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Felix despertó al amanecer, pero la luz del sol no le trajo la calma que esperaba. A pesar de la quietud de la mañana, su mente seguía dando vueltas, atrapada en lo que había sucedido la noche anterior. La casa, o más bien el refugio improvisado en el que se encontraba, estaba en completo silencio. El aire olía a tierra y a polvo, y el sonido de su respiración era lo único que le aseguraba que seguía vivo.
Se sentó en la cama, observando el entorno. Las paredes de ladrillo, las ventanas sucias, el mobiliario básico que no decía mucho sobre el lugar pero sí sobre la gente que lo habitaba. No había lujo ni adornos. Solo utilitario. Y de alguna manera, eso le tranquilizó. Aquí no había pretensiones. Aquí, en este lugar sucio y sombrío, parecía haber algo genuino. Algo auténtico.
Se levantó de la cama y caminó hacia la ventana. Afuera, las calles estaban vacías, pero un par de coches se deslizaban por el asfalto como sombras en la penumbra. Felix sentía una mezcla de ansiedad y excitación. Había dado un paso irreversible en su vida, y no sabía qué iba a encontrar al otro lado. Estaba a punto de unirse a un mundo oscuro, un mundo lleno de secretos, violencia, y reglas que no comprendía. Y, sin embargo, algo dentro de él, una voz que nunca antes había escuchado, le decía que lo necesitaba. Que debía estar ahí, con Hyunjin.
El sonido de un motor acercándose rompió el silencio, y un par de segundos después, alguien golpeó la puerta con fuerza. Felix se tensó y caminó rápidamente hacia ella, sin perder el ritmo de su respiración. Con una mano, abrió la puerta.
Hyunjin estaba allí, de pie, con su habitual porte de seguridad. Su mirada estaba fija en Felix, pero algo en sus ojos parecía más profundo hoy, como si estuviera evaluando algo que había decidido al fin.
-Es hora de que aprendas las reglas del juego -dijo Hyunjin, su voz grave y segura.
Felix sintió un escalofrío recorrer su espina dorsal. Sabía que las palabras de Hyunjin no eran solo una invitación, sino una sentencia. Algo dentro de él ya lo había dejado claro: no había vuelta atrás.
-¿Estás listo? -Hyunjin añadió, sin un atisbo de duda.
Felix respiró hondo, sintiendo cómo la decisión pesaba sobre él. Era un "sí" o "no" definitivo, pero en su pecho, donde normalmente había inseguridad, ahora solo quedaba una determinación profunda, esa necesidad inexplicable que sentía cuando estaba cerca de Hyunjin.
-Sí. -La palabra salió de sus labios como si hubiera estado esperando para pronunciarla durante años.
Hyunjin asintió con una sonrisa pequeña y peligrosa.
-Entonces ven conmigo.
Felix siguió a Hyunjin fuera del refugio. El aire frío de la mañana golpeó su rostro, haciéndole sentir un ligero vértigo. Las calles desiertas parecían más desoladas ahora, y el sonido de sus pasos resonaba con fuerza mientras se dirigían hacia una camioneta que esperaba estacionada en la esquina.
A medida que se acercaban al vehículo, Felix notó que el ambiente había cambiado. Había una presencia en el aire, una tensión palpable, como si algo grande estuviera por ocurrir. No estaba seguro si la sensación de incomodidad provenía de su propio miedo o de algo que no podía ver.
-¿A dónde vamos? -preguntó Felix, sin poder evitarlo. Había una necesidad urgente de saber más, aunque en el fondo sabía que las respuestas que buscaba no llegarían fácilmente.
-A un lugar donde las decisiones se toman rápido, y donde los que no saben cómo jugar... no duran mucho. -La voz de Hyunjin era tranquila, pero su tono transmitía todo el peligro que implicaba lo que estaba a punto de suceder. -Te va a tocar demostrar de qué estás hecho, Felix. Y créeme, este es el momento que todos temen, pero pocos enfrentan. Aquí no hay espacio para los débiles.
El vehículo arrancó y comenzó a avanzar por las calles, tomando giros rápidos que Felix apenas podía seguir. La ciudad comenzaba a desmoronarse ante sus ojos mientras se adentraban en una zona más industrial, más oscura. Ya no había luces brillantes ni tiendas llenas de gente. Ahora solo había sombras y edificios en ruinas.
Finalmente, el coche se detuvo frente a un edificio que parecía una fortaleza. Las paredes de concreto eran altas, sin ventanas visibles, con puertas blindadas. Un par de hombres, robustos y armados, estaban de pie junto a las puertas, esperando.
Felix observó en silencio. Cada paso que daban los acercaba más a una verdad de la que no podía escapar. El edificio representaba algo mucho más grande que lo que podía entender. Era un símbolo de poder y control, y todo dentro de él parecía invocar la ley de la calle: "el que tiene poder, gobierna. Y el que no, es pisoteado".
Hyunjin se adelantó hacia los guardias, su postura firme y confiada. Los hombres lo saludaron con una inclinación de cabeza, sin decir palabra alguna, pero Felix vio el respeto en sus ojos. No era solo la intimidación lo que los mantenía en su lugar, sino algo más profundo.
-Bienvenido al corazón del juego -dijo Hyunjin, volviendo su mirada hacia Felix con una sonrisa de satisfacción.
Dentro del edificio, la oscuridad era aún más profunda. El aire era denso, pesado con el olor de tabaco, whisky y algo que Felix no podía identificar. Había voces murmurando por todas partes, pero al entrar, todo se detuvo por un segundo. Todos los ojos se posaron en ellos, y Felix sintió como si el mundo entero lo estuviera observando. Era una sensación rara, incómoda, como si estuviera en el centro de algo mucho más grande que él, y por primera vez, el miedo parecía palpable.
Hyunjin caminó con paso seguro hacia una mesa en el centro de la sala, donde varias personas estaban sentadas. Algunas parecían ser de la misma calaña que él, otras más vestidas de manera elegante, como si hubieran surgido de un mundo diferente, pero todos compartían algo: poder.
-Toma asiento -dijo Hyunjin, señalando una silla vacía junto a él. Felix se acercó lentamente, sin dejar de sentir la mirada de todos sobre él.
Se sentó, sintiendo cómo la tensión en el aire aumentaba. Hyunjin se acomodó junto a él, su presencia imponente, casi como una sombra protectora, pero también desafiante.
-Ahora, es tu turno de aprender a jugar -dijo Hyunjin, mientras todos los ojos se volvían hacia ellos, esperando que Felix diera el siguiente paso.
Felix tragó saliva. Estaba dentro, y ya no había forma de retroceder. Tenía que demostrar que podía cabalgar o morir en el proceso.
Read you soon...
-Mimi 🦋
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