004 | berilio
× Mercury.
Lo primero que notas cuando conoces a Jamie Shore es que ella es pequeña, como, muy pequeña. Lo digo en serio. Si por alguna razón necesite a alguien que podía entrar en un montacargas, podría ir directamente hacia Jamie, (aunque tardaría en convencerla ya que probablemente habrían arañas, y Jamie odia a las arañas). Al ser tan corta y pequeña, de forma automática la gente la subestimaba, porque Jamie era muy buena en el campo de fútbol, teniendo en cuenta que tenía la fuerza de alguien que no debería medir solo 4'11.
Pero por desgracia, no era tan bueno para mí cuando me arrastró a través de la puerta principal de la casa de la fraternidad, en pleno auge con la música sonando fuerte.
—No quiero estar aquí, —me quejé a pesar de que yo estaba luchando en una pelea que acabaría perdiendo—. ¿Podemos simplemente pasar el rato en la casa de Angie para que pueda acariciar su gato?
Jamie entrelazó su brazo con el mío y me condujo a través de la casa—. ¿Por qué tienes que ser tan difícil todo el tiempo? Solo lo dices porque sabes que esos chicos estarán aquí.
—No es por ellos específicamente. Solo... Uno de ellos.
Ella arqueó perfectamente una ceja hacia mí—. ¿Ah, sí? ¿Y eso por qué?
La ignoré y miré alrededor de la habitación, con mis ojos buscando al chico rubio de ojos azulados de mis malditas pesadillas. Quería responderle, pero no tenía absolutamente ninguna razón para que no me caiga bien Niall. Puede ser que tenga que ver con la razón de que no me dio reconocimiento alguno cuando su entrenador me presentó, o por el hecho de que sus ojos parecían entrecerrarse de forma automática en irritación cada vez que me miraba, o tal vez porque su única motivación de venir a la fiesta era por molestarme deliberadamente.
En realidad, los que parecieron buenas razones por qué me disgustaba, pero no era capaz de sacarlos de mi boca para decírselo.
—Es el chico rubio de ojos azules, —terminé diciéndole cuando hicimos nuestro camino a la cocina. Jamie tomó dos vasos rojos vacíos y me dio uno. Miré el vaso en mi mano, debatiendo si debería tener alguna. Después del día que tuve, me merecía una bebida. Pero la rechacé sin embargo—. Es arrogante y se cree superior, —continué—. O al menos eso es lo que obtengo de él cuando nos encontramos.
Yo ya le había dicho al equipo quienes eran los chicos, que eran un equipo de fútbol en Londres y que el entrenador Mathews los trajo a California para vernos jugar. Estuvieron de acuerdo en que era extraño solo volar ese camino solo para estar aquí.
—Bueno, —dijo Jamie, tomando un trago de su cerveza y la puso de nuevo en el mostrador—. El de cabello negro es muy lindo. Y está justo ahí, así que si no te importa, iré a hablar con él.
— ¿Ellos están aquí? —pregunté, con pánico creciente. Pensé que podía encontrar escaparme antes de que llegaran -- estaba tan desesperada por salir que hasta iría por la ventana del baño de arriba y escalaría el techo si es necesario. Pero parecía que no tengo esa opción, ya que es muy tarde.
—Sí, —Jamie sonrió y comenzó a hacer su camino a través de la puerta de la cocina. Unos pasos más allá vi el chico de cabello negro observándola con una sonrisa—. Y para que conste, él estaba hablando en el comedor. Sus ojos nunca te abandonaron una vez que entramos por la puerta principal. —bromeó antes de desaparecer con el chico.
Una canción pop movida estaba sonando por toda la casa. La noche era aún joven, pero mientras caminaba de una habitación a otra -- evitando deliberadamente el comedor -- la gente estaba en el sofá, escuchando la música de una forma nada decente. Las fiestas de la universidad nunca me divertían (me parecían demasiado antihigiénico, si sabe a lo que me refiero), pero el ambiente era siempre tan ligero y nada parecía importar en ese mismo momento.
Probablemente ya me hubiese ido, pero no podía hacerlo sabiendo que Jamie estaba bebiendo y con un chico que ni siquiera conocía. Tenía que cuidar a mi pequeña amiga.
—Ahí estás, —dijo Bradley cuando deslizó su brazo alrededor de mi cintura—. Te he estado buscando por todas partes. No tuve la oportunidad de felicitarte por tu victoria después del partido, —eliminó el espacio entre nosotros y me besó con urgencia. Quería empujarlo, no me gusta la forma en la que su lengua estaba tratando de deslizarse entre mis labios.
—Estaba con Jamie, —le dije, a pesar de que realmente no tenía la necesidad de darle una excusa.
Bradley se rió entre dientes y podía sentir la vibración entre nuestros cuerpos apretados—. ¿Qué estaba diciendo esta vez sobre mí? —Preguntó con amargura—. Jamie me odia, tienes que dejar de hablar con ella porque está tratando de arruinarnos.
Quería alejarme en este momento, para decirle que no tenía ningún derecho a decir con quien o no puedo hablar. Pero en lugar de eso solo dije—, Vamos, —tiré de él—. Vamos a dar un paseo y solo... Charlar.
Bradley se detuvo en su lugar y negó con la cabeza. Se inclinó y colocó su frente contra la mía—. No ahora, nena. Vamos a bailar, — dijo, con su aliento olor a alcohol.
No dije nada, ya que no tenía mucha opción en la materia.
— ¿Has estado bebiendo? —me preguntó mientras nos trasladábamos a través de los cuerpos, y empezamos a bailar.
—No, —le dije simplemente, colocando un brazo en su hombro y me acerqué a él—. Tú sabes que yo no bebo más.
Bradley sonrió maliciosamente y me acercó aún más, envolviendo un brazo en mi espalda, así que estábamos pegados completamente—. Y es una pena que no lo hagas.
Hemos estado juntos un poco más de un año. Nos encontramos en la biblioteca de la universidad en el comienzo de nuestro primer año. No estaba segura de que lo que teníamos se podía llamar una relación real. Era como un acuerdo silencioso de que éramos una pareja pero sin la etiqueta.
Todo era lujuria e ira. No había nada de tierno en lo que teníamos, solo era un montón de sexo y discusiones, lo cual, déjame decirte, envejece muy rápido. Pero por mucho que le pedí dar un paseo por la playa o salir en alguna fecha, solo para hacer algo distinto, Bradley siempre negaba. Lo dejaba pasar, sin embargo, porque sabía que todo esto iba a quedar atrás con el tiempo. Eventualmente.
Me aparté de Bradley, de repente sintiendo nauseas por su aliento—. Voy a buscar algo de beber, —le dije—. Ya vuelvo.
Maniobré alrededor de cuerpos sudorosos e hice mi camino hasta la cocina. Me encontré con un tipo con una cámara y me disculpé antes de ir hacia la nevera. Estaba vacía excepto la latas de cerveza y coloqué mala cala con decepción. Empujé alrededor de las latas y oré porque hubiese otra cosa que cerveza y agua. En la esquina había un Dr. Pepper y la agarré con una sonrisa. Tomé un vaso vacío, vertí el refresco en el vaso, para no ser acosada por no estar bebiendo. No estaba de humor para confrontaciones.
—Es raro verte fuera de tu jersey y pantalones, —una voz profunda habló detrás de mí. Giré y vi a uno de los compañeros de Niall. Estaba apoyado en la pared de la cocina con una botella de cerveza en la mano sin apretar. Tenía un acento diferente al de Niall, más claro y comprensible.
No sabía su nombre, pero él era el más grande del equipo, era el que la mayoría de las chicas pensaba que era el más atractivo. Empecé a entender porque pensaban así. Él tenía esa cosa que llamaba la atención, en una extraña manera. Su cabello era castaño oscuro rebajado a los lados y más largo en la parte superior, con un poco de vello a lo largo de su mandíbula. Tenía los ojos color marrón oscuro y sus músculos resaltaban a través de su camisa azul con mangas.
—Sí, —le dije con una sonrisa, acercándome y uniéndome a él en la pared. Yo no quiero tener nada que ver con el equipo de Niall, pero era una noche de fiesta y quería un poco de diversión—. A veces me pongo pantalones vaqueros, a veces me pongo tacones altos, y a veces ni siquiera uso alguno de los dos.
El chico se rió un poco muy fuerte, llamando la atención de algunas de las personas que nos rodean—. Estoy segura que te ves muy bien en ese último traje, —guiñó el ojo. De verdad me guiñó el ojo. ¿Quien actualmente hace eso?—. Tal vez me lo puedas mostrar en algún momento.
Yo estaba consciente de que Bradley se encontraba solo en la otra sala, pero decidí quedarme y ver hasta dónde llega la conversación a pesar de las consecuencias que tendrá más adelante. Además, estaba clara de que tenía el poder de la conversación --algo que con Bradley nunca sucedía -- y lo quería ver retorcer.
— ¿Cuál es tu nombre? —le pregunté.
—Reese, —me dijo, inclinándose más cerca para poder oírlo mejor, aunque había una pared que nos separaba de la música—. Y usted es la famosa Lynn Mercury.
Me reí—. Yo no iría tan lejos en eso de famosa.
De repente, alguien entró y chocó con mi hombro, con la suficiente fuerza como para derramar un poco de mi soda. Miré para ver quién era y vi a Niall mirarme por encima de su hombro con su cara de lo-siento-pero-no-lo-siento. Le miré con mala cara cosa que él ignoró y luego desapareció por la sala de estar.
— ¿Cuál es su problema? —le pregunté a Reese quien miraba nuestro intercambio con ojos curiosos. Caminé hasta el centro de la isla y alcancé una servilleta para limpiarme.
Reese se encogió de hombros—. No es más que un amargado y celoso. Yo no estaría preocupada por eso.
Quería preguntarle más acerca de eso, pero decidí dejarlo pasar. No importaba. Después de la fiesta se ira de mi vida por siempre. Al igual que lo hará Reese, y por eso me encontré diciendo «debería seguir adelante, hay muchas personas por conocer» y rápidamente me alejé de él antes de que pudiera detenerme.
Me estaba aburriendo de todos modos.
El resto de la noche pasó sin restos de Niall y yo estaba en la luna a causa de ello. No había nada de alcohol en mis venas pero me sentía tan feliz que sentía que estaba en llamas. Bailé con Bradley y con otros chicos que ni siquiera conocía. Estaba tropezando con mis pies como si estuviese intoxicado, y todas las felicitaciones y palmaditas en la espalda eran casi constantes, mientras caminaba por todas las habitaciones.
Emily estaba sentada en el sofá con un chico de mi clase de ingles y Macey estaba bebiendo de dos latas de cerveza, una tras otra y los chicos la miraban con ojos hambrientos. No tenía ni idea de dónde estaba Jamie y probablemente debí haberla buscado, pero en ese momento no me importaba.
Pasé por otras jugadoras del equipo y nos reconocimos entre sí con un fuerte «Hey» o un grito de entusiasmo.
Esa era nuestra noche y nada iba a arruinarlo.
× × ×
Se acercaba la media noche cuando me encontraba inmovilizada contra la pared por las manos de Bradley, con sus labios en mi cuello. Tenía una mano en la pared por encima de mí y la otra en mi cadera, sus dedos clavándose en mi piel justo por encima de la cintura de mis vaqueros. Le dejé hacer esto mientras bebía de mi refresco que había rellenado por cuarta vez en la noche, con mi mente en otro lugar.
—Sabes... —me dijo Bradley mientras mordía mi cuello—. Tan bien.
Tuve que esforzarme para no rodar los ojos.
Inclinando hacia atrás mi cabeza contra la pared, cerré los ojos y me dejé disfrutar de la boca de Bradley en mi piel. Sus manos corrían con avidez por mi espalda, jugando con el broche de mi sujetador como si fuese a tomarme aquí en el pasillo con las personas que nos rodean.
—Eres mía, —ronroneó contra mi piel mordida, dejando su huella—. Recuerda eso.
No respondí.
Estábamos en el segundo piso de la casa fraternidad y la gente estaba apoyada en la pared chateando o con cervezas en sus manos. Nadie nos prestaba atención.
—Busquemos una habitación vacía ñ, —Bradley arrastro las palabras en mi oído. Tragué saliva y asentí con timidez. Su mano se arrastró por mi muñeca, haciendo que lo siguiera, empujando a la multitud.
Tuve una disputa mental, tratando de buscar algo que ayudara a la situación. Estaba en mi periodo. No me sentía bien. Emily estaba a punto de luchar con un chico de su clase. Por suerte, ya no necesitaba una excusa porque una salió para mí.
— ¿¡Donde está Lynn Mercury!? —alguien gritó en la casa.
Cuando sonó mi nombre, Bradley y yo detuvimos el paso y miramos la dirección del grito. La gente del pasillo me observó como si me hubiesen atrapado in fraganti.
No todos los días se exigía mi presencia por gritos, y solo podía significar dos cosas:
1) Una persona no estaba feliz conmigo.
2) Oprah Winfrey estaba ahí para darme un auto nuevo.
La música estaba a todo volumen y la gente seguía bailando en ritmo, sin perturbarse por el grito que rompió la atmósfera.
Solté la mano de Bradley y sin una palabra, agradecida por la distracción para tener que seguirlo a un dormitorio. Caminé entre las personas, bajando las escaleras hasta estar en la sala de estar y, finalmente, pude ver quién estaba preguntando por mí.
No era Oprah.
Entre en pánico cuando vi a un grupo de chicas en el vestíbulo. Era el equipo de Carolina del Norte. En la fiesta. Preguntando por mí. El mismo equipo que puso mi sueño en la basura el año pasado.
— ¿Qué demonios están haciendo aquí? —escupí, de forma más agresiva de lo que imaginaba. He aprendido ser Hostil hacia las personas para ocultar el miedo que puedo estar sintiendo, ese momento era un buen ejemplo.
Katie Vender era la que estaba en el frente, la que me lesionó el año pasado.
—Tu sabes por qué estoy aquí, —se burló con agresividad—. Arruinaste mi vida, Lynn Mercury.
Antes de que pudiera responder, Jamie estaba a mi lado. No estaba segura de cómo había llegado ahí sin que lo supiera, y me di cuenta de que era uno de los trucos de Jamie.
Ella puso su pequeña mano en mi hombro—. Lynn, regresa a dentro.
Quité su mano de mi hombro y los cuadré. Katie era más alto y grande que yo, pero ese día jure que pelearía con ella si se diera la oportunidad. Estaba sintiendo la sensación de que ese momento llegó.
—El juego no fue justo, —continuó Katie—. Ese truco--
—Fue exactamente lo que usted no esperaba, —dijo alguien detrás de mí. Me volví para ver a Niall acercándose pausadamente a mi lado—. Y completamente justo con un movimiento genio. A diferencia de lo que hizo el año pasado.
Katie miró un poco sorprendida a Niall de arriba hacia abajo, y luego se echó a reír como si acabara de oír una buena broma—. ¿Ahora tienes a un chico que te defienda en tu peleas? —preguntó, mirándome con humor en sus ojos.
Fulminé a Niall. No me miraba, pero tenía que sentir la mirada lasciva que le estaba dando. Como se atreve. Como se atreve a salir de la nada y defenderme. ¿Cómo se atreve a tratarme como una mierda y luego llegar a mi rescate? Como se atreve a pelear mis batallas cuando las tenía bajo control, como--
—Tal vez él podría enseñarte cómo jugar mejor, de seguro es mejor en ello, —Katie continuó y fue cuando tuve suficiente.
Ella podía haberse quedado ahí criticando mi apariencia toda la noche, comentar sobre mi mala postura, o llamarme con nombres impuros. Pero el error fue decir que un chico tenía mejor capacidad en el fútbol que la mía, ahí es donde estaba la raya.
La peleas nunca me hicieron gracia, pero si estaba en esa posición nunca halaría cabellos o proporcionaría palmadas. Puños y patadas era como era. Así que por eso estaba sorprendida de encontrarme caminando hacia Katie reuniendo todas mis fuerzas.
Lo siguiente que supe fue que mi puño hizo contacto con la cara de Katie y antes de que pudiera avanzar más, unos brazos se envolvieron alrededor de mi cintura y me alejaron.
— ¡Déjame ir! —Grité. Si alguien no estaba prestando atención, lo estaban ahora.
No sabía quién me alejó, pero a medida que miraba a Katie lejos de la entrada, vi a sus compañeras acercarse a ver si estaba bien. Vi una buena marca roja y sonreí con satisfacción. No era tanto daño como quería, pero era algo.
—Bájame, lo juro por Dios, —empecé a sentir el frío de la noche en mi cara—. Voy a --
— ¡Bueno! —la persona me dejó ir, haciendo que chocarán mis pies con el suelo de madera en el patio trasero. Giré y vi a Niall allí de pie. Por supuesto que es él.
— ¿Por qué hiciste eso? ¿Quién demonios crees que eres? —grité, dando un paso más cerca de él, asegurándome de darle la mirada más sucia para que supiera cuánto lo desprecio. Estábamos tan cerca; nuestros rostros a pulgadas de distancia—. Se lo merecía.
—Pelear por ello no vale la pena, —dijo, con su voz sorprendentemente tranquila—. Solo te hará ver cómo una tonta.
Mi respiración era pesada mientras trataba de recuperar el aliento de nuevo. La adrenalina bombeaba a través de mis venas hacía que todo a mi alrededor luciera más intenso y vivo. El tiempo parecía ir más despacio, los colores eran más brillantes, los sonidos más perceptibles... Como si el universo se llenara de luz repentinamente. Tenía que dejarlo salir antes de que explotara.
Extendí las manos con una oleada de energía y empujé el pecho de Niall lejos de mí, con fuerza. Se tambaleó hacia atrás un poco, pero había una sonrisa sarcástica en sus labios por mi estallido de agresión.
— ¡Deja de sonreír antes de que te golpee! —grité, lo cual sólo hizo que su sonrisa se ampliara—. ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Qué te he hecho?
—No me hizo nada.
—Tu... Yo... -- —farfullé, tratando de decir algo coherente, pero mi mente estaba revuelta y por ello nada salía bien—. ¡Esto es una mierda! —me las arreglé para gritar—. Tú apenas me reconociste cuando su entrenador nos presentó, sigues dándome miradas feas, y hace apenas una hora que me empujaste fuera de tu camino. ¿Por qué estás aquí? —le pregunté de nuevo.
— ¿Honestamente? —espetó, con ira, finalmente filtrándose a través de su fresco aspecto y pude oír su acento muy claro ahora. Irlandés. Su acento era definitivamente irlandés—. Estoy solo en esta fiesta porque no querías que mi equipo Y yo no viniéramos.
Lo miré como si fuera la persona más tonta del mundo.
—Lynn, —miré y vi a Macey de pie en la puerta corrediza de cristal abierta, mirándonos. Su largo cabello oscuro brillaba con las brillantes luces de la pista de baile detrás de ella—. Tenemos que irnos antes de que Katie y sus amigas vuelvan.
La miré y luego nuevamente a Niall. Estaba mirándome hacia abajo con una mirada que envió escalofríos por mis brazos. Sus ojos azules eran tan hipnotizantes que casi se me olvidó que Macey nos miraba, y créanme, ella era muy impresionante como para que pasara eso.
—Aléjate de mí. —Le espeté a Niall y me alejé de él.
Macey tomó mi mano entre la suya y me hizo para por las personas sudorosas bailando. No sabía qué hora era, pero sabía que era tarde porque mis párpados pesaban. Había sido un día largo y no podía esperar para ir a la cama.
—Espera, —de repente dije—. Tengo que decirle a Bradley que me voy, —realmente no quería volver con él, pero tampoco quiero que esté enojado conmigo.
—No, porque si lo buscas no te dejará ir, —argumentó Macey—. Ahora vámonos.
Estaba sinceramente sorprendida de lo bien que Macey maniobraba a sí misma a través de las personas después de tantos vasos rojos que bebió en el último par de horas. Pero, de nuevo, era sobre Macey McGrath de quién estábamos hablando.
Suspiré para mí misma, sabiendo que tenía la razón, y la seguí fuera de la casa.
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