iii. when eyes meet
capítulo tres !
when eyes meet
Victoria miraba con ansiedad el tablero del ascensor que indicaba en que piso se encontraba, golpeaba su pie contra el piso una y otra vez mientras observaba el reloj en su muñeca. Cuando por fin el elevador se detuvo, no dudo en correr mientras intentaba ponerse la bata blanca, lo cual parecía una misión imposible.
Gracias a Dios, todavía, no había chocado con nadie al doblar velozmente en diferentes esquinas, solo tuvo que esquivar unas cuantas personas para no atropellarse.
―¡Prohibido correr!
Meredith y Cristian se encontraban muy relajadas en una estación de enfermeras cuando la vieron pasar a toda velocidad.
―¡Llego tarde!
La noche anterior había recibido un correo de parte del jefe Webber, donde informaba que una reunión con todos los titulares de todos los departamentos se llevaría a cabo esa mañana.
Pero, seguía pensando si fue un milagro o una maldición, anoche finalmente logró dormir realmente bien. Desde hace días que dormía pocas horas, o las escasas horas que lograba cerrar sus ojos ni siquiera parecían hacerle efecto, puesto que al otro día despertaba igual o más cansada.
Justamente ayer logró tener una noche decente de sueño. Esto liderando a quedarse dormida y despertar más tarde de lo normal.
Al llegar a la oficina donde se llevaba a cabo la reunión, logró ver a través de la ventana que ya todos estaban ahí. Trató de entrar al cuarto sin llamar demasiado la atención y no hacer el más mínimo ruido, tampoco quería interrumpir teniendo en cuenta que Richard y Bailey terminaban enterándose de todo.
No quiso siquiera pensar en la mala impresión que habrán tenido de ella aquellos doctores que apenas la conocían, pues llevaba una semana trabajando en el hospital.
―¿Qué me perdí? ―susurró hacia Arizona una vez que estuvo a su lado.
―Los residentes harán operaciones por su cuenta hoy ―respondió la rubia también susurrando.
Vaya que tendrán trabajo los chicos de la morgue hoy.
―Por último, a partir de las nueve de esta mañana, renuncié a mi puesto como jefe de cirugía del Hospital Seattle Grace Mercy West. ―La sala se quedó en silencio ante la repentina noticia de Webber. ―Seguiré siendo un cirujano más. Esta reunión ahora pasa al nuevo jefe de cirugía, el doctor Owen Hunt.
El rostro de confusión de los presentes fue evidente, ninguno esperaba aquello y no sabían cómo reaccionar, especialmente Bailey, su rostro era un poema.
Victoria frunció el ceño ante la noticia ¿Webber no siendo el jefe? Se sentía extraño, se sentía como algo que no debería suceder, pero ella respetaría la decisión del doctor.
Al salir de la oficina, Victoria se vio retenida por Callie Torres cuando ésta comenzó a hacerle preguntas sobre una cirugía que debía realizar ese día.
―Correcto, si necesitas algo solo llámame. ―Victoria señaló su beeper, el cual se encontraba enganchado en la cintura de su pantalón.
―Genial, gracias. ―Callie le sonrío y se marchó.
Victoria no quería admitirlo, pero en el poco tiempo que llevaba siendo titular esperaba haber hecho amistades con alguien más que no fuera Arizona. A veces deseaba volver a ser una residente, todo era mucho más divertido.
Sabía que no estaba ahí para hacer amigos, pero cada vez que entraba a la sala de titulares por su propia cuenta, se sentía rodeada de extraños que solamente murmuraban a sus espaldas.
―Victoria Montgomery.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos, una pequeña sonrisa apareció en el rostro de la rubia antes de voltear, porque ya sabía quién era la persona que se encontraba detrás de ella. Reconocería su voz donde fuera.
―Derek Shepherd.
El neurólogo se acercó a ella para rodearla con sus brazos en un cálido abrazo de bienvenida, al cual Victoria correspondió cerrando sus ojos mientras lo abrazaba.
Jamás olvidaría los buenos tiempos que pasaron durante el matrimonio de Derek con su hermana, Addison.
Derek se había convertido casi en su mejor amigo, hasta que llegaron las infidelidades y el divorcio y todo se fue a la mierda. Esa parte no fue tan linda, se había sentido entre la espada y la pared.
¿Apoyar a la infiel de tu hermana o apoyar al infiel de tu mejor amigo?
Victoria decidió no tomar parte en eso, se mantenía neutra.
―Cuánto has crecido ―dijo Shepherd despeinándola.
―Sí, y parece que tú cada vez te vuelves más pequeño ―respondió la rubia, quien era más alta que Derek.
―Oh, cierra la boca. ―Le dio un suave empujón haciendo que ella riera. ―¿Cómo has estado?
Era la primera vez que se veían desde hace años, dos viejos amigos reencontrándose. Derek siempre se preocupó por Victoria y su bienestar, la trató como una hermana más incluso cuando su matrimonio con Addison se estaba yendo por la borda.
―Estoy muy bien, Derek ―dijo con una sonrisa tras soltar un suspiro -¿Qué hay de ti?
―Me alegra oír eso, estoy feliz de volver a verte ―ambos sonrieron cuando Shepherd colocó su mano en el brazo de Victoria, aunque fueron interrumpidos cuando el beeper de uno comenzó a sonar. ―Tengo una operación, deberíamos ir a tomar algo un día, y hablar. Hablar de muchas cosas.
Victoria soltó una risita mientras lo veía irse, continuaba hablando con su cabeza volteada hacia ella a pesar de estar a unos metros de distancia.
―¡Por supuesto! Cuando quieras.
Derek, una última vez, volteó para gritar algo en su dirección antes de desaparecer de su vista.
―¡Mark está por aquí!
―¡Lo sé, lo estoy evitando!
🚑
El día estaba tranquilo, lo pensó más no lo dijo en voz alta.
Hace tan solo unos minutos Victoria había salido de un reemplazo de válvula, aprovechando que aún era temprano y no había nadie en la sala de titulares. Uso ese tiempo para tomar un café en el cómodo sofá.
Una vez sentada allí, pensando en lo cómodo que era ese sofá y que necesitaba uno en su hogar aunque no fuera a usarlo, comenzó a sentir sus ojos pesados.
Los cafés del hospital necesitaban más cafeína.
Sacudió la cabeza y volvió a acomodarse en su lugar, tras unos segundos los parpados comenzaron a cerrarse cubriendo sus ojos azules. Al principio intentó luchar contra el sueño, pero luego de unos minutos...
Se dejó llevar, no pasaba nada si cerraba los ojos por unos segundos.
El problema comenzó cuando vio aquellos ojos verdes demasiado cerca, sabía que pertenecían a una mujer, sabía exactamente de quien se trataba.
La mano de la rubia se colocó en la mejilla de aquella mujer, definitivamente estaba soñando, notó como la distancia entre ellas era cada vez más corta y sus respiraciones se mezclaban.
Pero como todo lo bueno siempre termina, la rubia se vio forzada a abrir sus ojos cuando un líquido caliente cayó sobre su mano que estaba descansando en su pierna, y por ende terminó mojando sus pantalones. Ahogó un grito ante el ardor del café sobre su piel.
―Mierda. ―Tomó las servilletas sobre una mesita y comenzó a limpiarse con rapidez, en busca de alivio a su piel ardiendo. ―Debí obedecer cuando mamá decía que no bebiera cosas con agua hirviendo.
El recuerdo de su sueño la golpeó mientras trataba de limpiar su ropa sin éxito alguno, y trataba de ignorar el ardor de su mano que era insoportable, sacudió la cabeza tratando de ahuyentar cualquier recuerdo.
Recordó que tenía otra muda de ropa y fue a cambiarse el pantalón color azul por uno nuevo, justo cuando terminaba recibió una llamada de parte de Arizona. No tardó en correr en la dirección que su beeper indicaba, lo que la extrañó fue que la llamada proviniera desde una galería en lugar del quirófano.
Al poner un pie en la galería, vio a Arizona sentada en un asiento de la galería, y quien estaba en el quirófano era Alex. Alex estaba operando por sí solo.
―¿Me llamaste por algo en específico? ¿Necesitas ayuda? ―preguntó mirando a Robbins, estaba confundida.
―No puedo creer que se haya ido por lo seguro, es un idiota.
Arizona refunfuñaba molesta, con los brazos cruzados mientras observaba a su alumno estrella quien había cambiado pediatría por general.
―Conoces a Alex. ―Montgomery se encogió de hombros, ambas miraron en silencio por unos minutos. ―¿Realmente me llamaste a esta galería para hablar sobre Alex y lo traicionada que te sientes?
―Sí ¿Por qué? ―Por primera vez, Arizona volteó a verla.
―Tengo pacientes, Arizona, como tú ―remarcó sus últimas palabras, tratando de hacerla recordar.
Se despidió de la cirujana pediátrica, Arizona movió su mano saludándola sin siquiera mirarla, pues estaba más concentrada en Karev.
Esta vez dirigió su camino a una sala de descanso, quería intentar continuar con aquella siesta que había iniciado en la sala de titulares, además faltaban horas para su próxima operación.
Iba metida en su celular, intercambiando mensajes con su hermana, cuando accidentalmente chocó con otra persona causando que los suministros médicos que ésta llevaba cayeran al suelo.
―Dios, lo siento.
Victoria se hincó para ayudar a la interna a juntar las cosas que se habían caído de sus manos tras el choque, Lexie intentó ocultar su sonrojo detrás de su cabello cuando se dio cuenta de quien la acababa de chocar.
Cuando estuvieron de pie, Victoria trató de no demostrar sus nervios y sus resultados fueron exitosos. Al entregarle a Grey los objetos en sus manos, no pudo evitar que sus dedos se rozaran, causando que una corriente eléctrica las recorriera de pies a cabeza.
Hicieron contacto visual, como si quisieran asegurarse de que habían sentido lo mismo. Desde la noche en que fueron al bar de Joe no habían vuelto a hablar y cuando Victoria vio directo a los orbes de Lexie, fue en ese momento que reconoció el color de estos, ella era la mujer de su sueño.
Se sintió como una adolescente cuando sus mejillas se tornaron de un color rosa, Lexie sonrío al ver el sonrojo en la doctora, le pareció tierno.
―¿No deberías llevar esto a algún lado donde te necesiten? ―Victoria rompió la tensión con sus palabras y luego se aclaró la garganta, un nudo se había formado en su garganta por lo avergonzada que se sentía.
―No, o sea, sí, pero no. ―Lexie se frustró y negó con la cabeza, Victoria disimuló su sonrisa. ―Lo que quiero decir es; sí debo llevar esto, pero por ahora no soy necesaria en ninguna otra parte. De todas formas, mejor me apresuro, uno nunca sabe cuándo un accidente catastrófico puede arribar.
Lexie se volteó para irse, pero antes volteó para sonreírle a la doctora y asentir en su dirección a modo de despedida.
Grey se sentió avergonzada luego, podía solamente haber dicho adiós o aún mejor, no haber dicho nada y solo marcharse.
Negó con la cabeza una vez que le dio la espalda a la rubia y se fue rápidamente de ahí.
Victoria también volteó, sintiendo algo extraño en su estómago al ver a la interna marcharse y una sensación de entumecimiento en sus manos, esto último lo relacionó con su reciente accidente.
Dicha confusión en sus sentimientos no duró mucho cuando, otra vez, volvió a chocar con otra persona. Ésta vez era alguien más alto a ella, pues su rostro se vio enterrado en el pecho fuerte del hombre.
―¡Vic!
Reconoció la gruesa voz de Mark Sloan, y la alegría llegó a ella.
―¡Mark!
Gritó en la misma forma que él, demostrando exactamente la misma felicidad que él al verla.
Victoria y Mark tenían una historia peculiar.
En el pasado habían sido pareja, casi al mismo tiempo en que Derek y Addison comenzaron a salir ya que gracias a ellos se conocieron. Afortunadamente habían terminado antes de que Mark y su hermana se acostaran por primera vez.
Su relación terminó cuando se dieron cuenta de que funcionaban mejor como amigos que como pareja, y al final tuvieron razón.
Sloan le llevaba diez años de diferencia a Victoria, y a ella sí que le importaba lo que dijeran las personas sobre su relación con el cirujano plástico.
―Demonios ¿Estás bien? ¿Qué le pasó a tu mano?
Mark tomó rápidamente la delgada y pálida mano de Victoria entre las suyas, demostrando su preocupación aún más cuando ella soltó un jadeo de dolor ante el tacto.
Sí, admitía que su mano había estado ardiendo más de lo normal luego del incidente con el café, pero no parecía nada grave. Era una quemadura más, repetía en su cabeza aquello.
―Tuve un pequeño accidente con el café ―mencionó la rubia con una falsa sonrisa tratando de ocultar su dolor.
―¿Tu mamá no te había dicho que dejaras de tomar café con agua hervida? ―La sonrisa de Victoria desapareció, más la de Mark solo incrementó cuanto notó que ella se molestó. ―Ven, vamos a que te ponga algo en esa mano.
―No es necesario, Mark, tampoco es la gran cosa.
Victoria resistió, ella no quería causar mucho alboroto sobre algo que ya le había pasado.
―¿No es necesario? Victoria Montgomery, nuestras manos tienen el valor de millones de dólares, ahora andando y sin protestar ―él no la dejó quejarse, comenzó a empujarla en dirección a la sala de emergencias ―Y una vez que esa mano tuya esté curada, podrías contarme que es lo que sucede contigo y Grey.
Victoria volteó a verlo al oír el apellido de Lexie, sorprendida porque Mark no dejaba pasar nada.
―¿Alguna vez te dijeron lo chismoso que eres?
Victoria lo golpeó en el brazo con el dorso de su mano, justamente la mano que le dolía por la quemadura, se quejó por el dolor apenas entró en contacto con el brazo de Mark. Éste soltó una risita burlona.
―¿Alguna vez te dijeron que sigues siendo igual de terca?
Mark contraatacó con aquel clásico tono de voz egocéntrico de él y su estúpida y hermosa sonrisa. Victoria rodó los ojos y siguió caminando por delante de él mientras negaba con la cabeza.
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