One-shot
Una sonrisa juguetona se asoma en sus labios. Sus brazos extendidos hacia los costados mientras da pequeños saltitos al caminar forma una imaginen sobresaliente entre los habitantes Ikebukuro. Llama bastante la atención, quizá sea por la forma tan característica en la que un par de acciones un tanto irracionales de su parte despiertan alerta en los demás. Advirtiendo de manera bastante obvia que una nueva catástrofe se asoma por el sur de aquella extravagante ciudad.
Orihara Izaya recorría las calles de la gran ciudad apreciado a sus amados humanos. Algunos le reconocían, alejándose por precaución. Otros nisiquiera notaban su presencia, totalmente alejados de la riesgosa situación a la que sería expuestos en breve.
Seguía su rumbo con una idea fija en su cabeza. Debía ser paciente y esperar a que todo salga según lo que había planeado. Si bien Shizuo era alguien que podría llegar a romper con sus predicciones, el informante tenía la seguridad de que esta vez él sería el encargado de llevar las riendas del juego que habían creado. Con esto en mente, notaba como la adrelanila iba acumulándose lentamente en su interior, provocando que su sonrisa se ensanchara y sus cabellos se alborotaran ante los insistentes brincos.
- III-ZAAA-YAAA-KUUN. - Escuchó una voz más que familiar, acompañada del sonido de una señal de tránsito ser arrancada del suelo. Sonrió, el juego había comenzado.
- ¡Shizu-chan! - Exclamó girando sobre sus talones - ¡me estaba cansando de esperarte! - Dramatizó llevando ambas manos a su pecho, fingiendo una expresión de pena. Esto logró que el enojo del mayor aumentara considerablemente, obligándolo a pronunciar su nombre una vez más denotando su ira en cada sílaba. Izaya volvió a sonreír.
Con un intercambio de miradas de carácter fogoso, la persecución que se daba cada vez que los dos hombres más fuertes de Ikebukuro se encontraban dió inicio. El pelinegro esquivaba con una facilidad sorprendente los objetos que eran lanzados a su persona, incrementando la furia del rubio teñido que con más esmero arrancaba objetos que iban aumentando en su tamaño para lanzarselos a lo que, en un pasado ya bastante lejano, era su enemigo.
Izaya lanzaba pequeñas carcajadas que se escapaban sin restricción alguna de sus labios. El ex-barman sonreía con cólera corriendo y arrojando cosas tras de él. Ambos impulsados por el mismo sentimiento de adrelanila pura que los motivaba a llevar acabo lo que se había vuelto uno de los juegos favoritos para una de las parejas más extrañas de todo Ikebukuro.
Siguieron desplazándose por las calles, uno esquivando y el otro lanzando. En el trayecto, podían ver caras conocidas que los observaban con gracias mezclada de confusión; después de todo, el hecho de que ellos sean pareja no había erradicado la destrucción que ocasionaban cada vez que se veían.
Izaya giró mientras mantenía la velocidad de su huida para contemplar los radiantes ojos de su amada bestia. Llenos de brillo y determinación, era la parte que más amaba de la primera fase del juego. Por su parte, Shizuo adoraba la agilidad que tenía el pelinegro, lo terco que era al insistir para forzar este tipo de situaciones. Sus orbes carmín cargados de gracia, resplandecientes por las emociones desatadas al momento de tan solo llamarlo por su nombre.
Llegaron a un callejón terminando la primera fase de aquel juego que implementaron en su vida.
Fase uno : Persecución y huída. Terminado.
Ahora venía la parte favorita de Izaya. Apesar de no ganar habitualmente en esta etapa, simplemente la amaba.
Shizuo sonrió de lado sabiendo desde un inicio que tenía una considerable ventaja.
- Oh~ Shizu-chan no puede evitar perseguirme cada vez que me ve. - Comenzó a hablar una vez regularizó su respiración. - ¡Incluso me lanza cosas para intentar atraparme! - Alzó sus brazos hacia arriba para hacer énfasis en lo que estába diciendo. Acto seguido, metió las manos en sus bolsillos sonriendo de lado. - Se nota que me amas demaciado.
Shizuo le dió una calada al cigarro que prendió segundos atrás, completamente tranquilo. Tenía el conocimiento en que parte del juego estaban. De la misma forma en la que esperó para acorralarlo, ahora esperaría lo suficiente para ganar.
Fase dos: Avergonzar. Ya saben, esas típicas palabras melosas que povocaban un doki-doki.
El informante era bueno en esto siempre y cuando estén un lugar público, en donde era mucho más fácil poner en situaciones vergonzosas al contrario. Pero al momento de estar solos, Shizuo parecía tener una habilidad para golpear su orgullo y sonrojar sus mejillas.
- ¿Qué pasa, bestia? - Preguntó ante el repentino silencio de su compañero. - ¿piensas darme la victoria tan fácilmente?
El ex-barman se acercó unos par pasos hacia él haciéndole retroceder hasta chocar la espalda contra la pared. Izaya formó una sonrisa torcida en su rostro. Aunque odiara admitirlo, la cercanía del rubio le mareaba, y esta no era la excepción. Sintió la necesidad de lanzar algún comentario ofensivo para recuperar un poco el control de la situación.
- Parece que las cuatro neuronas que tenías murieron. Ahora ni siquiera hablas. - Shizuo frunció el ceño gruñiendo por lo bajo mientras se inclinaba para besarlo. La sonrisa del pelinegro incrementó antes de fundir sus labios en un beso. Tierno, dulce. Marcando los sentimientos que ambos compartían.
Las mejillas del menor ya se encontraban algo coloradas como era costumbre al realizar ese tipo de acciones. Shizuo tiró el cigarro que había quedado olvidado en su mano derecha al suelo, pisándolo.
- Pulga. - Le llamó viendo de reojo las muecas que hacia el contrario. Esperando a que le mirara para seguir hablando.
- ¿Si? - Murmuró medio embobado tras el beso recién dado. Si bien era algo que ya tenía previsto, los besos del rubio era algo que daba vuelta tanto su estómago como mente.
- Te amo.
Jaque mate.
El calor que se supone debía de estar en todo su cuerpo subió directamente a su rostro. Izaya infló sus mejillas en un puchero sintiéndose derrotado y con un gran golpeteo en su pecho.
- No digas cosas tan vergonzosas, Shizu-chan. - Refunfuñó cruzándose de brazos para volver a desviar la mirada.
Shizuo rió levemente extendiéndole su mano al menor. Una vez esta parte terminaba, acostumbraban a volver al departamento que compartían desde hace un par de meses tomados de la mano. El informante aceptó la propuesta del rubio aún con el puchero en su rostro. Esa vez pensaba ganar. Pero, nuevamente, su estúpida bestia modificó sus planes.
Esta podría ser la fase más pacifista de todas;el volver a casa. En un silencio calmado y para nada incómodo. Sus dedos entrelazados recibiendo leves caricias al reafirmar sutilmente el agarre. Había veces en las que el pelinegro se aferraba a su brazo directamente, apoyando su cabeza en el contrario para sentir aún más su cercanía.
Llegaron a casa preparándose para dormir. Habían perdido toda la tarde correteando de aquí para allá como era costumbre. Ambos se pusieron su pijama. Mejor dicho, Shizuo se puso su pijama. Izaya siempre optaba por robarle una de sus camisas o abrigos al rubio para estar más cómodo. Se dirigieron a la habitación para recostarse en la cama.
Arropados, la cuarta y última estapa de ese juego iniciaba. Besos, caricias, pequeñas risas y un sentimiento del que eran cómplices daba lugar a la más maravillosa atmósfera que podían crear al estando de esa forma.
- ¿Sabes, Shizu-chan? - Susurró el menor aferrándose a la mano que estaba en su mejilla. El mayor hizo el silencio necesario para que continuara. - No me molestaría estar así el resto de mi vida. - Shizuo sonrió contemplando los ojos cerrados de su pareja acompañados de esa genuina sonrisa. Siguió acariciando su mejilla subiendo la mano ocasionalmente para jugar un poco con sus sedosos cabellos.
- No soy el único que lo desea, ¿eh? - Habló bajito acercando el cuerpo contrario mientras una pequeña carcajada salía de sus labios. Izaya abrió los ojos para mirarlo fijamente.
- ¿De qué hablas ahora? - Dió un bostezo indicando que estaba por quedarse dormido.
- Déjame decirlo directamente. - El informante apoyó su cabeza sobre el brazo del rubio mientras le miraba con atención. - ¿Quieres pasar el resto de tu vida conmigo, pulga?
Los ojitos de Izaya se iluminaron con un brillo diferente. Llenos de ilusión. Reflejándose y complementándose con los de Shizuo.
- Claro que si, bestia.
Tras un simple pero profundo beso, se abrazaron fuertemente. Ninguno estaba dispuesto a soltarse. Una sonrisa y sonrojo compartido fue lo último que pudieron divisar antes de quedar profundamente dormidos.
❀.•° ✿.•° ❀.•° ✿.•°•.✿ °•.❀ °•.✿ °•.❀
Aquí termina este bello (quizá no tan bello) one-shot.
Es la primera vez que decido escribir de esta pareja, a pesar de que ya hace uno o dos años que los shippeo. Admito que nunca he escrito nada sobre ellos, solo un par de ideas sueltas.
En un principio quería escribir algo medianamente feliz. Pero, de alguna forma u otra, terminó siendo una mezcla de azúcar, flores y muchos colores.
Espero que les haya gustado. Sin nada más que decir, adiós~
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro