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001 | hidrógeno


× Horan.



—Lynn Mercury.

Me senté en silencio cuando un vídeo se empezó a reproducir en la pequeña televisión en el frente de la sala. Todo el equipo, los diecisiete, fuimos hacinados en la oficina del entrenador con todas las luces apagadas. La única fuente de radiación era una imagen vacilante frente a nosotros. Era del partido de fútbol universitario de una chica en algún lugar de América de acuerdo con la gran bandera roja, blanca y azul en el fondo. Era difícil ver en la pequeña pantalla, pero era evidente que el enfoque de la cámara estaba en una morena con la camiseta número trece.

—Rápida, — el entrenador continuó hablando—. Sigilosa. Dedicada. No se da por vencida.

Por encima del hombro, tuvimos un primer plano de la chica en cuestión en la pantalla, su nombre puesto en la parte inferior como título. Su cara se retorcía de concentración mientras miraba algo más allá adelante de la lente de la cámara. Ella tenía el pelo liso, de un color como el del dulce de leche, el cual estaba recogido en una cola de caballo, con una diadema rosa manteniendo su cabello fuera de su rostro.

—Y caliente —, alguien añadió detrás de mí. Me volví a tiempo para ver a Dylan y Thomas chocar los cinco.

— ¡Si, compañero! —Thomas expresó con una sonrisa arrogante—. No me importaría jugar fútbol con ella, si sabes a lo que me--

—No es el tema de discusión en este momento, ¡Ni lo será nunca! — el entrenador gritó, haciendo que la charla se detuviera. Su voz hizo eco alrededor de la pequeña habitación. En silencio agradecí, para no tener que estar más tiempo sentado en esta habitación mal ventilada—. Estamos discutiendo técnica y habilidad aquí. Pueden volver a hablar con sus pollas en otro momento.

Nunca fallaba. No pudimos ir a una reunión sin que alguien se salga de la discusión y hable sobre otras cosas -- por lo general acerca de chicas, casi siempre algo inadecuado. Cada vez, el entrenador podía cerrar sus bocas más rápido que las luces del estadio después de un juego perdido.

—Como estaba diciendo, creo que tiene mucho potencial —, continuó el entrenador.

Empecé a observar con detenimiento al televisor delante de mí. Vi como la chica Lynn cogió el balón por el brillante césped y pasando los defensores, pateó la pelota sobre la cabeza del portero. Sigilosa era una subestimación, era como si estuviese en llamas y los oponentes no querían estar demasiado cerca del fuego.

No iba a negar que tenía la habilidad; simplemente no veo en qué forma le llamó la atención al entrenador y porque demonios nos estaba hablando sobre ella.

— ¿Niall? —el entrenador llamó y me separé de la pantalla.

Por el rabillo del ojo, vi que todo el equipo me estaba observando, algo que no era muy raro ya que el equipo siempre parecía mirarme en busca de respuestas. Hace tiempo en un juego habían pensado si era seguro mezclar peróxido de hidrógeno y una solución piraña, no importaba. Siempre venían a mí.

— ¿Qué? —pregunté, rompiendo mis pensamientos.

—Me pregunto qué piensas de Mercury, por tu falta de comunicación y de atención, veo que te gusta.

Me encogí de hombros, porque si algo aprendí d mi madre, es que es mejor permanecer en silencio hasta saber todo lo que está pasando. Y en ese momento, no sabia absolutamente nada.

— ¿Por qué quieres saber? —yo pregunté.

El entrenador cruzó sus brazos y me dio una mirada de suficiencia—. Como sabes, no está siendo nuestro año, —explicó—. Así que investigué un poco y encontré algo que nos puede ayudar en el campo.

—Espera, —William soltó—. ¿Estás diciendo-?

—Llamé a una vieja amiga de los Estados Unidos, —continuó el entrenador como si William ni siquiera hubiese hablado—. Ella es entrenadora de fútbol en una universidad de California, que pasa a ser la entrenadora de Lynn Mercury. La necesitamos.

Hubiese sido gracioso tener una chica en nuestro equipo, pero según el aspecto del rostro del entrenador nos dijo que no estaba bromeando. Ni siquiera un poquito.

—Estas serio, —Jace habló desde mi lado—. ¿Puede incluso pasar?

—Se puede si su escuela no tiene un equipo de mujeres para unirse. —A continuación, el entrenador me miró—. Repito, ¿qué piensas de Mercury?

Pensé que estaba cometiendo el mayor error de su vida. Pensé que había perdido oficialmente su cabeza. Pensé que tenía que ser el mismísimo David Beckham para convencerme de incluir a una chica en mi equipo. Pero si algo sabía sobre el entrenador Mathews, era que nunca cometía errores, su mente sabía lo que era, y puede que no sea David --aunque al parecer, la mayoría de las chicas dicen lo contrario -- el entrenador tenía la habilidad de hacerme cambiar de parecer.

Pero yo no he dicho nada sobre eso.

—Creo... Creo que tenerla en el equipo significaría mucho drama —confesé sinceramente. Yo no le di la respuesta que él buscaba, ese era el plan, y por la mirada del entrenador, sabía que la discusión no había terminado.

— ¿Qué quieres decir por drama? —Presionó, con curiosidad en su rostro—. Debido a que es una chica, ¿el drama tiene que venir con ella?

—No, no precisamente, —no estaba de acuerdo, lamentando incluso lo que dije. Como dije antes, permanecer en silencio es mi mejor drama—. Pero según la reacción de los chicos, ya sabes que habrá algún coqueteo descarado.

El equipo hizo ruido en acuerdo detrás de mí. Por supuesto que sí, estaban llenos de testosterona después de todo.

El entrenador suspiró y pulsó el botón de pausa en la tele—. Entonces voy a hacer una nueva regla para que la traten como cualquiera del equipo. No flirteo, sin citas y relaciones de porquería —el entrenador amenazó, mirando a todos a su vez, asegurándose que escucharon.

— ¿Qué pasa si alguno de nosotros fuese gay? —Oí preguntar a Matt desde el fondo de la habitación—. Entonces esa regla no contaría, ¿verdad?

—Matt, si fueses gay no estaríamos teniendo esta conversación —el entrenador se burló, obviamente, perdiendo su paciencia. Él colocó su dedo índice en medio de sus cejas, seguramente con un dolor empezando a formarse.

—Simplemente lo harían detrás de tu espalda —añadí, ignorando por completo el comentario de Matt—. Citas, besos, están prohibidos ahora por lo que es un hecho que sucederá.

El entrenador me miró como si hubiera perdido mi mente. No lo hice, solo quiero hacer todo lo posible para mantener esta chica fuera del equipo. Esta es la división masculina, lo que significaba que tenía que tener un pene para estar en el equipo. No me importa lo buena que es o lo lejos que llegaríamos con ella, no va a pasar mientras yo pueda decir algo. Y puedo decir algo. Ser capitán del equipo tiene sus beneficios después de todo.

— Que tal esto... —el entrenador comenzó—. Si ella se une al equipo, y si consigo a alguno de ustedes con ella, estará fuera del equipo. Nada de volver de nuevo, nada de disculpas, nada.

Eso pareció llamar la atención de todo el mundo. Era evidente para todos que cada persona que se encontraba en esta habitación estaba aquí para tener éxito. Nadie estaba en el equipo para pasar el rato mientras estudiaba para su real objetivo en la vida. Todos queríamos lo mismo y nadie iba a permitir que una chica se colocara en medio. Nunca.

—Estas celoso, Horan —uno de los muchachos dijo, rompiendo la pausa que el entrenador había creado. Miré por encima de mi hombro y vi a James mirándome con diversión en sus ojos.

— ¿De qué estás hablando? —pregunté.

—Estas celoso porque ella es mejor que tú —escupió, inclinándose hacia delante en su silla—. Tu gran ego no puede soportar que una chica pueda hacer lo mismo que tú... Pero mejor.

Rodé los ojos y crucé los brazos sobre mi pecho, mirando hacia adelante—. Racionalmente hablando, no sabemos eso. Nunca hemos jugado uno contra el otro.

—Suena como un desafío —oí reír a Reece desde algún lugar de la parte posterior. Ni siquiera me moleste en girar y mirarlo.

El entrenador se levantó y cruzó la habitación para encender las luces. Quejidos y gemidos por la repentina claridad resonaron, todos se enderezaron en su asiento, sabiendo que la reunión estaba llegando a su fin.

—Estamos dejando esto sin una decisión —el entrenador anunció, mirando alrededor de la habitación casi como si estuviera desafiando a cualquiera que le diga lo contrario—. Mercury es buena, y tengo por cierto que sería genial tenerla en el equipo, pero necesitamos la aprobación de todos. Especialmente la del capitán, —agregó, mirando directamente hacia mí.

El sol tendría que estar en su máximo solar y dar rienda suelta a descargas que dejarían sin funcionamiento a las redes eléctricas antes de que yo aceptara tenerla en el equipo, y por lo visto, el entrenador lo sabía.

—Antes de despedirnos, probablemente debería de hacerles saber que vamos a hacer un viaje a California para verla en acción, —dijo el entrenador, y yo casi me atraganto con mi saliva. Realmente quería a esta chica—. Ya tengo los billetes de avión y si, se requiere que todos vayan.

— ¿Cuándo? —preguntó Reece.

—Este fin de semana.

Hubo una mezcla de jadeos, suspiros y gemidos dentro del grupo. Básicamente, cualquier sonido universal que muestra que no están contentos con la idea.

— ¡Pero si eso es en dos días! —Andrew se quejó, con ira en su pecosa cara—. Se suponía que iría a una fiesta el sábado.

—Bueno, cancelen sus planes y empaquen. California espera.





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