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Capítulo 1

La travesía para alcanzar el vertedero, desde donde tuvo que ascender auxiliándose de la maquinaria y los pilares de granito, fue bastante dura; su físico ya no era tan atlético, y su rodilla derecha le había fallado más de una vez. Pero no podía retrasarse. Si no estaba a la hora indicada en el sitio donde lo estarían esperando, perdería la oportunidad de entrar. Lo que estaba haciendo era algo imposible para cualquier otra persona, pero no cualquiera tenía como amigo a Kim Namjoon, uno de los ingenieros automáticos más influyentes en la ciudad.

Después de un largo recorrido por laberínticos pasillos, guiado por un hombre de baja estatura y expresión felina al que no conocía, pero que parecía seguir indicaciones de Namjoon, Jungkook vio algo más que simple chatarra y suciedad a su alrededor. Las luces de Gastrea eran deslumbrantes. A pesar de moverse por callejones poco transitados y ser de madrugada, los suburbios se veían como un lugar de ensueño.

La ciudad principal era incluso más deslumbrante que en los spots televisivos y anuncios. Era increíble, como viajar a otro mundo. Todos los edificios tenían amplios ventanales de cristal polarizado, combinados con paneles solares; los automóviles no usaban combustibles fósiles para trasladarse, empleaban las leyes de la física para moverse sobre un campo magnético creado por la magnetina en la carretera. Era un lugar que emanaba prosperidad y genialidad por todos lados, donde la inteligencia artificial, los drones y la tecnología de punta hacían mucho más fácil y fructífera la vida del ser humano.

¿Por qué, entonces, un lugar como Ghost Town existía?

Gastrea era una ciudad perfecta, para personas perfectas. Ciertamente, él y todos los que habían sido llevados por los coyotes, eran lo que bien se llamaba inmigrantes ilegales, a pesar de no poder llegar a entrar. ¿Eran acaso tan defectuosos e imperfectos que no tenían cabida allí? Por primera vez desde que había tomado su decisión de no mirar atrás y volver al lado de Jimin, se había sentido abrumado, le parecía estar demasiado fuera de lugar.

—Hemos llegado, Jeon Jungkook. —La voz de su guía le hizo notar que llevaba demasiado tiempo distraído.

Se encontraban frente a una vivienda de dos plantas, de tamaño mediano, rodeada por un hermoso jardín y con un par de árboles a cada lado de la entrada principal; emitía un ambiente acogedor.

—El señor Kim te espera adentro —prosiguió el hombre, señalando la puerta—. Mi trabajo ha terminado.

—Muchas gracias. Ehmm, ¿tu nombre es?

—Eso no es algo que necesites saber, no volveremos a vernos.

—Solo quería saber el nombre de a quién le debo haber podido llegar hasta aquí, no tienes que ser tan apático. —Le extendió la mano en un último intento de agradecer.

—Eres un hombre afortunado, Jungkook. Espero estés claro de hasta qué punto. —Observó su mano, pero no la tocó—. Aprovecha esta oportunidad y no hagas estupideces, hay más personas de las que crees jugándose el pellejo por ti. Espero lo valgas.

—También yo... —Cierto atisbo de duda y miedo se escuchó en su voz.

—Piensa que lo vales. En el preciso instante en que dudas de ti mismo, es cuando deja de valer la pena. —Se dio la vuelta, pero giró su rostro antes de irse y dijo—: soy Min Yoongi, por cierto.

Jungkook sonrió, algo avergonzado de que un desconocido tuviese que alentarlo, pero feliz por poder sentirse como un compañero de viaje y no como una carga.

—Un gusto, Yoongi. Muchas gracias... Por todo.

El interior de la casa era tan agradable como el exterior. La planta baja se componía de un salón principal con unos sillones, un sofá y una mesa de centro, combinados entre ellos con varios tonos de beige y blanco; a la izquierda se podían observar la cocina y el comedor, también con colores similares, parecían estar suplidos con lo necesario para la vida diaria; a la derecha se observaba una puerta entreabierta que daba a un estudio, los estantes con libros hacían suponerlo. Las escaleras del centro debían subir a las habitaciones y el baño, al final del pasillo al lado de estas, parecía haber algo más, pero no se alcanzaba a ver.

—¿Ya terminaste de escanear? —Escuchó una voz descendiendo de la segunda planta—. ¿Te gusta, o prefieres más lujos?

Namjoon se encontraba de pie frente a él, con un pulcro traje de negocios de color negro, corbata, y zapatos de cuero; su cabello estaba perfectamente peinado y engominado, y el olor de su loción comenzaba a impregnar el aire a su alrededor.

—Sabes que los lugares muy grandes no son lo mío —dijo, con el nudo de llanto en su garganta a punto de desatarse.

—Te ves bien, Kook. —Namjoon se acercó a pasos amplios, con los brazos abiertos.

—No me mientas, se te da fatal. —Rompió en llanto y se fundió en un nostálgico abrazo con uno de sus mejores y más cercanos amigos.

—Santo cielo... —Las lágrimas abandonaron irremediablemente los ojos de Namjoon.

El cuerpo menudo, delgado y débil entre sus brazos, no era ni la sombra del fornido y atlético Jungkook de antes. No sabía qué vicisitudes podría haber pasado su amigo desde su entrada a Gastrea, ni en qué condiciones o en dónde se habría estado quedando en los meses desde que le había dicho que ya estaba dentro; pero este no era momento para eso. Jungkook estaba allí, con ellos, dejando atrás la sociedad en decadencia fuera de los muros, persiguiendo sus sueños y el amor. A partir de ahora, él se encargaría de ayudarlo a recuperar su aspecto anterior. Bueno, no solo él.

—¿Queda espacio para mí en esa bienvenida? —Una nueva voz se escuchó en el salón.

—¡¿Taehyung?! —Jungkook miró incrédulo a su otro mejor amigo, por encima del hombro de Namjoon—. ¿Qué haces aquí?

—¿Acaso crees que es Namjoon quien merece todo el crédito por traerte? Él puede conocerse toda la maquinaria y el funcionamiento automático de esta ciudad, pero yo soy el ingeniero jefe de la central informática. Seré quien arregle tu documentación y te añada a la base de datos, así como quien se encargará de que no quede evidencia de tu ilegal llegada en las grabaciones de ninguno de los drones de vigilancia,  ni las cámaras de seguridad. Deberías reverenciarme y besarme los pies.

—Te ves genial, Tae. —También lo abrazó. Taehyung estaba trajeado de color azul celeste, sin corbata; su cabello estaba desordenado con estilo, y unos zapatos de diseñador color marrón complementaban su conjunto.

—Y tú te ves horrible. —Correspondió el saludo—. Y hueles horrible, jajaja. —Le tomó las mejillas entre sus manos—. Es bueno tenerte con nosotros otra vez, Jungkook. No te preocupes por estar flaco y sucio, cuando te alimentemos un poco, estarás listo para ser cocinado. 

—No digas estupideces. —Le pegó en el hombro—. También me alegro de verlos.

—¿Qué tal si subes a darte un baño caliente mientras te preparamos algo de comer? —sugirió Namjoon—. Debes estar agotado.

—Gracias, te tomaré la palabra.

—Es la última puerta a la derecha, ahí está ya todo lo que necesitas.

Una vez los pasos de Jungkook dejaron de escucharse más allá de las escaleras, Namjoon y Taehyung se dirigieron a la cocina para ponerse manos a la obra, y de una vez conversar sobre un par de temas que les preocupaban.

—¿Qué crees sobre esta situación? —preguntó Taehyung, sacando las verduras y la carne del refrigerador.

—Es extraño. Demasiado. Hace más de dos meses que Jungkook me dijo que había logrado entrar a Gastrea, pero solo hoy ha podido llegar. El tenía mi contacto, pero no sé desde qué tipo de dispositivo se comunicó. Además...

Hubo un corto silencio.

—¿Además?

—Desde las coordenadas que se comunicó, supuestamente no hay nada. Pero si lleva todo este tiempo dentro de los muros, es porque algún lugar habría para refugiarse.

—Tienes razón —concordó Tae—. Pero él nunca te mencionó nada, ¿o sí?

—No realmente, nuestros contactos eran concisos, no queríamos levantar ninguna clase de sospecha. —Se acarició la barbilla con los dedos, como sopesando una posibilidad—. ¿Hay forma de que revises las grabaciones de los drones patrulleros de las afueras?

—No. Está fuera de nuestra jurisdicción —respondió—. Esa área es supervisada por el departamento científico. La materia prima para crear los núcleos de energía para la ciudad es extraída de ahí, así que ellos tienen completo control sobre cualquier movimiento en esa zona.

—Pero... Si la seguridad es tan estricta que ni a nosotros mismos se nos permite acceder, ¿cómo pudo Jungkook estar dos meses completos en ese sitio sin ser descubierto? ¿Acaso era él la única persona allí?

—Esto es muy raro, hay muchos cabos sueltos —dedujo Taehyung—. Tal vez Jimin podría aclararnos esta situación. ¿Quién mejor que él, que trabaja directamente ahí?

—Hace aproximadamente un mes que no lo veo ni hablo con él. Desde que fue ascendido y comenzó a trabajar en el laboratorio central, no hemos contactado.

—Lo llamé hace tres semanas más o menos. No me contestaba, pero sabes lo insistente que puedo ser cuando no me atienden el teléfono. Su voz se escuchaba algo decaída y preocupada; pensé que quizás sería el estrés por el cambio, pero aún así me resultó raro viniendo de él.

Taehyung notó cómo la expresión de Namjoon se había tornado seria y pensativa desde hacía algunos segundos.

—¿Qué pasa, Nam?

—No lo sé, Tae, tengo una mala corazonada sobre todos estos cabos sueltos. Es como si hubiera algo que estamos pasando por alto.

—¿A qué te refieres? Tus presentimientos suelen ser acertados. ¿Qué está pasando por tu mente?

—Que quizás algo esté pasando fuera de Gastrea... —Se pasó una mano por los cabellos, haciéndolos perder su ordenado aspecto—. Y puede que dentro también. 

¡Holiwis! Otro capítulo más, así que me voy corriendo a solicitar la portada. Crucen los dedos por mí.
No he podido editar realmente, así que disculpen si hay errores. 🙏

¿Alguna idea loca de lo que podría estar pasando aquí?

Chao chan 😘

Hasta la próxima actualización.

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