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⛓52. Tan real⛓

Se había equivocado.

De hecho, ni siquiera tuvo necesidad de abrir la puerta. Cuando recordó, ya estaba contra la pared, con una agarre fuerte en sus muñecas y con el rostro del contrario a solo unos milímetros del suyo. Trató de safarse, pero fue inútil, la fuerza ejercida sobre sus manos y el cuerpo contrario haciendo presión sobre el suyo eran demasiado.

— ¡Suéltame, Jay! — Le exigió, sin parar de forcejear. — ¡Por una mierda!

— ¿Entonces ahora eres noviecito del paliducho? — Le preguntó en voz baja, sin inmutarse del enojo del menor. — ¡Eres un maldito traicionero, infiel y falso, Park Jimin! — Azotó el cuerpo de Jimin sobre la pared, quien solo ahogó un quejido de dolor en su garganta.

— ¡¿De qué mierda hablas, Jaebeom?!

— ¡Ni siquiera terminaste conmigo! ¿Y ya estás saliendo con alguien más? Eso se llama infidelidad aquí y en América, hijo de puta. — Jimin no se lo podía creer.

— Park Jaebeom, me vas a volver loco. — Le dijo, continuando con el forcejeo. — ¡Por tu culpa estoy aquí dentro, Jay! ¡¿Cómo carajos voy a seguir contigo después de cinco años en este puto lugar?! ¡Sabes perfectamente que yo no hice nada para estar aquí! — Jay sonrió con sorna.

— ¿Qué no recuerdas, Jimin? — Preguntó con tranquilidad. — Fuiste tú el que le disparó a hyung. — El menor desvió su mirada, tratando de negar. — Y justo frente a todos los oficiales que habían entrado al cuarto. No tienes salvación alguna, Minnie. — Murmuró, acariciando su rostro.

— No, yo no lo hice, Jaebeom. — El mayor asintió.

— Yo y todos los demás lo vimos, corazón. — Le recordó. — Incluso Hyungwon, estaba sometido contra el piso y vio a la perfección cuando le disparaste. — Soltó con brusquedad  las muñecas de Jimin, haciendo que se golpearan contra la pared. — A parte de infiel, asesino. — Jimin rodó los ojos y salió del cubículo con la cólera en la garganta. — Jimin, sabes que este jueguito tuyo con Min no va a durar, ¿Verdad? Porque ni tú lo quieres y él no te quiere. Se sienten solos y por eso están jugando a la pareja feliz. — Jimin solo pasó saliva, sin mirarlo. — Además, ¿Quién podría aguantar a alguien como tú? Solamente yo, cariño. Porque para Yoongi, tu eres su sentencia en prisión, no este lugar.

Jimin no quiso escuchar más, simplemente siguió su camino con rapidez hacia las celdas, dejando solo a Jay con una sonrisa de total triunfo.

Estaba enojado, enojado con el mismo por dudar de los sentimientos de Yoongi en esos precisos momentos solo por las habladurías de Jaebeom, ¿Él que iba a saber? El no estuvo ahí cuando se le declaró por primera vez, no estuvo ahí cuando le dijo cuanto le gustaba frente a toda la prisión, no estuvo ahí cuando lo celó por las miradas despectivas de los demás por su trabajo, no estuvo ahí cuando lo defendió de los que lo tocaban, no estuvo ahí cuando lo cuidó en la pelea de la lavandería y tampoco estuvo ahí cuando él mismo se dio cuenta que nada de eso era un juego.

Porque Yoongi siempre le demostraba su amor, con cada acción, cada palabra y cada caricia dejada en su piel.

Si era así, entonces, ¿Porqué ahora estaba dudando? Se odiaban por eso.

Porque Yoongi luchaba todos los días por dejarle en claro cuanto lo amaba como para que, por unas cuantas tonterías de un tipo que no sabe de lo que habla, estuviese pensando que solo se querían para no sentirse solos en ese lugar.

— Él no sabe de lo que habla, Jimin. — escuchó a su espalda, de un momento a otro se había quedando en medio del pasillo. — No eres su sentencia, eres su salvación. Ustedes dos se aman, todos nosotros fuimos testigos del amor que nació entre ustedes y por eso, no puedo permitir que estés cuestinándote. Porqué es lo que está pasando por tu mente, ¿No? — Jimin giró lentamente sobre sus pies, asintiendo lentamente con un nudo en la garganta.

— Yo... No me gusta dudar de nuestros sentimientos, hyung. — El mayor apretó la mandíbula al escuchar la voz quebrada del menor. Y más, cuando usó aquel honorífico. — Y-Yo... ya había dejado de cuestionarme toda esta situación porque estaba seguro de lo que ambos sentíamos, no es justo que solo baste con venir este imbécil y rompa todo lo que había logrado aceptar se vaya a la mierda, Jin. — El contrario negó, y se acercó a él.

— No, Jimin. No estás dudando de nada. — Le aclaró. — Tienes miedo, y está bien. Además, que él esté aquí dentro también te hace pensar de más. Pero de algo debes de estar seguro. — Jimin levantó la mirada, viendo al mayor a los ojos. — Su amor es tan real como cada palabra dicha por ustedes, tan real como cada risa robada y tan real como el aire que estás respirando en este preciso momento. — Jimin soltó el aire reprimido en sus pulmones.

Porque SeokJin tenía razón.

— No puedo seguir con esto, Jin. — Confesó. — No con él. — El mayor asintió, comprendiendo a lo que Jimin se refería.

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