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20

Faye cumple con su pedido mordiendo sus labios pintados de un rojo suave, sus manos acarician los muslos con cuidado y aprieta la carne de vez en cuando. Yoko gime por primera vez en la noche ante eso, le gusta. Y el sonido es música para su esposa.

Las manos de Faye se mueven de lugar hasta posar ambas palmas sobre el trasero de Yoko, amasando y apretando sin dejar de besarla. Yoko siente los fríos anillos de sus dedos contra su piel y tiembla por un segundo ante la sensación de ser acariciada de esa forma. Faye suspira en su boca porque Yoko comienza a sacarle la camisa, no trae sujetador y eso solo es buena señal para Yoko. Le encanta cuando sus pieles se tocan por completo.

─¿Quieres brincarme primero? ─susurra Faye una vez que la prenda fue lanzada al suelo.

─Siempre haces lo que pido... ─Yoko dice ─... Esta noche estoy a tus ordenes.

Faye hunde la cara en el cuello de Yoko, respirando el aroma de su perfume, embriagandose, llenando sus sentidos de ella. De Yoko. La desea de todas las formas posibles.

─Mh, fresita, toda mía, toda para mí...

Despues de haber dejado marcas y escuchado sus quejidos, Faye se encamina hasta más abajo, justo donde el sostén le prohibe la vista que más adora.

Con dedos habiles y rapidos, se deshace de la molesta tela y es ahora que se encarga de la zona con su boca. Chupa y lame, incluso vuelve a morder, le encanta. Yoko es tan adictiva para ella que podría hacer esto toda la vida.

Y lo hará. Sonríe ante el pensamiento de tenerla para siempre.

Los pequeños suspiros de Yoko la invitan a seguir en lo suyo, en jugar con sus pezones con habilidad, usar su lengua dejandolos humedos y erectos. Las manos de Yoko están enredados en su cabello, siente la leve presión contra su pecho.

Una de las manos de Faye va hacia más abajo, donde sabe que Yoko la necesita. Donde siente la humedad empaparle los dedos y eso solo causa que quiera seguir mordiendola.

─¿Donde está el-

─Solo entra ─pide Yoko con dificultad ─, estoy muy mojada, solo entra ya.

Faye intenta ocultar su sonrisa, Yoko es muy sensible con sus pechos. Estuvo unos minutos encargandose de ellos y fue suficiente para que se lubricara tanto.

─¿Qué pasó con mis ordenes? ─molesta acariciando lentamente la zona.

─Lo siento pero de verdad t-te necesito ─pronuncia entre jadeos.

─¿Y si te digo que aunque entre no te puedes correr?

─Mierda, ¡solo cogeme!

Faye hace lo pedido una vez sacandose los anillos, introduciendo uno de sus dedos con lentitud pues no quiere lastimarla incluso si está tan mojada. Yoko se queja, quiere más.

La mujer mayor termina metiendo dos dedos pero no los mueve de la forma en la que a Yoko le gusta. La castaña se frustra y comienza a dar pequeños saltitos apoyandose en Faye, la cual está disfrutando de la desesperación de su esposa.

─Vas a arruinar tu ropa interior, aún no te la saqué ─Faye le recuerda.

Pero a Yoko no le importa mucho, ella sigue saltando y dejado salir sus gemidos de placer. Faye se muerde el labio para contenerse, tiene una vista de Yoko saltando encima suyo, con la piel mojada por su saliva y sudor, mirandola a los ojos mientras casi que grita su nombre.

─D-dime que sí p-puedo correrme ─pide saltando cada vez más rapido.

Faye la ayuda penetrandola de forma dura, una de sus manos en la cadera de Yoko guiandola en sus saltos, puede decir que está cerca por como las paredes comienzan a apretarla. Y ya son tres dedos dentro de Yoko.

─Haz sido buena chica, hazlo.

Yoko da un par de saltitos más hasta que llega al tan ansiado climax. Respira tratando de controlarse, sus piernas doliendo, pero con Faye besando sus hombros y acariciando su espalda. Faye retira los dedos con cuidado escuchando el suave quejido de Yoko.

─Faye...

─¿Mh?

─Este no era tu regalo.

Yoko, una vez más calmada, pasa sus brazos por los hombros de Faye y la mira a los ojos. Su esposa la ve con ojos cariñosos, tiernos, tranquilos, muy diferente a la lujuria de hace un momento.

─¿Cual es?

Yoko sonríe. ─Te amo.

Faye abre la boca, nada sale. Yoko no dice más, en su lugar se abraza a ella descansando, está agotada pero ninguna piensa que eso será todo.

─Yo... ─la llama luego de un momento─. No se vale, yo quería decirlo primero.

─Dilo ahora, quiero oirlo ─Yoko sale de su pequeño refugio, sus ojos se ven lindos, brillantes, su sonrisa reluce.

─Te amo, fresita.

mi regalito d navidad
para ustedes muak

si ven errores es xq tenia
insomnio y lo escribi a las
6 de la mañana perdonen

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