Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Epílogo

🦋


T E S S A N D R A

Cuatro años después

—¿A dónde vamos, cariño? —pregunto, distraída, entretanto muevo la cabeza al ritmo de la música. No puedo ver nada porque ha puesto una seda en mis ojos.

—Siempre eres impaciente —ronronea haciéndome estremecer.

Mis mejillas se calientan al recordar la noche anterior. Ayer estaba tan impaciente después de mi graduación que rompí su camisa al llegar al departamento, y no me di cuenta de ello hasta hoy en la mañana. En realidad, ninguno de los dos se dio cuenta, no hasta que amaneció.

Dan hizo sus prácticas profesionales en las oficinas del gobierno de Hartford, el otro día le hablaron de Tennesse para hacerle una oferta de trabajo. Tenemos planes de mudarnos cerca de la casa de la abuela.

Minutos después, el auto se detiene, me ayuda a bajar a trompicones. El aire fresco choca en mi piel, erizándola. Me abraza desde atrás y me conduce a alguna parte dándome instrucciones en el oído.

Se detiene y, con lentitud, desamarra el moño de la seda. Parpadeo hasta que mi vista se acostumbra, luego jadeo porque se me va el aire. No puedo creerlo.

—¡Por Dios! —chillo. Me giro y me le lanzo para poder estrujarlo fuerte. Dan tose, ríe intercalando ambos sonidos, y me envuelve.

Frente a mí se encuentra el globo aerostático más lindo que podría haber conseguido; negro con gajos de colores. Se me viene a la mente aquella vez en la que le conté mis sueños.

Me carga y pone mis pies sobre los suyos para caminar conmigo en brazos, no puedo dejar de besarlo por todas partes, recorro cada esquina. Este es el chico de los sueños de cualquiera, pero es mío solamente.

Subimos al canasto, hay un señor canoso con camisa de lino blanca esperándonos. El viejo cierra la puertita y nos dice que podemos acercarnos al borde.

Con Dan rodeando mi cintura detrás de mí, empezamos a elevarnos. Es la sensación más increíble, poder ver lo diminutos que en realidad somos desde arriba y sentir que puedes tocar las estrellas con los dedos.

Dan señala algunos puntos en la lejanía, reímos y nos damos ligeros toques cariñosos. Hemos estado juntos por más de cuatro años y cuando lo beso me sigue provocando las mismas sensaciones, no ha cambiado nada.

—No quiero que nuestra historia termine, quiero que sigamos siendo los personajes principales en nuestra novela. Te amo como nunca he amado a nadie y a nadie amaré como te amo a ti, con la fuerza de mil huracanes y la calma de un enojado océano buscando a su luna. —Uno de sus brazos deja mi cintura, busca algo en su chamarra y, rodeándome, lo pone frente a mí para que lo vea. Mi respiración se atora—. Quiero que seas mi compañera de vida y tenerte eternamente porque no hay nadie más perfecta que tú para mí. ¿Quieres casarte conmigo?

Un lindo, simple y sencillo anillo de platino me saluda, y podría jurar que las estrellas se quedan cortas junto a él. Una lágrima desciende y perfila mi nariz.

—Sí, Dan —susurro girándome para mirarlo, su sonrisa me encandila—. Sí quiero casarme contigo.

Desliza el anillo en mi anular, me enredo en su cuerpo y juntamos nuestros labios en un beso pausado, disfrutando del momento. Justo como siempre.

Su lengua toca la mía y un sinfín de sentimientos me invaden, no encuentro más espacio del cual deshacerme. De pronto, siento que sus dedos pellizcan mi trasero, una risita se me escapa, me echo hacia atrás y le doy un golpe juguetón en el hombro.

—Eres un capullo —digo, para mi mala fortuna él sonríe mostrando todos sus dientes.

—Y tú eres mi mariposa.



Cuatro meses después

Camino de un lado a otro, parezco una lunática, pero es que estoy muy nerviosa, ¿así se siente? Vislumbro a mis acompañantes que me regresan la mirada con angustia. Margaret está sudando y mi madre se muerde las uñas, creo que les he pegado mi estrés.

—¿Te estás arrepintiendo? —pregunta Helen con una sombra de sonrisa, yo niego divertida.

—¿Es normal estar nerviosa? —cuestiono y rasco mi nuca, el cuello del vestido me causa comezón o quizá es que ya estoy sugestionada y todo me molesta. El caso es que creo que voy a vomitar.

Todas sonríen con condescendencia, debo lucir patética, sé que soy patética en estos momentos. Mi madre se acerca, aprieta mi antebrazo y enfoca mis ojos con seriedad.

—Cuando me casé con tu padre tropecé al llegar al altar. Es normal sentirte de ese modo, hija. Debes de ser consciente de que no todo será felicidad, pero si ambos se aman lo suficiente, superarán cada prueba —emite mamá sin dejar de sonreír, sus ojos se hacen agua, mientras me contemplan.

Todo el aire sale de mis pulmones, mi espalda se relaja y mis comisuras se alzan. Me miro en el espejo una última vez y trato de respirar o, de lo contrario, haré combustión. Tengo puesto el vestido de novia que diseñaron mi madre y Hele. Recuerdo todo el proceso como si hubiera sido ayer: las múltiples pruebas de vestuario, la elección del color, el largo, los zapatos. Sinceramente yo solo me colocaba en el centro de la habitación, mientras ellas daban vueltas a mi alrededor y decían cosas hasta llegar a un acuerdo común. El vestido es todo con lo que alguna vez soñé.

Maggie me envuelve en un abrazo con lágrimas en los ojos, mi madre sonríe al igual que mi futura suegra. Todas están felices, yo también, aunque sigo sin poder creer que en unos minutos seré la esposa de Dan.

—Te vas a casar con el cachorro rabioso —susurra Mags en mi oído. Si me hubieran dicho que iba a casarme con Dan Adams jamás lo habría creído, probablemente me habría carcajeado, pero heme aquí con el corazón vuelto loco solo por él. Mi madre llama mi atención y me estruja en un abrazo.

No decimos nada, solo siento la figura que durante muchos años vio por mi hermana y por mí, ella que se entregó con el cuerpo y el alma. Es imposible no estar agradecida por sus años repletos de lucha, de cobijarnos durante el frío y ser ese impermeable en los días de tormenta.

—Estoy tan orgullosa de ti, Tess —dice con la voz temblorosa, agradezco haberme maquillado a prueba de agua porque no puedo impedir que las lágrimas salgan—. Lili estaría feliz, cariño.

Respiro ante sus palabras para contenerme. Puedo imaginarla de pie frente a mí con un poco más de altura y con sus cortos dieciséis, llevando un vestido de su color favorito y su larga cabellera ondeándose sobre sus hombros. Es tan viva la imagen que por un segundo creo que es real. Seguro ella me habría ayudado a elegir el vestido y aquello no hubiera sido una tarea difícil para mí. Sé que habría disfrutado probando los diversos sabores de pasteles y habría elegido el correcto. Estoy segura de que, de una u otra forma, estuvo a mi lado, eso no resta el dolor de no poder verla y escucharla.

—Está conmigo —contesto y limpio las lágrimas, ella asiente conteniendo las suyas. Superar su muerte ha sido lo más difícil porque no hay día que no la recuerde y me perfore el pecho, nunca la voy a superar, solo aprenderé a vivir sin ella. No es algo que conseguiré pronto, pero sé que un día evocaré nuestros recuerdos y, aunque seguirá doliendo, no será con la intensidad de hoy.

Tocan la puerta con agresividad, y sé en segundos quién es. Sawnder se asoma, giro los ojos, exasperada.

—Ya es hora, Tessy —suelta mi antiguo jefe con la emoción circulando en sus pupilas.

—¿Sí llegó? —pregunto nerviosa a lo que Hele lanza una carcajada.

—Hija, a Dan solo le faltó traer la casa de campaña para asegurarse de llegar temprano —contesta con cariño y acaricia mi codo de manera maternal.

Tomando una respiración profunda, tomo mi ramo de gardenias y perlas, enrosco el brazo de Sawnder con el mío y dejo que me conduzca. La marcha nupcial se escucha de fondo en la amplia iglesia.

Cierro los ojos un momento y le pido a mi hermana que no se separe de mí, que me guíe como sé que lo ha estado haciendo todo este tiempo y le susurro que la amo, que la voy a amar toda la vida.

Aprieto el antebrazo de Sawnder y con un gesto le indico que estoy lista, comenzamos con la travesía. El suelo está adornado por una larga alfombra de color blanco que combina a la perfección con los arreglos florales en forma de pelota a los lados, alternados con candelabros plateados y unas delicadas cintas de tela que unen cada pasillo.

Pero, mientras voy caminando, lo único que puedo ver es su sonrisa radiante y sus ojos brillosos que no dejan los míos ni un solo segundo.

Dan extiende su mano cuando me aproximo a él, y Sawnder le entrega la mía después de susurrarle un «cuídala muy bien». Mi futuro esposo le contesta afirmando con la cabeza y le agradece.

Después de los votos matrimoniales y de resbalar las argollas en nuestros dedos, el sacerdote nos da la bendición.

Dan me acerca a su lado y roza nuestras narices.

—Durante toda la eternidad —dice.

—Durante toda la eternidad —aseguro.

Unimos nuestros labios escuchando los aplausos de fondo. 



Tres años después

Tallo mis ojos, ya es tarde, un poco más de media noche, así que debo regresar a casa. Tess ha estado malhumorada estas últimas semanas, muerdo mi labio reteniendo la risa.

Un ruido me saca de mis cavilaciones, Lynn, el interno al que he estado enseñando desde hace algunos meses, se aparece frente a mí con la cara pálida y la respiración agitada. Alzo una ceja porque no entiendo su semblante perturbado. El joven se aclara la garganta, quiero sacudirlo para que hable de una buena vez.

—Licenciado, su esposa está siendo llevada al hospital ahora —suelta atropelladamente, me quedo helado al escucharlo Ahora es mi turno de palidecer y quedarme aturdido en el sitio.

—¿Ya? —cuestiono, dubitativo, sabía que sería pronto, pero no pensé que sería hoy el gran día.

Lo habíamos estado planeando, yo estaría a su lado para ayudarla en todo, y estoy a veinte minutos. El chico asiente, un poco desesperado por mi estupefacción. Cuando logro reaccionar, corro hacia la oficina a toda velocidad para tomar las llaves del coche. ¡Mierda! ¡Mierda! Me repito una y otra vez que debo apurarme. 


Corro hacia el área de tocología en el hospital pediátrico de Nashville, ya me sé la localización de memoria, así que no tengo que hacer pausas innecesarias.

—Señora Adams, respire y cuente conmigo. —Escucho desde el exterior la exclamación de la voz de la pediatra. Sin pensarlo demasiado, ingreso con desesperación porque necesito comprobar que están bien.

—¡Dan! —exclama como si mi presencia fuera la cura de todo su dolor. Su rostro está mojado y rosa, mi corazón se inflama al ver la escena—. Ven.

Extiende su mano, la cual tomo cuando me acerco a ella y limpio su frente, acaricio su mejilla con mis dedos y relajo su ceño fruncido.

Su embarazo fue muy pesado, pasó una etapa de vómitos y mareos demasiado fuerte que se intensificaba con el olor de su consultorio, no podía trabajar sin casi vomitar sobre el paciente. Aunque refunfuñó y no me dirigió la palabra por semanas, al final entendió que debía mantenerse en reposo laboral durante el embarazo.

—Señor Adams, tenemos que llevarla al quirófano —suelta la doctora a todo volumen. Tess grita con fuerza y cierra sus dedos en mi mano, casi quebrándola por la presión, pero no me importa—. La señora lo quería esperar.

—Vamos, cariño, nuestros bebés ya quieren conocernos —murmuro en su frente y beso su sien, sintiendo un cosquilleo de emoción en mi interior, mis manos están temblando.

Dejo que se la lleven, mientras me visto con un quirúrgico celeste en ese cuarto solo para personal autorizado. Cuando entro en el quirófano, tienen la gran tela dividiendo a su cuerpo en dos. Vuelvo a su lado y aprieto ahora su relajada mano. Me mira con ojos cansados y pesados, algo somnolientos.

Me agacho y tomo sus labios con los míos, ella me corresponde.

—Gracias por esto, mariposa.

—Fueron tus espermas —contesta, así que suelto una risita.

—¿Siente esto, señora Adams? —pregunta la doctora asomándose desde el otro lado y mirándonos con las comisuras alzadas, Tess arruga el gesto sin entender.

—No —emite, confusa.

Es entonces que la doctora declara que es hora de traer al mundo a las dos personitas que habitan en la barriga de Tess, personitas que me muero por conocer. El proceso no es tan complicado como pensamos que sería, en realidad no tardan demasiado.

Minutos después, sin saber en realidad cómo sucedió, dos gritillos sincronizados se escuchan al fondo de las voces de las enfermeras que se mueven de un lado a otro. Giro la cabeza y me encuentro con dos de los seres más perfectos que he visto en mi vida.

—Tome a sus hijas, papá —susurra la doctora.

Tess comienza a llorar sin quitarles los ojos de encima, me entregan primero a una de ellas. Beso sus mejillas regordetas, sus ojos intentan abrirse, pero se cierran enseguida al percibir la brillante luz del techo.

—Préstamela —ruega su madre, así que con cuidado le entrego a nuestra hija para que me puedan entregar a mi otra bebé—. Son idénticas a ti.

Sin contenerlo más, dejo que las lágrimas resbalen por mis mejillas. Son tan hermosas, tan mías.

—Charlotte —dice mi mariposa mirando embelesada a la niña en mis brazos, logro distinguir sus lindos ojos azules más vivarachos que los de su hermana. Mi otra hija, aún con los párpados cerrados y negándonos el placer de admirarla por completo, toma con fuerza el dedo índice de su madre y lo aprieta.

—Theresa —susurro

—Te amo, Dan —dice ella con los ojos brillosos y las mejillas mojadas.

—Durante toda la eternidad —digo antes de depositar un casto beso en sus labios.

Me detengo un segundo para mirar esta escena, y sé que soy el hombre más afortunado y más feliz del planeta.

Recuerdo el primer día que la vi, no podía despegar los ojos justo como ahora, siempre me cautivó y lo sigue haciendo. Me pide a la otra bebé solo para sostenerla y vislumbrar sus parecidos.

Aunque nada es seguro en el mundo, sé que amaré toda la vida a mis lindas mariposas.

Sonrío y acaricio las mejillas de las tres mujeres que han robado mi corazón.



Tres meses después

Los sonidos me deleitan, no puedo apartar la vista del color azul frente a mí. Solo necesito un tiempo a solas para conversar, para perderme en mis recuerdos. Un gesto alegre se extiende en mi cara al ver las olas que mojan mis pies, no solo los mojan, los bañan casi como si me quisieran atrapar.

Muevo la rosa blanca entre mis dedos y la aviento al agua, observo cómo baila e intenta hundirse; pero la corriente se la lleva con un ritmo lento, permitiéndome admirar cómo se aleja.

No necesito evocarla en mi cabeza porque la siento cerca de mí, cerca de mi corazón, de mi alma y de mi cuerpo. No sabría explicar ese sentimiento de percibir que está aquí a mi lado, mirándome vislumbrar el agua del mar y los rayos del sol.

—Hola, princesa —saludo en un susurro y apretujo los labios para retener las lágrimas, pero no lo logro—. Necesitaba que supieras que te extraño, siempre te extraño. Me casé con él y tuvimos dos hijas, pero posiblemente ya lo sabes, conociéndote seguro lo sabías antes de partir. Les platico de ti, de nosotras, y les enseño fotografías, aunque no me entienden todavía. Haré que conozcan el amor que nosotras conocimos, el amor que vence cualquier obstáculo, incluso la muerte porque sigo amándote. Te amo, Lili. —Dejo escapar una risita ahogada—. Theresa tiene los ojos como tú.

Guardo silencio y cierro los párpados, su recuerdo es tan vivo, desearía que estuviera aquí. Deseo poder besarla una última vez y que recuerde que los estados corporales no importan, ¿qué más da si es vivo o muerto? El amor no se borra solo por estar en la tierra o en el cielo.

Una ráfaga de viento me envuelve y esparce mis cabellos, respiro profundo sintiendo la frescura que, por alguna razón, me calma. Después sonrío porque lo recuerdo, recuerdo nuestra promesa: ella está en el viento susurrándome «te amo», contestando todo lo que le he dicho.

—¿Estás bien, mariposa? —cuestiona su voz detrás de mí. Me giro para poder enfocarlo, me topo con él y con nuestras dos pequeñas bebés en sus brazos mirando en mi dirección. Charlotte estira sus manos pidiendo que sean los míos los brazos que la sostengan. Así que me acerco y hago lo que pide mi hija.

—Estoy bien —respondo mirándolo a los ojos, Dan me observa con una sonrisita ladeada y se agacha para darme un beso en los labios.

Me rodea la cintura con su brazo libre, juntos caminamos por donde llegamos, es hora de volver a casa.

Giro el cuello para poder ver el lugar en el que estaba con anterioridad, un ave en pleno vuelo se detiene justo donde estaban mis pies. Las esquinas de mi boca tiemblan.

—Gracias por no volar lejos, princesa —murmuro para mis adentros.

El amor verdadero es aquel que permanece, aunque se deba seguir caminando en el sendero que es la vida. Eso hago, recorro el camino junto a las personas que se han convertido en mi vida, y con mi hermana eternamente en mi corazón.



* * *

Es todo, hemos llegado al final de esta historia

No vuelen lejos, mariposas.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro