Capítulo 16: Una ayuda inesperada
― ¡Suéltame, maldito gorila!
Los brazos fuertes del pirata que mantenía a Lottie sujeta la empujaron hacia el interior de la bodega donde apenas un par de días antes había estado recluida. Esta vez, sin embargo, no estaba sola.
― ¡Malditos piratas! ―gritó Lottie levantándose hecha una fiera del suelo y arremetiendo contra la puerta que acababa de cerrarse―. ¡Dadme una espada y veremos si sois tan valientes! ¡No tenéis valor para volver aquí y luchar! ¡Cobardes!
― No gastes saliva, Lottie. Tienes razón, son unos cobardes. Son piratas. Valoran más la vida que el honor.
Charlotte dejó de golpear la puerta para mirar al ex Capitán del Jolly Roger. Sentado sobre la madera húmeda de su propio navío, encerrado en la bodega por su propia tripulación, el capitán Garfio distaba mucho de ser el temible pirata que tantas historias había nublado con su malvada aparición. Había sido traicionado por sus propios hombres. Aunque lo que más había sorprendido a Lottie era que la defendiera tan abiertamente frente a ellos. En cuanto ese gorila al que habían llamado Lance la había cogido por el pescuezo y amenazado con un cuchillo afilado, Lottie se había dado por capturada o por muerta. Ambas opciones le parecían acertadas dada la situación. Garfio seguía considerándola su prisionera, aunque le hubiera ofrecido un trato para que ella lo ayudara en su obsesión por regresar. El hecho que la defendiera de ese modo la había dejado desconcertada. Por primera vez desde que llegó a Nunca Jamás había sentido miedo, precisamente porque no confiaba en que el temible Capitán Garfio pudiera mover un solo dedo para mantener su seguridad. Viéndolo allí tirado en el suelo de su propia bodega, con las manos apoyadas en sus rodillas flexionadas y una expresión de derrota, se percató de lo equivocada que había estado. Tal vez Garfio le había confesado que la había juzgado mal, pero ella había hecho otro tanto con él. Tenía una idea preconcebida del Capitán Garfio por las historias que Wendy le había explicado, pero lo cierto era que el hombre que había estado a su lado y que ahora descansaba derrotado sobre la madera de su propio navío, no era en absoluto el mismo que había imaginado.
― ¿Qué? ―dijo Garfio alzando un poco el rostro hacia ella.
Lottie se obligó a tragarse sus propios pensamientos y dirigir la respuesta a una mucho menos ofensiva. No creía que decirle al Capitán Garfio, aquel que acababa de ser traicionado por su propia tripulación, que no era en absoluto tan temible como se había figurado al escuchar sus historias fuera un buen modo de empezar una conversación civilizada...
― Es que... ―murmuró―. Es... la primera vez que me llama Lottie.
Garfio enarcó una ceja incrédula. Estaba claro, por su modo de alzar el rostro, que no creía ni por un instante que eso fuera lo que había estado pensando. Por alguna razón, debía ser un libro abierto para el pirata.
― Supongo... ―continuó alejándose de la puerta para acercarse a él―... que lo de quedarme con su navío y su tripulación a cambio de mi colaboración mejor lo olvidamos. ―Garfio apoyó la barbilla sobre las rodillas. El asomo de una risa pareció escapar de sus labios.
― Al parecer, ni yo mismo tengo la suerte de tener eso... Y será mejor que empieces a pensar algo para salir de esta, porque no creo que pueda, ni siquiera, asegurar tu integridad... física.
Lottie se agachó y terminó por sentarse sobre la madera junto al pirata. Intentó empezar la frase en tres ocasiones, pero finalmente suspiró conteniendo una risa absurda.
― ¿Desde... cuando puede hablarme con tanta libertad?
― Al parecer, desde que no soy ni Capitán, ni pirata... ni nada ―contestó en un tono neutro. Lottie se volvió hacia él sin poder evitar sentir cierta compasión.
― Eso no es cierto ―le aseguró frunciendo el ceño―. Eres el temible pirata y Capitán James Hook. ¡Una leyenda!
― Exacto. Una leyenda. Ni siquiera soy alguien. Tan solo el recuerdo del que fui una vez, del personaje que yo mismo cree...
― También creó a Garfio ―comentó Lottie encogiendo las piernas―. No creo que sea alguien en concreto, James. Es todos ellos en conjunto. No importa como se llame, Capitán Hook, Garfio... Eso son solo nombres. James es el hombre bajo el nombre.
Garfio se volvió hacia Lottie con los ojos abiertos de par en par. Jamás nadie le había hablado de ese modo. Nadie había conseguido nunca que se viera como eso; solo un hombre. Para su padre fue el primogénito que le daría un título, para sus empleados su jefe, para su tripulación primero su Capitán, ahora un traidor. Para Peter Pan era el viejo pirata, Garfio.
― Lottie... ―susurró. Ella se volvió con una sonrisa. Era la sonrisa más sincera que había visto nunca. Era extraño que un simple gesto pudiera ejercer tal poder en él―. Gracias.
La sonrisa de Lottie se apagó poco a poco en cuanto ese "Gracias" fue pronunciado por la última persona en el mundo de quien esperaría un agradecimiento. Los ojos azules de él la miraban con una sinceridad que la desarmó. Un pequeño rubor cubrió sus mejillas logrando que se sintiera incómoda. Apartó la mirada y la centró en la lejanía.
― No hay nada... que... que agradecer.
― Entonces lo que debería hacer es disculparme. ―Lottie se volvió de nuevo.
― ¿Por qué? Eres tu quien se ha quedado sin tripulación, sin barco y sin la libertad que ansiabas. Y todo ha sido desde que me capturaste. Es decir, por mi culpa. No te queda nada...
― Vaya, gracias. Había olvidado todo eso, suerte que te tengo a ti para recordármelo... ―apuntó con ironía. Lottie se ruborizó.
― Perdón... Pero es cierto. De no ser por mí... ―Garfio la instó a volverse hacia él para mirarla a los ojos.
― De no ser por ti seguiría muy aburrido, te lo aseguro.
Lottie no pudo evitar reír ante su comentario. Sí, tal vez tenía razón. No había tenido tiempo de aburrirse ella tampoco. Desde que lo había conocido que su vida era una aventura.
― Jamás pensé que diría esto pero... de entre todos los personajes de Nunca Jamás que me describieron de pequeña, eres sin duda alguna mi favorito ―confesó sin pensarlo demasiado. Garfio esbozó una sonrisa ladeada.
― ¿Ya no soy un viejo pirata?
Lottie volvió a sonrojarse, pero no hizo incentivo de alejarse. Por el contrario, se acomodó en su sitio en el suelo.
― No tan viejo como suponía... ―murmuró. Luego alzó el mentón con orgullo―. ¿Y... yo ya no soy una mocosa? ―Garfio se acercó un poco más logrando que los nervios de Lottie aumentaran exponencialmente.
― Por tu propio bien, no lo suficiente. ―Ante el comentario Lottie puso los ojos en blanco y suspiró.
― Ya... ¿Sabe, James? No soy tan ingenua como cabría pensar. Sé perfectamente lo que la tripulación quería de mí. ―Garfio bajó la cabeza conteniendo la risa.
― Tal vez seas más ingenua de lo que piensas.
― ¿Por qué? Sé muy bien lo que intentaban. Pero no conseguirás que lo diga. Sigo teniendo ciertos modales, pese a que mi padre opine lo contrario... Y también soy capaz de defenderme sola. Tengo sobrada experiencia en... ―Lottie cerró la boca en seco cuando Garfio la sujetó por los hombros pegando su espalda a la pared. El garfio se clavó en la madera a su espalda y por un instante no supo qué decir.
― No debería haber venido nunca a Nunca Jamás ―gruñó―. O tal vez debería hacer caso de las palabras de Gary y matarla. Sin duda he cometido un gran error al capturarla.
― ¿Va a matarme, Capitán? ―susurró sin apartar la mirada.
― Ya no soy Capitán.
― Pero sigue siendo un pirata ―Garfio frunció más el ceño. Lottie no entendía su expresión, pero por alguna razón estaba muy tranquila. No sabía por qué, pero parecía tener la certeza de que no la dañaría. Su rostro estaba contraído por la angustia, y la miraba como si fuera una especie nueva en el mundo de la que dudara si era inofensiva o mortal.
― Cierto... Me temo que eso no cambiara...
― Entonces... ¿Va a matarme? ―repitió con firmeza. Garfio notó su mano temblar sobre su hombro mientras el garfio se hundía más en la madera. Observó a la joven, totalmente quieta apoyada en la pared. Sus brazos caían inertes, su cabello revuelto ocultaba a mechones su rostro. Un rostro sin miedo, de ojos despiertos y labios entreabiertos.
― No. No voy a matarte ―susurró. Apartó la mano de su hombro y ante el asombro de la joven, acarició su mejilla hasta llegar a su nuca. Inconscientemente, Lottie entreabrió un poco más los labios a la espera de la inminente caricia.
Perdiendo por completo el control, olvidando las mil razones por las que no debería hacer aquello y las otras mil consecuencias que habían acarreado sus actos, Garfio acortó las distancias y la besó.
Sintió las pequeñas manos de la joven aferrarse a su cintura, correspondiéndole prácticamente al instante. Sus labios se amoldaron a la perfección con los suyos, inclinando la cabeza para que tuviera todo el acceso que pudiera. La pegó todavía más a la pared, aproximándose él mismo a ella. El garfio descendió por la madera gravando una línea profunda. Pronto sintió el pequeño cuerpo de la joven pegado al suyo, participando ardientemente en la caricia que él mismo había iniciado.
Era una completa locura, y sin embargo era lo único que se había sentido capaz de hacer. Ejercía sobre él una atracción insólita. Desde el primer instante que la vio en la playa que no había podido quitársela de la cabeza. La había deseado cada segundo desde ese día. Tal vez debería haber hecho eso mucho antes, de ese modo, podría haberla reclamado como su amante y conservar su puesto como Capitán del Jolly Roger. Pero no. Había tenido que negarse a sentir absolutamente nada por la joven. Porque era su prisionera. Porque era una mocosa. Porque era la invitada de Peter Pan. Y porque lo único que siempre había deseado había sido poder volver. O al menos eso había sido así hasta que Lottie apareció. Desde entonces, su deseo más apremiante era el que estaba cumpliendo en esos instantes.
Ante esa idea, Garfio empezó a frenar la intensidad del beso. No podía permitirse más distracciones. Había perdido demasiado. Tenía que pensar en una solución. Y esa mujer lo estaba distrayendo. Se apartó poco a poco de Lottie y apartó el garfio de la pared. La joven empezó a respirar con dificultad y abrió los ojos, aunque no lo miró directamente.
― Tiene razón, milady. Soy un pirata. Debería tener más cuidado de ofrecerse con tanta pasión. En realidad, es tan ingenua como imaginaba. De no serlo habría tenido en cuenta que las intenciones que tiene la tripulación con usted... son las mismas que tengo yo mismo.
― Tu... es... ―murmuró sonrojada y confundida―. No... no me violarías... No lo harías ―aseguró en un susurro apenas audible. Garfio se apartó por completo y se levantó del suelo con la poca compostura que le quedaba.
― Por lo visto, no habría sido necesario.
Las crudas palabras la hirieron como un rayo. Como la primera vez que la besó, Garfio había logrado que se sintiera como una cualquiera, y eso era de las pocas cosas que conseguían amedrentarla. Se encogió en su sitio y apartó la mirada a la vez que se escondía en un abrazo propio. Se lo merecía. Por confiar en un pirata. Garfio tenía razón... era una ingenua.
Garfio se volvió para evitar que ella pudiera ver sus ojos. Jamás le había dolido tanto decir algo, pero no podía dejar que ella fuera una debilidad. Gary no podía estar en lo cierto. Su tercer error no era Lottie. No podía permitírselo. Sino... estaba perdido...
El ruido de la puerta de la bodega llamó su atención al abrirse. La voz de Lance discutiendo con alguien lo intrigó. La puerta se abrió lo justo para que un hombre cupiera por ella. Lance lo lanzó al interior sin miramientos consiguiendo que el ahora prisionero cayera sobre el húmedo suelo. Garfio observó detenidamente al hombre, pero no hizo falta mucho para que descubriera quién era prácticamente al instante. Enarcó una ceja cruzándose de brazos.
― ¿Smee?
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Su segundo de abordo, su hombre de confianza, aquel que lo había acompañado siempre, se levantó del suelo confundido ante su presencia. No recordaba haberlo visto en cubierta, lo que significaba que Smee no lo había traicionado.
― Capitán. ¿Qué hace aquí? ―preguntó desconcertado. Sin embrago, sacudió la cabeza enseguida y se acercó a él alarmado―. ¡Capitán! ¡Ha habido un motín! ¡La tripulación...!
― Se han hecho con el control de la nave, lo sé ―lo cortó. Smee pareció desconcertado―. ¿Cómo diablos crees que hemos llegado aquí, tarugo?
― ¿Hemos? ―murmuró mientras miraba por la estancia hasta localizar al otro polizón en un rincón ―. Es la señorita.
― Sí... es... ―pero se detuvo al ver a Smee avanzar por la estancia para situarse delante de la joven―. Smee...
Lottie alzó el rostro para mirar al nuevo prisionero que se había detenido delante de ella. El hombre hizo una reverencia que la sorprendió por lo bien efectuada que había sido y la saludó amablemente.
― Señorita. No he tenido la ocasión de presentarme formalmente. Soy el Sr. Smee, para servirla.
― Smee... ―volvió a gruñir Garfio. Lottie no pudo evitar dejar escapar una risa contagiosa ante el despliegue de modales del pirata. El hombre le había tendido la mano para ayudarla a levantarse, y muy a su pesar, se vio aceptándola.
― Señorita... eh... ¿Cómo puedo llamarla, milady? ―preguntó Smee con cortesía. Lottie sonrió ante la amabilidad del hombre. Hacía mucho que no presenciaba una galantería similar, así que no fue extraño que contestara del modo que su padre, incansablemente, la había enseñado durante años.
― Señorita Darling. ―Al instante recordó por qué razón no podía decir su apellido. Lottie abrió los ojos de par en par, deseando que ninguno de los dos reconociera el nombre... Seguramente era esperar demasiado.
― Señorita Darling... ―murmuró Smee. El rostro de Garfio se volvió hacia ellos, dejando a un lado su anterior intención de ignorarlos―. ¿Por qué me suena ese nombre?
Garfio se dirigió a ellos con el ceño fruncido por la furia. Lottie pensó que de poder hacerlo, el Capitán habría sacado fuego por los ojos.
― ¡Darling! ―exclamó. Lottie escondió el rostro resignado en una mano, lamentando su mala suerte―. ¿No hay nada que se le haya olvidado comentar, milady? ¿¡Como por ejemplo que lleva el mismo apellido que esa mocosa repelente que desbarató todos mis planes!?
― ¡Oh! ¡Claro! ¿Darling no era el nombre de esa niñita, Wendy? ―comentó Smith inocentemente. Garfio volvió a gruñir hacia él.
― ¡Claro que lo es! ¿Cuándo pensabas confesar? ¡Ha debido ser divertido tomarle el pelo al patético Capitán Garfio! ¡Tendría que matarte ahora mismo! ―rugió.
― ¡¿En serio!? ―exclamó Charlotte perdiendo los nervios―. ¡Tal vez no lo comentara al ver el enorme aprecio que le conferías a mi tía! ¡Sí, mi tía! Mi nombre es Charlotte Darling. ¡Soy sobrina de Wendy! ¡Pero usted... usted es un besugo!
― ¿Cómo dice? ―Lottie no se dejó acobardar al percibir la furia del pirata. Garfio se acercó a ella un poco más, olvidando por completo al señor Smee.
― ¡¿Se cree que después de decir que se moría por vengarse de mi tía yo iba a confesar tan tranquilamente quién era?! Puede que crea que soy una furcia, pero no soy idiota. ―Garfio abrió los ojos de par en par.
― ¿Quién narices ha dicho que sea una furcia? ―exclamó indignado.
― ¡Usted! Al tratarme de ese modo ―lo acusó―. ¡Es de lo más exasperante! ¡Me defiende frete a toda su tripulación, me salva la vida, me protege, pero luego me besa como nadie nunca lo ha hecho y seguidamente insinúa que soy yo la que se lo pone fácil! ¡Le digo que no va a violarme, y contesta que no sería necesario! ¿Cómo se atreve?
Garfio se sonrojó ferozmente ante las palabras de la joven, aunque ya no sabía si de furia o de vergüenza. Smee había dejado escapar alguna exclamación ahogada que no había pasado desapercibida. Seguramente era la primera vez que Smee veía a su Capitán actuar de un modo parecido.
― Usted... Estaba... Usted colaboró muy activamente en...
― ¿Como el que me dio en el bosque? Es usted el que insiste en besarme, Capitán. ¿Por qué lo hace? ¿Qué pretende? ―le exigió.
― ¿Y usted? ¿Por qué me sigue el juego si sabe que pretendo algo? ¿Por qué me corresponde? ―contraatacó. Lottie apretó los puños, enfurecida. Vio por el rabillo del ojo que Smee intentaba interponerse, solo para recular al ver la furia de su Capitán.
― ¡No lo sé, Capitán! ¡Lo hice únicamente porque me gustó! ―gritó sin detenerse. Garfio la miró con los ojos abiertos de par en par. Su enfado había empezado a substituirse por otro tipo de impulso que no quería desarrollar. No era el momento. Aunque empezaba a serle bastante difícil.
― ¿Te gustó que te besara? ―preguntó inconscientemente esperanzado.
― Si cree realmente que soy una furcia, entonces no vale la pena seguir con esta conversación ―apuntó girándose de espaldas y cruzándose de brazos.
Garfio miró a Smee de reojo sin poder creer que estuvieran hablando de eso con su segundo de abordo delante. Siempre había precisado el consejo de Smee, pero ahora mismo no tenía claro si quería que hablara. Por lo visto, no le dejó opción. Aunque después de escucharle tuvo claro que habría sido mucho mejor que mantuviera la boca cerrada.
― Capitán... ¿Por qué no deja de dar vueltas al asunto y le confiesa la verdad?
Lottie se volvió parcialmente con curiosidad.
― ¿Qué verdad? ―preguntó con recelo. Garfio deseo poder meter la cabeza de su segundo de abordo en algún barril lleno de vino antes que presenciar aquello un segundo más.
― No soy un experto, pero conociendo al Capitán tanto como lo conozco, diría que se está comportando como un besugo porque se ha enamorado de usted.
Lottie se volvió completamente roja ante el comentario del pirata. Eso era completamente absurdo. ¡Se trataba del Capitán Garfio, cielo santo!
― ¡Eso es ridículo! ―gritó Garfio perdiendo la compostura―. ¡Mantente al margen, Smee! ¡O cuando recupere mi barco será el primero en dar un paseo por la tabla!
― Pero Capitán...
― ¡Esta mocosa solo ha dado problemas desde que llegó! ¡Si la he besado es únicamente para escarmentarla! ―exclamó enfurecido y avergonzado.
El rostro de Lottie se contrajo disgustado, pero intentó disimular el daño que le habían hecho sus palabras enmascarándolo con furia.
― No se preocupe, Capitán. He aprendido la lección.
Antes de que Garfio o Smee pudieran decir nada más, la puerta de la bodega volvió a abrirse. Los tres observaron cautelosos la entrada a la bodega, a la vez que un temblor invadía el navío desestabilizándolos un poco.
Lance, seguido de cerca por Gary, entraron con paso firme. Tres piratas más acompañaban a los dos primeros, asegurándose que cuando Gary sujetó a Lottie por el brazo, ninguno de los otros dos prisioneros se acercara.
Lottie intentó alejarse al comprender que habían regresado a por ella, pero Lance la sujetó con fuerza y la volvió hacia Gary con una sonrisa maliciosa.
― Volvemos a encontrarnos, princesa... ―murmuró sujetando su rostro. Lottie intentó deshacerse de él sin mucho éxito.
― ¡Alto ahí! ―escuchó que gritaba uno de los piratas.
Lottie se volvió para ver a Garfio arremetiendo contra uno de los hombres que habían entrado en la estancia. Smee se agachó hacia su Capitán cuando los otros dos piratas lo golpearon para detener su avance. No obstante, Garfio no se rindió.
Gary sonrió mientras se acercaba más a Lottie, comprobando con satisfacción cómo el rostro del antiguo Capitán se contraía por la ira. Intentó llegar hasta él, pero Gary había planeado bien su estrategia.
― No te preocupes ―le aseguró cogiendo a Lottie como un saco de patatas―. Cuando te la devuelva todavía será aprovechable...
Gary desapareció por la puerta con Lottie sobre un hombro seguido de cerca por Lance. Garfio intentó llegar hasta ella golpeando a los piratas que encontraba a su paso, pero eran demasiados. Finalmente golpeó con furia la puerta cerrada, ansiando poder derribarla.
― ¡Regresad! ¡Volved, malditos engendros! ¡No te atrevas a tocarla! ¡No la toques, Gary! ―gritó a pleno pulmón―. ¡Te mataré si la tocas! ¡Te juro que lamentarás tu propia existencia!
Los minutos pasaron y el silencio fue más doloroso que cualquier cosa que recordara haber sufrido nunca. Jamás se había sentido tan impotente, tan inútil. Lottie lo necesitaba. Necesitaba su ayuda. Y él no podía hacer nada. ¿De qué le servía ser el Capitán Garfio si cuando quería proteger a alguien era incapaz de hacerlo?
― Capitán... Tal vez... puede que me equivoque, pero tal vez podríamos acudir a Peter Pan... ―sugirió Smee a media voz―. El muchacho está buscando a la joven. Estoy seguro que querrá rescatarla.
― ¿Y cómo sugieres que lo advirtamos desde aquí? ¿O acaso estoy loco y no nos encontramos encerrados en una maldita bodega? ―gruñó furioso sin apartarse de la puerta cerrada.
Smee sacó de su bolsillo una bolsita marrón.
― Todavía conservo un poco de polvo de hadas de la última vez que capturamos a Campanilla sin obtener absolutamente nada... ―apuntó―. Podemos hacer que vuele un objeto por el ojo de buey. Tendría que ser algo brillante para que Peter Pan lo viera desde donde quiera que esté.
Garfio observó asombrado la bolsita con el polvo de hada. Sí, podría funcionar. ¿Pero qué usar? Después de mirar por toda la bodega, Garfio se fijó en su propio garfio.
Sin pensarlo mucho más, lo arrancó de su sitio y se lo tendió a Smee.
― ¿Qué tal esto? ―Smee lo miró con asombro. Se acercó a su Capitán y cogió el garfio. Mientras se dirigía a la ventana ojo de buey, se giró un instante para observar a su Capitán que seguía apoyado contra la puerta de su única salida.
― Si lo piensa un poco, Capitán. Creo que se verá incapaz de volver a negarse lo que siente por esa joven ―aseguró―. No creo que nada más en el mundo pueda conseguir que considere pedir ayuda a Peter Pan.
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