014 | silicio
× Horan.
—Escuché que sus padres murieron en un accidente automovilístico.
—Alguien me dijo que estaba con tres chicos a la vez en su vieja universidad.
—No puede ser, eso no es verdad. Escuché que ella es lesbiana.
Tuve que morder la punta de mi bolígrafo para evitar reír. ¿No tienen algo mejor de que hablar que sobre la chica nueva? Estaban sentados dos filas detrás de mi, y a pesar de que querían ser silenciosos, no estaba funcionando. Podía oír todo lo que decían.
¿Recuerdan cuando dije que las chicas siempre serán catalogadas como chismosas? Todavía mantengo mi palabra, excepto que olvide decir que tanto a hombres como a mujeres les gusta hacer mierda a las personas, pero por lo menos los chicos eran más realistas al respecto.
Las discusiones no eran lo mío, y si hubiese conocido de que habría una en la clase de Ingles, no me habría molestado en ir. Puse mi cabeza en mi mano mientras garabatee en mi papel sin rumbo mientras el profesor hablaba y hablaba, y las dos chicas chismosas hablando detrás de mi.
El profesor estaba hablando de una historia de la mitología griega, creo, (he oído las palabras Zeus y la Odisea en algún lugar y que otra cosa puede ser). Traté de prestar atención lo más que pude, pero nada de mitología entró en mi cabeza.
Podía sentir mis ojos cerrarse y mi capacidad de atención se fue a la nueva estrategia que haría en la práctica esa noche.
No entendía el alboroto sobre los mitos. Es decir, eran historias que la gente hace mucho tiempo en realidad creían. Hablaba sobre religiones y eso. Así que si todavía existen o no, no me importan una mierda.
—Martha me dijo que estaba embarazada, pero tuvo un aborto, —una de las chicas continuó.
—Alguien en la clase de matemáticas me dijo que era una traficante de drogas que participaba en orgías masivas cada fin de semana.
—Eso tiene sentido, me han dicho que ella era parte de la mafia.
No podía soportarlo más. Su chisme era entretenido en un principio, pero solo era una chorrada de cosas que solo ellas podían inventar. Tomé mi mochila y metí mis cosas en el interior, pero antes de que pudiese salir de mi asiento, la puerta del salón se abrió y una morena entró con reticencia al frente de la sala. Si el zafiro profundo de sus ojos azules y su piel bronceada no era suficiente indicador de quién era, el brusco silencio de la conversación detrás de mi era suficiente.
El profesor Lawtherd dejó de hablar una vez que se dio cuenta de la chica y sonrió amablemente a ella.
—Usted debe ser Lynn, —dijo como si la estuviese esperando, como si se suponía que debería estar aquí. Y déjame decirte que alguien que ha saltado su horario de clases así como ella, definitivamente no debería estar aquí.
Lynn le entregó un papel con una sonrisa y un movimiento de cabeza antes de mirar a la clase delante de ella. Si se inmutó por todos los ojos en ella, no lo demostró.
—No hay muchos asientos para elegir, pero puedes sentarte donde gustes,— el profesor continuó.
El aula no era enorme, pero si mucho más que la típica de una escuela secundaria. Los asientos fueron nivelados con mesas, y habían tres escaleras, dos en los costados y una en el medio.
Observé atentamente a Lynn mientras examinaba rápidamente el espacio para buscar un asiento libre. Había uno en la parte posterior, una en el borde de la fila y solo uno frente a donde estaba yo sentado. Así que, naturalmente, dio dos pasos y se dirigió a la silla vacía frente a mí. Fue entonces cuando nuestros ojos se encontraron. No parecía sorprendida de verme mientras colocaba sus libros y un ordenador portátil sobre la mesa y se sentó.
— ¡Brillante! —el profesor exclamó con una palmada de manos, como si fuera una gran victoria que Lynn pudiese encontrar un asiento—. Es bueno que estés en clase, señorita Mercury. Estábamos discutiendo actualmente el mito friego de Orfeo y Euridice. ¿Estás familiarizada con la historia?
—Lo estoy, —Lynn respondió con un pequeño movimiento de cabeza—. Es una de mis favoritas.
No podía ver su cara pero seguramente estaba sonriendo. Que mierda.
Debí haber hecho algún ruido o mueca con mis ojos porque de repente el profesor me miraba—. ¿Es así? —preguntó mientras cruzaba sus brazos sobre el pecho—. Bueno, entonces es una cosa positiva porque vamos a estar en grupos de dos para charlar sobre los mitos que hemos estado viendo en los últimos días. Y creo que el señor Horan detrás de usted podría necesitar de su ayuda.
Lynn me miró por encima de su hombro, pero no mostraba emoción alguna. Apreté la mandíbula y me obligué a no decir algo de lo que me arrepentiría.
—El resto de ustedes pueden escoger sus compañeros, —continuó el profesor—. Vengan y tomen un paquete para que lo lean y hablen sobre él. Habrá una prueba en dos semanas, por lo que sugiero que estudien y mejoren, —dijo la última parte mirándome.
La gente comenzó a levantarse a mi alrededor para buscar su compañero e iniciar la tarea. Matt empujó mi hombro—. Lo siento, amigo, —dijo con sinceridad mientras se dirigía a buscar a alguien para trabajar con él.
—Ve a buscar el paquete, —espeté hacia Lynn.
Lynn se dio la vuelta y me dio una mirada antes de decir:— siendo de Londres, pensé que eras más amable.
—Ahí es donde te equivocas, princesa. No soy de Londres. Ahora ve.
Ella me dio una larga y dura mirada antes de alejarse y obtener el paquete. Lynn llevaba vaqueros que le quedaban ajustados a sus piernas, y a pesar de mi aversión hacia ella, no podía dejar de mirar su culo mientras bajaba las escaleras. Tenía una blusa gris que se deslizaba por su hombro, para exponer su piel suave. Su cabello color caramelo estaba en un moño y su cara libre maquillaje.
— ¿Cuanto sabes sobre la mitología griega? —Lynn preguntó mientras tomaba asiento junto a mí. Ella se acercó y empujó la hoja entre nosotros. Ella olía a menta y me hizo volver a la época de Navidad cuando era más joven y aún vivía en el hogar Horan.
—Uh, —dije, estando un poco distraído por la cercanía de Lynn—. Sé quién es Zeus y Poseidón, y Hades.
Lynn miró hacia las hojas—. Bueno, al menos sabes sobre los tres dioses principales. ¿Que hay sobre Eco o Isis? O algunos más fáciles como Hera o Demeter, ¿por lo menos conoces la historia de la que el profesor estaba hablando? ¿Orfeo y Eurídice?
—No, pero estoy seguro de que estás a punto de decirme, —repliqué, inclinándome hacia atrás en la silla, cruzándome de brazos.
Ella soltó un profundo suspiro y se acomodó en su asiento—. Escucha, no me gusta estar aquí contigo en mi primer día de clases, es bastante decepcionante y me hace replantear el por qué estoy aquí. Pero no creas que tengo mucha elección, así que o estás conmigo, o te sientas aquí y te copias de mi hoja, mientras miras a las rubias bonitas del salón.
Mire alrededor para ver sobre quién hablaba ella, pero me di cuenta de que no existía nadie en particular. Lynn solo sabe que me gustaría pasar esta hora haciendo cualquier cosa que oírla hablar sobre alguna historia de amor de mierda. Y ella está en lo correcto.
—Pensé que estarías en otra clase, —le dije.
—Escritura creativa, —explicó—. La clase estaba en toda su capacidad y ellos me tuvieron que cambiar. Entonces aquí estoy. Ahora, ¿estás en esto, o no?
Pasando mis manos sobre mi rostro, observé a Lynn entre mis dedos—. Yo solo no las entiendo, son mitos y siempre serán mitos. ¿Por que tendríamos que estudiarlos?
—Son mitos, pero son historias que han pasado de generación en generación, —Lynn explicó con pasión en sus ojos, la cual nunca había visto, exceptuando en el campo de fútbol—. Ellos le enseñan a las personas como pensar y como vivir. Nos ayuda a aprender sobre lo malo y lo bueno, en diferentes perspectivas y vías sobre como cayeron en sus errores. Son más que solo historias de amor.
— ¿Y por qué está... historia de orfano es su favorita? —le pregunté.
—Es Orfeo, —corrigió—. Y es mi favorita debido a su lección de vida. Pero no es mi única favorita. Tengo muchas otras.
—Por supuesto que sí.
Me incline hacia delante en la silla y agarré la hoja, mirando todas las preguntas -- cien de ellas. Realmente no quería hacer esto, especialmente con Lynn, pero me di cuenta de que era la mejor opción que tenía para llevar esta clase.
—Muy bien, hagamos esto, —le dije.
Lynn agarró mi libro y comenzó a hojear las páginas. Ella encontró la página que buscaba y la dejo caer frente a mí—. Quiero que mires a través de estos nombres y señales todos los que conoces. No me refiero a los que has oído, solo los que realmente conoces.
Moví el libro más cerca de mi y miré la lista interminable de nombres que aparecían—. Afrodita, —señalé el nombre—. Diosa del sexo.
Lynn miraba hacia el techo e inclinó su cabeza con exasperación—. ¿Por que no me sorprende que lo sepas? —dijo, mirándome—. Ella también es la diosa del amor y la belleza, ya sabes.
—Lo que sea.
Hicimos todas las preguntas de la lista y Lynn tenía que explicarme cada una porque yo no sabía ni mierdas. Odiaba admitirlo, pero estaba disfrutando de mi tiempo con Lynn. Era diferente. No estábamos en el campo tratando de competir entre sí solo para ver al otro enojado. Estábamos tratando de hacer algo, y de hecho, aprender algo.
Un buen descanso que sabía que no duraría.
— ¡Bien! —el profesor Lawtherd gritó a través de la gran sala, llamando la atención de todos—. Les quedan pocos minutos para terminar, pero antes de salir tengo que darles una tarea, —dio la vuelta a la mesa y colocó sus manos contra la superficie de madera—. Para el viernes de la próxima semana quiero que escriban un ensayo corto sobre un mito friego y como este se relaciona con su vida, o un suceso que les haya sucedido. Los quiero en mi escritorio antes de la prueba. ¡Que tengan un Buen Día!
Lynn se dirigió a su asiento y empezó a empacar sus cosas para irse. Ella no dijo nada, ni siquiera miró hacia atrás antes de alejarse y salir por la puerta.
— ¿Sería erróneo decir que lo has disfrutado un poco más allá? —Matt bromeó mientras se acercaba a mí—. ¿Aprendiste algo?
—En realidad, si. Me enteré de que Lynn es un dolor aún más grande en mi culo del que pensaba.
Lo reconozco, sin embargo, realmente aprendí algo y la única razón por la cual presté atención era gracias a que Lynn estaba demasiado animada al respecto. Su voz era agradable y relajarte para escucharla cuando hablaba de algo que le importaba. También tenía que ver con el hecho de que no se trataba de fútbol. Yo sabía todo acerca de ese deporte y aprender algo de Lynn en un escenario distinto era diferente.
Pero no cambia el hecho de que un sigue sin gustarme.
×××
En lo que respecta al resto del día, no hice absolutamente nada. Me quedé en mi habitación todo el día, hasta que la práctica comenzara. James entró dos veces para agarrar algunas cosas, pero aparte de eso, estaba solo.
Mi madre llamó, lo que fue una sorpresa. Probablemente era para decir que había un lugar en esa costosa universidad en Mullingar. Pero no llamó otra vez después de haber presionado el botón de ignorar, lo que fuese, no era una emergencia. Aparte de eso, me pasé el tiempo en la computadora y estudié de mi libro de química durante una hora antes de que hubiese un golpe en mi puerta.
Con un suspiro, dejé el libro a mi lado y miré hacia la puerta con pereza—. Adelante, —grité, no queriendo levantarme de la cama.
Abby abrió la puerta con su largo cabello decolorado en su espalda y una sonrisa maliciosa en sus labios—. Hola, —canturreó ella, con voz baja mientras cerraba la puerta detrás de ella—. James me dijo que estabas encerrado aquí, pensé en venir y hacerte compañía.
—Estoy bien solo, —dije simplemente.
Abby se rió un poco y camino por la habitación, tocando cosas en mi escritorio y mirando el calendario—. Solo pensé que estabas haciendo nada, y yo estoy haciendo nada... —ella se acercó a mí y empujó el libro de mi regazo y cayó al suelo mientras se subía a la cama—. Solo pensé, no se, podríamos pasar el tiempo... —se fue apagando mientras su mano bajaba de mi pecho al dobladillo de mi camisa—. Haciendo algo.
Tomé su mano y la aparté de mí antes de salir de la cama. A pensar de la falta de palabras creativas, sabía lo que buscaba—. Hoy no, y otra vez, nunca.
— ¿Por qué no? —ella se quejó. En realidad, chilló. Su voz debería ser desagradable para ella. Me miraba como un niño mira a su padre después de no haber obtenido un dulce después de la cena.
—Porque, Abby, —dije, apoyando mis manos en el borde de mi escritorio—. Fue una cosa de una sola vez, y estás relacionada con mi compañero de piso. Eso está... mal.
Abby pasó las piernas por un lado de la cama, por lo que estaba frente a mí. Se inclinó hacia adelante en un intento de mostrar su pecho en su vestido. Ella me miró con sus ojos entornados—. Pero eso lo hace aún más entretenidoso, —dijo en voz baja, la misma que utilizó para meterse en mi cama el año pasado.
—Entretenido, no entretenidoso. Eso no es una palabra, —le corregí , realmente deseando que saliera por donde vino—. Y no. Este es el final. Ahora sal.
—Le diré a James, —escupió de repente.
Crucé los brazos sobre mi pecho y la miré con irritación—. ¿Me estás amenazando para tener relaciones sexuales contigo?
—Si.
Sabía perfectamente que James nos mataría si se entera de nuestra aventura de una noche. Me mataría por hacerlo. Y mataría a Abby por ser tan estupida como para hacerlo conmigo.
—Solo... —ella me miró, con ojos tristes—. No puedo competir.
— ¿Qué?
— ¡No puedo competir con ella! —gritó Abby—. Ella es todo lo que no soy y lo odio. No me gusta que ella esté aquí. Yo solo... --
Confundido era un eufemismo. Estábamos hablando de sexo y ahora, ¿sobre una chica? Esta era la razón por lo que siempre será como fue, una noche. No podía hacerle frente a... esto.
— ¿De que hablas? ¿De quién estás hablando?
— ¡Esa chica Lynn!
— ¿Por que incluso la mencionas? ¿Por qué siempre la mencionas? —le pregunté, con mi voz cada vez más fuerte—. ¡Ella no es nada! Ella es irrelevante y yo no quiero tener nada que ver con ella.
— ¡Pura mierda! Ella es deportiva y bonita, y en realidad disfruta trabajar los suficientes como para sudar, y- —se detuvo para calmarse un poco, y seguir con una nueva línea—. Lo veo, no puedo explicarlo pero puedo verlo. Ella es relevante, y es algo tuyo, simplemente no puedo describirlo. No sé si es la forma en la que la miras o su lenguaje corporal. Puedo sentirlo, yo solo... no se. ¡Malditamente no lo sé!
Me quedé mirando a Abby por un rato, queriendo saber de qué coño habla. ¿Era una cosa de chicas, instinto, o algo así? Por lo que a mí respecta, Lynn era todo lo que acabo de decir que era. Irrelevante y nada. Ella era simplemente una compañera de equipo y mi peor pesadilla viviente.
—Tengo que irme, —dije monótonamente, y me aparté del escritorio, agarrando mi celular y las llaves del coche de la mesita de noche—. Práctica. Tienes que irte.
Sin ninguna palabra más, hice mi camino fuera del cuarto y me dirigí al pasillo.
×××
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