12
Yoko no quiere volver a Los Angeles cuando Faye le promete que está libre de negocios en Tailandia por ahora. Ha pasado un poco más de una semana, pero Orm (su compañera más cercana en la universidad) ha sido comprensiva ayudandola con los trabajos y pasandole sus notas de las clases.
Yoko no ha hecho mucho más en la ciudad, simplemente tenía su rutina donde estudiaba y visitaba a sus padres, juntandose con viejos amigos luego de eso. Faye se encargó de darle la libertad que necesitaba, le mostró la biblioteca de la mansion y Yoko pasó gran parte de su tiempo allí.
Desde aquella vez, Faye no la presionaba. En su lugar parecía tomarse las cosas con más calma, parecía que se estaba tomando el trabajo de hacer que Yoko la quiera de forma natural, no porque sea su "obligación" como esposa. Yoko se lo preguntó y ella dijo:
—Voy a enamorarte mientras me enamoro de ti.
Y ahora, llegando a la ciudad despues de ese viaje que parecía ser mucho más largo que cuando se fue, Yoko está cansada y ya extraña Tailandia. Mas Faye le aseguró mil veces que volverían siempre que lo quisiera, aún así sabe que no es tan sencillo pero aprecia a su esposa y su forma de intentar hacerla feliz.
Aunque Yoko ya está bastante feliz. Faye de verdad la hace feliz.
—¿Por qué sonríes tanto?—Faye pregunta, ambas sentadas en la camioneta viajando a la casa ahora.
—¿No puedo?
—Es que le causa muchas cosas a mi corazón que te veas tan hermosa así.
Yoko se sonroja. Mierda, Faye tiene que dejar de ser tan sincera o Yoko podría quemar con sus mejillas.
—¿Puedo ir a casa?—Yoko cambia de tema porque sabe que terminará perdiendo lo poco de cordura que le queda.
—Estamos yendo a casa, amor.
—Quiero decir... Mi antigua casa. Amo la ropa cara que compras para mí pero extraño mis cosas, ¿sabes?
—Si quieres puedes empacar y mudarte conmigo ya mismo.
—Alto, un café primero, ¿no?—se burla viendola sonreír. Yoko comienza a adorar causarle esas sonrisas.
Yoko aprendió que Faye es bastante sincera con lo que dice. Y esa misma noche ya tenía su departamento vacío de sus cosas. En su nuevo hogar, Yoko organiza su ropa en el armario. Está ocupada guardando sus zapatos cuando Faye entra con algo entre las manos.
—Aquí están las fotos—anuncia causando curiosidad en Yoko—, puedes verlas ya.
Yoko se acerca y toma el álbum, haciendo una nota mental de que Faye es un poco anticuada al haber pedido las fotos en fisico en lugar de las digitales. Aún así, ella toma la mano de su esposa y pasan a la habitación, lugar donde se sientan y ella suspira.
—Espero verme linda—ríe.
—Aunque estuvieras ebria, creeme que no existía mujer más hermosa que tú esa noche.
—¿Solo esa noche?
—Todas las noches, días y el tiempo que exista.
Contenta por su respuesta, Yoko se siente más ligera y comienza a ver las fotos.
Bueno, ella de verdad se veía linda. Un poco borracha, pero siempre sonriendo en cada una de las fotos. Y Faye... Faye estaba mirandola con ojos de amor. ¿Que sus ojos brillan dice? Los de Faye lo hacían incluso más en cada imagen en la que aparece junto a Yoko, en cada vez que la está mirando.
Una vez contenta con todo lo que vio, se siente mejor. No lo recuerda, pero en sus fotos está feliz. Y cuando levanta la vista para ver a Faye, nota esos mismos ojos brillantes aún presentes mirandola.
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