Felix no sabe cuántas horas se la pasó despierto después de que Chan se marchara. Sólo sabía que la cama se sentía enorme y el departamento era solitario, notándose que faltaba alguien. Normalmente Chan no hace muchos ruidos, pero su presencia se notaba. Ahora Felix no podía evitar el llorar libremente.

Estaba enamorado de alguien demasiado bueno para él. Chan era un sol, siempre brillante y comprensivo. Chan lograba entenderlo mejor que nadie, él siempre oía sus problemas y aunque no daba los mejores consejos, sí daba los mejores abrazos.

Felix temía por la idea de perderlo ahora que sabía la verdad. Era un tema muy complicado. Tal vez la razón por acercarse a él era estúpida, más sus sentimientos eran reales y serios.

Alrededor de las 2 de la madrugada se escucha el sonido de las llaves y una puerta abrirse. Felix sigue despierta y no se siente en el mejor estado. Espera unos minutos a que la puerta de su habitación se abra, pero no sucede.

Cuenta los minutos. Dos. Cinco. Llega a quince y se obliga a aceptar la idea de que dormirá solo. Pero no quiere y necesita saber qué sucede con Chan, así que se pone de pie y el suelo frío contra sus pies descalzos no le importa, tampoco que tenga dolor de cabeza o si sabe que tiene los ojos rojos aún. Felix  necesita a Chan, quiere saber qué pasa.

Lo encuentra en el living. Está sentado mirando el televisor apagado, su cabello negro atado en una coleta mal hecha, su chaqueta negra colgada en el respaldo a su lado. Chan está pensativa, Felix sabe eso por su posición en el sillón.

Quiere decir algo, llamarlo, pero no sabe si será lo mejor. En su lugar, camina hasta sentarse a su lado. Chan no dice nada ni se mueve aunque sepa que está ahí. Felix puede sentir el dolor de su indiferencia.

— Lo sien-

— No tienes que disculparte — corta él  menor en un suspiro.

Chan se rinde, deja de observar la pantalla y lleva sus ojos a Felix. Él también estaba pasándola difícil después de esa conversación. Felix estaba apagado y preocupado, Chan sabe que lloró por su notable estado. Es entonces que aprieta los labios y termina por estirar una mano.

Felix lo mira sin comprender, pero accede y le da su propia mano. Chan jala de esta y se coloca en una posición donde Felix esté entre sus brazos y recostado sobre su regazo. Ve sus piernas sobre el sillón, pasa sus manos por su cintura y sigue recorriendo todo lo que puede hasta llegar a su mejilla.

— No llores más — pide limpiando una lágrima rebelde. — Me harás llorar a mí también.

Felix asiente inseguro.

— Ya he visto a Jungkook llorar hoy, no quisiera que tú también estés triste por un idiota — él menor se encarga de dejarle un besito en su frente, sus labios permanecen varios segundos allí hasta que siente a Felix relajarse.

— ¿Él está bien?

— Lo estará, sólo fue una discusión — cuenta comenzando a acariciar el cabello de Felix —. No debí irme así, lo siento.

— No, lo entiendo, lo que dije fue una estupidez.

Chan suspira —. Lo fue, pero no tengo que irme estando enojado contigo. Las cosas se arreglan en el momento y no debí dejarte en ese estado.

— Chan — llama, él otro hace un ruido que dice que está escuchándolo —, es una razón demasiado tonta, incluso horrible, pero ya te lo dije antes; estoy enamorado de ti ahora. De igual forma entiendo tu enojo y puedes estarlo todo el tiempo que necesites.

Chan niega — No me importa ya. Fue sólo en el momento, todo está bien. Yo sé que tus sentimientos son válidos y reales, no necesito pensar en el pasado.

— ¿Estamos bien?

Chan finalmente termina por dejar un beso en su boca — Estamos bien.