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Capítulo 29

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T E S S A N D R A

No fue agradable recibir esa llamada, quería zanjar mi relación con el club definitivamente, pero no pude negarme en cuanto escuché las súplicas de Sawnder. Él ha sido como mi familia desde que lo conocí, siempre velando por mis intereses y apoyándome.

Cuando decidí marcharme no puso objeción a pesar del contrato; pero perdió a dos de sus mejores bailarinas, necesita con urgencia que lo ayude. Me aseguró que ya intentó contactar a Gina, pero Philip está enfermo, así que no puede acudir al club esta noche.

También lo hago por mí, porque necesito cerrar esta puerta, poder mirar hacia atrás y sonreír, sin recriminarme por todo lo que sucede a mi alrededor. Si no lo intento acabaré odiándome y odiando mi historia.

El camino lo hacemos en silencio, creo que está preocupado, no obstante, no quiero averiguarlo. Su presencia invade al vehículo, soy consciente de todos sus movimientos, respiraciones y exhalaciones. Estos días sin él han sido una tortura, aún sigo sin comprender cómo es que se metió tan profundo, tan dentro, hasta el fondo. Lo miro de soslayo, lo he extrañado muchísimo.

No sé si estamos preparados para continuar, sin embargo, no puedo ocultar las ganas que tengo de olvidar todo y perderme en él, dejar que su amor me construya de nuevo; incluso si no lo he perdonado por completo.

Aparca en el sitio con semblante sombrío, me mantengo silenciosa, con la vista clavada en el jugueteo que hacen mis dedos por el nerviosismo. Mi mente recuerda lo que estuvo a punto de suceder hace algunos minutos, sentir su aliento una vez más fue como volver a la adicción de sus besos.

Dan envuelve una de sus manos en la mía y me da una sonrisita de lado.

—¿Es cierto lo que dijo tu hermana? —Alzo una ceja, interrogante—. ¿Sientes mariposas cuando me tienes cerca? ¿Aún te sientes de esa forma cuando estamos juntos? Necesito que me digas en qué punto estamos porque deseo luchar por ti, pero necesito una oportunidad y que estés dispuesta a abrir tus puertas una vez más. Necesitamos hablar, mariposa, no puedo ni quiero olvidarte. Jamás he necesitado tanto a alguien como a ti.

—¿Ya me aceptaste? —Va a preguntar, lo interrumpo—: ¿Ya aceptaste que quizá no te va a gustar mi pasado? ¿Lo que hago? ¿Lo que soy?

—¿Por qué dices eso?

Tomo una respiración profunda.

—Cuando salgamos de aquí te daré una respuesta, Dan.

Sus ojos brillan y una sonrisa aliviada se dibuja a lo largo de su rostro, posteriormente bajamos del automóvil.

Nos acercamos a las puertas del club, los guardias me reconocen, así que con un saludo amigable me dan la entrada, al igual que a mi acompañante. La música estridente llega a mis tímpanos y las luces estroboscópicas se mueven en un danzón que ilumina las decenas de rostros extasiados con el ambiente del bar. Distingo a Julius y a Sawnder, el primero me sonríe, mi ex jefe se levanta de su asiento en la barra, se acerca para rodearme los hombros y depositar un beso en mi mejilla.

Su cabello llega casi hasta sus hombros, un aro plateado adorna su oreja derecha. Recuerdo el día que llegué aquí y lo cómoda que me hizo sentir al instante. Es el mejor jefe, y eso siempre se lo voy a agradecer.

—¿Cómo ha estado la flor más bella? —pregunta con picardía, gritando por encima del escándalo—. Te hemos extrañado por aquí

Los ojos de Saw vuelan para observar algo detrás de mí, su ceño se frunce, entonces sé que lo ha reconocido, no obstante, no dice nada.

—Yo igual, ¿y Danna? ¿No vino a salvarte el culo o a agarrártelo? —pregunto con diversión, hace una mueca que me hace reír.

Señala con su barbilla la barra, me encuentro a una muy linda Dannabell enfurruñada en un banquito con unos vasitos frente a ella, se toma dos tragos de lo que creo que es tequila. Se ve molesta, lo cual es raro porque la mayor parte del tiempo es un dulce.

—Se enojó porque no la dejé bailar.

Mi frente se arruga al escucharlo, le doy otra mirada a la rubia y me doy cuenta de que está peinada y maquillada como si fuera a salir a escena, pero lleva ropa deportiva, seguramente la detuvo detrás del escenario o algo. Ahora que lo pienso, recuerdo todas esas veces que no la dejó salir al espectáculo por alguna tontería como un defecto en su cabello, en su atuendo; o la dejaba al final de la noche, cuando ya no había tanta gente. Danna es bellísima, es una chica con aspecto angelical; incluso si fuera una mierda bailando, los hombres disfrutarían nada más con tenerla en frente. Esbozo una sonrisita conocedora, ¿es mi imaginación o detrás de toda esa indiferencia hay mucho más?

—¿Por qué no? Podrías dejar que lo haga más a menudo, estoy segura de que sería una bomba, es hermosa, atractiva y baila como el demonio.

Quiero carcajearme al ver su expresión, luce nervioso, y Sawnder nunca pierde los nervios.

Afortunadamente para él, alguien a mi costado se aclara la garganta, reprimo el gemido de frustración al ver su mirada amenazadora, cómo aprieta la mandíbula al mirar a mi ex jefe. Hago las presentaciones y dejo a Dan en el área del bar, me adentro en el pasillo rojo junto a Saw.

—Gracias por acceder. —Bufa—. Abrieron un club nuevo y algunas chicas renunciaron sin más. Ya tengo los reemplazos, pero necesitan una semana en el entrenamiento. Sé que los clientes se darán por bien servidos con tu presencia, después de todo, eres la inolvidable «Gardenia».

Sus palabras burlonas me sacan una sonrisa.

—¿Mi camerino? —cuestiono.

—Nadie ha tocado nada, está tal y como lo dejaste, Tessy —responde, melancólico.

—Voy a prepararme —digo.

Después de su asentimiento, camino por el extenso pasillo conocido, vislumbrando las paredes aterciopeladas y, con soltura y conocimiento, me detengo en la que era mi estancia privada. Mi pseudónimo sigue en el centro de la madera, solo que lo que antes brillaba ahora es oscuro.

Es ahí cuando me doy cuenta de todo porque llega como un choque eléctrico, yo soy el foco.

Antes brillaba, sin importar mis problemas, sonreía porque me daba la gana y hacía con libertad lo que quería. Ahora siempre observo mis alrededores para averiguar quiénes me están observando y burlándose de mí. Soy un foco que lentamente se fundió, ahora sé que no es culpa de Dan, es culpa mía por dejarme vencer y desconectarme de lo que soy realmente, por alejarme de las pequeñas cosas que me alegraban los días.

Escojo las prendas que solía usar y aprieto sin dificultad el corsé. Las medias se adhieren a mis piernas después de que las recorro con mis yemas. Me pongo los tacones y me detengo frente al espejo.

Lloré la primera vez que me detuve delante de este vidrio, vuelvo a ver lágrimas resbalando por mi rostro, unas de las que no era consciente; pero en esta ocasión lo hago porque estoy orgullosa de mí y de lo que soy. Orgullosa de dar todo por los que amo, por la gran resistencia, porque mi corazón es tan grande que se atreve a perdonar al hombre que ama después de que este lo pisoteó.

No soy perfecta y nunca lo seré, no quiero serlo, solo quiero ser una persona, y soy justamente eso; sin importar si uso tacones de aguja alta o calzado industrial.

Acomodo las ondas de mi cabello, maquillo mi rostro, sin dejar de visualizar el destello de mis ojos. Abro el cajón y acaricio el borde brilloso de mi antifaz, ese que siempre estuvo para ocultarme del mundo en los momentos más difíciles, pero en realidad me ocultaba de mí misma y de mis propios miedos. Una vez más levanto la barbilla y vuelvo a mirar mi reflejo en el espejo, y no sé cómo, pero algo dentro de mí ha cambiado.

Con decisión camino hacia la parte trasera del escenario y visualizo a Finn, quien me sonríe con alegría, espera mi asentimiento para presentarme.

Tomo una respiración profunda y sacudo mis palmas, esta vez no digo mi lema porque no lo hago por Lili, lo hago para mí.

—Tenemos a una invitada especial esta noche. Recuerden cuidar sus corazones y no despegar sus ojos, ¿de quién? —dice animadamente en el micrófono, incitándolos a continuar con aquella conocida oración.

—¡¡Gardenia!! —responden en coro los clientes que esperan por mi aparición.

Las notas de You know I'm no good de Winehouse retumban en el lugar.

Salgo a la oscuridad como muchas otras ocasiones, hoy levanto la cabeza, puedo ver el rostro de impacto de muchos al verme sin antifaz. Mis ojos pasean para encontrarlo, nuestras miradas se traban al encontrarse. Tengo un deja vú porque recuerdo cuando empezó todo. Me mira e intenta sonreír, pero los nudillos en su copa están totalmente blancos.

No permito que eso opaque lo que estoy sintiendo, empiezo mi rutina, muevo las caderas y me dejo llevar por los acordes, por los sonsonetes estridentes. Me cuelgo de la tabla, hago los movimientos que solía hacer, me siento bien haciéndolo.

En las alturas me vuelvo valiente, me aventuro y le doy una mirada, él no meja de mirarme, tampoco deja de tomar un vaso tras otro, sin parar. Mi ánimo se hunde un poco al entender que no fue buena idea traerlo aquí. Sin embargo, continúo porque así deben de ser los espectáculos, aunque por dentro estés agonizando. Bajo por el tubo y luego doy vueltas a su alrededor, moviendo mis hombros y mis piernas a un ritmo constante. Me dejo llevar como muchas veces lo hice, pero me divierto y creo que hasta puedo sonreír; sé que puedo sonreír.

Otra canción retumba, luego otra. Estoy tan concentrada en la música que no me percato de la gente en el club.

El bullicio de los espectadores me hace girar la cabeza para ubicar una escena que hubiera preferido mantenerla alejada de mis ojos. Dan está peleando con alguien, Sawnder en la barra me hace la señal para que no pare de bailar, mientras los guardias controlan a los hombres que se gritan insultos con los rostros teñidos de rojo.

Cuando la música se detiene salgo corriendo hacia el camerino sin hacer mi típica despedida. Una vez ahí, me visto con las ropas que llevaba al principio, salgo por la puerta trasera del bar.

Seguramente ya los echaron del club, tal vez no pudo con la carga y decidió marcharse sin mí. No obstante, una sombra a punto de cruzar la calle me saca de mis pensamientos revueltos. Es Dan tambaleándose, sin darse cuenta de que, si no sube a la acera, será arrollado por un automóvil que viene a toda velocidad.

Corro con angustia, sintiendo el nudo en mi garganta, lo jalo de la camisa y cae hacia el concreto justo a tiempo. La brisa producida por la velocidad del vehículo sacude mi cabello. Desde abajo, sus párpados se entrecierran para localizar al causante de su caída. Sus comisuras se levantan al verme, intenta levantarse jadeando, pero no puede hacerlo, así que lo ayudo colocando su brazo encima de mis hombros. Lo estabilizo, sin embargo, no coopera porque clava su nariz en mi cabello y se recarga en mi cuerpo. ¿Qué tomó para lograr emborracharse en menos de dos horas?

—Te veías preciosa, como una pequeña flor. —Balbucea y suelta una risita—. Hueles a Gardenia.

Giro mis ojos, exasperada.

—Dan, dame las llaves del coche.

Él obedece sin rechistar. Lo ayudo a caminar, la tarea es complicada ya que él insiste en pegarse a mí y no ayudarme.

Lo coloco dentro del coche bajo su atenta mirada. Una vez que arranco el motor, manejo hacia su casa, esforzándome por recordar la dirección. Suelto el aire, aliviada, al adentrarme a la colonia. Reconozco el portón, por lo que me estaciono afuera sin saber cómo demonios entrar.

—Dan. —Lo muevo con suavidad, provocando que gima y abra un párpado con lentitud—. Dime cómo entrar.

—0324 —murmura.

Tecleo en el aparato, las puertas se abren y se cierran tras nosotros, sigo el camino hasta que llegamos a la entrada de su casa. Hago el mismo procedimiento, su brazo me rodea los hombros, él se apalanca murmurando cosas sobre la suavidad de mi cabello y lo bien que luzco al bailar. Una parte de mi pecho duele porque él no pudo resistir, acabó borracho y peleado con sabrá Dios quién.

Realmente pensé que superaríamos esto, pero quizá no estamos destinados después de todo.

Soy sorprendida cuando los focos de la casa se encienden y Becky sale luciendo agitada.

—¡¿Qué pasó, hija?! —pregunta, alarmada, mientras baja las escaleras de la entrada. Me ayuda a cargar a Dan, quien se vuelve menos cooperativo conforme pasa el tiempo.

—Tomó demasiado —susurro, entretanto lo obligamos a subir los escalones. Nos detenemos en el tercer escalón, Becky baja para cerrar la puerta.

—¿Por qué no me lo dijiste, Tess? Dime ¿por qué? —Un nudo se forma en mi garganta al escucharlo susurrando con la voz entrecortada. Le doy un vistazo que termina partiéndome en dos, sus ojos nublados me sacan el aire, luce tan triste—. Yo fui sincero contigo, ¿por qué tú no?

Escucho un suspiro, giro la cabeza y el alma se me va a los pies al darme cuenta de que Becky ha escuchado todo. Ignoro que quiero esconderme debajo de una piedra para poder proseguir con la lenta caminata hacia la habitación de Dan.

Al momento de traspasar el umbral, un olor a sudor me golpea, supongo que su nana percibe la pestilencia porque gime. Mis ojos se abren con impacto al ver su —antes ordenado— cuarto repleto de ropa tirada y envolturas de chucherías. Lo conducimos hacia la cama, él se deja caer de frente y se da vuelta. Becky le quita los zapatos, yo solo lo observo y me siento a su lado, cepillo su cabello con mis dedos.

—Disculpa si me meto, Tess —murmura ella con el gesto descompuesto—, pero Dan es un desastre, sé lo que hizo y sé que hizo mal. Si no vas a perdonarlo, no lo ilusiones por favor.

La escucho salir y dejarme en la penumbra junto a su cuerpo, dejo que mis pupilas rueden por la alcoba y aprieto mis párpados para no llorar. Acaricio su mejilla, sintiendo los rastros de su barba.

—Te herí mucho, ¿no? —emito y abro la boca para poder respirar. Es un desastre. Quizá deba terminar con esto y dejar de engañarme, dejarnos continuar.

Me levanto para marcharme, sintiéndome más derrotada que nunca, pero su mano en mi muñeca me detiene.

—No te vayas —murmura con voz rasposa y ojos somnolientos—. Quédate conmigo.

Su súplica termina con mis defensas, así que rodeo la cama y me dejo caer en el lado contrario, dejando un espacio considerable entre los dos. Sus ojos me miran, su comisura tiembla.

—Duerme —suplico para que deje de mirarme porque no puedo seguir presenciando su mirada herida.

—Me daba miedo que me abandonaras cuando vieras la basura que hay dentro de mí, pero al final yo me encargué de alejarte antes de que pudieras hacerlo.

—¿Por qué? —El nudo en mi garganta me deja sin aire.

—Supongo que es más fácil herir que dejar que te lastimen.

—Nunca serás feliz si lastimas a los demás para evitar que te hieran.

Dan acaricia el costado de mi rostro hasta llegar a mi barbilla, sus ojos se hacen agua.

—Creí que no tenía corazón —dice—. Pensé que no podía amar porque no sabía lo que era querer a alguien, nunca nadie me había amado hasta que llegaste. Cuando era niño siempre les pedía a mis padres que se quedaran, que me daba miedo quedarme solo en esta casa tan grande, que por favor encendieran la luz, les pedía que no se fueran y siempre se marcharon.

—Dan...

—Perdón por haberme enamorado de ti, porque lo único que hice fue herirte. —Su mano toma la mía—. No te vayas

Observo cómo sus párpados se cierran con lentitud hasta que se queda dormido. Con indecisión perfilo sus labios, una lágrima se me escapa. ¿Qué fue lo que nos pasó? El me lastimó, yo lo lastimé, y estamos acabando con nosotros.

—Te amo, Dan.

Siento más fuertes y vivos mis sentimientos por él, me duele saber que le hice daño; él no es el mismo, no soy la misma.

He sido testigo de que camina como un fantasma por los pasillos de la universidad, siempre buscando a hurtadillas mi rostro. Lo he encontrado amenazando chicos que me insultan, lo he visto estático cuando paso a su lado. Ha adelgazado, sus mejillas no son tan regordetas como antes, durante el voluntariado solo hace lo que le ordenan como una máquina.

Si tan solo supiera que no importa la lejanía, mi corazón está en él. Tal vez Becky tiene razón, debo escapar y dejarlo respirar. Y eso es lo que haré, no soy buena para él.

Compruebo que esté dormido y, con lentitud dolorosa, separo nuestros dedos, dejando que el frío llegue a mi palma y me haga sentir sola de nuevo.



La enfermera Mildred sale del cuarto de Lili, me regala una sonrisa cuando me ve, me detengo frente a ella.

—¿Alguna noticia? ¿Encontraron algún donante?

Sus comisuras caen.

—No, Tess, aún no hay nada. —Toca mi hombro y lo aprieta, reconfortante, la veo marchar segundos después.

Controlo mis sentimientos antes de girar la perilla e ingresar al cuarto de Lilibeth, mamá está a su lado, contándole alguno de sus cuentos para dormir. Recuerdo que siempre inventaba algo nuevo y ambas éramos felices imaginando esos mundos fantásticos, lástima que no todo es un cuento en la vida.

Les informo de mis planes, ellas no preguntan nada, pero están de acuerdo en que merezco un descanso. Lo he venido pensando desde hace algunos días, he tomado la decisión tan pronto dejé la casa de los Adams. Necesito alejarme de todo lo jodido: mi relación con Dan, la universidad, el estado de Lili, el aborto espontáneo. Llamo a la abuela, quien está encantada con la idea de pasar un tiempo juntas pues hace algunos años que no la veo.

Así que hago mi maleta con lo necesario y un par de libros para estudiar. He comprado por internet el próximo vuelo en clase baja a Tennessee, ochocientas cuarenta y una millas son poca distancia, pero es lo mejor que tengo. Cuando subo al avión no me siento mejor, aunque puedo respirar con más tranquilidad.


* * *

SE VA, SE VA, SE FUEEEEE! JAJAJAJA :3

BESOS!

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