Capítulo 40
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T E S S A N D R A
La gente viene y va, cientos de alumnos de aproximan a sus asientos y se toman fotografías con sus amigos. Las sonrisas abundan en este día caluroso de junio, aunque hay algunos ojos llorosos en el lugar. La ceremonia aún no ha empezado y, como es normal, muchos no quieren que la etapa universitaria acabe, otros ya tienen un pie afuera. Enfrentarse al futuro siempre da miedo, lo desconocido se puede convertir en nuestro peor enemigo y dejarnos estancados.
Dicen que no encontramos amigos verdaderos en la universidad, pero creo que ese dicho es incorrecto. Yo encontré a mi mejor amigo, cómplice y al amor de mi vida. Sé que él es el correcto, lo confirmo cada vez que me sonríe con sus ojos refulgiendo como las esmeraldas.
—¿Cómo me veo? —pregunta.
Me pongo de pie, aliso mi vestido color plateado y me detengo frente a él. Acomodo el nudo de su corbata y sonrío de lado porque no puede verse más apetecible. Él se da cuenta, sus manos se deslizan alrededor de mi cintura y transmiten calor.
—Caliente —contesto en un susurro.
Sus comisuras se disparan hacia arriba.
—Me estás leyendo la mente, estaba pensando en lo comestible que te ves con este vestido. —Se inclina hacia a mí y coloca su boca frente a mi oído. Mi piel se eriza al sentir su aliento—. Eres una tormenta, Tessandra Winter.
Me da un casto beso en los labios antes de ir junto con sus compañeros de generación y chocar los puños con los miembros de los Bulldogs.
Me coloco al lado de Hele, espero que no haya escuchado nuestra conversación. Puedo respirar tranquila cuando me saluda dándome un beso en la mejilla, al igual que George.
Mi madre y Robert nos ubican desde la lejanía y caminan hasta nosotros agarrados de la mano. Los invité a la ceremonia porque desde que se casó no hemos compartido mucho tiempo juntas. Saludo a mamá enfundándola en un abrazo, permanecemos unos minutos así. Prometí no ponerme triste el día de hoy, ella hubiera querido que todos estuviéramos felices, solo que a veces es difícil, solo han pasado unos cuantos meses y sigo extrañándola como el primer día. Duele imaginar qué hubiera pasado si estuviera aquí, tal vez le aplaudiría a Dan o se carcajearía de los atuendos graciosos que traen algunos.
No obstante, hice una promesa y pienso cumplirla porque odiaba que lloráramos, detestaba que pensáramos en ella sintiendo tristeza.
Hoy es la graduación de Dan.
El coordinador Maxwell se sube al escenario y pide silencio. Da su discurso de bienvenida al evento y presenta a las autoridades que entregarán los títulos de este año. A George le pidieron que fuera parte de los invitados especiales, ahora que es el candidato más fuerte a la alcaldía, todo el mundo lo quiere cerca, además, es uno de los benefactores más importantes de la universidad; pero él rechazó la oferta, pues quería ver a su hijo desde las gradas y aplaudirle como los demás padres de familia.
El aula magna de Hushington se ve elegante con todos esos listones de color tinto y arreglos florales con lilis y azucenas que combinan a la perfección. En un rincón está la orquesta: violines, arpas, violonchelos, contrabajos y muchos instrumentos más.
Las autoridades pasan al frente y empiezan a entregar los títulos por abecedario. No tardan mucho en nombrar a Dan. En cuánto dicen su apellido, me levanto y grito como loca. Sus padres ríen, me sorprendo cuando hacen lo mismo que yo. Dan gira la cabeza y eleva el papel en el aire mirándonos con una sonrisa.
Los padres de Dan organizaron una cena en honor a su hijo, así que todos nos encontramos en la gran casa Adams. Becky camina por todas partes dándoles órdenes a los dos meseros que no paran de derramar vino tinto en la cara alfombra. No lo dice en voz alta, pero creo que Helen está a punto de sufrir un colapso nervioso si vuelve a ver otra gota fuera de las copas. Una risita se me escapa al vislumbrar los ojos de los jóvenes llenos de pánico, Becky puede ser amenazante cuando quiere, y la señora Hele aun más.
James y Maggie aparecen en la sala junto a los padres del pelirrojo, por lo que sé solo cenarán y después se irán a festejar en familia. Mags agita su mano y me avienta un beso, yo hago lo mismo.
Minutos después pasamos al gran comedor, entre risas y conversaciones amenas cenamos un delicioso banquete. Cuando terminamos, los hombres juegan póker y las mujeres se quedan en la mesa para charlar sobre el nuevo local de vestidos que abrirá mi madre, llevando por nombre «Lilrose».
Lo busco con la mirada, está abrazando a Hele, su madre dice algo y se oculta en su pecho. Sonrío. Ha cambiado demasiado, y aunque Dan sigue ocultando sus emociones cada vez que ella le dice lo orgullosa que está, puedo mirar cómo sus ojos se iluminan con regocijo. Significa mucho para él la aprobación de su madre, de su familia. George se acerca a ellos y palmea el hombro de su hijo, tiene lágrimas en los ojos. Definitivamente el Senador no es el hombre que creí, creo que nunca más haré juicios antes de conocer a las personas, ese pensamiento hace que recuerde a mi hermana porque ella nunca juzgaba, daba oportunidad.
Decido que es mejor darles algo de privacidad y respirar un poco de aire.
Me disculpo con mis acompañantes y salgo al patio trasero por la puerta de la cocina. La brisa de la noche sacude mi cabello, coloco el mechón rebelde detrás de la oreja. Hay una pequeña y modesta fuente a mi lado izquierdo, el sonido que produce el agua al caer y al chocar con las piedras me relaja.
Mi vista sube, me quedo perdida en todas las luces diminutas que alumbran hoy Hartford.
Unas manos me rodean desde atrás, suspiro al sentirlas porque puedo reconocerlas. Recuesto mi cabeza en su hombro, embriagándome con su olor a yerbabuena cítrica.
—¿Qué haces? —cuestiona, al tiempo que coloca su barbilla en mi hombro.
—Pienso en ti —contesto.
—¿Eso es algo bueno o algo malo?
—No lo sé. No sé si necesitarte de esta forma es algo bueno, no sé si está bien sentir ese cosquilleo cada vez que te siento cerca aun sin verte. No sé si está bien que solo me sienta completamente feliz cuando estás —digo con seriedad.
—Yo tampoco sé si es bueno o malo, pero me fascina necesitarte y causar el mismo cosquilleo que me provocas. Me encanta que solo tú me hagas feliz.
Dan no es perfecto, pero no es lo que pensé que era, nunca lo fue. Me doy la vuelta, hoy lo miro directo a sus ojos y no puedo entender cómo es que este amor no me mata porque es tan grande que me hará explotar algún día.
Sus labios amoldan los míos, sé que viviría de nuevo todo lo que viví con tal de sentir su cálida respiración sobre mí o sus grandes manos apretándome con dulzura. No me importaría tener que volver a llorar con tal de que sea él quien me consuele con su sonrisa.
No estoy enamorada de él porque besa bien. Estoy locamente enamorada porque me besa mirándome como si no existiera otro lugar en el que quisiera estar, lo amo porque quiso vivir conmigo para estrecharme entre sus brazos y despertar al día siguiente reflejados en los ojos del otro.
Lo amo porque me aceptó con mis errores y problemas, porque supo ver mi luz, iluminó mi oscuridad y capturó mis sombras.
Yo también lo amo como se aman a ciertas cosas oscuras.
FIN.
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