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30. Las serpientes del Alvar de Pinera

- ¡Ray!

Apenas llegué con él le eché los brazos al cuello, mi alfa de inmediato me abrazó con fuerza e incluso me levantó ligeramente del piso mientras me regañaba.

- ¡Me asustaste mucho tonto! ¡Ten más cuidado!

- ¿Y que supone que hiciera si el suelo desaparecía de la nada igual que tú?

Apenas mis pies tocaron el suelo me separé de él, Ray parecía algo avergonzado mientras me daba una vaga disculpa.

- El punto es que me alegra ver qué estás bien

- Lo mismo digo

Ray me acarició el cabello, se sentía raro llevarlo corto por primera vez en años pero debo admitir que era más práctico de momento.

Con la luz extra que nos brindó la lámpara de Don, pudimos examinar el lugar donde nos encontramos. Parecía una cueva enorme hecha de raíces, de hecho varias de ellas colgaban del techo. Había muchas plantas e insectos desconocidos por todo el lugar, varios me recordaban a las descripciones que me había dado Thoma cuando hablé con él.

A pesar de que los niños parecían muy divertidos (incluso olvidaron lo cansados que estaban hace un momento) estaba más que claro para Emma, Ray y yo que debíamos salir de aquí.

- Pues trepar de regreso de momento no es una opción, parece que los hoyos por los que caímos se cerraron de alguna forma, y no hay raíces lo suficientemente fuertes como para que aunque sea uno de los pequeños trepe por ahí

Emma tiró de una de las otras raíces que colgaban sobre nuestras cabezas, se rompió con una facilidad ridícula ante su mirada decepcionada.

- De momento deberíamos seguir avanzando, aunque no sabemos a dónde nos podamos encontrar al final del camino

Ray coincidió con Emma e hicimos que el resto comenzará a avanzar por un camino subterráneo algo más definido...aunque el que fuera tan espaciosos me ponía algo inquieto de alguna forma.

Después de caminar por un corto rato una luz algo más adelante nos llamó la atención, al avanzar un poco más descubrimos que se trataba de una gran zona llena de una especie de flores muy hermosas y brillantes, eran tantas que no parecía necesario usar las linternas en esta parte.

- Parece que es el final del camino...

En el centro del pequeño "claro" circular lleno de flores, en una parte algo menso iluminada, había lo que parecía ser un conjunto de raíces especialmente grueso, deberíamos ser capaces de escalar por ahí.
Don se ofreció voluntario para ir primero por lo que Thoma, Lain y otro de nuestros hermanos llamado Nat se acercaron para ayudarlo a prepararse.

En lo que ellos hacían lo suyo yo me acerqué a ver mejor las flores, realmente eran muy bonitas y el aroma era tan...delicioso.

- Que bien huelen, además brillan tanto...

Extendí la mano para tocar una, mi dedo apenas estaba por rozarla cuando me sobresalté al escuchar el grito de mi alfa.

- ¡______! ¡CORRE!

A pesar del terror en su cara y su voz, el aroma de las flores era tan hipnotizante y relajante que me tomé mi tiempo para cuestionarme mentalmente por qué estaba gritándome, ¿Hice algo mal de nuevo?

Sentí que me tomaban bruscamente del brazo y tiraban de mí con fuerza, alejándome de las flores y sacándome de mi trance al ver cómo un grupo de fuertes raíces (que parecían más tentáculos que otra cosa) salían de la pared y se retorcían en dirección al lugar donde yo me encontraba apenas unos pocos segundos antes.

Eso me bastó para reaccionar y poner también de mi parte para correr hacía el centro del claro, dónde el resto ya se encontraba, mirando aterrados a su alrededor.

- ¡Anna! ¡______!

Ray fue de inmediato con nosotros, solo en ese momento me di cuenta de que fue Anna (la alfa que había dado sus trenzas para construir el sustito de Ray en el incendio) la que me había sacado de ahí.

Me hubiera gustado agradecerle pero las raíces que surgían de todas las paredes y se dirigían hacia nosotros parecían ser un asunto mucho más urgente, ya que al parecer el camino por el que entrando se había cerrado de la nada.

Retrocedí un par de pasos hasta que mi espalda tocó el grueso pilar del centro, ¿Qué diablos es todo esto?
Miré hacía arriba buscando tranquilizarme y lo que ví si bien no me ayudó en nada me hizo comprender mejor la situación.

- Estos...estos árboles...

- Sí, se alimentan animales vivos, o al menos de sus nutrientes

Ray me hizo apartar la vista de los cadáveres momificados de varios animales que colgaban de las raíces en el techo. Lo que más me asustaba no eran esas cosas, si no el hecho de que yo había estado a muy poco de unirmeles.

Ahora todo tiene más sentido, los pocos animales que parecía haber por esta zona, las plantas tan llamativas, el que aquel camino era el único y encima fuera tan amplio... Esto era una trampa.

- Maldita sea, ya me parecía raro que no hubiera animales en la superficie, ¡Todos reunanse, pase lo que pase no se separen!

Ray me hizo colocarme detrás de él, miré a los pequeños, la mayoría estaban paralizados de miedo observando atentamente a las raíces.

- So-son como serpientes, ¡Nos van a devorar!

Al escuchar el aterrado comentario de una de las niñas algo se movió en mi cerebro y recordé algo de golpe.

- ¡Emma! ¡El libro!

La chica y Ray voltearon a verme, entre confundidos y desconcertados por lo fuera de lugar que parecía mi comentario.
Cuando Emma me explicó el plan para escapar también me contó acerca de pistas dejadas para ayudarnos por un tal William Minerva, las cuales eran un lapicero dejado por Norman (aparentemente de parte de Krone antes de que está desapareciera) con ciertas coordenadas que debíamos seguir, y varios libros sellados con claves en código morse en la biblioteca.

Me dió curiosidad eso último así que me dediqué a leer los libros en los ratos en los que no estuve ayudando con los preparativos, a la mayoría ya le había echado un vistazo antes, pero había uno en particular que me llamó la atención.
El libro contaba la historia de un tal Ugo y sus aventuras por el mundo en compañía de su amigo Lémur, Marvin.

- ¡En las aventuras de Ugo! ¡Había una historia sobre una cueva de serpientes!

Ray me miró como si hubiera enloquecido, pero Emma pareció comprender de inmediato y se puso a buscar en su mochila.
Si de verdad el tal Minerva pretendía ayudarnos, no sería tan extraño que hubiera escondido indicaciones para nosotros en forma de cuentos, además, las coincidencias eran demasiadas.

"Una cueva bajo el mar que resultó ser el nido de enormes serpientes terroríficas y venenosas que se movían juntas como ramas de árbol, rodeando las paredes alrededor del protagonista, que había sido atraído ahí por un tesoro"

Emma le explicó todo a eso Ray, al principio mi alfa también la miró como si estuviera loca y se negó a acortar la idea, pero al cruzar su mirada con la mía hizo una mueca y finalmente cedió.

- Bueno, puede que sea posible. Démosle una oportunidad

Con la ayuda del libro y el sacrificio de una pobre taza confirmamos que la única manera (un tanto obvia ya que lo pensabas con claridad) en que las raíces nos podrían localizar era mediante el tacto.

- ¡Todo está bien!, sólo tenemos que avanzar sin que nos toquen

El resto de niños miraron incrédulos a Emma y varios negaron con la cabeza, no parecían dispuestos a alejarse del pilar del centro.

- ¿Me permites?

Ray me ofreció su mano, con algo de confusión la acepté y me comenzó a guiar hacía las raíces. Varios de los niños le gritaron a Ray y me llamaron,  pero cuando nos detuvimos a una distancia segura de las serpenteantes extensiones parecieron calmarse al ver que no nos atacaban.
Debo admitir que me asusté ante la idea de que no fuera a funcionar, así que mi sonrisa de alivio cuando llamé al resto de niños fue más que sincera.

- ¡Miren, estoy bien! No tienen porque asustarse, mientras no las toquen no avanzarán más

Ray y yo regresamos al centro del tronco y varios de los pequeños corrieron a abrazarme.

- ¡Pensé que Ray iba a intentar matarse de nuevo!

- ¡Pero está vez llevándote con él!

No pude evitar reírme ante ese comentario, sobretodo al ver la mala cara que puso Ray.
Siguiendo las instrucciones del libro trepamos por el pilar, entre la práctica que todos tenían gracias a los juegos y la abudante cantidad de puntos de apoyo que ofrecían las raíces entrecruzadas era bastante fácil subir por ahí.

Cuando llegamos al techo de la cueva varios de nuestros hermanos y yo (Ray me gritó cuando lo hice, ya que no se suponía que yo fuera también) nos lanzamos para colgarnos de las raíces del techo, eran más delgadas así que no tardaron en ceder y romperse.
Si bien la caída fue algo dura el viento frío que entró por la abertura pareció "dormir" a las raíces, tal y como lo hizo con las serpientes del libro.

Todos los que aún estaban en la cima del pilar vitorearon desde lo alto, mientras que los que estábamos acá abajo tirados en el suelo no podíamos evitar reírnos, tal vez fuera por el alivio de haber superado esto...o porque dejando de lado la situación mortal fue tremendamente divertido colgarse de las lianas del techo para hacerlas caer.

- ¡Ahg!

Aun con una sonrisa voltee a dónde Lain había soltado una exclamación de asco, al parecer varios de los cadáveres también habían caído cuando hicimos la abertura en el techo.
El niño miraba con repugnancia y miedo lo que parecía ser el cuerpo semi momificado de una especie de caballo extraño.

- Tranquilo, no te va a hacer daño

- Lo sé pero es...

Lain se estremeció y no pude completar su oración. El grupo en el pilar ya había salido a través de la apertura en el techo y nos había arrojado una cuerda para que subiéramos, por lo que animé al niño a ir hacia allá.

Iba a seguirlo pero me detuve un momento a examinar el cuerpo del animal.
Parece estar en mejor estado que el resto... y tiene un olor bastante fuerte.

- La piel y los órganos están inservibles, pero los huesos...

Antes de salir de casa había traído un par de cuchillos de cocina por si llegábamos a necesitarlos para cualquier cosa, así que saqué uno de mi mochila y lo usé para separar el cráneo del animal del resto de su cuerpo seco.
Le rompí la mandíbula inferior con algo de esfuerzo, quedándome sólo con la parte superior.

No es muy grande, pero el olor sigue siendo lo suficientemente fuerte...

- ¡______!

- ¡Ya voy!

Guardé el cráneo en mi mochila (me alegra no llevar muchas cosas) y fui a al pie de la cuerda, dónde me estaba esperando Emma.


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