Yoko ha sentido nauseas desde que Faye empezó a hablar. Según dice, anoche Yoko bebió tanto que ella misma inició todo.

Yoko recuerda la parte en la que fueron a un club bastante popular, donde View le dio una copa de algo que aseguraba era bastante suave y no debería ponerla borracha si tomaba un poco. Pero Yoko tomó demasiado. Y hasta ahí es todo lo que hay en su mente.

Y Faye le contó que la vio bailar sola, ella estaba en ese club por "negocios", que no aclaró cuales eran, y le causó ternura lo torpe que era al hacer sus movimientos. Pero cuando chocaron miradas Yoko abrió los ojos y corrió a Faye dispuesta a bailar con ella.

Faye aceptó, por supuesto.

Faye admitió que su baile era bastante sensual, donde se tocaban mucho y tenían una cercanía profunda. Admitió tambien que se negó a besarla al primer intento de Yoko, mas cuando la miró con ojitos de cachorro regañado cayó totalmente y aceptó su beso.

Yoko sintió las mejillas calientes al imaginar su boca contra esos labios de Faye, carnosos y suaves. Y los miró bastante tiempo en su relato.

Faye siguió, diciendo que Yoko parecía gatita en celo porque no se despegaba de ella en ningún momento. Y cuando Faye tenía que irse se puso a llorar, sus lagrimas conmovieron a Faye, la mujer se quedó más tiempo con ella y cuando estaba amaneciendo, Yoko le pidió matrimonio con la tapa de una botella que encontró en el piso.

—Cuando vinimos a casa querías desnudarte, pero yo no quería aprovecharme de ti de ese modo, aceptaste usar ropa mía con tal de estar vestida y no quisiste nada más que dormir conmigo.

Yoko ha hecho bastantes preguntas durante todo el relato, Faye se tomó su tiempo de responder cada una mientras comían. Ahora tiene una sola duda.

—¿Por qué aceptaste casarte conmigo?

Faye sonríe mientras muerde una fresa, sus pensamientos siendo un enigma para Yoko.

—Porque me gustan tus ojos y la manera en la que brillan.

Yoko pierde la cuenta de cuantas veces se ha sonrojado. Faye es sincera y directa contando todo lo que ella siente.

La castaña termina de beber de ese jugo de naranja que sabe bastante natural y ahora está pensando. Faye es rica. Faye tiene esa enorme casa, tiene esa enorme habitación, esa enorme cantidad de empleados en su hogar y ese enorme corazón que cayó por ella. Yoko lo sabe. Porque Faye no ha hecho más que mirarla con cierto cariño, de tocar su mejilla y sus manos, de sonreirle y dedicarle palabras dulces.

Yoko mira su mano, tiene un anillo con un diamante que le resulta increible, hermoso, divino. Es como el anillo de sus sueños, el anillo que ha imaginado tener desde que era pequeña.

—Tus amigas se reían mucho de ti—comenta Faye—, no hacían más que eso y sacar fotos en la boda, parecían bastante alegres.

Yoko asiente. —Sí, suena a algo que harían ellas.

—¿Te molestan mucho? ¿Quieres que me encargue?

—¿Qué?—Yoko hace una mueca—. No, solo me molestan un poco, estoy acostumbrada ya.

Aunque Yoko no entiende qué quiere decir Faye con "encargarse" y solamente crea más dudas.

—Bien, no dejaré que nadie te moleste si no quieres.

En ese momento, un hombre se acerca a ellas en el jardín. Yoko lo observa, está bastante bien vestido con ese traje negro y se pregunta si no tendrá calor.

—Mi señora, tenemos que irnos de vuelta a Tailandia.

Faye suspira en derrota. —Lo sé, partimos en diez minutos.

El hombre asiente y se aleja. Yoko la mira ponerse tensa, no sabe qué hacer exactamente, mira sus manos unidas y comienza a acariciar las de Faye.

—Tengo negocios en Tailandia—dice Faye—. Solo tendría que ir una semana y regresar aquí, ¿está bien para ti acompañarme?

Yoko ladea la cabeza. ¿Qué clase de negocios? Necesita saber a qué se dedica su esposa.

Mh.

Se siente bien decirle así.

—Tengo que trabajar...—responde Yoko, haciendose una nota mental de escribirle a Marissa luego.

—Ya no lo necesitas, yo me ocupo de ti ahora.

Finalmente, Yoko pregunta: —¿A qué te dedicas?

Pero Faye no responde a su pregunta, en su lugar le guiña un ojo y se pone de pie. —Estate lista pronto.