Capítulo 39
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T E S S A N D R A
Siempre supe que mi vida no era normal.
Desde que era pequeña y un día mi padre se esfumó, también lo supe cuando mi hermana de casi ocho años empezó a sangrar por la nariz y tuvo que recibir quimioterapias. También lo tuve claro el día que conocí a Dan y puso mi mundo de cabeza. Pero ¿esto?
¿Un jodido traficante con su amiga drogadicta trabajando para un narcotraficante? Los minutos en los que me sostuvo fueron un infierno, afortunadamente la herida no fue nada serio, pero estoy segura de que me habría hecho daño si hubiera podido.
El oficial no deja de hacer preguntas estúpidas, diciendo que son parte de la rutina. ¿De qué nos sirve revivir esos momentos si ya saben toda la verdad? Quizá mi mal genio es que esos imbéciles me quitaron tiempo y siguen haciéndolo porque debo declarar antes de poder ir al hospital con mi hermana. Dan aprieta mi hombro todo el tiempo, jamás deja mi costado.
Gordon y Martha nos estuvieron espiando todo este tiempo, sabían que bailaba en The Garden, sabían dónde vivía y mis horarios, sabían que Dan y yo estábamos juntos. La chica confesó que yo era un obstáculo para obtener fondos, y Gordon quería vengarse de Dan, así que aceptó cuando Carlos —su proveedor— le pidió que me llevaran a Illinois, donde él me recogería.
En la mañana capturaron a Carlos en un restaurante de comida rápida, Martha y Gordon se enteraron y entraron en pánico al ver que su plan se iba al garete, así que optaron por secuestrarme y pedirle rescate a Dan.
Me acurruco en su cuerpo y me relajo en su pecho aspirando su olor mentolado, le susurro que lo amo y le doy las gracias. Él no dice mucho, sus brazos me rodean con firmeza, me aprietan contra él como cadenas.
Los dos serán juzgados, al igual que a Carlos, a quien se le acusa de tráfico de drogas, asesinatos, tráfico de mujeres, posesión de armas, entre otros tantos crímenes dando como resultado varias series de cadenas perpetuas. Ojalá nunca se escape porque estoy segura de que se vengará, seguro está maldiciendo mi existencia y la de los Adams en este mismo instante, pues fue el padre de Dan y su equipo quienes lograron capturar a Carlos junto a su grupo delictivo.
El policía dice que puedo ir a casa, pero no iré ahí. No, porque hay alguien que me necesita. Y yo la necesito a ella.
Salimos de la estación, maneja en completo silencio al hospital. Antes de cruzar el umbral del elevador, me detengo, aprieto los párpados y doy un respiro profundo. Siento que la tristeza comienza a apoderarse de mi cuerpo, luego siento su mano, así que lo miro. Me envuelve y me transmite su seguridad y calma.
—No sé si estoy lista —susurro en su camisa y sorbo por la nariz—. ¿Soy egoísta por quererla más tiempo a mi lado?
—No, no eres egoísta, eso significa que la amas —responde, acariciando mi cabello y repartiendo besos en mi sien—. Haz que todo ese amor te ayude a poder.
Mi madre está en la sala de espera. Me enfunda en un abrazo y comienza a llorar, pero no tengo tiempo porque me urge hablarle y saber que está bien y... Solo necesito estar con ella. Le ruego a Dan que me ayude, él abraza a Romina, mi madre se sumerge en un mar de lágrimas y sollozos. Se me está partiendo el alma en dos, sabía que algún día podía pasar esto, pero nunca creí que sería tan rápido. Sin embargo, ¿alguna vez se está preparado para perder a alguien que amas?
Nos hemos estado preparando para soltarla, pero nunca se está preparado para entender que no podrás verla, escuchar su voz y su risa, ni mirarla saltar encima de ti cada sábado por la mañana. Ya no podré ver cómo salta en los sillones con Rowdy ni cómo se pelea por gelatinas. Jamás volverá a hacer cualquier cosa para que nadie a su alrededor olvide que la vida es dulce sin importar las circunstancias.
Me detengo frente a la puerta, esa que ya es más conocida que la de mi propia casa porque aquí he pasado la mayor parte de mi vida y aquí se me ha ido el tiempo, he envejecido y me he convertido en mujer. Este hospital me conoce más que yo misma porque aquí siempre he sido yo, la débil y temblorosa Tess.
Entro a su habitación con mucho cuidado para no espantarla y que no se de cuenta de que algo me ha pasado, ella no merece más preocupaciones de las que ya tiene. Sus párpados revolotean como mariposas monarcas migrando y batiendo sus alas en el aire. Respira con dificultad, pero sus comisuras se curvan cuando me ubican de pie a solo unos cuantos metros. Carraspea.
—Dame tu mano —pide en un susurro ahogado. Hago lo que me pide, camino hasta llegar a su lado y tomo su mano fría, sus dedos se aferran a los míos como cadenas, como las hermanas que siempre hemos sido y seguiremos siendo, a pesar de la distancia que pueda existir—. La muerte duele.
Todo el aire se me escapa y las lágrimas que estaba conteniendo salen sin permiso, pongo su mano en mi mejilla sin separar nuestros ojos porque quiero recordarla siempre, no quiero olvidar ningún detalle. Trago mucha saliva tratando de aligerar el nudo que amenaza con ahorcarme y matarme.
—Pronto pasará el dolor, vas a ser libre —digo no estando muy segura, solo quiero que el dolor pase y ella permanezca a mi lado, pero el cáncer no quiere lo mismo.
—¿Me vas a seguir queriendo? —pregunta con picardía, se me sale una risita.
—Te voy a amar aun más de lo que ya lo hago.
—Cuando te quiera abrazar, ¿qué voy a hacer? —cuestiona en un hilo y exhala.
—Vas a ser el viento, y cada vez que el viento sople fuerte y vuele mis cabellos, sabré que eres tú abrazándome, y siempre que pase eso voy a susurrarte lo mucho que te quiero, así vas a saber que te sentí, será nuestro lenguaje secreto —contesto. Delineo su perfil con mis yemas y aprieto la palma que aún sigue en mi pómulo.
—Sí... —Suspira, tose con su voz ronca y gime.
—Respira, princesa —ruego, desesperada, a pesar de que intento calmarme no puedo.
—Las voy a extrañar —murmura, una solitaria lagrimita desciende desde la esquina de su ojo, me apodero de ella. Ya no puedo seguirme haciendo la fuerte porque no lo soy, sin ella no lo soy. Deja libre su mano y baja los últimos tres dedos, forma con el pulgar y el índice la mitad de un corazón. Un sollozo se me escapa, niego con la cabeza, me niego a perderla, ¿qué puedo hacer? Con manos temblorosas hago la otra mitad y los uno. Era nuestra señal para decir adiós cuando estaba en kínder y necesitaba fuerzas para enfrentar a sus compañeros, ahora necesita fuerzas para emprender otra clase de camino, uno más largo—. Cuéntame un cuento.
Sus ojitos se cierran. Tomo algunas respiraciones profundas mientras envuelvo su mano con la mía de nuevo y me preparo para contar su cuento favorito. Aquel que solía relatarle cuando éramos pequeñas.
—Había una vez una hermosa niña con cabellos dorados, paseaba dando saltitos por el bosque cuando se encontró a una mariposa dorada, sus alas brillaban y el sol hacía que resplandecieran. La niña, asombrada por tanta belleza, la atrapó en un pequeño frasco y se la llevó a su casa. Lo que ella no sabía era que el brillo de esa mariposa se apagaría con el tiempo por tenerla en cautiverio. Y así pasó, con cada día el animalito perdía brillo, se marchitaba como una flor sin agua, hasta que un día no brilló más. La niña, asustada, destapó el frasco y la dejó libre. La mariposa voló por todas partes hasta que su color volvió a ser el mismo. Nunca se olvidaba de visitar a su pequeña amiga de cabellos dorados. La niña entendió que debía dejarla libre para que brillara.
Los labios de Lili se curvan asomando una sombra de sonrisa, y, entonces, su mano en mi mejilla se vuelve floja.
El corazón se me detiene de golpe, mi tiempo y mi vida también.
—¿Lili? ¿Me escuchas? —Pero ella ya no lo hace, ya no está aquí o tal vez si lo está, tal vez en el viento. Me abalanzo sobre ella y la abrazo con fuerza llorando, intentando encontrar el latido de su corazón, pero ¡maldita sea! No está ahí, ya no está ahí—. ¡¡Te amo, Lilibeth!! ¡Te amo! ¡Te amo! ¡Te amo por siempre!
Pronto hay demasiada gente corriendo y apartándome de ella. Mi princesa me ha dejado, debo dejar ir a mi mariposa dorada para que vuelva a brillar.
* * *
D A N
La señora Winter está sentada junto a Robert llorando y sollozando. Maggie y James están sentados juntos, encogidos en sus asientos, igual que yo. Un grito lleno de rabia y dolor, que retumba en las paredes del hospital, nos hace levantar las cabezas.
—¡¡Te amo, Lilibeth!!
Me quedo estático por un momento, comprendiendo lo que está pasando. Entonces, Romina y el doctor se levantan y corren, yo hago lo mismo.
Un montón de enfermeras entran a la habitación, logro entrar también. Tess está en el suelo llorando sin consuelo, abrazándose y meciendo su cuerpo. Me arrodillo junto a ella sintiendo su dolor y la abrazo. Tess se aferra a mí como si yo fuera lo último que le queda y no soportaría la idea de soltarme.
Miro a la camilla, su cuerpo inmóvil me hace gemir, pero no la miro de nuevo porque no quiero recordarla de esa forma. Quiero recordar sus ojos pizpiretos y sus monerías, sus mejillas encendidas y su sonrisa chispeante. Quiero recordar nuestros juegos y las ocurrencias que hacía, su capacidad para iluminar al más oscuro pantano. Siempre la recordaré como la brujita de ojos grises que llegó a limpiar mis lágrimas en medio de un parque; esa es Lili, y así seguirá siendo.
—Buen viaje, Lili —susurro para mí.
Escucho los lloriqueos de Romina. Lágrimas bajan por mi rostro, pero sé que está bien, tengo la seguridad de que donde quiera que se encuentre está tranquila. Libre del cáncer, libre del dolor, libre para poder volar como un inalcanzable colibrí.
Soñando, pintando, dibujando o volando en alguna parte, en alguna dimensión o cielo.
Ese es mi consuelo.
La ayudo a desvestirse y a vestirse con algo más cómodo, se deja caer en la cama. Me acuesto a su lado, Tess se pega a mí y recuesta su cabeza en mi hombro, así que me dedico a cepillar su cabello para calmar su alma. Se encuentra más tranquila ahora, solo un poco.
Pienso en lo que Lili me heredó y sonrío. Como puedo, comienzo a cantar My Immortal de Evanescence. Mi camisa se moja por sus lágrimas, limpio las que puedo con los pulgares.
Me estiro para alcanzar el cajón de mi mesita de noche, saco los dos sobres amarillos y se los entrego porque eso fue lo que me ordenó. Tess abre uno primero y lo lee con atención. La siento sonreír en ocasiones, pero, en otras, llora más fuerte y deja de leer para enterrar su cabeza en mi pecho.
Abre la carta que va dirigida a ella y la lee sumergida, solamente la miro y vislumbro su emoción y su dolor. La admiro tanto que duele, me duele. Cuando termina, suelta una risita y me mira.
—Te amo —susurra. Todavía siento ese cosquilleo en mi interior cada vez que pronuncia esas palabras. Beso su frente.
—También te amo.
* * *
T E S S A N D R A
Coloco su fotografía justo como lo indicó. Doy pasos atrás para poder mirarla, mis ojos se hacen agua. Mi mente corre con millones de recuerdos, siempre fuimos ella y yo contra el mundo, sé que lo seguimos siendo, es solo que ya no puede decirme que siga luchando.
Mamá se planta a mi lado y deja junto a la fotografía una linda urna de piedra tallada. Toma mi mano y la aprieta. Nos fundimos en un abrazo y sollozamos sin poder evitarlo, no creo que vayamos a superar alguna vez que la hemos perdido. Al levantar la mirada, me encuentro con Rowdy sentado en un rincón apartado, con su carita mojada, mi corazón se hace blando, más de lo que ya está.
Voy por los cuatro tomos de «Cuentos de princesas y hadas», y camino hasta él. Me arrodillo para poder mirarlo y que me preste atención.
—Hola —saludo, sus labios se curvan con tristeza al verme. Sus ojitos azules parecen dos ríos llenos de lágrimas, está tan triste y me duele el pecho, un niño tan pequeño no debería sufrir así.
—Hola.
—Lili me dejó un regalo para ti. —Abro la boca para poder respirar y no echarme a llorar. El pobre niño no necesita consolar a una adulta en este momento.
—¿En serio? —Su labio inferior tiembla.
—Sí, mira... —Coloco sobre sus muslos los libros de Lili, él los mira y los abraza como si fueran una especie de tesoro que merece ser cuidado.
—Eran sus libros favoritos —suelta y comienza a llorar, desgarrado. Me siento a su lado y lo abrazo con fuerza, sin evitar soltar algunas lágrimas. Trato de tranquilizarlo meciéndome, pero no funciona, no puedo hacer mucho si me siento de la misma manera.
—Me dijo que te regalaba estos libros para que un día encontraras a una princesa.
—Ya la había encontrado —susurra con semblante roto.
Los cuentos de hadas siempre tienen un final feliz. El príncipe encuentra a su princesa y la lleva en su corcel blanco a ver el amanecer por el resto de sus vidas. Pero ¿cuánto dura una vida? ¿Cien años o un día?
No tuvo que luchar con dragones ni escalar la torre más alta, él encontró a su princesa en esa cama de hospital. No tenía cabello para arrojarlo por la ventana, solo una enorme sonrisa que le hacía soñar con su final feliz; pero su princesa no duró para vivir con él su «para siempre».
—Tranquilo, Rowdy —murmura su madre, quien se sienta a su lado para abrazarlo. La señora me da una sonrisa triste, articula que lo siente, por lo que niego con la cabeza antes de ponerme de pie.
Ubico a Gina con la mirada, a Maggie, James y otras chicas del club, incluso Sawnder ha venido el día de hoy. Miro a mi alrededor, a su gran fiesta de despedida. Hay risitas de niños emocionados, sus amigos, porque han recibido globo con forma de perrito, porque brincaron tan alto que no pudieron permanecer de pie en el brincolín. Unos en sillas de ruedas, muletas y con pañoletas, pero todos se divierten; sé que si estuviera aquí estaría riendo también. Confeti de colores justo como lo indicó, así era ella, llena de colores a pesar de las tonalidades grises que la rodeaban.
Me gustaría que estuviera aquí y que pudiera partir su pastel de chocolate, me gustaría que mirara cuánta gente la quería. Pero ella lo hace, sé que lo hace.
Dan consiguió, gracias a los contactos de su padre, un helicóptero. El piloto nos indica que nos coloquemos los audífonos y el cinturón de seguridad hasta que él nos permita estar de pie.
Mi madre aprieta mi mano sin soltar el peluche de Lilibeth y sonríe mirando por la ventana. Antes de la fiesta, se derrumbó en mis brazos y me contó todo: cómo fue que papá era el hombre más perfecto mientras eran novios, pero al casarse se convirtió en un borracho empedernido, en ocasiones la golpeaba y la insultaba. El día del bate no nos pudo hacer daño porque los policías llegaron justo a tiempo, una semana después murió por una intoxicación en el sofá. No puedo sentirme triste por él porque tengo vagos recuerdos nada más, mi único consuelo es que mamá ha encontrado a un buen hombre.
El helicóptero se eleva por los aires, volando entre las nubes. Ella hubiera amado esto, pero sonrío al recordar que lo hará de todas formas. Nos acercaremos al océano minutos después.
—¡Es hora! —grita el piloto por encima del ruido.
El helicóptero no se mueve más, solamente se mantiene en los cielos. Me levanto y me acerco a la ventana, mamá se coloca a mi lado apretando mi hombro y asiente con la cabeza, animándome.
—¿Puede mover el helicóptero mientras lo hago? —pregunto con la vista enfocada en el mar.
—Solo agárrense bien, no quiero accidentes.
Se mueve con suavidad, destapo la urna y tomo las cenizas de mi princesa esparciéndolas con los dedos. Mamá mira pegada al vidrio con lágrimas en los ojos y diciendo alguna oración para decirle hasta pronto.
Las cenizas vuelan lejos.
Cuando termino sonrío con suficiencia.
—No vueles tan lejos, princesa.
Al regresar a tierra, Dan está esperando en el mismo lugar. Me arrojo a sus brazos, él me estrecha fuerte y firme.
—¿Lista? —susurra en mi oído.
Mi madre está siendo abrazada por Robert, mientras él le susurra cosas y ella asiente sonriendo. Ni en un millón de años pensé que el doctor Callahan y mamá terminarían juntos, pero entonces, tampoco imaginé que Dan se convertiría en la persona que me iba a sostener cuando mi hermana muriera.
—Abrázame un poco más —murmuro de vuelta.
Sus brazos me aferran, estrujándome casi de forma asfixiante, pero se lo agradezco porque es justo lo que necesito. Tal vez pasan algunos minutos o tal vez horas, Dan me lleva de la mano hasta el coche de Robert. Una vez adentro, me recuesto en su regazo, sintiendo su masaje en mi cuero cabelludo y me relajo por primera vez.
Siento que no se ha ido, está en mí, habita en mi corazón, ella sabía que sería de ese modo, que yo no dejaría que muriera del todo. Es por eso por lo que me regaló su misión de vida sin saber que ya la tenía y la cumplió. Vivió para endulzar el camino de cuantos la conocieron.
Vivió para iluminar. Vivió para enseñar. Vivió para hacernos fuertes. Vivió para mostrarnos que se puede luchar. Vivió para amar, sigue haciéndolo porque el amor verdadero vence a la muerte.
* * *
D A N
Se ha quedado dormida. Romina y Robert charlan con tranquilidad sobre posponer sus planes para la boda. Romina insiste en que no es necesario, Lili no quería eso. Su boda es dentro de un mes, lo planearon con premura para que Lili pudiera asistir, pero ahora solo estará presente en espíritu.
Es graciosa la manera en la que comenzaron su relación, al parecer Robert estuvo enamorado de ella durante un tiempo. Lili se dio cuenta y lo orilló a actuar dejándolo en aprietos frente a su madre.
Así salieron la primera vez y siguieron haciéndolo a escondidas hasta que Tess y yo los descubrimos besándose en un restaurante. El rostro de Romina al percatarse de nosotros fue todo un paisaje, Tess la tranquilizó diciéndole que estaba bien que ella fuera feliz.
Recuesto mi cabeza en el respaldo de cuero, la señora Winter se gira un poco y me sonríe con lágrimas contenidas en los ojos.
—Gracias por apoyar a mi hija, Dan.
Le sonrió de vuelta.
—Gracias por haber creado al amor de mi vida.
Una semana después, no puedo soportar verla arrugar el rostro, así que mejor giro la cabeza. Estoy sudando, mi palma está húmeda, suelta un quejido. Aprieto los ojos. ¡Joder! ¿Por qué acepté esto?
—¡Hey! Actúas como si estuviera pariendo. —Suelta una risotada. El joven lleno de tatuajes y cabello rizado le da una mirada reprobatoria—. Es solo un tatuaje, cariño.
—Sí, uno enorme, vas a arruinar tu piel.
Miro de reojo al chico que frunce el ceño.
Gira los ojos con exasperación, Tess decidió tatuarse una mariposa en su abdomen, la misma mariposa que llevo en el muslo, la misma que dibujó, la misma de Lili. La misma mariposa con la que se despidió de su hermana pequeña.
* * *
Hola♥
Espero de verdad que entiendan mi decisión de dejar ir a Lilibeth, aunque no lo crean a mí me cuesta más que a ustedes, todavía me sigue doliendo. Ella tenía su misión de vida en esta historia y la cumplió, hay que decirle adiós y aceptarlo.
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