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⛓11. ¿Destino?⛓

Un día más en ese lugar, Yoongi llevaba encerrado una semana y todavía no podía tener ni siquiera una conversación "normal" con Jimin, siempre acababa con una amenaza de muerte o de quemaduras graves.

Pero ese día sabía que podía avanzar un poco con la relación entre él y su objetivo. ¿Porqué? Fácil. Ya le habían asignado un trabajo y como esperaba, lo integraron en el equipo de la biblioteca junto a la princesa.

A Yoongi le gustaba molestar a Jimin, le hacía feliz cuando el menor se desesperaba y lo comenzaba a amenazar con matar a su familia y a él.

Ah~ nada más divertido que un asesino te amenace.

Salió de la oficina del gobernante y se acercó al mercadona, compró dos paletas de cereza y abrió una para comerla, después solo caminó con tranquilidad en dirección a su tan esperado trabajo.

Abrió la puerta de la manera más escandalosa que pudo y entró con altanería y una sonrisa burlona, de inmediato divisó a Jimin sobre el escritorio y ahora solo lo miraba con fastidio.

— Oye, princesa. — Le llamó. — Parece que estás en una racha de suerte tremenda. Me ha tocado trabajar contigo. — Informó, Jimin no estaba seguro si quería matar al mayor o él debía de colgarse en alguna regadera con papel higiénico.

— Tomas tus pelotas y te me vas yendo a cagar, Yoongi. — Le ordenó, estresado con la situación.

— Tómalas tú, lindo. — Le contestó con una sonrisa coqueta, Dios que Jimin ya estaba decidiendo que hacer.

— ¿Qué mierda hacen? ¿Porqué te ponen a trabajar en la biblioteca y justo en mi turno? — Se quejó. — No se como le vas a hacer, Min, pero yo no te quiero aquí. — Le advirtió.

— Princesa, yo no manejo esas cosas. — Contestó acercándose a él y le extendió la otra paleta. — Misma celda, mismo trabajo. El destino nos pide a gritos que nos llevemos bien. — Jimin rió y le arrebato el caramelo que le ofrecía.

— En primer lugar, deja de llamarme princesa, puto idiota. — Enumeró con sus dedos. — En segunda, me vale una mierda lo del destino, imbécil. — Se puso de pie y se acercó a él. — Y en tercero, acepto la paleta porque te dije que me la debías, no porque acepte que te quedes. — Golpeó con su dedo el pecho contrario. La verdad que le dolió más a él que a Yoongi. — Follate a alguien, chupasela a Seung, no me importa que tengas que hacer, pero te quiero fuera de aquí. — Yoongi rió y tomó la mano con la que Jimin lo seguía picando.

— Eres tu el que me quiere fuera, ¿Porqué no vas tú y se la chupas a Seung? — Murmuró.

Jimin de inmediato se enfadó aún más con ese idiota paliducho, ¿Se estaba riendo de él? Tenía unas ganas tremendas de borrar esa maldita sonrisa altanera con un golpe que la mandara directo a enfermería y estaba a nada de hacerlo.

— Eres tan insoportable. — Le dijo y tomó el libro que empezó a leer hace dos días con la intención de ignorar por completo la presencia del mayor.

— Princesa, tienes que enseñarme lo que debo de hacer en este puto lugar, ¿No puedes ser solo un poco amable y hacerlo? — Jimin negó con la cabeza y una sonrisa sarcástica. — Si hago algo mal te rebajan el sueldo a ti por no capacitarme, ¿Sabes?

¿Eso pasa de verdad? Por una mierda, Jimin no lo sabía. Pero no estaba dispuesto a perder los centavos que ganaba por hora.

— Solo tienes que llenar las fichas de los orangutanes con los datos del libro que se va a llevar y la fecha en la que tiene que entregarse. — Le explicó sin mirarlo, pero sabía que ahora mismo el mayor se estaba riendo de él por haber cedido. — Debes de revisar la lista cada semana, si alguien falta por entregar un libro tienes que ir por él. Hacer inventario, acomodar los libros y esas mierdas.

— Ajá, ¿Y entonces qué harás tú? — Le preguntó cruzando los brazos sobre su pecho.

— Vigilar que no la cagues, por supuesto. — Le contestó con una sonrisa burlona. — Tienes que pasar una semana de prueba, y lo harás todo por ti solo. Si yo pude por dos años, tu puedes hacerlo siete putos días.

Y cuando Yoongi estuvo por negarse, los altavoces de la prisión se encendieron.

Park Jimin, tienes una llamada importante, pasa a la oficina del gobernante.

La piel del chico se erizó, sabía de quien se trataba y sabía que sólo quería seguir molestandolo, ¿La necesidad? No lo sabía, pero ese idiota lo estaba jodiendo.

Se paró con enfado bajo la analítica mirada de Yoongi, quien sólo se concentro en tratar de descifrar esa reacción tan arisca, sorprendiéndose un poco al escuchar como azotaban la puerta de la biblioteca.

Jimin caminó sintiendo el peso de todo su coraje en los hombros, pasó por la cocina y Jin lo detuvo unos segundos para pedirle que se calmara y no hiciera un escándalo en la oficina del gobernante porque, lógicamente, no le iba a convenir.

Después de prometerlo a duras penas, continuó su camino, al llegar tocó la puerta un par de veces y Seung le abrió haciéndole una seña para que entrara. Se sentó frente al escritorio y tomó el teléfono.

— ¿Hola? — Trató de sonar neutral, ocultando su coraje.

— Jiminnie, mi amor~

Por una mierda que iba a romper todo.

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