela de humo azul. Comprendió instantáneamente lo que debía hacer. Por definición común entre las academias europeas de todo el continente, cuando no hay significado definido la bengala azul decía que había que mantener posiciones y estar atentos.
- ¿Capitán?
- Mijail, transmite a todos los tanques del equipo. Por orden de la comandante mantengan su posición y estén atentos. Si preguntan, diles que eso significa la bengala azul.
- Entendido.
Pueblo de Coda.
- ¿Qué estar pasando? - Pregunto el anciano líder del pueblo, confundido.
- Bandidos estar cerca. Ir protegerse - ordenó Miho ojeando levemente el libro. El anciano tardo un poco en reaccionar, pero les ordeno a las mujeres y niños que se refugiaran en sus casas. No obstante, algunos se quedaron para ver qué pasaba, aunque más alejados que antes. Los hombres se colocaron delante de ellas, mientras los milicianos rodearon al líder del pueblo. Pese a eso, ninguno sabía muy bien que pasaba.
La calma y el silencio que rodeaban el lugar fue interrumpido de súbito, cuando un grupo de cerca de 20 personas armadas entro a la plaza corriendo. Miho intento decirles que se rindieran, pero apenas abrió la boca casi le llego una flecha. Eso, antes de que los ahora identificados bandidos recorrieran 5 metros. Los aldeanos se asustaron y muchos salieron corriendo a sus hogares, algunos rodeando a las mujeres y niños que estaban demasiado paralizados por el miedo para huir. Pronto se revelaron más bandidos, complementando el grupo inicial hasta que llegara a las 100 personas.
Los granaderos simultáneamente descolgaron sus armas, apuntaron y liberaron una lluvia de muerte sobre los bandidos. Los primeros cayeron como segados por una hoz, siguiéndoles pronto lo que estaban detrás. Su avance se convirtió en una masacre, donde las balas los atravesaban, mataban, y masacraban. A los pocos segundos de empezar a disparar, Roth y Miho se unieron, esta última dando instrucciones a los aldeanos de correr. Estos, impresionados por el daño que causaban los extranjeros, decidieron obedecerles en su mayoría y desaparecer del lugar, quedando solo unos pocos valientes que defenderían su pueblo ante los bandidos.
Pronto los bandidos comprendieron que atacar de frente no serviría y se esparcieron por los matorrales que rodeaban la plaza, quedando fuera de la visión de los hombres de gris en la plaza. Miho tomo cartas en el asunto inmediatamente, recordando sus experiencias en batallas urbanas con los tanques.
- ¡Dispérsense por la plaza! ¡Ocupen cualquier cobertura que encuentren! - Haciendo de ejemplo, corrió y se cubrió en el pórtico de una casa cercana. Los soldados se dispersaron cada uno por su lado, cubriéndose detrás de la fuente o en el pórtico de otra casa, un par quedándose agachado cerca del grupo de milicianos.
- ¡Fuego a discreción! - Ordenó tardíamente Roth - ¡Acción individual!
Los bandidos volvieron a abalanzarse sobre los soldados y milicianos, esta vez desde distintos lugares. Los estudiantes de guerra abrieron fuego contra ellos, cada ráfaga eliminando a uno o dos de ellos. Pronto quedo en evidencia lo que dijo Miho. A pesar de la potencia de fuego, la dispersión y el reducido espacio borraban gran parte de esa ventaja. Un bandido estuvo a punto de matar al líder del pueblo con un ataque por la espalda, más un granadero se coló por debajo de él y le encajo la boca del cañón de su arma en el estómago, apretando el gatillo y dando rienda suelta a una andanada de plomo y muerte. Otro decidió entrar en una casa y salir por la puerta para atacar a Miho por la espalda, más cuando salió nuevamente fue recibido por 6 tiros cortesía de Roth. Un alumno saco una granada y la arrojo a unos matorrales tras él, arrancando gritos de dolor al explotar el artefacto.
Finalmente aparecieron los vehículos. El panzer IV llego esparciendo muerte y destrucción mediante sus ametralladoras y su cañon de 75mm. Tras él, el semioruga disparaba sus dos ametralladoras, y el equipo de fuego realizaba su trabajo exterminando a los bandidos con la MG42 ligera, eliminando a los más lejanos con las Kar 98k. Al poco tiempo, los bandidos restantes comprendieron lo suicida del ataque y decidieron escapar del pueblo. Pero apenas llegaron a los campos exteriores, los tanques en las colinas abrieron fuego sobre ellos, exterminando a quienes intentaran correr. A los 30 minutos de que los bandidos entraran en combate, solo quedaban 4 de ellos, quienes se rindieron. Todos los demás fueron exterminados, dejando casi un centenar de cadáveres en el pueblo y sus alrededores. Por otro lado, el pueblo de Coda y sus defensores no tuvieron ninguna baja. Los mismísimos aldeanos estaban fuertemente sorprendidos por el poder que tenían aquellos a quienes casi osaban desafiar.
- ¡Equipo de asalto, rodeen a los que se rindieron! ¡Equipo de fuego, vigilen los alrededores! ¡Equipo Mallard, exploren los alrededores, vigilen que no haya más bandidos! - Ordenó rápidamente Miho. Los granaderos de asalto echaron a los 4 prisioneros al semioruga, mientras que el tanque de origen francés se largó a explorar. Roth mantuvo una corta charla con los aldeanos, asegurándoles que estarían tranquilos y que no les harían daño. Luego, fue a interrogar a los prisioneros. Por su parte, el Panzer IV, el StuG III y el IS-2 se juntaron en la entrada del pueblo, ya acabada la faena.
- Ahora no pueden decir que no hemos tenido acción - declaró el oficial ruso mientras abría la escotilla de la torreta de su tanque. Segundos después se abría otra escotilla del tanque.
- ¿Acción? Eso fue un tiro al blanco, no cuenta como acción. Recuerdo que durante la batalla allá en Bélgica los enemigos trataron de perforar el tanque con espadas y lanzas, y detenerlo con escudos. Eso sí fue acción - contestó la castaña.
- Supongo que es el momento de presentaciones - murmuró Khoakin mientras se giraba a las confundidas tripulaciones del Panzer IV y StuG III - Yo soy Khoakin Petrakov, tengo el rango de capitán y soy un aficionado a la historia bélica y cosas sin relevancia. Por cierto, no me dejen solo con una botella de vodka.
- Soy Sasha Petrakov, hermana del que desgraciadamente para mi es mi hermano-Se presentó la castaña - Mucho gusto - A pesar de sus palabras, su cara no llevaba ninguna expresión.
- ¡M-mucho gusto! ¡Soy Saori Takebe! - Exclamó Saori con una reverencia.
- Hana Izusu, mucho gusto - Se presentó amablemente la artista floral pelinegra, dando una ligera reverencia.
- Yukari Akiyama, un placer - A pesar de las palabras de la castaña de pelo corto, su atención parecía más dirigida a la bestia blindada de la Unión Soviética que a sus ocupantes.
- ...Mako Reizei... - Salió una calmada y apagada voz desde dentro del vehículo.
- Erwin - Habló esta vez una rubia que se asomó del StuG.
- ¿Me estas jodiendo o ese es tu verdadero nombre? - Preguntaron ambos rusos con la expresión incredulidad grabada en el rostro.
- Es mi apodo. Todos en este tanque tenemos uno. Mi nombre real es Riko Matsumoto, pero todos me llaman Erwin. Y como podrás adivinar, todos en este tanque somos aficionadas a la historia militar.
A Khoakin le brillaron los ojos-Entonces puedo suponer que ese es tu apodo por el "Zorro del Desierto".
- Acertaste - Bajándose del cazacarros alemán, la rubia con gorro militar dio paso a una castaña de pelo corto que se presentó como Takako Suzuki, alias "Caesar". Después de ella, una castaña oscura se presentó como Kiyomi Sugiyama, alias "Saemoza", y por último apareció una chica con cabello corto negro ligeramente desordenado llamada Takeko Nogami, con el apodo de"Oryou".
Al poco rato, el equipo Hippo y Yukari terminaron hablando sobre historia y armas con el capitán ruso, mientras el resto del equipo Anglerfish empezó a socializar con el resto del equipo de origen europeo: un peliblanco con una cicatriz en su ojo llamado Yuri, un castaño llamado Mijail y un moreno rubio llamado Ivan. La diversión duro hasta que llegaron Miho y los granaderos, acompañados por el semioruga y el Char.
- Todos a sus tanques, nos vamos. Todavía tenemos que pasar por el bosque antes de volver a Alnus, por lo que en el mejor de los casos estaríamos llegando mañana a la base.
- ¿Qué pasa, no puedes relajarte un poco? Tenemos tiempo, no es como si les quedaran muchos efectivos con quienes atacarnos - se quejó Khoakin. Roth le dio una mirada de disgusto antes de hablar.
- Los prisioneros dicen que después de la masacre de los ejércitos, muchos bandidos han salido a saquear. No son una amenaza para la base pero si para nosotros, y nuestra mejor opción es, de lejos, acampar al descubierto en un llano. Desconocen nuestras armas, por lo que un campo seria idóneo para los rifles y ametralladoras.
- Agh... ¿no podemos descansar un poco?
- Alguien dígame porque fui castigado poniéndome en la unidad de este desgraciado-Empezó a quejarse el suboficial alemán. A pesar de las palabras de Khoakin, el grupo volvió a moverse a los pocos minutos y, fiel a las palabras de Miho, empezó a anochecer cuando llegaron a ver el bosque que tenían como objetivo. Grande fue su sorpresa al verlo en llamas.
- ¿Qué demonios? ¿Cuál fue el puto conejo pirómano que inicio este incendio? - Pregunto Roth mientras observaba las magnitudes del fuego con sus binoculares. Ubicados en una pequeña colina que les daba un gran alcance visual, el grupo observaba las llamas consumir todo el bosque.
- ¿Por qué esa broma mala, si puedo preguntar? - Habló esta vez Hans. Khoakin le dio un movimiento de cabeza afirmativo antes de volver a observar las dimensiones del siniestro. Las chicas, menos acostumbras a esas cosas, observaban desde la seguridad de sus vehículos el acontecimiento, sobrecogidas por el espectáculo.
- Bueno, se dice que los humanos causan el 90% de los incendios forestales. Por lo tanto, el otro 10% debe ser algún conejo pirómano por allí-Respondió Roth.
- Capitán Khoakin, permiso para dispararle al Unterfeldwebel Roth - habló monótonamente Hans, con una mirada neutra en su cara.
- Permiso concedido, Obergrefeiter Hans - habló con la misma voz muerta Khoakin. Roth se apresuró a refugiarse en la seguridad del semioruga, para luego convencer al par de soldados que pararía con sus bromas. El ridículo ambiente fue interrumpido de súbito con un grito de Miho, quien retrocedo unos pasos con lágrimas formándose en sus ojos.
- ¿Qué sucede, Oberst? - Preguntó Hans mientras seguía mirando el bosque. Segundos después, Roth abrió desmesuradamente los ojos, comprendiendo el porqué de la reacción de Miho.
- ¡Hay un pueblo en ese bosque! ¡Ahora recuerdo que el anciano de Coda nos lo dijo!
- Oh mierda... - fue lo que pudo articular Khoakin antes de que Miho empezara a dar órdenes al grupo de adentrarse en el bosque. Durante la noche el grupo de vehículos condujo a través del quemado bosque, con un incendio que se apagaba conforme pasaba el tiempo y se acercaban a la ubicación del pueblo. Cuando llegaron al amanecer, el espectáculo los sobrecogió.
Cadáveres quemados, cabañas en el suelo, restos de estructuras humeantes y trozos de cuerpos dispersos. Algunos restos se asomaban del suelo, como pidiendo ayuda o tratando de escapar.
- Más que un incendio forestal, parece que algo o alguien los hubiera atacado con una llama increíblemente caliente. No queda nada en pie. Aunque es cierto que hace calor, desconozco si era suficiente para crear un incendio de estas magnitudes - Analizó Khoakin a Miho. Sasha y Erwin revisaban los alrededores del camino donde habían aparcado los vehículos blindados, mientras que los granaderos se habían dispersado en parejas para revisar el esqueleto de un pueblo. La pareja de Hans y Roth fue la última en aparecer, y tras compartir detalles con sus compañeros, se acercó a Miho para darle su informe.
- Hay alrededor de 30 casas en este pueblo, varias de ellas parecían haber estado en árboles. A pesar de eso, solo hemos confirmado 23 cadáveres, todos ellos lejos del centro. El resto debe estar atrapado bajo los restos de árboles o dentro de las ruinas de las viviendas. Asumiendo un promedio d por casa, tendremos cerca de un centenar o un poco más de muertos. Siempre y cuando no haya escapado nadie, lo cual no parece ser muy probable.
Miho se mordió el labio. Sabía que sus tanques antiguos probablemente no podrían haber soportado el calor del incendio, pero se culpaba por no haber llegado antes. Pudiese ser que, con una casualidad, hubiera salvado a uno de ellos. Sus meditaciones fueron interrumpidas por el grito de un granadero, quien señalaba el pozo al centro del poblado.
- ¡Hay alguien allá abajo! ¡Traiga una cuerda!
10 minutos más tarde...
Tras una operación arriesgada más que nada debido al estado deplorable de las murallas del pozo, cuyas paredes amenazaban derrumbarse, el equipo de granaderos logro sacar al individuo que estaba atrapado allí abajo. Luego de retirar la cuerda del semioruga y tenderlo en el suelo, se dieron el tiempo de examinarlo. A quien habían encontrado resulto ser una mujer rubia, de apariencia cercana a los 20 años.
- Mira esas orejas.
- ¿Es un duende?
- No idiota, es un elfo. El cabello rubio y las ropas verdes lo deberían confirmar.
- Abran paso idiotas.
Khoakin llego hasta la rubia y tomo su muñeca, además de pegar su oreja a su pecho y llevar dos dedos a su cuello. Tras él, el castaño conocido como Mijail se acercó mirando su reloj. Pasaron los segundos, hasta que negando con la cabeza el castaño toco el hombro de su capitán. Este, repitiendo el gesto de negar con la cabeza, se separó del cuerpo y se quitó el gorro soviético mientras murmuraba la frase que temían todos los presentes, quienes luego lo imitaron retirando sus cascos y gorros.
- Está muerta. Llegamos tarde.
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