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Capítulo 23

🦋


D A N

Los chicos llegan a la casa, quieren convencerme para que vaya a una fiesta.

—Oh, vamos, no me digas que ya te domaron —se burla Miles.

Voy a responder cuando Becky entra en la sala y me ofrece el teléfono.

—Es tu padre —dice.

Tomo la llamada.

—¿Qué sucede?

—¿Podrías buscar algo en la caja fuerte de mi oficina? —pregunta él.

—Claro, dame un minuto.

Salgo de mi habitación y bajo las escaleras, deslizo las puerta corrediza de la oficina de mi padre y traspaso el umbral. Me gustaba venir aquí cuando era pequeño y no había nadie en casa, jugaba a que era el dueño de un gran imperio y me quedaba mirando las fotografías de nuestra familia que se encontraban sobre el escritorio.

Después de teclear la clave, la puertilla de la caja fuerte se abre.

—¿Qué es lo que necesitas?

—Es una carpeta color crema, en la pestaña dice "Caso Wund".

Ese apellido llama mi atención, sé que mi padre ha estado detrás de esa gente.

—¿Encontraron algo? —pregunto.

—Están relacionados con fraude, al parecer el padre de Gordon no está involucrado con el narcotráfico como su hijo, pero sí ha estafado a mucha gente. Necesito unos datos que se encuentran en la carpeta.

Coloco el teléfono entre mi oído y mi hombro y rebusco entre el tumulto de papeles y carpetas. Encuentro lo que me está pidiendo, pero también encuentro otra cosa. Hay un archivo de Tess, aprieto la mandíbula con rabia porque George Adams sigue metiendo las narices, sigue metiéndose en mi vida para aparentar que es parte de ella.

—¿Tessandra también es una jodida criminal o por qué mierdas la investigaste? —Casi puedo sentir que me sale espuma por la boca.

Él aspira aire, pero termino la llamada antes de que pueda responderme.

Dejo la puta carpeta de Wund en su lugar, en cambio agarro la de Tess. Voy a regresar a mi alcoba para guardar estos papeles en un lugar seguro, ya que no confío en mi padre. Un pequeño papel sale volando y cae al suelo. No tengo la intención de mirar esta mierda, sin embargo, termino leyendo el documento. Es la copia de un depósito bancario, un depósito a una cuenta que está a nombre de Tessandra Winter.

Frunzo el ceño. Ignoro el teléfono cuando suena, en cambio, abro la carpeta. Hay al menos otros dos depósitos a esa cuenta, mi corazón empieza a palpitar con mucha rapidez, mis dedos hormiguean y mi nariz pica. ¿Qué significa esto?

Luego veo tres fotografías, hay una de nosotros, una de ella caminando en medio de la noche, una de ella entrando a un club nocturno que conozco muy bien... La última hace que abra la boca para poder respirar. Una chica bailando en un escenario, se ve misteriosa con ese antifaz negro que intenta ocultar su identidad, a pesar de eso, ahora puedo verlo con claridad.

Las piezas del rompecabezas encajan y el panorama me hace sentir como un idiota, ¿cómo pude haber sido tan estúpido?

Gardenia. Gardenia. Gardenia.

Mi cabeza empieza a hacer relaciones, Tess tiene el mismo cabello castaño, los mismos labios rosas, recuerdo sus pretextos para alejarme diciendo que al final la vería como el resto de ellos.

La rabia me nubla el pensamiento, no veo el resto de los documentos, los dejo sobre el escritorio y aprieto mis sienes. Y veo la traición, la cual se funde a mis entrañas y me rompe el corazón. Ella no solo me mintió, mi padre lo supo siempre, mi padre le daba dinero. ¿Mi padre y ella...? Ni siquiera puedo pensarlo sin que me den ganas de vomitar. La idea me desgarra por dentro, cierro los párpados con dolor. No solo me traicionó Tess, me traicionó mi padre y traicionó a mamá.

No debería sorprenderme, los Adams no tienen escrúpulos. Mi abuelo no era una buena persona, odiaba a mi madre con tanto ahínco que se encargó de destrozar a su familia, todo porque quería que su hijo se casara con una chica de buena familia y no con la hija de sus sirvientes. Mi padre siguió su ejemplo, y lo hizo aun peor. Yo tampoco soy una buena persona, a pesar de que quise serlo con ella.

Alguien toca la puerta, pero estoy demasiado confundido, demasiado herido como para alzar la cabeza.

—Dan, tu padre quiere hablar contigo —dice la voz de Becky.

Me quedo callado durante un segundo.

—Dile que se vaya a la mierda.

Esquivo a mi nana, quien intenta agarrar mi codo, no se lo permito, ni siquiera ella podrá ayudarme esta vez. Dando pasos largos salgo, voy a la salida.

—Nos largamos —les digo a los chicos, quienes siguen en la sala.

Y no hace falta que lo repita, se ponen de pie y no me preguntan qué sucede.

El camino al club es una tortura, mis labios están sellados, ni siquiera me atrevo a moverme pues temo que me romperé en cualquier momento, me está costando trabajo parecer sereno. Los chicos vitorean cuando me detengo en el estacionamiento de The Garden.

Bajo del auto y camino hacia la entrada del bar sin esperar al equipo, los atronadores latidos de mi corazón me asustan. Cuando entro al club me dejo caer en un sillón frente al escenario, rechazo los tragos que me ofrecen las meseras.

La anuncian, ella sale e inicia un baile sensual. Tan mística y perfecta, tan misteriosa. Aprieto los puños en mis muslos, esta vez veo detalles que antes no vi. Yo conozco esas curvas, yo he visto esa sonrisa engreída, yo sé quién es y saberlo me rompe el alma en mil pedazos.

Tess es Gardenia, ahora lo sé, ¿cómo pude ser tan ciego? Me siento asqueado, furioso y traicionado. ¿Y esos cheques en el escritorio de mi padre? Son tantas las preguntas, pero esta vez no dejaré que me hechice con sus poderes de seducción. Es irreal, es como si estuviera en el desierto viendo un espejismo. La única vez que me enamoro, y me enamoro de una maldita mentirosa que juega conmigo.

Aprieto la mandíbula con rabia al recordar lo mal que me sentí por haber querido jugar con ella al principio, seguramente se carcajeó de mí tantas veces, le di todo lo bueno que había en mi interior, le mostré hasta las partes que desconocía. Cuando la música se apaga, me pongo de pie y salgo del puto bar, sé que los chicos me están siguiendo, me preguntan qué está sucediendo, me piden que me detenga y hable con ellos como si de verdad les importara un carajo. Doy la vuelta y camino hacia la puerta trasera. Y lo consigo. Algunas chicas gritan cuando me ven adentro, el hombre que resguardaba la entrada se acerca a toda velocidad.

—¿Usted qué hace aquí? ¿Quién lo dejó pasar? —Me giro para ver al hombre que siempre me dijo que Gardenia no podía salir—. Debe irse de aquí si no quiere meterse en problemas.

Estoy parado en medio del pasillo sintiéndome como la mierda, furioso hasta el infierno, queriendo golpear el rostro de alguien. Y es cuando la encuentro, ella sale alarmada de un cuarto.

Como si fuera la primera vez que la veo, mis ojos barren su cuerpo desde abajo, esa figura que antes me parecía tan inalcanzable, pero al fin puedo ver quién es Tessandra Winter: una mentirosa, embaucadora y trepadora que solo busca el dinero de mi familia, de mi puto padre. Creí que estaba conmigo por lo que de verdad significaba, pero lo más probable es que haya visto al hijo de George Adams como un escalón para llegar al pez gordo. Y lo consiguió.

—¿Dan? —Su voz ya no me suena tan dulce, ni sus ojos tormenta que me miran con pánico. No, ya no puedo verla como antes, lo único que deseo es no tenerla frente a mí nunca más—. ¿Qué haces aquí?

Una mueca sarcástica se forma en mi boca, mis gestos se arrugan con asco al ver cómo intenta acercarse, ella se detiene al ver mi reacción.

—Te preguntaría eso mismo, pero es bastante obvio —digo con un mal sabor de boca. Esta chica probablemente me ha arruinado para siempre. No dice nada, se queda parada viéndose pequeña y frágil, pero sé que solo estoy intentando ver a la Tess que creí que era. Hago el amago de irme porque no soporto verla, tenerla cerca, saber que me mintió todo este tiempo.

—¡No, Dan! ¡Espera! —Una de sus manos agarra mi antebrazo, me quito de su agarre como si quemara, no detengo mis pasos—. Dan, por favor, déjame explicarte, todo tiene una explicación.

Sus brazos rodean mi cintura para detenerme, pero no puedo soportar que me toque, quiero vomitar. Agarro sus manos con rabia, me giro y la obligo a alejarse, se tambalea y me observa con asombro. Sus ojos recorren mis facciones como si quisiera encontrarme, no voy a permitir que vuelva a engañarme.

—¡¡No me toques!! ¡¡No quiero tener tus sucias manos en mí!! —grito, el hombre que observaba el espectáculo se acerca y se coloca a sus espaldas, eso solo hace que vea rojo, seguramente es uno de sus amantes—. ¿Una explicación dices? ¿Explicarme qué, Tess? ¿Que me estuviste viendo la cara todo este tiempo cuando yo intenté ser sincero contigo? ¿Qué me quieres explicar? ¿Me vas a decir más mentiras? No me importan tus putas explicaciones...

Sus ojos se empañan, no sé qué me molesta más: que me haya mentido o que siga actuando como si no lo hubiera hecho.

—Dan, te juro que hay explicación. —Su voz sale temblorosa, definitivamente es una gran actriz.

—No necesitas hacerlo, sé lo que intentabas hacer, ¿cuánto dinero querías sacarme, Tess? Si lo que querías era eso hubieras salido una de las tantas veces que te lo pedí y te hubiera dado miles por una mamada, no necesitabas hacer todo tu espectáculo. Pero ya sé qué querías, dime ¿también te revolcaste con mi padre?

Da un paso atrás como si la hubiera abofeteado, quita los ojos nublados para mirar la pared, se abraza el cuerpo y cierra los párpados para dejar escapar unas cuantas lágrimas. Sus labios tiemblan, siento esas ganas de sostenerla y escucharla, pero el dolor de su traición es tan grande que no puedo... no puedo siquiera mirarla.

—Solo quiero que sepas una cosa: tenías razón —continúo, necesitando herirla para que sienta un poco lo que yo siento ahora, que se quede con el vacío en el pecho y la herida que me ha creado, una que no creo que sane nunca—. Ahora sé que eres una bailarina y una prostituta, y no puedo mirarte de otra forma; tenías razón cuando me dijiste que me darías asco.

No compruebo si mis palabras hicieron lo que quería porque salgo casi corriendo de ahí al sentir que me quedo sin aire.

El equipo se queda en la acera, ellos vieron todo, escucharon todo. Ya no me importa.

Recuerdo aquella ocasión en la que me bailó en el club y en mi habitación, no puedo creer que lo haya actuado con tanto descaro. Se estuvo burlando de mí en mi jodida cara.

Enciendo el motor y me largo solo, manejo rumbo a la casa de Amber, siento que debo sacar esta rabia y no se me ocurre nadie más; después de todo, somos iguales. Ella abre la puerta, va a hablar, pero la ataco. La beso brutalmente y ella me corresponde con el mismo desenfreno.

Y a pesar de eso, no siento nada.

No siento la galaxia que veo cuando beso a Tess ni las cosquillas que me producen sus manos cuando abraza lentamente mi cuello ni los huesos de su cadera al topar con los míos cuando la aprieto o la sensación de paz cuando puedo oler su perfume a flores. Necesito sentir su sonrisa en mi boca cuando su lengua toca la mía o su respiración entrecortada cuando toco su pierna, la manera en la que ríe cuando le digo algo grosero. Necesito nuestras bromas y juegos, sentir su mano en la mía, verla en mis partidos y saber que está ahí por mí, como nadie nunca lo había hecho. Necesito su voz diciendo mí nombre, la forma en la que se arruga su cara cuando hace pucheros, sus dientes en el lóbulo de mí oreja, la necesito porque me veía en el reflejo del brillo de sus ojos.

Pero no puedo, no la puedo perdonar, no la quiero perdonar.

Subimos a su habitación e intento arrancarle la ropa porque necesito dejar de pensar en Tess, necesito sacarla de mi sistema, de mis entrañas.

Sin embargo, no lo logro, no puedo siquiera tocarla porque ella está clavada como una estaca. Lanzó un gruñido de desesperación y hago a Amber a un lado con rudeza, me mira asombrada y con sus párpados bien abiertos.

—¡Vaya! Vienes muy enojado. ¿Qué te hizo?

No debería decirle porque sé cómo es, me siento mal cuando abro la boca y le explico lo que vi, lo que Tess es. Me siento como un monstruo porque sé que lo estoy haciendo para que alguien la lastime ya que soy muy cobarde como para hacerlo yo mismo. Le digo que es una bailarina en The Garden, que baila todos los viernes por la noche y que recoge el dinero que los hombres avientan al escenario.

Amber acaricia mi espalda como si entendiera lo que estoy sintiendo, pero no lo hace, sé que no lo hace. Lo único que le importa es dañar a otros para sentirse mejor, lo que la mantiene de pie es el sufrimiento de los demás pues de esa manera se asegura de no ser la única sufriendo en el mundo.

Salgo de la cama y me voy de ahí lo más rápido que puedo. Creo que me ahogaré si no me refugio en otro lado, ya no sé si me siento así por lo que descubrí o por querer vengarme de alguna forma, aunque sé que eso va a destrozarla. Nada se compara a las noches en las que la acaricié y me dejé tocar el corazón. Nada se compara con el sabor de su aliento y el sonido de su voz llamándome y pidiéndome entre jadeos que nunca la deje.

Manejo por las calles, solo dando vueltas y vueltas. Compro alcohol, empiezo a tomar mientras conduzco, sintiendo al líquido resbalar por mi garganta y quemar, aprieto mi agarre en el volante para no echarme a llorar.

Una vez en casa subo a mi habitación lo más rápido que puedo, por el rabillo del ojo veo a Becky en la cocina, pero no me detengo a saludarla porque no quiero que nadie me mire. Cierro la puerta con un portazo y pongo el seguro para que nadie pueda molestarme. Abro otra botella y me mantengo ahí, de pie.

Tomo, no dejo de recordarla, no paro hasta que no puedo más y pierdo la razón.



Una fuerte punzada me despierta, me levanto e inmediatamente me arrepiento, la cabeza me va a explotar. Apretujo los ojos para acostumbrarme a la luz. Me encuentro aturdido al principio, luego veo la botella en el suelo y recuerdo todo.

Me dejo caer en la cama una vez más, huelo asqueroso. Sin embargo, una estela de su olor me embriaga. La busco, pero no está aquí, es la puta almohada. Decido ignorar su aroma. Tomo una ducha, permanezco debajo del chorro por mucho tiempo mirando los azulejos y sintiendo las lágrimas resbalar por mis mejillas, quizá si lo hago en este sitio pueda fingir que son las gotas del agua.

Cuando salgo me visto con mi pijama, un golpeteo en la puerta me sobresalta.

—Dan ¿estás bien? —La voz preocupada de Becky se escucha del otro lado.

—Sí, muy bien.

—Hijo, Tess está aquí y dice que necesitan hablar, ¿quieres que la pase o vas a bajar?

Mi corazón se estruja al saber que está tan cerca, voy a abrir para ir a buscarla, sin embargo, me detengo antes de girar la perilla.

—Dile que se vaya a la mierda, que estoy con una chica y no puedo atenderla.

Escucho el silencio de mi nana, su suspiro profundo, sé que no le dirá eso y en cierta forma se lo agradezco.

—Gracias, Becky, no es necesario que lo digas. —Es la voz de Tess la que dice eso, apoyo la frente en la madera con los pedazos de mi corazón palpitando. Ella vino a verme después de todas las cosas horribles que le dije, y ahora piensa que me revolqué con otra.

No escucho nada más y no hago el intento de ir a explicarle que no es lo que cree, que solo estoy dolido y no sé cómo sacar el dolor. Mis papás me hirieron de pequeño y lo único que hice fue ignorar y fingir, así que eso es lo que hago: finjo que no me estoy dividiendo por la mitad e ignoro las ganas que tengo de ir tras ella.

Me voy a dormir al colchón, abrazando la almohada, tratando de impregnar en mi cuerpo la poca presencia de su aroma, pues es lo último que me queda.


* * *

¿Quién está triste? ¿Quién está enojado? :c

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