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31

El sol de la tarde entra por las ventanas de la sala de entrenamiento en la mansión Malisorn. Es un espacio amplio, con espejos en las paredes y un suelo acolchonado perfecto para practicar cualquier tipo de ejercicio. Faye está en el centro del lugar, con un pantalón deportivo negro y una camiseta ajustada, mientras calienta sus muñecas y observa a Yoko, que parece mucho menos entusiasmada con lo que está a punto de suceder.

─¿Estás segura de que esto es necesario? ─pregunta Yoko, cruzada de brazos, con una expresión de ligera duda.

─Absolutamente ─responde Faye, ajustando sus guantes de entrenamiento─. No voy a dejar que andes por ahí sin saber cómo defenderte.

Yoko suspira, pero asiente. Se quita sus zapatillas y se acerca al centro de la sala, con un conjunto deportivo que claramente ha sido comprado para la ocasión, pero que parece mucho más pensado en la estética que en la funcionalidad.

─Muy bien, ¿por dónde empezamos, señora experta en todo? ─bromea Yoko, con las manos en la cintura.

Faye sonríe, con una chispa juguetona en sus ojos.

─Primero, postura. Si no te paras bien, cualquier movimiento que hagas será inútil.

Faye se posiciona frente a Yoko y le muestra cómo colocar los pies, ligeramente separados, y cómo mantener los brazos levantados para protegerse. Yoko intenta imitarla, pero su postura es más torpe que intimidante.

─No, no así ─dice Faye, acercándose para ajustar los pies de Yoko con sus manos. Después, coloca suavemente sus brazos en la posición correcta─. Ahí, eso está mejor.

─¿Y ahora qué? ─pregunta Yoko, mirando a Faye con una mezcla de curiosidad y nerviosismo.

─Ahora, vamos a practicar cómo liberarte si alguien te agarra por la muñeca ─explica Faye, agarrando la muñeca de Yoko con una firmeza controlada─. Mira, el truco es girar hacia donde está el espacio entre mis dedos y tirar con fuerza.

Yoko asiente y lo intenta, pero apenas logra mover la mano de Faye.

─Vamos, puedes hacerlo mejor que eso ─dice Faye, con una sonrisa desafiante.

─¡Estoy intentando no lastimarte! ─responde Yoko, frunciendo el ceño.

─Créeme, no vas a lastimarme. Dame tu mejor esfuerzo.

Yoko respira hondo, cierra los ojos por un segundo, y esta vez tira con más fuerza. Aunque no lo hace perfectamente, logra soltar su muñeca.

─¡Lo hice! ─exclama Yoko, con una sonrisa de triunfo.

─Eso estuvo bien ─admite Faye, asintiendo con aprobación─. Pero vamos a hacerlo de nuevo hasta que salga natural.

─¿Otra vez? ─gime Yoko, dejando caer los brazos con dramatismo.

─Sí, otra vez. Si algún día estás en peligro, querrás que esto sea un reflejo, no algo que tengas que pensar.

Después de varios intentos más, Yoko empieza a mejorar. Aunque sigue siendo un poco torpe, Faye no puede evitar sentirse orgullosa de su esfuerzo.

─Ahora probemos con algo más avanzado ─dice Faye, con una sonrisa que a Yoko no le inspira mucha confianza.

─¿Avanzado? Apenas estoy sobreviviendo a lo básico ─se queja Yoko, retrocediendo un paso.

─No te preocupes, no te voy a lanzar al suelo... todavía.

Faye le muestra cómo reaccionar si alguien intenta empujarla desde atrás, usando el peso de su oponente en su contra. Sin embargo, cuando llega el turno de Yoko de intentarlo, las cosas no salen como se esperaba.

En lugar de hacer el movimiento correcto, Yoko pierde el equilibrio y cae al suelo, llevándose a Faye consigo. Ambas terminan enredadas en el suelo, con Yoko encima de Faye, quien la mira con una mezcla de sorpresa y diversión.

─¿Es esto parte de la técnica? ─pregunta Faye, arqueando una ceja.

─Tal vez estoy inventando una nueva —‎ ─responde Yoko, intentando contener la risa.

Faye sacude la cabeza, riendo suavemente, y antes de que Yoko pueda moverse, Faye la atrapa en un abrazo rápido, tumbándola suavemente a su lado.

─Eres increíblemente mala en esto, ¿sabes? ─dice Faye, con un tono que no es más que pura ternura.

─Pero me estás enseñando, así que es tu culpa si no soy buena ─responde Yoko, haciendo un puchero.

Faye sonríe, su mirada se suaviza y le da un beso en la frente. ─Está bien, pequeña torpe. No te preocupes. Aunque nunca seas una experta, siempre voy a estar aquí para protegerte.

─Y yo siempre voy a estar aquí para hacerte reír ─responde Yoko, abrazándola con fuerza.

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