⛓Final⛓
Las esposas sobre sus muñecas comenzaban a doler, ese traje tan formal no era necesario y tampoco ese calmante que le dieron solo porque estaba temblando de frío. Si, de frío en mitad de verano ¿Había algo raro en eso?
Al despertar en la mañana, tuvo que asearse lo más rápido que pudo y después Kihyun lo acompañó al área donde realizan los ingresos, donde Yoongi estuvo hace diez meses y penetraron su pobre ser de hombre activo.
Él rió, ¿Cómo se habrá sentido su pobre novio al pasar por eso de forma totalmente innecesaria?
— Parece que ya no estás tan nervioso. — Le dijo Kihyun, iba al lado de él en la patrulla. — ¿Estás confiado con el juicio? — Jimin volteó la mirada hacia la ventana.
— No estoy nervioso. — Dijo a penas en un murmullo.
¿Qué estúpida pregunta era esa? Por una mierda, ¡Se estaba cagando ahí mismo!
El motor del auto lleno de policías se encendió, había llegado la hora para trasladar a Jimin hacia donde se realizaría el tan esperado juicio para el retiro del cargo por intento de homicidio.
Y ahora qué recordaba, ¿Quién levantó aquella demanda? ¿Fue Yoongi? No, en su último vis a vis dijo que alguien más lo estaba haciendo, pero no le mencionó quien. ¿Acaso fueron sus padres?
Ni en un millón de años, su padre lo odiaba profundamente por ser gay y aunque su madre lo extrañara, jamás le llevaría la contra al idiota de su esposo.
El auto avanzó, y la luz del sol de esa mañana comenzó a golpear el auto.
Jimin apretó con fuerza sus ojitos, hacia seis años que no veía la calle de la ciudad. La cárcel sólo estaba rodeada de una barda como si se tratara de un centro de concentración nazi.
Los abrió lentamente, sus ojos se llenaron de lágrimas al volver a ver la poca civilización que había por ahí cerca. Recordaba cada detalle de esa pequeña calle que llevaba solamente a la cárcel. Y ahora solo deseaba no tener que volver a verla.
Limpió como pudo una lágrima que resbaló por su mejilla.
— Yo se que probablemente no regresarás aquí, Minnie. — Le dijo Jin, reteniendo esa tonta agua salada en sus ojos.
— Los extrañaré, pese a todo lo que ocurrió aquí. Ustedes siempre me apoyaron en todo.
—Y lo seguiremos haciendo, Minnie. — Le dijo Hyungwon, dejando un apretón en su hombro.
— Saluda a Yoongi de nuestra parte. — Le pidió Jungkook actuando como si en realidad no le importara. — Dile que es un puto idiota por engañarnos. — Jimin rió.
— Gracias por no enfadarse por eso. — Les agradeció.
— ¿Porqué nos enojaríamos? — Preguntó Hoseok. — El hijo de puta nos ayudó en muchas cosas, y a pesar de que si fue algo repentino cuando nos contaste todo... Sabemos que te cuidará y eso nos basta. — Jimin le sonrió, apretando sus labios y desviando su mirada ante la amenaza de las lágrimas.
— Jimin. — Lo llamó Soobin con semblante tranquilo. — ¿Podemos hablar?
Jimin aún no salía del extraño trance en el que se hundió al terminar esa conversación con el menor. Pero, le estaba muy agradecido ahora. Porque le dio un muy buen plan B.
— Mierda hyung, deja de caminar de un lado a otro. — Le pidió Namjoon con desespero. — Te acabarás la suela de tus zapatos o el piso del tribunal. — Yoongi rodó los ojos.
— Ya quiero que todo esto acabe. — Le dijo con nerviosismo. — Quiero salir de aquí junto a mi Jiminnie, llevarlo a casa, hacerle una buena cena, que se duche con tranquilidad y poder follar toda la noche como-
— Eres una bestia, hyung. No necesitaba eso último. — Lo interrumpió. Traumado.
— Iré al baño. — Avisó y desapareció en un instante de la vista del menor.
Y la verdad que no se dirigía al baño.
Se perdió entre los infinitos pasillos del juzgado hasta llegar a la zona de oficinas del otro lado donde estaban las salas donde se realizaban los juicios. Y en cuanto encontró la placa con el nombre de la persona a la cual buscaba, tocó un par de veces.
— Adelante. — Se escuchó del otro lado de la puerta, Yoongi entró haciendo una pequeña reverencia y cerrando la puerta a su espalda.
— Buenos días, señor Byeon. — Le saludó, el mayor le sonrió.
— ¡Min Yoongi! — Le devolvió el saludo poniéndose de pie y caminando hacia él para darle un cálido abrazo. — Oh Yoon, escuché lo que pasó con tu padre. Lo lamento mucho. — Le dijo separándose un poco, Yoongi le sonrió con tristeza.
— Fue lo mejor, señor Byeon. — Murmuró. — Él sufrió mucho desde que le detectaron el cáncer, merecía descansar. — El mayor asintió.
— Debo decir que él se fue muy orgulloso de ti, Yoongi. — Se separó por completo, solo subiendo su mano al hombro del menor y dejando un leve apretón en la zona. — Eres un excelente hombre y agente.
— Soy lo que soy gracias a él. Yo también estoy orgulloso de eso. — Le sonrió bonito y ambos tomaron asiento.
La conversación fluyó sola, hablando de distintos temas comenzando por el padre de Yoongi y terminando en los nietos del señor Byeon, robándole una risa de vez en cuando al menor por las divertidas anécdotas sobre los pequeños y solo quedaron en ponerse de acuerdo para conocer a los pequeños revoltosos.
— ¿Y tú, Yoongi? — Preguntó antes de dar un sorbo de agua. — ¿Tienes hijos? ¿Esposa? — Yoongi sonrió, negando con la cabeza.
— Tendré esposo. — Corrigió. — Pero, tal vez en un par de años más. — Los ojos del mayor se abrieron.
— Oh... — Murmuró. — No sabía ese pequeño detalle sobre ti, Yoon. Me sorprende un poco. — Dijo entre risas. — Incluso mi hija antes de casarse estaba tras de ti. Una lástima para las chicas.
— Y una bendición para mí. — El mayor rió. — Se lo digo en serio, mi chico es maravilloso.
— ¿Y cuándo podré conocer al afortunado? — Yoongi suspiró pesadamente y recargó sus codos sobre sus rodillas.
— De hecho... Lo conocerá en treinta minutos. — El señor Byeon ladeó la cabeza con confusión. — Park Jimin. — Y de nuevo, sus ojos casi salen de sus cuencas.
— Yoongi... — El menor negó con rapidez.
Y solo tuvo que explicar -una vez más- como fue que conoció a Jimin, como confió en él, su historia y finalmente, como se enamoraron perdidamente el uno de él otro.
— Señor Byeon, no quiero se aprovechado por la relación entre su familia y la mía. — Aclaró antes de todo. — Pero le pido, no sea tan duro al momento de darle una nueva sentencia por la reducción de años. — El mayor suspiró, recargándose sobre el sofá en su oficina.
— Quince años menos más otros ocho de compensación. — Le ofreció.
— ¿Qué hay sobre la salida bajo fianza? — El mayor negó.
— No puedo hacer eso aunque aceptara, Yoongi. — Le respondió. — Aún tiene un juicio pendiente por homicidio. No puedo darle libertad condicional o fianza mientras lo tenga y mucho menos si lo declaran culpable. — Respondió menor negó.
— Debe de haber una forma, señor Byeon. Por favor. — Le pidió. — Le doy un pago extra, si es lo que ocupa para esto. — El mayor alzó una ceja.
— Veo que estás algo desesperado. — Murmuró, después se quedó pensativos por unos minutos. Chasqueó la lengua y lo miró. — Tienes un cargo alto e importante en el sindicato. — Recordó. — Úsalo. Que el expediente con el juicio pendiente desaparezca en diez minutos y ya sabré como puedo ayudarles a ambos.
Yoongi salió de la oficina de inmediato, marcó a un par de personas y dio indicaciones claras para que aquel archivo desapareciera repentinamente.
Regresó con Namjoon, ignorando por completo sus preguntas sobre donde estaba y porque había tardado tanto. Deseando que todo terminara esa misma mañana.
Pasaron diez minutos más cuando el señor Byeon entró a la sala del juzgado con la bata negra, listo para comenzar con el juicio. Enseguida, comenzaron a entrar las testigos, los abogados, el personal del ministerio y demás personas que participarían, y aunque Yoongi estaba alguien nervioso, decidió entrar junto a Namjoon, tomando asiento tras el pequeño muro que separaba la zona de testigos y el demandante junto a su abogado, que en este caso, era Park Daehyun.
— Gracias de nuevo, hyung. — Le agradeció Yoongi en u susurró.
— Gracias a ti, Yoongi. — Le contestó con una sonrisa.
Y en cuanto el juez, que era el señor Byeon, se sentó, todos guardaron silencio.
— Que pase el sentenciado junto a su defensa, por favor. — Dijo el juez después de revisar los documentos dejados sobre su espacio.
Un oficial se dirigió hacia una puerta tras la sala, y en un parpadear de ojos, Jimin estaba sentado junto a Daehyun y delante de Yoongi.
Dios, ¿Cómo puede ser tan hermoso hasta de espaldas?
El juicio comenzó después de que las personas del ministerio, la defensa y el sentenciado (O sea Jimin) se presentaran.
Yoongi no sabía que pensar, o más bien, no quería pensar nada. No quería suponer que el trabajo de desaparecer el expediente se haya logrado y que ahora mismo, el señor Byeon tenga esa información.
Se estaba alargando más de lo necesario, y Yoongi sabía que eso era mala señal. Porque sabía, que Byeon estaba haciendo tiempo para que alguien avisara sobre los documentos eliminados y poder otorgarle a Jimin su salida bajo fianza.
— La corte se va a tomar diez minutos de descanso. — Avisó Byeon, haciendo todo a su alcance para poder cumplirle a Yoongi.
Namjoon salió un momento junto a Dahyun, dejando a Yoongi y Jimin solos, pero no querían ser demasiado obvios por lo que Jimin no volteó a mirarlo y Yoongi solo se acercó un poco.
— Tú trasero se ve genial con ese pantalón. — Vaya inicio de conversación.
— ¿Con el de prisión no? — Preguntó Jimin frunciendo el ceño, claro que Yoongi no vio eso.
— Jimin, tú trasero es genial, no ocupas alguna prenda en específico para que se luzca. — se acercó un poquito más más menor. — Aunque se ve mejor sin nada. — Jimin dio un cabeceo hacia atrás, golpeando la frente de Yoongi, quien sólo se sobó. — ¡Mierda, Jimin!
— Deja de calentarme, inútil. Estoy que me cago encima como para agregar una erección aquí mismo. — Regañó en susurros. — Por Dios Yoongi, juro que si esto no sale como queremos, voy a darles razón para hacerlo-
— Calla tonto, no amenaces frente al tribunal y el ministerio, ellos no se toman nada en juego. — Le dijo Yoongi, entonando su mirada.
— Es que yo tampoco lo digo en juego. — Le contestó Jimin, volteado por sobre su hombro.
— Eres una bestia, Jiminnie. — Se rió bajito. — Nada saldrá mal, ¿Está bien? Confía en mí.
— Ya te dije que lo hago, Yoon. Ciegamente.
Yoongi tuvo que resistir con todas sus fuerzas no besar la nuca de Jimin en esos momentos, el menor podía ser muy tierno en esos momentos de intercambio de palabras de amor por lo penoso que se llegaba a poner, y aunque lo estaba viendo a espaldas, sus orejitas rojas delataron su lindo sonrojo.
Los minutos pasaron y las personas comenzaron a regresar a la sala, cada quien tomando su lugar a la espera del juez para reanudar con el juicio. El abogado de Dahyun entró y colgó la llamada que estaba realizando en el proceso.
Jimin se acercó a él y susurró algo inaudible para Yoongi, quien sólo frunció el ceño ante la innecesaria cercanía entre su novio y el abogado de SU novio.
El abogado se separó con ambas cejas alzadas y rostro de sorpresa, volviendo a tomar el móvil para marcar una vez más.
Unos minutos después, el abogado regreso junto al juez.
— Reanudamos la sesión. — Anunció el señor Byeon sobre su lugar. — Le toca a la defensa de Park Jimin tomar la palabra. — El abogado se puso de pie.
— La reducción de condena tiene que ser aceptada, ya se dieron las pruebas suficientes para retirarle los cargos. — Explicó ante el juez y el ministerio. — Ahora, mi cliente tiene información que les puede interesar, sin embargo, solo se las dará a cambió de otros cinco años de reducción. — Un integrante del ministerio alzó una ceja.
— ¿Qué clase de información tiene para merecer cinco años menos? — Preguntó con seriedad sin cortar el desafiante contacto visual con el abogado, quien le sonrió.
— Información sobre la fuga de Park Jaebeom. — En instantes, la sala se lleno de murmullos. — Es sabido entre todos nosotros que, el sindicato junto a la fiscalia tenía esta información en una carpeta confidencial hasta que se anunció el fallecimiento del mencionado. Y también sabemos, que el ministerio metió a un agente infiltrado a la prisión para investigar a Park Jimin, pues era el principal sospechoso. El agente Min Yoongi, actual sub director del departamento de inteligencia del ministerio de seguridad. Después de nueve meses, logró descubrir que no, Park Jimin no tuvo nada que ver con la fuga. — Mientras explicaba, pasaba su vista por todos en la sala. — Sin embargo, la información sobre quien fue se le brindó a Jimin hace unos pocos días.
— Que nos diga. — Pidió el juez. — Tendrá cinco años de reducción asegurada. — El abogado regresó a su lugar, Jimin se separó del respaldo de la silla en cuanto Daehyun le dijo que podía decirlo.
— Choi Soobin. — Dijo en voz alta, con los brazos cruzados. — Me lo dijo hace tres días, durante la hora de trabajo.
— Tengo información de que él verdadero culpable, Choi Soobin, ingresó hace diez meses, casi once, por cargos de tráfico de drogas agravado. — Comenzó de nuevo el abogado. — Lo que nadie ha descubierto durante la investigación de Choi, es que trabajaba para Park Jaebeom desde meses antes de que Jay fuera atrapado y encerrado.
— ¿Quién te dio esa información es de confianza? — Preguntó un miembro más del ministerio.
— Claro que lo es. — Afirmó Jimin con una sonrisa. — Fue el mismo Choi Soobin quien me lo confesó.
Yoongi estaba en total shock, el pequeño que ingresó el mismo día que él era la respuesta que estuvo buscando durante los nueve meses que había estado ahí dentro. Aunque, ahora que lo piensa, más bien se la pasó resolviendo problemas de otras personas y protegiendo a Jimin. Pero sinceramente, no se arrepentía. Lo que si sentía, era que no había echo su trabajo y eso si lo lograba desanimar un poco, porque nunca había fracasado en alguna misión que le asignaban.
Después de unos minutos en los que el juzgado estuvo inundado de inerte silencio, el señor Byeon alzó la vista.
— Después de este juicio, la corte a llegado a un acuerdo. — Jimin pasó saliva. — Es aprobada la reducción de sentencia, al igual que los cargos por intento de homicidio son retirados. Restádole a Park Jimin quince años por los cargos retirados dichos anteriormente, cinco por compensación y cinco más por colaborar en la investigación de la fuga de Park Jaebeom. Sumando veinte años menos, y restándole sólo once años más en prisión, sin derecho a libertad condicional ni... Salido baja fianza. — Declaró con pesar. — Por tener un juicio de homicidio pendi-
— Objeción. — Para sorpresa de todos (Sobretodo para Yoongi) Namjoon interrumpió el momento de sentencia. — Kim Namjoon, jefe del departamento de inteligencia en el ministerio de seguridad. — Y una vez más, se escuchaban murmullos por todos lados. — Nunca existió una carpeta con tal investigación, mucho menos algún juicio pendiente de Park Jimin. Esa información es errónea, señor. — Y tomó asiento nuevamente, el juez aguantó una pequeña sonrisa.
— Once años restantes, teniendo posibilidad de salida por libertad condicional o bajo fianza con un total de nueve mil dólares. — Y así fue como se dio por terminando el juicio.
— ¿Vas a poder a pagar la fianza? — Jimin escuchó tras él.
Yoongi solo peinó su cabello hacia atrás, no quería preocupar de más a Jimin.
Volvieron a colocarle las esposas a Jimin y lo acompañaron a la sala donde estuvo antes de que el largo juicio comenzara para que se cambiara de nuevo al uniforme de prisión.
— Ey, Yoongi. — El mencionado miró a Dahyun. — Puedo ayudar a pagar la fianza si se te dificulta. — Yoongi negó de inmediato.
— Tengo el dinero, solo iré por él. — Le explicó. — Nam, por favor. Que no lo lleven ahí, que lo dejen en prisión preventiva en lo que voy. — El menor asintió, Yoongi le agradeció y salió corriendo de ahí.
— Gracias por esto, Dahyun hyung. — Le agradeció Namjoon con una reverencia. — Tal vez no fue muy ético de parte de hyung, pero con que él sea feliz, estoy bien.
— Yo también quería que Minnie saliera, es demasiado dulce para estar en un agujero como lo es la prisión. — Namjoon no se pudo imaginar a Park Jimin siendo dulce... Oh bueno, tal vez si.
Después de despedirse del mayor, se dirigió hacia la sala donde se habían llevado a Jimin y después de identificarse una vez más, ordenó que no lo llevaran a la cárcel, si no que lo mantuvieran ahí mismo, pues la fianza iba a ser pagada en ese momento.
— ¿Tú eres Kim Namjoon? — Preguntó Jimin, con las manos esposados y sentado frente al mayor. — ¿Él que iba a ver a Yoon en prisión? — Namjoon asintió, dando a relucir sus preciosos hoyuelos.
— Es un gusto conocerte al fin, Park Jimin. — Le dijo con ánimo. — Yoongi todo el tiempo me está hablando de tí. — El menor agachó la cabeza, reteniendo una sonrisa.
— Es increíble que podré salir de aquí hoy mismo. — Murmuró.
— Tú novio es sub jefe de inteligencia en el sindicato, es una muy gran ayuda. — Jimin lo miró con preocupación.
— Él... ¿Se meterá en problemas por esto? — Namjoon se hizo el pensativo.
— Bueno... Si el jefe de inteligencia se molestara por eso, tal vez si. — Le respondió. — Sin embargo... Él jefe del departamento está muy feliz de ver a su hyung enamorado y siendo una masita con tan sólo mencionar la primera sílaba de tu nombre. — El menor soltó una risa nasal negando con la cabeza. — ¿Tú lo quieres tanto como él a ti, Jimin? — El contrario agachó la cabeza.
— Quisiera decir que si. — Respondió. — Sin embargo, mira todo lo que está haciendo por mí. ¿Cuándo podré demostrarle que yo lo quiero tanto como el me quiere a mi? — Chasqueó la lengua. — En mil años podré terminar de agradecerle todo esto. El es un ángel maravilloso en mi vida. Incluso... Creo que el destino está celoso de nosotros.
— Uuh, esa es una buena frase. — Jimin le sonrió con pena.
Pero los minutos de conversación pasaron a ser tres horas, horas en las que Yoongi no aparecía para poder pagar la fianza y en media horas más, cerrarían los juzgados.
Y Jimin se asustó. Su mente comenzó a jugar sucio, haciéndolo pensar que Yoongi había escapado y que no volvería por el como se lo digo tantas veces.
— Park Jimin. — El menor miró al oficial que lo llamó. — Tenemos que llevarte a la prisión ahora. — Y ahí, todo se derrumbó dentro de él.
Terminó por colocarse una vez más el estúpido uniforme amarillo con un nudo en la garganta, y le colocaron una vez más las esposas. Solo se las habían quitado para que pudiera vestirse, sin embargo, empezaban a doler mucho.
— Salúdame a Yoon de mi parte, ¿Si? — Le pidió por último al más alto, quien sólo pudo asentir estando estático en su lugar.
Lo escoltaron hasta la patrulla una vez más y se sentó en la parte trasera junto a Kihyun, quien no sabía muy bien que hacer ante el aura deprimente que Jimin tenía.
Y una vez, emprendieron camino hasta la horrible cárcel.
Fue un viaje de aproximadamente cuarenta minutos, era algo tarde y el trafico estaba muy pesado por todas las calles. Jimin solo podía ir pensando. ¿Qué había ocurrido? ¿Porqué Yoongi no apareció ni siquiera para despedirse de él o decirle al menos "Ey, nos vemos en once años"? No había necesidad alguna de romper su corazón dejándolo tirado en los tribunales.
Aunque no podía enojarse de ninguna forma con él, ¡Hizo posible una reducción enorme en su condena! Saldría de ahí aún siendo algo jóven y eso, como lo había dicho hace unas horas atrás, jamás lo terminaría de agradecer.
Limpió una lágrima traicionera que bajó por su mejilla al llegar a esa carretera, carretera que llevaba a la prisión.
Al llegar, la patrulla estacionó tras el frente de la prisión y Kihyun lo acompañó hasta la entrada de los módulos, justo donde se hacían los ingresos. Al menos disfruto del aire y de la civilización libre por unas horas de más.
— Bienvenido de vuelta, Park Jimin. — Le saludó un funcionario con burla. — Dicen que un siempre regresa a donde fue feliz, ¿A caso la persona que te sacaría no te hace feliz que tuviste que-
— Basta, Han. — Lo paró el gobernador. — Jimin, ven. — Y el mencionado solo lo siguió.
— ¿Me pueden quitar las putas esposas ya? Llevo todo el puto día con ellas, me están rozando las putas muñecas.
— Qué sensible eres, princesa. — Jimin miró al estúpido funcionario con asco.
— Tú no puedes llamarme así, idiota.
— Han, quitale las esposas y cállate de una vez. — Ordenó el mayor, el funcionario no tuvo otra opción.
Jimin siguió a Kim por la prisión, hasta llegar a la sala donde el dejó absolutamente todas sus pertencias hace seis años, antes de que cruzara la puerta hacia la prisión.
— Park Jimin. — Le dijo el mayor al chico detrás del mostrador, quien se dirigió hacia las bandejas blancas y sacó una con el nombre del mencionado.
En cuanto lo colocó sobre la superficie, el gobernante se la entregó al menor.
— Toma tus cosas y cámbiate en donde mismo.
— ¿Porqué? — Preguntó con desconfianza.
— Pagaron tu fianza. — Le respondió. — ¿O qué? ¿Te quieres quedar aquí? Anda, ve a hacer lo que te dije.
Y a pesar de que aún no digería aquella noticia, salió despavorido de ahí.
Dios, Yoongi no lo abandonó.
Se cambió rápidamente y con el corazón acelerado, en cuanto terminó se miró en un espejo de cuerpo completo.
Por Dios, de verdad que antes era un niñato. Porque su vestimenta al ingresar a prisión era un pantalón de mezclilla claro, unas convers rosas y una sudadera a color con los tenis con un... ¿Unicornio? ¿Gato? ¿Qué diablos era eso? Simplemente, salió del vestuario una vez más.
— ¿Puedo escribirle una carta a mis amigos antes de salir? — Le preguntó preguntó mayor, quien asintió y le facilitó el papel y pluma.
Jimin se tomó su tiempo y se despidió de cada uno de sus amigos dentro de la cárcel, agradeciéndoles todo lo bueno que ellos hicieron por él.
— Te prometo que se las daré. — Le dijo el gobernante. — Y sabes qué puedes venir a verlos y llamarlos. — Jimin asintió y le agradeció. — Bueno, es hora de que te vayas. — Y una vez más, respiró profundo.
Siguió nuevamente los pasos del mayor, hasta llegar a la puerta por donde lo habían ingresado. Volvería a cruzar esa puerta para no volver nunca más.
Y al cruzarla, sintió que había vuelto seis años atrás.
Entornó su mirada por el lugar, tratando de dar con su novio, sin embargo el no estaba ahí. Hasta que su mirada se dirigió a los ventanales, Yoongi estaba fuera, esa espalda la reconocería a kilómetros. Se dirigió hacia allá con lentitud.
— Namjoon, deja de quejarte, ¿Dónde estás? — Yoongi estaba llamando por teléfono. — Está bien, solo espera a que salga mi- — Y un toque en su hombro y el mayor volteó, sonriendo al instante y cargando entre sus brazos el cuerpo de Jimin, quien ahora sonreía como nunca lo había hecho. — ¡Princesa! ¡Por fin, Dios! — Exclamó con felicidad, Jimin enrolló sus piernas en la cadera de Yoongi y lo miró a los ojos. — Te extrañé tanto, mi cielo. — El menor besó fugazmente sus labios y después corrió a esconderse en el cuello de Yoongi.
— Yo a ti, Yoon. — Le dijo, causándole cosquillas al mayor por sentir su aliento en el cuello. — Gracias por todo lo que hiciste para lograr esto, Gigi. No se como agradecerte.
— Uhm... — El mayor se hizo el pensativo, Jimin salió de su escondite. — Solo... Prométeme que podrás ser feliz de ahora en adelante. — El menor sonrió hasta que sus ojitos desaparecieron.
— Mientras esté a tu lado, seré feliz por el resto de mis días, Min Yoongi. — Y el mayor no lo resistió, sus ojos soltaron un par de lágrimas y besó con cariño a su pequeño.
Y al separarse después de algunos minutos -Y una llamada más de Namjoon pidiéndole a Yoongi que se apurara- ambos se dirigieron hacia el estacionamiento, hasta llegar a un auto que, aunque Jimin no era muy conocedor de ellos, sabía que ese lindo carro rojo costaba el triple de lo que pagaron por su fianza.
Yoongi le abrió la puerta trasera y Jimin entró con algo de miedo, ¿Qué pasaría si ensuciaba esa cosa? Probablemente tener que limpiar con la lengua y no quería eso.
— Dios, Yoongi hyung. — Se quejó el más alto en cuanto el mayor se sentó en el asiento del copiloto. — ¿Porqué tuve que venir hasta aquí? ¿A caso no trajiste tu auto? — Yoongi carraspeó.
— No se de que auto hablas. — Le respondió desviando su mirada por todos lados. — Yo no tengo auto. No te entiendo. — Jimin alzó una ceja ante el notable nerviosismo de su novio, Namjoon frunció el ceño.
— ¿Cómo que cual auto? — Preguntó comenzando a manejar. — El que amas con tu puta vida, ese auto. Ya sabes, el que compraste hace un año. — Yoongi le estaba pidiendo a Namjoon que parara entre señas, sin embargo el menor estaba muy ocupado con la vista en el camino. — Y del que siempre me estas presumiendo, diciendo que es tu bebé y-
— ¿Quieres callarte? — Lo interrumpió con desespero. — No se de que auto hablas. — Reiteró de manera pausada.
Namjoon se quedó pensativo por unos minutos mientras que Yoongi observaba su perfil con algo de nervios, y en cuanto Kim volteó a verlo de manera sorprendida, apretó los ojos.
— ¡Por eso te tardaste, hyung!
— ¡Cállate de una puta vez!
— ¡¿Qué está pasando?! — Preguntó Jimin con la intriga a flor de piel, observando a los hombres. Namjoon miró desafiante a Yoongi y Yoongi lo miró con advertencia.
— ¡Yoongi hyung vendió su auto para pagar la fianza! — Yoongi lo quería moler a golpes.
Y Jimin solo lo volteó a ver con sorpresa.
— ¿Es en serio, Yoongi? — Le preguntó en voz baja, mirándolo.
— Solo me faltaban cinco mil dólares para completar. No es nada. — Le respondió con la vista en la ventana, Namjoon chasqueó la lengua.
— Si era eso debiste decírmelo a mi, no vender tu auto, hyung. — Yoongi le restó importancia.
— Da igual, con el puesto que tengo ahora podré comprarme otro en un año o menos. — Y finalizó la conversación.
Después de otros cuarenta minutos más, llegaron finalmente al hogar de Yoongi.
Irónico, el sentía estar en su hogar desde que Jimin salió de aquel horrible lugar.
Bajaron del auto despidiéndose y agradeciéndole a Namjoon. En cuanto se fue, Jimin volteó hacia enfrente para observar la casa de Yoongi. Era preciosa y parecía acogedora. Tenía un gran patio detrás del portón en color plateado, el cual Yoongi se encargó de abrir para poder pasar.
Entraron a la casa y Yoongi solo se aventó encima de Jimin para abrazarlo por unos minutos, después se separó y acunó su pequeño rostro entre sus manos.
— No puedo creer que en serio estés aquí ahora. — Jimin sonrió como si fuera un pequeño niño mimado.
— Créeme, yo menos. — Le respondió entre risas, contagiando al mayor.
— Te haré algo de cenar, ¿Si? — Jimin asintió, embelecido por el rostro cercano de Yoongi. — No soy un chef de cinco estrellas, pero si cocino mejor que los de prisión, eso te lo aseguro. — El menor rió. — Puedes darte un baño si quieres, hay uno en nuestra habitación y otro aquí abajo.
Jimin solo asintió y Yoongi le sonrió antes de dirigirse a la cocina.
Por Dios, Jimin aún no asimilaba lo que ocurría. Ahora estaba libre, estaba en casa de su novio y todo se sentía tan cotidiano, como si llevaran más de un año conociéndose y viviendo juntos. Además, ¿Nuestra habitación? No lo demostró, pero por Dios que casi le da un infarto ahí mismo.
Subió a la planta alta y buscó la habitación topándose primero con lo que parecía una oficina. La habitación era muy espaciosa, o bueno, comparando con su celda...
En la cama -Que era evidentemente, de un tamaño mayor a la de prisión- notó que había listo un cambio de ropa y un par toallas con una notita encima que decía su nombre encerrado en un corazón. Sonrió ante la linda letra de Yoongi.
Se tomó su tiempo en la ducha, hacía tantos años que no tenía ese pequeño espacio de intimidad para él solo que quiso disfrutarlo al máximo, lavando su piel con tal vez más fuerza de la necesaria para tratar de borrar todas esas malas caricias que recibió estando entre rejas. Salió de la regadera y secó su cuerpo para después ponerse la pijama que Yoongi dejó para él, ya listo, bajó de nuevo.
Yoongi lo apachuró entre sus brazos una vez más para después sentarse en la mesa para cenar lo que él mayor preparó. Jimin se sentía aún en un sueño, todo estaba siendo totalmente irreal.
Y después de terminar con la comida, Yoongi lo llevó a la habitación de nuevo.
— Lo bueno de las camas de prisión era que siempre te tenía que tener encima de mi. — Le habló Yoongi recostado de lado. — Creo que la cambiaré.
— Aunque esta cama esté el triple de grande, puedo estar encima de ti. — Le dijo con coquetería, Yoongi se acostó completamente y Jimin se acomodó sobre su cuerpo como un koala, pegando su rostro en el pecho de Yoongi.
— Ah~ así esta mucho mejor. — Jimin asintió de acuerdo con el mayor.
— Yoonie. — Le llamó. — ¿Porqué seguiste conmigo a pesar de todo? — Le preguntó sintiéndose algo cohibido. Yoongi sonrió.
— Aunque hubiese querido alejarme o olvidarte... No lo hubiera logrado, mi amor. — Le respondió. — Me enamoré perdidamente de tus besos, de tus encantos, de tu forma tan arisca de ser. — Se burló. — Creo que me hechizaste o algo así, tonto. — Jimin le dio un leve golpe en el pecho. — Bueno, el punto es que, este corazón ahora late por y para ti, princesa.
— Odiaba ese apodo. — Le dijo con una enorme sonrisa. — Eres un estúpido.
— Amas ese apodo. — Contradijo el mayor. — Eres mi princesa. — Besó el cabello del menor. — Estuviste fanfarroneando un mes antes de comenzar a ser novios y ahora eres tú el que más aferrado está. Había una hermosa trampa en tus labios y yo caí ante eso.
— ¿Porqué estás tan expresivo de repente?
— Porqué estás aquí conmigo, en nuestro hogar y no en esa estúpida prisión por fin. — Le respondió.
— No merezco nada de esto, Gigi. — Le dijo Jimin recargando ahora su barbilla sobre el pecho contrario. — Hasta vendiste tu auto para sacarme hoy mismo y según Namjoon, amabas esa cosa.
— ¿Sabes que amo más que el auto?
— ¿Qué?
— A ti, princesa. — Jimin se escondió una vez mas en el cuello de Yoongi, quien rió de ternura. — tu valiste el tiempo en prisión y el dinero de la fianza fue barato para tenerte junto a mi por el resto de la vida, idiota, deja de decir que no lo mereces, porque lo mereces. Lo mereces más que cualquiera.
¿Cómo se decía lo que estaba sintiendo su corazón acelerado en esos momentos? ¿Con qué palabras demostraría el intenso sentimiento que estaba por todo su sistema? ¿Cómo dejarle en claro a Min Yoongi lo enamorado y feliz que estaba a su lado? No lo tenía demasiado claro. Nunca, jamás había sentido tal cosa en su vida por nadie y ahora no sabía como expresarse y aquel sentimiento se estaba volviendo loco sobre su pecho, pidiéndole a gritos sacarlo, pero no sabía muy bien cómo hacerlo.
— ¿Jimin? — Le habló Yoongi al notar que estaba perdido en sus pensamientos.
— Nada de esto fue una coincidencia. — Jimin solo tenía su mirada fija en las orbes obscuras de su novio. — Mi mundo es completamente diferente al de ayer solo por tu alegría. Cuando me llamaste me convertí en tu flor, como si estuviéramos esperando esto. Nos congelamos hasta florecer. Tal vez esto es la provincia del universo. Y tenía que ser así. Tú lo sabes, Yoongi. Y yo lo sé. — Yoongi no quería llorar, no debía llorar. — El destino está celoso de nosotros y estoy tan asustado como tú; cuando me vez, cuando me tocas. El universo se mueve por nosotros, no hubo ni un pequeño error. Nuestra felicidad estaba destinada a ser. Porque me amas... — ¿Esa fue la manera correcta? Tal vez solo debía ser directo. — Y yo te amo, Min Yoongi, por toda la vida. — Yoongi solamente parpadeó un par de veces y comenzó a pucherear inconscientemente, causando una enorme sonrisa en Jimin.
— E-Eres un tonto, Park Jimin. — Le dijo comenzando a llorar, el menor solo estalló en carcajadas y comenzó a besar todo el rostro de el amor de su vida.
Estaban listo para comenzar una nueva vida juntos, sin más peleas de por medio, sin inseguridades. Solo con el grandisimo y precioso amor que nació para seguir creciendo durante toda la vida. Un amor que nació entre rejas y que jamás morirá por nada. Ni siquiera por la misma muerte; porque algo era seguro, ambos iban a buscarse en sus próximas vidas, porque su lugar era el uno con el otro y eso, jamás lo cambiarían por nada del mundo. Porque el universo se movió por ellos, para mantener sus almas unidas hasta el final de los tiempos.
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