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04

Yoko se siente extraña cuando Faye abandona la habitación. Y es sólo entonces cuando observa lo enorme que esta es, los cuadros en las paredes, la alfombra que se siente suave bajo sus pies, los objetos en las repisas, el sofá en una esquina, el televisor más grande que ha visto en su vida, todo es increible.

Y comienza a investigar.

Abre cajones y puertas, encuentra relojes, anillos, collares y pulceras perfectamente guardados. Abre una puerta que la lleva a un armario, el cual tenía el tamaño de la habitación de su hotel de ayer, y nota la ropa de marcas extremadamente caras. Hay trajes, camisas, pantalones de vestir, hay zapatos elegantes y hasta logra dar con ropa interior que la hace sonrojarse por pensar en que son aquellas que Faye usa.

Intenta ignorar el hecho de que el baño es incluso más grande que el armario y hace sus necesidades y toma una ducha. Mientras siente el agua tibia caer por su espalda, escucha unos golpes en la puerta.

-Te traje ropa, es nueva, espero que te guste-Faye entra al baño sin mirarla por el vidrio transparente de la ducha, es bastante respetuoso de su parte el haberlo hecho.

-Gracias-agradece en voz alta, pues Faye se ha ido sin agregar nada más.

Yoko respira cuando ve aquella prenda Versace, le parece demasiado hermoso y caro para ella. Se pregunta con quien se ha casado como para que le haya comprado eso. Mas sin dudarlo se coloca la ropa interior blanca y el vestido color crema, ademas de las sandalias que se sienten comodas.

Cuando se mira al espejo, nota su rostro libre del maquillaje que solía llevar anoche. Es como si se lo hubiera quitado antes de dormir, ¿ella misma lo hizo? Dudas y dudas.

En la habitación, ella no puede evitar querer usar alguna de las joyas. Se queda mirando el cajón de los collares, su mente en uno de perlas que vio antes y le gustó.

-Puedes usar cualquier cosa que haya aquí.

Salta en su lugar cuando Faye vuelve a entrar a la habitación. Ella se ve lista para el día, tiene una camisa blanca y pantalones del mismo tono que el vestido de Yoko, ¿será realmente una coincidencia?

Se acerca al cajón que Yoko miraba hace unos segundos y lo abre, dejando ver la inmensa colección de collares. -¿Cuál te gustó?

Yoko la mira a ella, Faye tiene una expresión calmada, amable, que le causa confianza. Ella no la está juzgando, ella no está tratando de hacerla ver tonta, no está haciendo lo que todo el mundo hace.

Yoko señala tímidamente el que estaba en su mente, Faye asiente y lo toma. Luego se acerca a ella y se lo coloca de forma delicada, con cuidado, como si tocarla un poco brusco fuera a romperla. Luego besa su mejilla y se aleja viendola con ¿cariño?

-Vamos-Faye toma su mano y la guía por el lugar.

Yoko quiere pensar en lo enorme que se ve todo, en lo caro que se siente ese espacio, pero todo lo que puede ver es a Faye. Su belleza la ha hechizado lo suficiente para que no quiera alejarse de ella, incluso si es una extraña.

Llegan hasta lo que parece ser una cocina, pero más que nada es igual a aquellas que hay en los restaurantes, y Faye para, mirandola al mismo tiempo que un hombre se acercaba a ellas. Estaba vestido como un chef profesional que Yoko ha visto en el restaurante de Marissa.

-¿Qué quieres desayunar?-y siente las caricias en su mano, aquella que Faye sostiene con cuidado.

-...-Yoko se siente muy perdida-. Lo que tú quieras, estoy bien con cualquier cosa.

Faye sonríe con ternura. Yoko cree que morirá si lo hace otra vez.

-Entonces haz lo de siempre-pero es seria cuando se dirigue al hombre, él asiente y pronto ambas se van de la cocina.

Faye la sigue guiando por el espacio y Yoko sigue pensando en que le gusta la sensación de sus manos unidas.

-Hoy está hermoso, ¿te parece comer afuera?-Faye le pregunta mientras Yoko logra ver que llegan a unas puertas de cristal y se nota el jardín poco a poco. Yoko está tan sin palabras que solamente asiente.

Cuando están sentadas bajo una sombrilla en una mesa de vidrio y en sillas de exterior, Yoko suspira sin querer al ver a Faye acomodarse el cabello.

-Voy a explicarte todo y puedes preguntar todo lo que quieras.

Yoko asiente.

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