Capítulo 21
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T E S S A N D R A
La última vez que vine a los terrenos de la feria, había un grupo de gente apostando, hoy todo es familiar y colorido.
Mi acompañante y yo nos sentamos en un carruaje blanco, James y Mags en otro unos cuantos cajones atrás. Hay luces por todas partes, puedo ver algunas partes del rostro de Dan iluminadas y otras oscuras, causando un semblante sombrío. Su nariz acaricia mi oreja, me derrito instantáneamente con el toque. Huele bien, a yerbabuena. Vuelvo mi cara y miro cómo sus ojos se dilatan, nos devoramos las bocas el uno al otro, sonrío en sus labios cuando juega con mi lengua.
Cuando el carrusel se detiene me enjaula por la cintura para bajar juntos, los otros dos se unen a nosotros emitiendo risitas.
—¿Nos vamos? Ya está refrescando. —Margaret se estremece, así que James la abraza.
Cuando llegamos a la casa de Dan, él nos conduce por un pasillo y bajamos unas escaleras hasta llegar a otra salita. Las paredes son de madera oscura, hay una pantalla en el centro de la habitación, frente a esta hay una hilera de sofás negros. El otro par toma asiento, los dos se acurrucan. Dan se mueve por todas partes, yo me dejo caer en mi asiento.
Se reúne conmigo, su brazo pasa detrás de mis hombros y me aprieta contra él. La pantalla se enciende y una película de acción empieza a rodar. Me acurruco contra el cuerpo de Dan, mientras él observa el espectáculo.
A mitad del filme echo mi cabeza hacia atrás, recostándola en la curvatura de su hombro. Él baja el rostro al sentir mi nariz en su mandíbula, percibo su respiración acelerada igualando la mía y su cálido aliento que se acerca; roza nuestras narices y nuestros labios con extrema suavidad, casi como si temiera romperme.
—Nos van a ver —susurra, desvío mi vista al dúo a nuestro lado, pero me lo impide sosteniendo mi barbilla y, antes de que pueda pensar en algo coherente, me besa. Profundo. Delicioso. Me palpita el corazón tan rápido que creo que es posible que se salga de mi pecho.
Sus ojos son brillantes, está respirando pesadamente al igual que yo. Este hombre provoca cosas que jamás pensé que sentiría, que nunca quise sentir. Trago fuerte.
No merezco esto, siento que la tristeza se apodera de mí, recuesto mi cabeza en su hombro y mantengo, gracias a mis párpados, las lágrimas. Es tan perfecto, tan cariñoso y detallista, es inteligente y está enamorado de mí... No, no está enamorado de mí, está enamorado de lo que cree que soy.
No quiero perderlo, no quiero perder lo que soy cuando estoy con él. Rodeo su cintura con mis brazos y me entierro en su pecho. ¡Oh, Dan! ¿Qué voy a hacer cuando me odies? Empiezo a llorar, llevo una mano a mi cara para limpiar las lágrimas. Respiro, tratando de contenerme y de calmarme. Intenta ver mi rostro, no se lo permito pues me pego más a él, así que me abraza más fuerte.
Me arrepiento tanto. Me arrepiento de haber permitido que se metiera debajo de mi piel, pero más me arrepiento del día que llegué al club y acepté la oferta de trabajo. Lili vale todos los esfuerzos, sin embargo, ese día estaba tan cansada que debí haberme tranquilizado, debí haberme esforzado más buscando otro empleo.
Escucho que la película termina, el silencio es interrumpido por la música de los créditos. Levanto la barbilla y observo la expresión preocupada de Dan, me levanto del sillón porque necesito un respiro o, de lo contrario, explotaré.
—Necesito ir al baño. —Mi voz es temblorosa.
—Claro, mariposa, está justo ahí. —Señala una puerta que no había visto antes.
Cuando entro cierro tras de mí, me detengo frente al espejo y comienzo a llorar al ver mi reflejo, justo como siempre hago, sintiéndome como un gran desastre. Me sobresalto al escuchar un golpe.
—Tessilly, soy yo, ¿puedo entrar? —Mags susurra desde el otro lado.
—Sí, pasa.
La puerta se abre, una curvilínea de cabellos negros entra mirándome preocupada, se acerca a mí dando zancadas y limpia mis lágrimas con sus pulgares.
—¿Qué está mal, Tess?
—Yo, Mags, si Dan se entera me va a detestar.
Más lágrimas salen de mis ojos sin permiso, casi como si fuera un diluvio.
—Cuando una persona ama a otra la acepta con sus errores y sus problemas. Si él no te acepta quiere decir que no te amaba como creías que lo hacía.
—Soy una bailarina exótica, Mags, le hice un maldito baile, escondida detrás del antifaz, ¿cómo diablos me va a aceptar?
Mi voz tiembla, ni siquiera puedo hablar con claridad debido a mi falta de aire.
—¿Y eso qué? También eres una persona extraordinaria que lucha por la vida de su hermana con leucemia, una hija que ayuda a su madre a salir adelante, una estudiante brillante y dedicada, la mejor amiga que existe y alguien que sabe amar.
Mi labio inferior tiembla, ella me enfunda en un abrazo.
—Gracias, Maggie.
La puerta se abre de golpe y un preocupado Dan se aproxima a nosotras. Margaret se echa hacia atrás, me guiña y se va, dejándome con el apuesto dios griego que me observa con preocupación. Por un corto momento veo nubloso y me tambaleo, temo caerme, pero me estabiliza tomándome por el codo, evitando que pierda por completo el equilibrio.
—¿Estás bien? Háblame —Su pulgar en mi brazo comienza a moverse, impartiendo una serie de caricias que me tranquiliza.
—Estoy bien, solo recordé algo de mi padre, eso es todo. —Miento, como siempre.
—¿Quieres que hablemos? ¿Les digo que se vayan?
—Oh, no, estoy bien, estaría mejor si me besaras. —Necesito sentirlo, necesito estar cerca de él antes de que se entere y me deje. Miro su sonrisa maliciosa, así que pongo de puntitas y beso su mandíbula, después llevo mis manos hasta su cuello y lo atraigo a mi boca. Trato de grabar en mi mente su sabor porque no sé qué día va a terminar—. Dan, cuando se vayan, ¿podrías hacer algo por mí?
—El que quieras, mariposa, tu dime y yo te lo doy —susurra entre besos.
—¿Me dejarías hacerte el amor?
Él gime.
Me carga y me deposita en la piedra de los lavabos, colocándose entre mis piernas.
—Estaría encantado, siempre lo estoy cuando se trata de ti.
Al salir del bañito, la cena ya está lista y esperándonos. Hay tres cajas de pizza y latas de refresco en una mesita. Los chicos se sientan en los sillones, yo me dejo caer en el suelo a un lado de la pequeña mesa junto con Maggie, a quien le paso una soda de naranja. Inspecciono las cajas, una es de pepperoni, una de jamón con champiñones, arrugo la nariz cuando me doy cuenta de la otra.
—¿A quién de ustedes dos le gusta la pizza de piña? —Señalo a James y a Dan.
—A tu novio, cariño. —Me mira, divertido, mientras me dedico a arrugar el gesto y él a morder una rebanada. Es un sacrilegio.
Cenamos, Dan y James hablan sobre algún partido de básquetbol, entretanto Maggie y yo susurramos nuestra propia conversación.
—¿Te acuerdas de la amiga de Amber? La de cabello corto. —Asiento y muerdo la punta, dejando que el queso se deshaga en mi lengua—. La muy maldita inventó un rumor sobre James estando con ella. Le reclamé en medio de la biblioteca, pero me aclaró todo, no recordaba que habíamos estado juntos, fue vergonzoso.
Estallo en carcajadas, Mags se sonroja y me mira disgustada.
Media hora después, recargo todo mi peso en una de mis piernas, estamos solos en su recámara. Está sonriéndome de oreja a oreja, de pie frente a su cama. Me posiciono junto a él y observo su cuerpo, su rostro.
No debo llorar ahora, no debo llorar ahora, no debo llorar ahora. Me lo repito una y otra vez.
Dan levanta con sus dedos mi barbilla, justo como lo hizo más temprano, para que nuestras miradas se encuentren. Sus ojos son hermosos, me encantan porque puedo verlos y percibir lo que siente, son claros. Sonrío con lentitud, él frunce el entrecejo, con mis dedos trato de relajar esa zona tensionada.
—¿Estás bien, mariposa?
—Sí, solo quiero mirarte —respondo con un nudo en mi garganta amenazándome.
Me atrae a sus brazos, es como si mi cuerpo estuviera hecho especialmente para él. Miro sus labios y recuerdo la primera vez que me besó, lo bien que se sintió. Juro que intento controlarme, sin embargo, mis ojos se nublan y las lágrimas caen. Dan las limpia con sus dedos y besa mi sien una vez. Tengo que decirle pronto, aunque corra el riesgo de que me rechace, no puedo seguir con esto, con algo que está destinado a terminar.
—¿Por qué lloras? —pregunta.
—Tengo miedo —susurro, ahogándome con mis propias palabras.
—¿Miedo a qué?
—A ti, a enamorarme perdidamente, a necesitarte con cada parte de mí, a aprender a vivir contigo; y después perderte, perder lo que amo y necesito para vivir.
—Tú no me vas a perder, mariposa, recuerda que la que tiene alas para volar eres tú.
Me aferro a sus brazos, sintiendo que lo estoy perdiendo, que se irá en cualquier minuto, ni siquiera sé por qué me comporto de este modo, lo tengo a mi lado; pero sé que lo voy a perder, que sus ojos van a cambiar y su corazón también.
Dan besa mis lágrimas, ligeros toques como plumas que me hacen polvo el alma. Me acerco a su boca y lo beso despacio, presionándome contra él. Una de sus manos acaricia mi espalda y la otra cepilla mi cabello, terminamos desnudándonos con infinita paciencia.
Se sienta en el borde de la cama y yo me coloco a horcajadas, pone sus manos en mis muslos y traza círculos. Lo beso de nuevo, tratando de impregnarme y deseando que nunca me olvide, deseando que nunca me odie.
Le doy besos y caricias por todas partes. Lo memorizo. Tiene un pequeño lunar en su flanco derecho y una cicatriz en su muslo izquierdo, sus manos hacen ver pequeñas a las mías. Me hundo en él, sintiendo la presión que provoca en mi interior. Hay lágrimas corriendo por mis mejillas, no lo tocan debido a que las quito con mi lengua, no quiero que me vea llorar ahora. Me dejo llevar por nuestros movimientos y llegamos juntos suspirando nuestros nombres.
Me relajo en su cuerpo, grabando su olor. Yerbabuena.
—Te vi llorar, Tess, dime qué está mal.
—Es solo... solo que yo... —Sería un buen momento, luego pienso en su posible reacción y sé que no soportaría que me rechazara ahora, no cuando acaba de hacerme el amor de forma dulce y desinteresada—. Me estoy enamorando, tengo miedo, solo eso.
—Sentí que te despedías de mí, ¿no es eso verdad?
Mi pecho se oprime y una vez más se forma un nudo en mi garganta.
—Jamás te dejaría, Dan, nunca te lastimaría a propósito, lo sabes, ¿verdad?
—Por supuesto que lo sé, ¿por qué preguntas?
—Quiero que sepas que no importa lo que pase, no importa lo malo, siempre formarás parte de mí —digo a lo que él esboza una sonrisita, veo pasar algo por sus ojos, pero no distingo qué es.
—Siempre formarás parte de mí también, mariposa, no importa qué.
Aprieta su agarre y yo el mío.
—Grábate esto: jamás sentí esto por nadie, solo eres tú y me atrevo a decirte que siempre lo serás.
Pero él no tiene idea de qué estoy hablando.
—Y tú debes saber que nadie me provoca los sentimientos que tú me haces sentir, tú eres la primera que hizo latir a mi corazón.
Mis ojos se hacen agua y los cierro con fuerza para regresar la melancolía a su lugar. No quiero que acabe esto nunca.
—¿Qué pasará cuando te gradúes? Solo te queda este año.
—Voy a quedarme a tu lado, después veremos lo que haremos, ¿qué te parece?
Un futuro con él, eso suena bien. Tengo que decirle ya. Tiene que saberlo, él me ama, él me va a comprender, va a estar a mi lado. Lo sé, lo veo en sus ojos.
Nos quedamos silenciosos por un instante, luego me da la vuelta girando su cuerpo, se posiciona encima de mí abrazando mi torso y enterrando su cabeza en mi cuello. Siento cómo traza con sus dedos mi clavícula, deposita besos en mi piel hasta que mis poros se levantan, entonces saca su lengua y la recorre con movimientos lentos y suaves que me hacen suspirar.
—Te amo.
Todo el aire sale de mis pulmones al escuchar ese conjunto de letras, mil mariposas revolotean en mi estómago, mis venas se calientan y el corazón se me acelera.
Se echa hacia atrás levantando la cabeza y me enfoca con una sonrisa.
—Dan, también te amo.
Él abre su boca con asombro y respira profundo.
—Dilo de nuevo —pide en un susurro.
—Te amo, Dan.
Cerramos las distancias. Acaricia mi muslo desnudo, creando un sinfín de cosquilleos que se profundizan cuando sus yemas recorren mi sensibilidad con lentitud.
—Jamás olvides lo que significas para mí —murmura.
Su mano no se detiene, acelera el ritmo hasta que siento que explotaré y lo hago. Me hundo en la marea y me retuerzo cuando me muestra las estrellas con sus caricias.
Sé con seguridad que no volveré a encontrar a alguien como él, sé que con nadie sentiré lo que me hace sentir. Dicen que ese tipo de amor lo encuentras solo una vez, solo le pido a la vida que lo mantenga a mi lado.
Me da mucho miedo que nuestras estrellas se pierdan en la inmensidad del universo.
* * *
Ay </3 estas partes siempre me ponen sensible jajaja.
No olviden dejarme su comentario y su estrellita si les gusta la lectura. Pueden unirse a mi grupo de lectores en facebook "Lectores de Zelá Brambillé".
Les mando un besito.
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