Capítulo 8
En medio de preparativos, y de una calma tan preocupante como tranquilizadora, llegó el esperado día de la huida. Faltaba cerca de una hora para verse en el sitio acordado, cuando Namjoon caminaba rumbo a la oficina de Seokjin. Tenía un mal presentimiento a flor de piel desde que había sido llamado. El momento había sido demasiado perfecto para ser una coincidencia, por no mencionar que Tae y Jimin habían avisado recibir trabajo extra de último minuto, según para ajustar unos datos en la solicitudes de minerales.
—Sospechoso —susurró, ya de pie frente a la puerta.
Apretó el revolver en su cintura —habían acordado ir armados— y tocó para anunciar su entrada, esperaba no tener que usarlo, no con Jin. Se le indicó que entrara y en pocos pasos estuvo frente a frente con el hombre más poderoso de Gastrea, por el que había comenzado a sentir emociones indebidas, en el momento más erróneo.
—Pensé que no vendrías —dijo Seokjin, su cuerpo apoyado con aparente despreocupación en el buró, pero listo para reaccionar.
—¿Por qué no lo haría?
—No quería creer que me estabas mintiendo descaradamente, pero veo que me equivoqué. —Sacó ágilmente una pistola y apuntó a Namjoon—. ¿Qué es lo que no te satisface? ¿Por qué haces todo esto? ¿Por qué me traicionas? ¡Creí que podía confiar en ti, maldita sea!
Con todas esas interrogantes, y teniendo en cuenta su actitud, estaba de más decir que Jin lo sabía todo. Si Yoongi los había vendido por un estatus aún mejor, o no habían sido lo suficientemente cuidadosos, era algo que a estas alturas no tenía importancia, pues no cambiaba nada. No sabía el objetivo de Seokjin al llamarlo, pero parecía haber honestidad en medio de tantos engaños, así que decidió responder con la verdad.
—Lo más difícil de esta decisión, ha sido tenerte del lado contrario. Pensé que podríamos llegar a ser algo. —Nam tenía las manos levantadas a los lados, intentando mostrarse inofensivo, era raro ver a Jin fuera de sus cabales—. Pero sabes lo que pasa en esta ciudad, es imposible que no lo sepas. Lo permites y lo apruebas, incluso teniendo orígenes humildes tú también, ¿cómo quieres que me ponga de tu lado?
—¡No seas ridículo! ¿Vas a venirme con la charla moralista de que no es correcto, si no hay felicidad e igualdad para todos? ¡Esa es la cúspide de la arrogancia! —Respiró profundo para calmarse—. Todos no somos iguales, no podemos serlo, la sociedad no lo permite. Para garantizar la prosperidad, alguien tiene que hacer el trabajo sucio. Me tocó a mí.
»Vengo de abajo y sé lo difícil que es ascender. Todo lo hice para intentar proteger a los más débiles... Era tan inocente. ¿Qué obtuve a cambio? Peticiones inconcebibles y absurdas de esos mismos a los que traté de defender, porque era "mi obligación". —Hizo las comillas con su mano libre—. ¿Qué les hace creer que merecen todo, cuando no son más que unos inútiles? ¿Qué mejor que darles utilidad como fuente de energía para el futuro? Por eso Gastrea es mi lugar.
—Estás roto, Jinnie —dijo con tristeza—. ¿Cómo pasó esto? —Sus ojos se cristalizaron de rabia, impotencia y resignación.
—Quizás esta ciudad me hizo perder la cabeza... y no me queda más alternativa que seguir adelante, con mi conciencia retorcida.
Una sonrisa amarga se dibujó en los labios de Seokjin y el agarre en el arma vaciló. Nam, al notarlo, desenfundó su revolver y le apuntó de vuelta. Ambos quedaron de frente y en igualdad de condiciones, con sus miradas y corazones gritando en silencio, con la dolorosa resignación de que no había vuelta atrás, para ninguno.
En un instante demasiado corto para ser cuantificado, ambas armas se dispararon casi al unísono.
─━━━⊱✿⊰━━━─
Jungkook, como único desempleado del grupo, fue el primero en llegar al piso inferior a la azotea, donde se encontraba el helipuerto. Con los niveles de autorización de las identificaciones de Jimin, había sido pan comido llegar allí. Se había ocultado detrás de unos contenedores, en el punto ciego de las cámaras, hasta el momento de su partida. Se le había encomendado llevar el maletín con las pruebas, debía mantenerlo a salvo. Estaba un poco preocupado, el helicóptero ya había llegado y la mercancía estaba siendo descargada. Sus amigos le habían informado que irían con retraso, pero se estaban tardando demasiado.
Los drones y la maquiaria automatizada realizaban todo el trabajo, sin siquiera necesitar supervisión, incluso el helicóptero no necesitaba piloto. Era increíble lo que la tecnología, la programación y las inteligencias artificiales podían lograr. Hubiese sido ideal si todo esto no se hubiera construido sobre una montaña de cadáveres de inocentes. ¿Cómo hubiesen sido sus vidas, de ser ese el caso? Ya de nada servía tener esa idea dando vueltas en su cabeza.
El eco de unos pasos se escuchó en el centro del lugar, poniendo a Jeon en alerta de inmediato. Se suponía que él era el único humano allí. Si fuera alguno de sus amigos, no se pondría en la mira de las cámaras.
—¡Jeon Jungkook, sé que estás aquí! ¡Sal de donde estés! —exigió una voz desconocida.
Si sabían su nombre, era porque algo había salido mal. Tenía que aprovechar que no conocían su ubicación exacta, para ganar tiempo hasta que llegaran sus amigos.
—Tus cómplices no vendrán, ya nos hemos encargado de ellos. —Se escuchó el sonido de un arma amartillarse—. Si te entregas, al menos te garantizo un final sin dolor.
La mente de Jungkook se congeló y el terror estuvo a punto de invadirlo y hacerlo caer en la desesperación. Sin embargo, un mensaje de Jimin iluminó tenuemente su pantalla: «En camino, llegamos en 15».
Con esta información, pensó objetivamente su siguiente movimiento. Si solo habían enviado a una persona, era porque probablemente no querían hacer un gran escándalo con el asunto, el secreto de Gastrea estaba limitado a un círculo estrecho. Si Jimin llegaría en quince minutos, tenía que encargarse de ese hombre antes de ese tiempo. Jungkook se asomó y buscó la posición exacta para atacar, podía estar retirado y lesionado, pero seguía siendo un profesional del deporte de contacto. El arma era un peligro, pero no un obstáculo infranqueable.
Con un golpe sorpresivo, ágil y certero, logró que soltara el arma. El hombre se veía joven, delgado pero atlético y flexible, estuvo a punto de recuperar la pistola; Jungkook la pateó lejos en un acto reflejo y adoptó una postura defensiva sin aperturas, listo para iniciar el combate. Las armas blancas no eran comunes en Gastrea, pero estaría pendiente a cualquier anomalía.
Una secuencia de jabs le permitió marcar la distancia y el ritmo. Por más que su oponente quiso resistir, era un completo novato frente a la habilidad y la experiencia de Jeon. Un gancho al hígado casi le sacó el aire a su agresor y lo dejó aturdido y encorvado del dolor. Luego, con un uppercut a la mandíbula y un cruzado directo al rostro, lo noqueó instantáneamente. Sus golpes siempre habían sido pesados y contundentes. No tenían el poder de sus años en activo, pero al parecer seguían siendo lo suficientemente efectivos.
Su rodilla aulló de dolor y estuvo a punto de fallarle hasta caer, pero se sostuvo en su sitio. Una vez más, corroboró que sin importar cuánto calentamiento y acondicionamiento hiciera en el gimnasio, no podría volver al mundo competitivo jamás. Sin embargo, su cuerpo no le había fallado hasta cumplir su cometido, eso era suficiente en este momento.
¡Holiwis! Suspenso y enfrentamientos tuvimos aquí. Espero les haya gustado. El próximo capítulo debe ser el último, porque no sé si haga epílogo.
Chao chan 😘
Hasta la próxima actualización.
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