28
Yoko se ha despertado temprano, algo poco común para ella. Mira a Faye, quien aún duerme profundamente, y sonríe. Se levanta con cuidado, evitando despertarla, y se dirige al salón, donde la espera su pequeño cómplice: el pequeño Sunny.
─Muy bien, Sunny, hoy es el gran día. ¿Listo para nuestra misión? ─susurra Yoko, atándole un pequeño lazo rojo alrededor del cuello.
En el lazo, Yoko coloca una nota escrita a mano que dice:
"Feliz cumpleaños a la mejor esposa del mundo. Tu primer regalo del día está abajo, pero el verdadero regalo soy yo... y Sunny."
Con Sunny listo, Yoko sube las escaleras y deja que el cachorro entre corriendo a la habitación. Faye, quien rara vez baja la guardia, se despierta al sentir al perrito saltar sobre la cama, ladrando suavemente.
─¿Qué mierda...? ─Faye comienza a decir, aún con la voz ronca de sueño, pero se detiene al ver la nota.
Sus ojos recorren las palabras, y una sonrisa se asoma en su rostro. Faye acaricia la cabeza de Sunny y luego se sienta en la cama, sosteniendo la nota.
─¿Dónde está esa mujer loca que tengo por esposa? ─murmura, claramente conmovida.
En ese momento, Yoko entra a la habitación con una bandeja de desayuno. Aunque el jugo está un poco derramado y las tostadas un poco quemadas, Faye no puede evitar sonreír al ver el esfuerzo de Yoko.
─Feliz cumpleaños, mi amor ─dice Yoko, dejando la bandeja sobre la cama y dándole un beso en la mejilla.
Faye observa la escena: Yoko con su sonrisa radiante, Sunny moviendo la cola emocionado y el desastroso pero encantador desayuno. Su corazón, generalmente protegido por una coraza, se derrite por completo.
─Esto es demasiado temprano para mí, pero... gracias, Yoko. De verdad. ─Faye toma la mano de Yoko y la besa suavemente.
Después de disfrutar el caótico pero encantador desayuno que Yoko le preparó, Faye se recuesta en la cama con una expresión de satisfacción. Yoko, sentada a su lado, tiene una sonrisa traviesa en los labios.
─¿Qué? ─pregunta Faye, arqueando una ceja mientras juega con el lazo rojo que Sunny aún lleva en el cuello.
─Todavía no he terminado contigo, cumpleañera ─responde Yoko, levantándose de un salto.
Antes de que Faye pueda decir algo, Yoko corre fuera de la habitación y regresa cargando una caja grande y decorada con papel dorado. La coloca con cuidado en el regazo de Faye.
─¿Otro regalo? ¿Qué hiciste ahora, Yoko? ─pregunta Faye con una mezcla de intriga y diversión.
─Abre y verás ─contesta Yoko, cruzando los brazos mientras observa expectante.
Faye, curiosa, rasga el papel y abre la caja. Dentro encuentra un álbum de cuero marrón con las iniciales "F+Y" grabadas en la portada. Al abrirlo, descubre que está lleno de fotos y recuerdos que Yoko ha recopilado en secreto durante meses.
La primera página tiene una foto de su primera boda: Yoko, un poco alborotada pero radiante y risueña, mirando a una Faye que intentaba ocultar su nerviosismo detrás de su actitud seria.
─¿Por qué...? ─pregunta Faye, tocando la foto con suavidad.
─Porque no lo recuerdo con exactitud pero es nuestro primer encuentro. Aunque yo luzca así, tú tienes cara de que te vas a desmayar antes de si quiera aceptar ─Yoko ríe mientras Faye finge estar ofendida.
A medida que Faye pasa las páginas, encuentra pequeños detalles que la conmueven profundamente: entradas de cine de sus primeras citas, servilletas con dibujos que Yoko hizo mientras esperaban en restaurantes, y fotos espontáneas de momentos cotidianos que Yoko había capturado sin que Faye lo notara.
En una página particular, Yoko pegó una foto de Sunny el día que lo adoptaron, acompañada de una nota que decía: "Nuestra pequeña familia comenzó aquí."
Faye, conocida por su estoicismo, siente que una lágrima amenaza con escapar.
─¿Te gusta? ─pregunta Yoko, un poco insegura.
Faye cierra el álbum con cuidado, lo deja a un lado y toma la mano de Yoko, atrayéndola hacia ella.
─Me encanta. Pero, Yoko, tú sabes que no necesito esto, ¿verdad? Todo lo que quiero está justo aquí.
Yoko sonríe, inclinándose para besarla suavemente en los labios.
─Lo sé, pero quería que tuvieras algo tangible, algo que puedas mirar cuando estés lejos o cuando estés teniendo un mal día.
Faye abraza a Yoko con fuerza, permitiéndose un momento de vulnerabilidad que sólo su esposa logra sacar de aquella manera.
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