Cuando el Sol debe Olvidar a la Luna
Esa madrugada las luces de la magnética luna entraron como relámpagos que ataron su acongojado corazón a las sabanas. Se descubrió luego de un par de segundos de inconsciencia observando el techo de la habitación bajo las penumbras que se iluminaban por aquella delgada tela de luz plateada tan preciosa, aquella única luz que calmaba con su frialdad todos los sentimientos que gritaban en su garganta estancadas.
Como delgada seda se sentía acariciada por la luz.
No miro, ni cuando se hubo enderezado, la hora. Pensaba irremediablemente en los ojos esmeraldas que solían ser cubiertos por aquella seda, rodeados de una piel gélida tan blanca que parecía casi pura.
Dejo su aliento salir lentamente entre sus labios, perdida entre la mancha de luz que se pegaba a su armario al fondo de la habitación como si mirándola encontrara aquello que le han cortado. Primero se perdió en la blancura de esa piel, en el iris pragmático por los que se recorrían pequeñas venitas de colores azules, grises... hasta aquellas que se difuminaban desde su iris con colores puramente esmeraldas, tan intensamente saturados. Las pestañas negras que no parecían reflejar ninguna línea grisácea de luz sino que se profundizaban en una perfecta oscuridad. Como si no existiese algo más oscuro que aquellas rectas pestañas. Luego estaba de vuelta observando esa piel tan pálida que apenas si demostraba pequeños manchones, extendiéndose en un cuerpo aparentaba no tener ningún vaso sanguíneo, extendiéndose por sus mejillas siempre incoloras, bajo las perfectas ojeras que no demostraban ni cansancio ni pesadez. La piel de un ser perfectamente muerto pero que carecía de un cadáver. Las pequeñas arruguillas a las orillas de los ojos... recordaban aquello perfectamente, con la piel de sus piernas pegada a sus costados y el hundimiento casi exagerado de sus palmas a los lados de su cabeza. Sus ojos que nunca le parecieron demasiado rasgados culminaban en pequeñas arruguitas que las pestañas abundantes parecían esconder. Un rasgo que ella llamo «vida». Incapaz de deslindarse de su ser miro a su costado cuando el movimiento fue lo suficientemente brusco para hacerla revolver, entonces pudo ver aquello, bajo la piel del Arrancar, las líneas azuladas que se cincelaba bajo la piel, palpitantes por el flujo de sangre. Sintió el sudor de sus palmas cuando tomo bajo su pierna por debajo de su rodilla y sintió la respiración, que siempre le había parecido fría, calentarse contra su cuello. «Instinto». Entonces se volvió oscuridad pues cerro las pupilas cuando su corazón golpeo con más fuerza bajo su pecho.
«—Dámelo.
Le había dicho sin siquiera especificar, sin parar el movimiento que volvía su respiración frenética bajo la apenas agitación del hombre.
Entre abrió los ojos que miraban las sabanas y con esfuerzo, entre jadeos, regreso su vista a aquellos ojuelos vidriosos de Gaia. Tenía el ceño ligeramente fruncido que formaban pequeños pliegues entre sus cejas, los labios delineados en negro se entreabrían como por inercia dejando escapar un aliento pausado en un claro intento por calmar sus pulmones que se comprimían. Los cabellos azabaches caían hacia su rostro enroscados en sudor que hacía a algunos pegarse a sus cienes. Estiro las manos como en un trance, evitando inconscientemente rosar su torso desnudo, hasta llegar a su rostro donde toco con suavidad las mejillas hasta tomarlas bajo sus palmas, la piel estaba ligeramente húmeda y al contrario del calor que enrojecía su propio cuerpo el de él apenas mostraba un ligero calor.
Él fue más lento cada vez, siendo guiado por la diminuta fuerza que halaba de él hasta que sus rostros permanecieran cerca.
El jamás lo había pedido antes, ella estaba segura que no sentía nada cuando había pasado.
Estaba segura.
Con un brazo de vuelta contra el colchón corto aquel hilo de distancia que los separaba, que se negaba a permanecer existente. Halando de ella como la Luna Magnética.
El beso fue suave hasta que el comenzó a tomarlo también entonces las hebras naranjas volvieron a desparramarse contra las sabanas y entre sus dedos se colaron los cabellos negros.»
Porque las noches son cálidamente frías Cuando el sol Ilumina la Luna.
ºº
Aclaraciones:
*Gaia: Hace referencia a Gaia Stone que es del color de las esmeraldas y mantiene una vista vidriosa.
* Cuando el sol Ilumina la Luna. He ocupado específicamente este término porque a pesar de que es una frase preciosa y que queda como oro a esta pareja, la he utilizado porque cuando yo tenía 11 años leí una historia que se llama casi de esta manera y es gracias a ella que comencé a escribir Garganta en primer lugar. Fue escrita por mi autora favorita Clarisce desde Fanfiction.Net que fue donde comencé hace muchísimos años. Sin ella esta historia no habría surgido en mí.
Les dejo su historia que, lamentablemente, no fue terminada. Wattpad no me permite dejar links dentro de la historia pero lo dejo en el primer comentario si les interesa. Si llegan a leerle se darán cuenta inmediatamente que mi inspiración vino de allí. Si van a su perfil pido que le dejen mucho amor.
La obra se titula "Cuando el Sol debe Olvidar a la Luna".
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