18
Con Navidad cerca, a tan solo unas semanas, Yoko se siente torpe e insegura. Ella quiere darle un regalo a su esposa, simplemente no sabe qué.
¿Qué le regalas a una mujer que lo tiene todo?
Yoko ha pensado muchas cosas, pero Faye tiene muchos perfumes, tiene muchos trajes, tiene muchas joyas. Faye puede comprar el mundo y aún le sobraría. Asi que, frustrada consigo misma, se sienta sola en una banqueta en la cocina y mira al cocinero hacer la cena. Ella ha intentado prepararle algo de comer a Faye pero no salió del todo bien, el cocinero tiene el permiso de ser estricto con Yoko y no dejarla tocar nada.
─¿Usted qué le regalará a su esposa? ─Yoko busca ideas hablando con el hombre.
─Viajaremos al Caribe ─cuenta orgulloso ─. Una semana de relajación para los dos.
Yoko suspira. ─No puedo darle algo como eso, es como que ella lo pague porque solo me deja usar su dinero por ahora.
─A la señora Faye le gustará cualquier cosa viniendo de usted, incluso puede darle carbón y lo amará.
─No es mala idea, se portó mal este año.
─Yo diría todo lo contrario ─el cocinero murmura.
─¿A qué se refiere? ─la castaña está intrigada por esa frase.
─Oh, bueno, antes de usted la señora Faye era más... era diferente ─niega cortando verduras a una velocidad y precision que Yoko no comprende ─. Con solo decirle que las mujeres que solían venir con ella por las noches eran todas demasiado superficiales y malagradecidas...
Yoko frunce el ceño. Aprieta los labios y los puños. Está celosa.
Claro, es obvio que Faye ha salido con mujeres antes. Es obvio que no es la primera en su vida. Pero algo dentro suyo le molesta saber eso. Ha escuchado de otros trabajadores de la casa con quienes ha hablado que Faye solía acostarse con diferentes mujeres y que no duraba más de una semana sin alguien nuevo. Yoko detesta pensar en su mujer con otras personas.
─Usted ha descongelado su corazón ─habla el hombre otra vez.
Yoko parpadea, lo mira y analiza la frase. ─¿De qué habla?
─La señora Faye solia ser fría, dura y exigente. Ni siquiera podíamos mirarla a los ojos, ella solo daba ordenes. Ahora, con usted como su esposa, eso ha cambiado. La otra vez me llamó Tom.
─Pero usted se llama Ton.
─Lo sé, se parece, ¿no?
Yoko sonríe por la autentica felicidad del hombre ante ese cambio. Ella termina por suspirar y despedirse de él, Faye aún está en una reunión en su oficina asi que Yoko prefiere ir a leer un libro que había dejado a pocos capitulos del final.
Caminando por la mansion, Yoko está llegando a la biblioteca cuando es arrastrada de un jalón y pronto su cuerpo está atrapado contra otro que comienza a recordar bien. Sí, Faye la atrapó contra una pared y tiene esa sonrisa brillante.
─Ay, ¿y esto por qué? ─se ríe Yoko.
─Te extrañé ─admite cerca de su rostro ─. Estuve casi todo el día con esa gente, necesito mi dosis de ti.
Yoko siente las manos en su cintura, como los dedos firmes la aprietan un poco y como Faye lentamente se acerca a su boca. Le gusta. Yoko tambien la ha extrañado.
Pronto sus labios se encuentran, Faye demuestra todo lo que la necesita con un beso un poco rudo y Yoko se deja maltratar la boca de esa forma. Adora como esos besos inocentes y puros del principio poco a poco se convierten en algo más, cada vez más húmedos, cada vez más profundos.
La tela de su ropa le molesta por un segundo, Faye mete una de sus manos bajo esta y la piel lechosa se siente caliente ante su toque. Yoko suspira en su boca cuando acaricia su cintura descubierta.
─Mierda, para o nos perderemos la cena de Tom ─Faye se obliga a separarse.
Yoko se ríe, su esposa la mira con una ceja alzada en pregunta pero la menor simplemente se encoge de hombros. ─Creo que está haciendo algo italiano, vi un poco de pasta.
Faye, riendo ella esta vez, le da un beso más corto. ─Fresita, mañana es domingo.
─¿Qué vamos a hacer?
─No salir del cuarto en todo el día.
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