19
Sana no sabe cuántas horas se la pasó despierta después de que Tzuyu se marchara. Sólo sabía que la cama se sentía enorme y el departamento era solitario, notándose que faltaba alguien. Normalmente Tzuyu no hace muchos ruidos, pero su presencia se notaba. Ahora Sana no podía evitar el llorar libremente.
Estaba enamorada de alguien demasiado buena para ella. Tzuyu era un sol, siempre brillante y comprensiva. Tzuyu lograba entenderla mejor que nadie, ella siempre oía sus problemas y aunque no daba los mejores consejos, sí daba los mejores abrazos.
Sana temía por la idea de perderla ahora que sabía la verdad. Era un tema muy complicado. Tal vez la razón por acercarse a ella era estúpida, mas sus sentimientos eran reales y serios.
Alrededor de las 2 de la madrugada se escucha el sonido de las llaves y una puerta abrirse. Sana sigue despierta y no se siente en el mejor estado. Espera unos minutos a que la puerta de su habitación se abra, pero no sucede.
Cuenta los minutos. Dos. Cinco. Llega a quince y se obliga a aceptar la idea de que dormirá sola. Pero no quiere y necesita saber qué sucede con Tzuyu, así que se pone de pie y el suelo frío contra sus pies descalzos no le importa, tampoco que tenga dolor de cabeza o si sabe que tiene los ojos rojos aún. Sana necesita a Tzuyu, quiere saber qué pasa.
La encuentra en el living. Está sentada mirando el televisor apagado, su cabello negro atado en una coleta mal hecha, su chaqueta negra colgada en el respaldo a su lado. Tzuyu está pensativa, Sana sabe eso por su posición en el sillón.
Quiere decir algo, llamarla, pero no sabe si será lo mejor. En su lugar, camina hasta sentarse a su lado. Tzuyu no dice nada ni se mueve aunque sepa que está ahí. Sana puede sentir el dolor de su indiferencia.
──Lo sien-
──No tienes que disculparte──corta la menor en un suspiro.
Tzuyu se rinde, deja de observar la pantalla y lleva sus ojos a Sana. Ella también estaba pasándola difícil después de esa conversación. Sana estaba apagada y preocupada, Tzuyu sabe que lloró por su notable estado. Es entonces que aprieta los labios y termina por estirar una mano.
Sana la mira sin comprender, pero accede y le da su propia mano. Tzuyu jala de esta y se coloca en una posición donde Sana esté entre sus brazos y recostada sobre su regazo. Ve sus piernas sobre el sillón, pasa sus manos por su cintura y sigue recorriendo todo lo que puede hasta llegar a su mejilla.
──No llores más──pide limpiando una lágrima rebelde──. Me harás llorar a mí también.
Sana asiente insegura.
──Ya he visto a Jungkook llorar hoy, no quisiera que tú también estés triste por una idiota──la taiwanesa se encarga de dejarle un besito en su frente, sus labios permanecen varios segundos allí hasta que siente a Sana relajarse.
──¿Él está bien?
──Lo estará, sólo fue una discusión──cuenta comenzando a acariciar el cabello de Sana──. No debí irme así, lo siento.
──No, lo entiendo, lo que dije fue una estupidez.
Tzuyu suspira. ──Lo fue, pero no tengo que irme estando enojada contigo. Las cosas se arreglan en el momento y no debí dejarte en ese estado.
──Tzuyu──llama, la otra hace un ruido que dice que está escuchándola──, es una razón demasiado tonta, incluso horrible, pero ya te lo dije antes; estoy enamorada de ti ahora. De igual forma entiendo tu enojo y puedes estarlo todo el tiempo que necesites.
Tzuyu niega. ──No me importa ya. Fue sólo en el momento, todo está bien. Yo sé que tus sentimientos son válidos y reales, no necesito pensar en el pasado.
──¿Estamos bien?
Tzuyu finalmente termina por dejar un beso en su boca. ──Estamos bien.
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