⛓32. Segundos⛓
Jimin estaba recostado en esa solitaria celda, si había algo que odiara más que la prisión, era que lo metieran a aislamiento. Porque sí, estar en prisión era aburrido pero, ¿Aislamiento? Por un mierda, al menos en la galería te topabas con alguien con quien hablar, pelear o hasta follar, estaba el mercadona para cuando quisera comprar algo para comer y también la biblioteca era entretenida.
En cambio, en aislamiento no había nada de eso. Era solo una cama aún más dura que la de las celdas, porque era una estructura de cemento con un colchón que no era suficiente y solo una sábana. Por lo menos en las camas de las celdas, los colchones eran mejores y tenía una cobija más para el frío. Ah, y claro, el retrete que también había en aislamiento era un asco. Si la cadena no funcionaba, tenía que oler su propia pis y hasta... si, todo lo que deposite ahí dentro.
¿Alguien en prisión no valoraba o se quejaba por la celda o por el baño compartido? Fácil de solucionar, un día de aislamiento era necesario para que valoraran lo poco -pero valioso- que era esa cama donde probablemente, asesinaron a un par de personas y ver el espectáculo porno en vivo desde la comodidad de tu ducha, recibiendo comentarios desagradables hacia tu cuerpo y toques inadecuados.
Y no lo diría, pero en ese momento lo único que pasaba por su mente era ¿Qué estará haciendo Min ahora? Porque vaya que recordaba a la perfección como quería defenderlo al recibir ese golpe por uno de los funcionarios, el mismo que lo arrastró hasta ese maldito cuarto.
¿Cuánto tiempo pasaría ahí? Eso podía variar, pero recordando que le dio tremendo bandejazo a un oficial, probablemente lo dejarían ahí por un mes mínimo y con solo una comida al día. Por eso trataba con todo su ser pasar desapercibido para los funcionarios y no meterse en problemas, para no terminar donde ahora estaba.
Pero, ¿La verdad? Que no se arrepentía de nada, joder, darle ese golpe a ese hijo de puta, fue lo más satisfactorio que ha hecho en la vida.
Sus pensamientos se vieron interrumpidos cuando escuchó los seguros de la puerta ser abiertos, frunció el ceño con confusión y se sentó sobre la dura cama, ¿Lo iban a golpear ó que?
- Park, sal de aquí. - El mencionado miró al oficial con desconfianza, esos hijos de perra planeaban matarlo como mínimo. El funcionario rodó los ojos. - ¿Te quieres quedar aquí o qué? - Jimin negó. - ¡Pues ando, hombre! Sal ya.
El menor no tuvo opción, con inseguridad, se colocó nuevamente los tenis blancos que le dieron hace unos meses, los mismos que todos usan en prisión y se dirigió a la salida.
El oficial cerró la puerta de la celda de aislamiento y le indicó a Jimin que caminara hacia el módulo nuevamente, y sinceramente, Park no entendía una mierda.
- ¿Porqué me sacaron? - Preguntó en tono bajo. - No llevó ni tres horas ahí, pensé que me dejarían como un mes. - El funcionario suspiró con frustración.
- Al parecer "Violamos tu derecho a protestar" - Hizo comillas. - Hacia alguna de tu inconformidad con el trato que reciben aquí. No se como, pero los altos mandos se enteraron y llamaron al director; nos dio la orden de liberarte de nuevo.
El ceño de Jimin volvió a fruncirse, ¿Qué mierda? ¿Eso podía pasar? ¡Joder, que maravilla!
Al llegar al módulo nuevamente, recibió varias miradas de miedo (lo que era normal), de felicidad (por qué al final, no se quedaron sin sus servicios) y una que otra de inconformidad con que lo hayan liberado.
Sin preocupación alguna, fue al mercadona y compró lo de siempre, una paleta de cereza para comerla con felicidad que no demostraba y se dirigió hacia su celda con la pequeñísima esperanza, de que ahí estuviera el mayor para una de sus interesantes platicas nocturnas.
Pero el no estaba ahí. ¿Dónde estaba a esa hora? Ya todo estaba cerrado y no lo vio en el mercadona, tal vez solo estaba en el baño. Lo esperaría un momento.
Se subió a la cama con cuidado, prendió la linterna que tiene a un lado y tomó el libro que comenzó a leer hace unos días, era interesante, pero la trama no lo lograba atrapar por completo y si seguía así, probablemente irá a cambiarlo por otro libro.
Porque así era Jimin, si algo le aburría lo desechaba.
Diez minutos, no había ni señas de Yoongi, la última vez que lo vio fue en el comedor antes de su pelea y... Yoongi quiso golpear al policía que lo golpeó, pero Hyungwon lo detuvo, ¿Dónde estaba? ¿En aislamiento?
Se sentó sobre su cama, ¿Qué haría Yoongi ahí? Sería su primera vez ahí, por él. Tal vez debería de ir con el gobernador para pedirle... No, exigirle que saque de ahí a Yoongi, a final de cuentas, lo sacaron a él no, ¿No?
Tal vez debería de ir ya, antes de que...
Ya llegó.
El mayor entró a la celda, se veía pensativo y solo miraba hacia el suelo, ¿Qué le había pasado? ¿Dónde estaba?
— ¿Yoongi? — El mayor volteó de inmediato, Jimin juraría que vio sus ojos prenderse de nuevo, y solo lo vio acercarse a él, tomándolo de los hombros.
— Jimin, que bueno que ya te sacaron. — Y sin poder evitarlo, Yoongi lo abrazó por a penas unos segundos al menor.
Segundos que Jimin quiso alargar.
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