Más días habían pasado, y YoonGi seguía con el juego de la venda.

En este momento estamos tomados de las manos caminando por el pasillo del instituto, pero yo no estoy del todo cómodo, siento miradas muy pesadas sobre mí y el agarre de nuestras manos.

YoonGi me miró de reojo y me sonrió, para luego formar el agarre más fuerte... Si tan sólo ese agarre de manos fuera nuestra relación, todo sería tan diferente...

De pronto escucho susurros de unas chicas:

—Mira, ahí va el chico que te dije, el que su novio lo engaña con aquella chica...

—Pobre chico, no se merece que lo engañen y mucho menos con una persona como ella...

Y los susurros siguieron, pensando que no las podía escuchar; pero lo que dijeron me lastimó más que la situación misma, porque tenían razón. Yo no merezco que YoonGi se bese con otra persona cuando soy su novio.

Intento deshacer el agarre de nuestras manos. Y lo logro, camino rápido hasta el baño, siendo seguido por un YoonGi, al parecer, preocupado... o eso quería creer.

—¿Qué pasa, bebé? —me preguntó al estar ambos en el sanitario.

Yo no digo nada, me volteo y lo abrazo con todas mis fuerzas, a la vez que mis sentimientos escapaban por mis ojos. YoonGi enseguida correspondió al abrazo y acarició mi cabello. Solo necesitaba eso.

—Tranquilo, estoy aquí —y me besó la frente.

Al parecer YoonGi no tomó en cuenta que esas lágrimas y ese dolor que siento son por causa de él, piensa que soy un maldito ciego que no sabía nada de su asqueroso amorío.

—YoonGi, tú jamás me lastimarías, ¿cierto? —le pregunto en un susurro, escondiendo mi cara en su cuello.

—No, bebé, yo jamás podría lastimarte —su voz tembló. Maldito mentiroso.

—Te amo, YoonGi —me abracé con más fuerza a su cuerpo, yo no mentía.

—También te amo —a estas alturas, ¿realmente lo hacías?