21
Es año nuevo en Estados Unidos, Yoko ha pasado gran parte del día probandose vestidos. Faye le pidió que la acompañara a una fiesta organizada por un socio importante donde asistirían incluso celebridades, algo que a Yoko le encantó.
Como es costumbre, buscaba algo que combinara con un traje de Faye, quien solamente caminaba de aquí para allá detrás de ella en todas las tiendas. Faye quería enviar a Sak para esto mas Yoko quería su opinión.
Además, Yoko descubrió que sus pucheros son la debilidad de su esposa.
Despues de lo que parecieron horas, Faye ve a Yoko salir del probador con un top y falda color negro con detalles en blanco, un conjunto que logra hacerla respirar con dificultad. La parte baja de las prendas abrazaba la cintura y muslos de Yoko de tal forma que Faye tuvo que parpadear y moderse el labio para evitar lanzarse sobre ella.
No solo son los pucheritos de Yoko, o incluso sus ojos. Es todo de ella. Faye ama todo de Yoko, sus rabietas, su torpeza, su amabilidad, su sonrisa... Faye incluso ama cuando se ve insegura pues es el momento donde ella puede hacerle saber que es la mujer más hermosa del mundo. Cosa que comienza a hacer a penas nota que Yoko no tiene confianza con la ropa que Faye pidió que se probara.
─¿Te gusta? ─cuestiona Yoko en un susurro, los ojos de Faye no han dejado de verla.
─Me encanta ─admite con sinceridad─. Es mi favorito de todo lo que usaste hoy.
Yoko se sonroja, apretando sus labios para ocultar la sonrisa que quiere escapar a penas ve a Faye levantarse del sillón rojo y caminar hasta ella. La mirada de Faye es cariñosa, como siempre, pero puede ver un rastro de ese brillo que sale a flote cada vez que la ve desnuda.
Yoko ya reconoce las etapas de Faye. Aquella adorable cuando están solas, la graciosa cuando quiere levantarle el animo, la lujuriosa y posesiva que aparece cuando la necesita, incluso la fría y distante cuando tiene que asumir su papel de líder de mafia. Ella odia esta última, por cierto.
La Faye frente a ella es una mezcla de la amorosa y lujuriosa, quiere hacerle sentir segura, hermosa y deseada.
Faye pone una mano en su cintura, está justamente donde no hay tela y solo aparece la piel suave al descubierto. La otra mano se dirige a su mejilla, acariciando con devoción. Ambas se ven a los ojos, el marrón claro de Yoko mezclandose con el negro oscuro de Faye. El amor brotando de ambas pupilas.
Y el deseo de tenerse cerca siempre presente.
─Fresita, te ves hermosa ─comienza la mujer mayor ─, eres una joya tan preciosa que quiero llevar conmigo toda la vida.
Esta vez Yoko no oculta su sonrisa, ella demuestra su felicidad sin verguenza. ─Y así será, nada nos podrá separar jamás.
Faye deja un beso sobre la frente de Yoko, es calmado e inocente, sus labios presionados con suavidad. Luego le besa la punta de la nariz hasta llegar a ambas mejillas y finalmente sobre su boca. El beso es tranquilo, sin apuros, un beso de amor para recordarle a la otra cuanto se aman.
Yoko suspira cuando la lengua experta de Faye entra en su boca, el agarre se hace más fuerte, posesivo, Faye la acerca incluso más que antes. Sus respiraciones mezcladas toman un ritmo diferente, pronto el calor llega a ellas y parecen querer dejarse llevar por esto.
─Mierda, ¡es un vestidor!
La voz femenina las molesta, Yoko se separa rapidamente y puede jurar que escuchó a Faye gruñir.
─¿M-Marissa?
Su ex jefa abre los ojos impresionada, ella no se había dado cuenta de quienes eran la pareja lujuriosa.
─¿Yoko? ¿Qué haces aquí? ─sonríe la mujer acercandose para darle un abrazo ─. No esperaba verte hoy en un lugar así.
─Bueno, esta es mi vida ahora supongo.
Al parecer Marissa está confundida e iba a preguntar hasta que Faye se acerca y toca la espalda baja de Yoko, al mismo tiempo alguien se acerca a Marissa haciendo lo mismo.
─¿Faye?
─¿Ice?
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